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ABORTAR=ASESINAR El aborto es un asesinato, pues se mata a una persona con premeditación (se prepara reflexivamente, tal como lo marca la ley con su procedimiento, y se perpetra un delito, aunque sin pena, como también indica la ley) y alevosía pues no hay riesgo para los asesinos. R.A.E.: - asesinato. 1. m. Acción y efecto de asesinar. - asesinar. (De asesino). 1. tr. Matar a alguien con premeditación, alevosía, etc. - premeditación. (Del lat. praemeditatio, -onis). 1. f. Acción de premeditar. - premeditar. (Del lat. praemeditari). 1. tr. Pensar reflexivamente algo antes de ejecutarlo. 2. tr. Der. Proponerse de caso pensado perpetrar un delito, tomando al efecto previas disposiciones. - alevosía. (De alevoso). 1. f. Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente. Es circunstancia agravante de la responsabilidad criminal. (recuerdese que el aborto voluntario sigue siendo delito tipificado aunque se le elimine la pena)
«Se cumplen 20 años de la Ley Orgánica 9/1985, aprobada por el Parlamento, ratificada por el Rey, y mantenida. tras su alternancia, por los gobiernos del Sistema, con y sin mayorías parlamentarias.
Esta ley ha dejado matar cerca de un millón de niños por aborto quirúrgico y varios millones más por aborto químico»


Junio de 2005: la “derecha” social española en busca de su espacio político

por Fernando José Vaquero Oroquieta

El pasado mes de junio de 2005 ha sido testigo de un hecho sin precedentes en las últimas décadas: la manifestación multitudinaria, en las calles españolas, de una moderna "derecha" social que busca construir su identidad y su espacio político

El pasado mes de junio de 2005 pasará a la Historia reciente de España como el tiempo en el que la derecha social española manifestó inequívocamente su existencia, reafirmó una identidad colectiva, salió a la calle y exigió ser escuchada.

Tres manifestaciones multitudinarias sucesivas han acreditado la existencia y configuración de unos sectores sociales ausentes de nuestras calles y plazas en las últimas décadas españolas, al menos en tales números, como un sujeto colectivo público provisto de una identidad y movido por unos valores precisos; una circunstancia de indudable trascendencia política.

Ya con motivo de la celebración de la primera de tales manifestaciones, la del 4 de junio convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo en contra de la negociación con ETA, el coordinador de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, realizó un significativo juicio que explica muchas cosas: “se trata de una manifestación de la derecha política”, dijo al referirse a quienes habían secundado dicha convocatoria días antes. ¿Quiere decir, con ello, que la que denomina “derecha política” no es pueblo?, ¿carece, entonces, de toda legitimidad para manifestarse?, ¿acaso sus planteamientos y exigencias no tienen derecho a expresarse por el supuesto pecado original político de “ser de derechas”?

En las últimas décadas, básicamente, las calles españolas han estado ocupadas, en la expresión colectiva de las manifestaciones políticas multitudinarias, por la izquierda y los nacionalistas; salvo que nos remontemos veinte años atrás, unos tiempos en que la extrema derecha lograba sorprendentes éxitos callejeros que se traducían, invariablemente, en estrepitosos fracasos electorales, que terminaron por hundirla.

Lo visto en el mes de junio ha sido otra cosa. La magnífica articulista progresista Paloma Pedrero, muchos de cuyos textos difícilmente pueden hacer propios los lectores conservadores del diario La Razón, en su escrito del sábado 25 de junio afirmaba también, con la lucidez que le caracteriza, que “Una parte importante de este pueblo tiene un pensamiento conservador y hay tres asuntos que, mal tratados, les patean el alma: la familia, el territorio y su Dios, tres asuntos importantes que el Gobierno actual, como es obligación de los gobiernos, no ha tenido la delicadeza de considerar a la hora de hacer su política social”. Se trata de un análisis muy acertado que nos servirá de partida, y también de conclusión, para las siguientes precisiones.

1. Los asistentes a las tres convocatorias no han sido exactamente los mismos sujetos sociales. En la del 4 de junio, convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, predominaban los sectores conservadores, si bien no fueron pocos los progresistas y socialistas presentes. En buen número acudieron muchos movilizados por el Partido Popular. Pero también, los que lo hicieron a impulsos procedentes desde una instancia generalmente bastante crítica con el mismo: un grupo de combativos comunicadores de Cadena COPE, en el que destaca Federico Jiménez Losantos, quien cuenta con diversos apoyos y estructuras que difunden sus postulados (el diario electrónico Libertad Digital, la revista de pensamiento La Ilustración Liberal, diversas páginas web…). También acudió mucho ciudadano “cabreado”, “harto”, que rabiaba por poder lucir los colores nacionales…

2. El sábado 11 de junio fue el Partido Popular el gran protagonista de la movilización efectuada en Salamanca en defensa de la unidad del Archivo de la Guerra Civil todavía allí ubicado. Con todo, fue una verdadera demostración de su –hasta ahora- inédita capacidad de movilización y de la existencia de unas bases dispuestas a algo que no se habían molestado prácticamente nunca en hacer: salir a la calle y dar la cara.

3. El Foro de la Familia, avalado especialmente por algunas organizaciones próximas a la Iglesia católica, ha logrado, el 18 de junio, un éxito callejero inimaginable meses atrás. El apoyo decidido de algunos obispos, que apostaron decididamente por la misma, ha contribuido a su éxito. Varios miles de nacionalistas catalanes, socialistas cristianos del partido SAIN…, una plural manifestación social que no puede despacharse con unos simples adjetivos simplificadores, cuando no despectivos. También concurrieron muchísimos simpatizantes del Partido Popular. Pero, por la buena recepción entre los manifestantes de los contenidos de algunas pancartas, y otros diversos materiales distribuidos entre los mismos, no es aventurado afirmar que entre muchos de todos ellos estaba muy vivo un sentimiento crítico ante un Partido Popular que ha decepcionado, con su práctica política concreta, a los electores más sensibilizados con la situación de la familia y la defensa efectiva de la vida.

Por ello, debemos insistir: sociológicamente, no existe una total correspondencia entre los asistentes a las tres manifestaciones. Pero las mismas indican, desde nuestro modesto entender, una serie de hechos:

1. Se está configurando una plural derecha social que comparte un ideario conservador en su concepción de España, la familia, la defensa de la vida y el orden político; si bien algunos sectores son más sensibles que otros a las políticas sociales.

2. Esa derecha social no encuentra completo acomodo en el seno de un Partido Popular que notoriamente mira hacia el centro izquierda; es decir, hacia las tendencias sociales aparentemente en ascenso y que valora como el campo de batalla electoral por excelencia. Y más, cuando cree tener cautivos a los votos católicos.

3. El Partido Popular, electoralmente y en este inédito indicador social de las movilizaciones ciudadanas, cuenta, como uno de sus activos más sólidos, con los amplios sectores de esa derecha social que todavía cree que este partido todavía puede representarle. Debemos preguntar a los dirigentes del Partido Popular, ¿qué otros sectores sociales articulados, dinámicos, con identidad colectiva y arraigo ciudadano, pueden movilizarse en apoyo de las posturas de su partido, cada vez más aislado social y mediáticamente?

4. Ese sentimiento de desamparo, expresado por esos cientos de miles de manifestantes y tambien –previamente- con motivo del referéndum al proyecto constitucional europeo en España, ya ha sido captado por otras instancias: nos referimos a los minúsculos y plurales partidos políticos que, de momento sin fortuna, centran su estrategia de crecimiento en una progresiva sintonía con los sectores más dinámicos y vivos que se han manifestado a lo largo de este mes.

Por todo ello, ese mes ha sido muy importante: por lo expresado y acaecido, pero también por el potencial existente. Una realidad que deberá ser correctamente analizada y encauzada, mediante las respuestas políticas más adecuadas, si no se quiere desaprovechar esta nueva ilusión colectiva.

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Fernando José Vaquero Oroquieta


Todos a Colonia con el Papa

 

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