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ABORTAR=ASESINAR El aborto es un asesinato, pues se mata a una persona con premeditación (se prepara reflexivamente, tal como lo marca la ley con su procedimiento, y se perpetra un delito, aunque sin pena, como también indica la ley) y alevosía pues no hay riesgo para los asesinos. R.A.E.: - asesinato. 1. m. Acción y efecto de asesinar. - asesinar. (De asesino). 1. tr. Matar a alguien con premeditación, alevosía, etc. - premeditación. (Del lat. praemeditatio, -onis). 1. f. Acción de premeditar. - premeditar. (Del lat. praemeditari). 1. tr. Pensar reflexivamente algo antes de ejecutarlo. 2. tr. Der. Proponerse de caso pensado perpetrar un delito, tomando al efecto previas disposiciones. - alevosía. (De alevoso). 1. f. Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente. Es circunstancia agravante de la responsabilidad criminal. (recuerdese que el aborto voluntario sigue siendo delito tipificado aunque se le elimine la pena)
«Se cumplen 20 años de la Ley Orgánica 9/1985, aprobada por el Parlamento, ratificada por el Rey, y mantenida. tras su alternancia, por los gobiernos del Sistema, con y sin mayorías parlamentarias.
Esta ley ha dejado matar cerca de un millón de niños por aborto quirúrgico y varios millones más por aborto químico»


El gran tropiezo de Europa

por Augusto Colarte

Por el interés de su contenido reproducimos la entrevista realizada al presidente de Arbil en el diario el Sur (Concepción, Chile, 10/07/2005) en la que es cuestionado sobre el reciente rechazo a la Carta Fundamental de la Unión Europea, la inmigración musulmana y las decrecientes tasas de natalidad, que se erigen como las dificultades principales para concretar la ansiada unificación

Aunque los edificios no se caen ni el pánico se extiende en la población, fuertes movimientos subterráneos sacuden al viejo continente. Cuando el proceso de unificación se vislumbraba como una realidad concreta que sólo requería el cumplimiento de los plazos convenidos, el rechazo de la Constitución Europea, el mes pasado en los referendos de Francia y Holanda reveló grietas profundas en la estructura comunitaria y mostró una distancia importante entre los fines de las cúpulas políticas y las inquietudes de las sociedades involucradas.

Con el objetivo de analizar las fisuras que amenazan la estabilidad y el futuro de Europa, conversamos con el docente español José Luis Orella Martínez, doctor en Historia por la Universidad de Deusto de Bilbao y actual director del departamento de Historia, Literatura y Pensamiento de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, invitado por la Facultad de Humanidades de la Universidad del Desarrollo para dictar clases magistrales en Concepción y Santiago.

-¿Cuál es la principal deficiencia de la Constitución Europea?

-Uno de los aspectos más relevantes reside en la eliminación de las raíces cristianas en el texto constitucional. Europa no es sólo una expresión geográfica, es algo más, es un término de unidad moral y espiritual de una civilización. No se puede explicar el desarrollo de Europa sin sus raíces cristianas, eliminarlas equivale a borrar dos mil años de historia y todo el bagaje intelectual y cultural asociado, corresponde a suprimir una visión de la sociedad y de la persona, que constituye el gran aporte de Europa al mundo.

-¿Entonces debería modificarse la carta constitucional?

-Creo que se debe reconocer cuál es la situación real, no se pueden marcar unos criterios políticos y jurídicos a los que la sociedad deba acoplarse casi a la fuerza. En Europa se realizaron unos referendos sobre la Constitución y existió una gran desinformación, no se explicó el texto, era muy difícil conseguir ejemplares. Además hubo hasta una propaganda mediática ilegal por cuenta de instituciones que en teoría son neutrales. Los países donde se realizaron referendos manifestaron su disconformidad a la Europa de laboratorio que se estaba construyendo desde arriba.

Constitución consensuada

-¿El proyecto comunitario sólo es viable si participan los estamentos medios de la sociedad?

-Sería un poco lo propio, Europa tiene una madurez, un protagonismo de los segmentos intermedios de la sociedad que exigen participación. En cambio, hoy vemos una cierta concentración del poder en Bruselas, desde donde se pretende arrastrar al continente hacia fines que muchas veces se contraponen con los intereses de esos sectores intermedios. No existe una sola manera de unir a Europa, por tanto, el mecanismo debe ser consensuado. Sin embargo, en la mayoría de los países se procura aprobar la Constitución con referendos parlamentarios, evitando la consulta directa. Si la sociedad vota no a la Carta Fundamental, entonces cambiémosla. Si el proyecto europeo depende exclusivamente de que, por ejemplo, deba incorporarse Turquía para cubrir un vacío demográfico, país con el que tenemos buenos tratados bilaterales, pero que no forma parte de nuestra entraña cultural, entonces necesitamos definir claramente cuáles son los principios unificadores.

-¿Por tanto, un problema de fondo consiste en cómo Europa soluciona su problema con las bajas tasas de natalidad?

-Cómo revertir el envejecimiento de nuestro continente constituye una de las principales interrogantes. El norte de África, Marruecos, Argelia o el propio Egipto son sociedades cercanas con un crecimiento demográfico muy fuerte, donde la mitad de los habitantes es menor de 40 años. Incorporar estas poblaciones a Europa soluciona el problema de mano de obra y el estancamiento de la natalidad, pero también genera inconvenientes importantes.

-¿Dificultades de integración?, ¿pérdida de identidad?

-Por supuesto, mientras algunos vislumbran en el futuro cercano una Europa multicultural que remedia sus inconvenientes demográficos, las dificultades están a la vista. En Italia, por ejemplo, existe una ley de inmigración, el extranjero llega con su puesto de trabajo, con unos derechos sociales, se integra a la sociedad y, por tanto, es una persona que aporta tal como cualquier italiano, con los mismos derechos, deberes y con un sentimiento de igualdad. En el caso español, y de otros países, el desembarco es masivo, el control resulta nefasto. La mayoría los inmigrantes arriba con fuertes deudas por el viaje que han realizado, se incorpora a la economía sumergida, vive en pésimas condiciones, y se concentra en barrios que se transforman en guetos que fomentan la delincuencia ¿Europa debe abrirse al resto de los continentes?, por supuesto, ¿se necesita la llegada de esas poblaciones?, desde luego, ¿cómo deben venir?, en condiciones de igualdad con el resto de los trabajadores europeos.

-Pero también hay una inmigración latinoamericana importante, ¿sucede el mismo problema?

-Una persona que procede de América tiene una proximidad cultural mayor a Europa de la que pueda tener, por ejemplo, alguien del norte de África, pues se puede integrar con mayor facilidad. Y aunque el mundo islámico es plural y heterogéneo, algunas interpretaciones son contrapuestas a las sociedades occidentales, particularmente en el ámbito educativo. La mayoría del personal docente de colegios y de institutos son mujeres, y los niños musulmanes no admiten la autoridad femenina, pues se trata de un ser inferior. Estamos hablando de niños de ocho o diez años que no respetan a su profesora, y los padres respaldan al menor, porque culturalmente aún residen en sus sociedades de origen.

Choque de culturas

-La crítica que usted plantea a la inmigración islámica se escucha políticamente incorrecta, ¿hasta qué punto se debe respetar o juzgar a otra cultura?

-Las culturas deben respetarse, pero también tiene que haber una reciprocidad. En España, resulta curioso, por ejemplo, la ciudad de Granada -históricamente emblemática, porque fue la última que mantuvo el dominio musulmán- tiene un barrio, al frente de la Alhambra, donde se han concentrado alrededor de 15 mil marroquíes. En esa zona, donde ya no residen granadinos, hay un centro de estudios universitarios islámicos y se están construyendo mezquitas subvencionadas por las monarquías petroleras. Entonces, ¿cómo podemos llamar a eso? Claramente no encontramos un fomento a la integración, sino la formación de una sociedad islámica dentro de la cristiana.

-¿En qué se sostiene está negación de la cultura occidental por parte de estos grupos de inmigrantes islámicos?

-Para ellos, nosotros somos una sociedad decadente, corrupta, que carece de valores y, por tanto, deben crecer y desarrollarse aparte como medida de protección. Entonces forman una sociedad dentro de otra que procura vivir lo más impermeable posible a la nuestra y a la cual, además, tenemos que respetar. En cambio, nosotros, encerrados en nuestro laicismo militante, no podemos exigir a los países de origen de estos inmigrantes el mismo respeto con los árabes cristianos. El 4% de los iraquíes son árabes cristianos, el 2% de los jordanos, el 8% de los egipcios, y en Etiopía constituyen más de la mitad de la población. Un logro importante de las naciones islámicas reside en que se las percibe como sociedades ciento por ciento musulmanas. Nadie advierte la existencia de un cristianismo árabe que desde luego no tiene ayuda de Europa, por ese respeto a nuestro laicismo de no apoyar ninguna confesión. Sin embargo, mientras respetamos al resto de las culturas y religiones, no protegemos ni exigimos reciprocidad en el trato a, por ejemplo, las minorías cristianas, que aunque culturalmente son árabes o indias también merecen consideración. Si los musulmanes no son discriminados en Europa, los árabes cristianos tampoco deben serlo, más aún si ellos viven en esos territorios desde mucho antes de la aparición de los musulmanes.

Violencia y multiculturalidad en el viejo continente

-¿Podrían esos enclaves musulmanes en Europa terminar produciendo violencia?

-Procuro ser optimista, las sociedades pueden ser plurales como lo demuestra EE.UU. No obstante, el problema que tenemos en Europa consiste en cómo diversificar. La llegada de europeos del este aparentemente no plantea ningún problema; sin embargo, la integración de rumanos -provenientes de un mundo agrícola- y de alemanes produjo algunos inconvenientes, a pesar de que se trataba de la misma cultura y lengua. El asunto se vuelve más complejo si los inmigrantes provienen de ámbitos culturales completamente distintos, porque es necesario apoyarlos y proporcionales condiciones laborales óptimas para que se integren sin perder su identidad. Esta es la única manera de evitar la formación de guetos, pues si se elimina la frustración económica se reducen las posibilidades de que se generen focos de violencia. Un joven que no tiene preparación, que vive en la periferia de Lyon como si estuviese viviendo en Argel, es una persona que no está integrada a la sociedad francesa y que no tiene formación para incorporarse al mundo laboral. Ese individuo corre el riesgo de caer en manos de las mafias o de grupos islámicos radicales.

-¿Desarraigo y falta de integración van de la mano de delincuencia y terrorismo?

-Si analizamos los últimos atentados de los fundamentalistas musulmanes, algunos de sus activistas procedían curiosamente de las comunidades islámicas europeas. Son estos grupos los que proporcionan militantes extremistas, porque existe un amplio sector de adolescentes que se ha educado en zonas de gueto y que se sienten completamente marginados. Por ello, la religión se transforma en su único refugio, pero esa religión, en vez de educarlos en un proceso formativo-educativo que los vuelva a integrar en la sociedad, es la que los ha encausado hacia la violencia. En este sentido, Chile constituye un ejemplo, pues logró integrar no sólo a inmigrantes alemanes, sino también a comunidades árabes, quienes se incorporaron manteniendo sus peculiaridades y han enriquecido a la sociedad que los acogió: son chilenos de origen árabe. En cambio, la población musulmana de Europa, incluso árabe, no se ha integrado del mismo modo

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Augusto Colarte


Todos a Colonia con el Papa

 

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