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por Jesús Terreros Actualmente, la ley española admite la adopción de niños por parte de homosexuales tengan pareja o no la tengan, cosa que a todo el mundo le parece normal. Sin embargo se ha producido una gran controversia al pretender que las parejas homosexuales adopten. Desde el punto de vista de los niños adoptados, la diferencia es mínima y por eso, con toda probabilidad, el revuelo responde a una consideración que casi nadie se atreve a manifestar y que ha puesto de relevancia el catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense, Aquilino Polaino: el perfil psicopatológico de la homosexualidad. | |||||
| Si alguien piensa que la homosexualidad es normal y natural pero le parece un delirio permitir adopciones a las parejas homosexuales ¿con qué derecho quieren prohibirlas? A raíz de las declaraciones de Polaino, los presuntos intelectuales políticamente correctos incluido Federico Jiménez de “La Mañana” y sobre todo él, han arremetido con gran virulencia contra el afamado especialista, haciendo gala de una “liberal” y ensoberbecida petulancia, ¡qué atrevida es la ignorancia! . Merecerían todos ellos que, como dice mi amigo Miguel Ángel, se encontraran bisturí en mano en su próxima intervención quirúrgica no al avezado cirujano que puede salvarles la vida, sino al ebanista de los armarios empotrados, así se enterarían por qué vale más el criterio de un especialista que la soflama liberal de un engreído que no sabe nada sobre la materia. La evidente repugnancia de los actos homosexuales no requiere mucho dictamen de especialistas pero ya que nuestra sociedad ha puesto sordina a la sindéresis y ha pervertido la conciencia moral, al menos debería servirnos el dictamen de un puntero Catedrático de Psicopatología. Según los esquemas liberales es igual de digna y merecedora de tutela por parte del Estado, la relación entre marido y mujer que la sodomía, y ya puestos que la poligamia, el incesto o la zoofilia. A quienes dicen que las prácticas homosexuales son normales, o que siempre son innatas y no pueden llegar a ser adquiridas, les invitaría a llevar a sus hijos este verano al Campamento Rosa por la Homointegración infantil. Posiblemente haya varios en marcha porque es habitual que un instructor bastante mayor y avezado introduzca en estas prácticas a los más jovencitos, vamos que muchos de ellos no llegan a ese estadio como fruto del acaso. La ley no debe entrometerse en la conciencia de nadie pero sí debe procurar el Bien Común, la perpetuidad de la especie y la salvaguarda de la infancia. Deberíamos mover todos los resortes legítimos para impedir la promulgación de la ley inicua que prostituye el matrimonio pero también deberíamos procurar que a los homosexuales se les procure la curación gratuita por parte de la Sanidad Pública, que se les impida la adopción con independencia de que sean uno o dos y sobre todo, que se penalicen los alegatos proselitistas y las soflamas por la homologación de la sodomía para evitar que el vicio se extienda a niños y jóvenes con la conciencia aún no formada, neutralizando así el bombardeo de mensajes de normalización de las conductas aberrantes. Si no cubrimos la retaguardia, o bien en nuestras propias carnes o en las de nuestros hijos, nos van acabar por dar a todos… •- •-• -••• •••-• | |||||
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