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ABORTAR=ASESINAR
El aborto es un asesinato, pues se mata a una persona con premeditación (se prepara reflexivamente, tal como lo marca la ley con su procedimiento, y se perpetra un delito, aunque sin pena, como también indica la ley) y alevosía pues no hay riesgo para los asesinos. 
R.A.E.: 
- asesinato. 1. m. Acción y efecto de asesinar. 
- asesinar. (De asesino). 1. tr. Matar a alguien con premeditación, alevosía, etc. 
- premeditación. (Del lat. praemeditatio, -onis). 1. f. Acción de premeditar. 
- premeditar. (Del lat. praemeditari). 1. tr. Pensar reflexivamente algo antes de ejecutarlo. 2. tr. Der. Proponerse de caso pensado perpetrar un delito, tomando al efecto previas disposiciones. 
- alevosía. (De alevoso). 1. f. Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente. Es circunstancia agravante de la responsabilidad criminal.
(recuerdese que el aborto voluntario sigue siendo delito tipificado aunque se le elimine la pena)
«Cada año mueren en España por aborto químico más españoles que los caídos en los tres años Guerra Civil
Cada semana son asesinados por aborto quirúrgico en España tantos españoles como ETA ha asesinado durante sus 40 años de acciones terroristas
El aborto es legal en España, desde la Ley Orgánica 9/1985, aprobada por el Parlamento, ratificada por el Rey, y mantenida por los gobiernos del Sistema»


La dictadura de las minorías

por Ángel Expósito Correa

Las protestas contra la invasión de productos y tiendas chinas y la propuesta ética, económica y socialmente impecable del «arancel ético», deriva la atención sobre un problema que va perfilándose con siempre mayor nitidez: los “derechos de las mayorías”. En Europa crece por momentos una insoportabilidad, un desasosiego, hacia un multiculturalismo y una cultura del relativismo que hablan siempre, sólo y por doquier de los “derechos de las minorías”. Los síntomas se manifiestan a través de la oposición creciente a la inmigración (en especial, la islámica), a los referendos de Francia y Holanda sobre Europa, a las protestas contra los productos y tiendas chinos y a la oposición a la ofensiva homosexual y laicista, cuyo punto álgido ha sido la manifestación del 18-J en defensa de la familia y contra los “matrimonios” homosexuales y su consecuente “derecho de adopción”.

Una de las causas de las dificultades económicas que afectan a la Unión Europea en general, y a la española en particular, guarda relación con el imprevisto auge de las exportaciones del capitalismo comunista chino. Ello obliga a la Unión Europea a desgastarse en acuerdos sobre cuotas y aplazamientos, a pesar de las dificultades que estas propuestas encuentran a causa de los vínculos internacionales. Sin embargo, cabe una posibilidad ni veleitaria ni utópica con la cual se podría encarar el problema China de una forma nueva.     

vEn efecto, „[…] se trataría de pedir a Europa introducir no un arancel económico – fundamentado solamente en las dificultades de nuestras empresas y en formas de competencia desleales – sino un arancel ético, ligado a los problemas no resueltos en China en tema de derechos sociales, de derechos humanos y de la libertad religiosa.

“En el capitalismo chino los éxitos extraordinarios van acompañados por tragedias como la del trabajo infantil a ritmo elevado  y por el número más elevado del mundo de accidentes en el trabajo, a menudo mortales. Un buen porcentaje de la población tiene una renta bajo el umbral de la supervivencia (un dólar al día) fijada por el Fondo Monetario Internacional; el desempleo real alcanza probablemente el 20%; el número de suicidios es altísimo y la esperanza de vida baja porque ya no existe una asistencia médica gratuita y muchos se enfrentan con el duro rechazo de los hospitales a atender a aquéllos que no pueden pagar. Muchos en China contestan que su capitalismo se inspira al modelo estadounidense, ciertamente distinto del europeo: pero en América un tejido de leyes (muy carente en China) garantiza los derechos sociales, y en varios sectores – sobre todo en el sanitario – ejercen una actividad de suplencia las religiones y las Iglesias. Se llega así al punto doliente de la situación china: la ausencia de libertad religiosa. Cierto, el programa maoísta de eliminación total de la religión ha fracasado. Pero las limitaciones a la libre práctica de la religión continúan.

“Quizás se debe empezar a examinar juntas las tres dimensiones del problema China: económica, social y religiosa.
El error de muchos occidentales consiste a menudo en separarlas. Así quien justamente tiene prisa en defender a los sacerdotes católicos encarcelados a menudo parece una pérdida de tiempo hablar de economía, mientras quien se preocupa por la invasión del textil chino la libertad religiosa o los derechos sociales parecen problemas de idealistas. No es así.

«La estrategia de los Estados Unidos, distinta de la europea, demuestra que sólo golpeando allí donde hace daño – esto es, organizando puntuales campañas sobre la situación de los derechos humanos y de la libertad religiosa en China – se crea un clima que obliga los chinos a hacer concesiones también donde son más fuertes, es decir, en la economía de las exportaciones.

«No se trata por tanto de interrumpir las relaciones con China (una perspectiva suicida a nivel económico y comercial, y actualmente del todo irreal) sino de moverse en el ámbito internacional de la petición de límites a la exportación china sin jamás desunir las peticiones italianas y europeas de reivindicaciones éticas. El trato de los productos chinos debería depender de cómo China – o cada una de las empresas chinas, ya que el estilo distinto con el que actúan, por ejemplo, muchas empresas italianas que han abierto fábricas en China debería  ser reconocido y «premiado» - tratan a sus trabajadores, y no solamente en el puesto de trabajo sino también en las plazas  y en la iglesia. Proponer un «arancel ético» sobre los productos chinos ofrecería también al gobierno italiano
[y español, N.d.T] una ocasión para responder al problema China con un planteamiento que no sea solamente técnico, sino de principio, insistiendo como es justo y obligado en la dimensión ética de la globalización sobre la cual desde hace tiempo llama la atención Papa Benedicto XVI “(1).

Las protestas contra la invasión de productos y tiendas chinas y la propuesta ética, económica y socialmente impecable apenas descrita del «arancel ético», deriva la atención sobre un problema que va perfilándose con siempre mayor nitidez: los “derechos de las mayorías”. En Europa crece por momentos una insoportabilidad, un desasosiego, hacia un multiculturalismo y una cultura del relativismo que hablan siempre, sólo y por doquier de los “derechos de las minorías”. Los síntomas se manifiestan a través de la oposición creciente a la inmigración (en especial, la islámica), a los referendos de Francia y Holanda sobre Europa, a las ya mencionadas protestas contra los productos y tiendas chinos y a la oposición a la ofensiva homosexual y laicista, cuyo punto álgido ha sido la manifestación del 18-J en defensa de la familia y contra los “matrimonios” homosexuales y su consecuente “derecho de adopción”.

Sobre este último tema estimo necesario abrir un paréntesis y pasar a considerar dos puntos que entiendo son fundamentales para el buen éxito de la lucha contra el totalitarismo relativista.

El primero se refiere a la necesidad de desarrollar una actividad de información ya que no es suficiente con oponerse al “matrimonio” homosexual para salvar y proteger a la familia y a la sociedad, sino que es necesario oponerse a toda ley que permita “Uniones Civiles” entre personas del mismo sexo, dado que éstas lejos de evitar el “matrimonio” entre homosexuales, representan el primer paso hacia el mismo. En efecto, si el reconocimiento jurídico de tales “uniones” sirve para evitar una discriminación “de minorías” que por fin ven reconocidos sus “derechos” ¿con qué argumentos se podrá replicar cuando tales minorías – siempre en nombre de la no discriminación en una sociedad «plural» y «multiculturalista» - pidan que les sean reconocidos todos los derechos, incluido el matrimonio y la adopción? Asimismo, la campaña informativa debería extenderse a la oposición de cualquier reconocimiento jurídico a las “parejas de hecho”, ya que éstas, a pesar de no tener el mismo grado de perversión de la institución familiar, representan sin embargo un mal objetivo que ataca los fundamentos de la dignidad del hombre y, por lo tanto, de la familia y la sociedad.

Junto a la actividad informativa – y con ello llegamos al segundo punto - es de la máxima urgencia (aprovechando la movilización de la parte sana de la sociedad española y el apoyo otorgado por el Partido Popular) emprender una acción política que presione a los sedicentes “amigos políticos”, pidiendo en vista de las próximas citas electorales si, sin perjuicio del respeto debido a la dignidad de las personas homosexuales y la posibilidad de soluciones pragmáticas a problemas prácticos que afectan las relaciones patrimoniales y previdenciales entre convivientes a cualquier título, los políticos que piden el voto de los católicos y de aquellos que se preocupan de los riesgos presentes en las reivindicaciones gay y queer (esto es, la teoría según la cual la identidad sexual, la edad, el parentesco no son importantes sino que sólo cuenta el deseo: todo aquello que puede ser objeto de deseo es lícito, lo cual hace que algunos teóricos queer pidan la legalización de todas las drogas, del incesto y al menos de algunas formas de pedofilia) están dispuestos a oponerse sin medias tintas y de forma radical a cualquier ley que permita (a) los “matrimonios” homosexuales y la adopción de menores, utilizando todos los recursos a su alcance para que no entre en vigor y para abolirla en cuanto llegue la ocasión; (b) la fecundación artificial de mujeres que desean criar al hijo en el ámbito de una pareja lesbiana; (c) poner límites a la fecundación in vitro empezando por ejemplo a reconocer la dignidad personal del embrión, limitando el número de producción de embriones y prohibiendo la fecundación heteróloga y la experimentación; (d) reconsiderar la ley del aborto comenzando por perseguir los abusos en las clínicas abortivas y apoyando todas las iniciativas (culturales, caritativas, etc.) comprometidas en la defensa de la vida.

Me doy cuenta que tales peticiones representan un “mínimo” frente a la tragedia antropológica ocasionada por el relativismo, pero su realización significaría un primer paso importante para desandar el camino de cinco siglos de Revolución secularizadora y anticristiana (2). Asimismo, y retomando el hilo de la argumentación anterior, permitiría la formación de una representatividad auténtica de la sociedad puesto que la defensa legítima de los “derechos de las mayorías” (que debería extenderse a cuestiones como el “problema China”, los nacionalismos, la inmigración – en especial islámica –  (esta última contrastada con una fuerte y decidida defensa de la propia identidad cultural y religiosa católica poniendo las condiciones sine qua non para cualquier tipo de diálogo y/o acuerdo con asociaciones islámicas, a saber: rechazo absoluto de cualquier tipo de terrorismo, respeto de los derechos fundamentales de las personas - incluido la libertad religiosa -, aceptación y conocimiento del marco histórico, jurídico, cultural y religioso del país de acogida, etc., además, claro está, de una política seria y responsable en materia de inmigración) evitaría, por una parte, brotes de violencia contra las minorías y, por otra, poner coto a la sinrazón del relativismo echando las bases para el equilibrio necesario entre “derechos de las mayorías” y “derechos de las minorías” ya que sólo donde se ven respetados los derechos de las primeras serán respetados los derechos de las segundas.

·- ·-· -··· ···-·
Ángel Expósito Correa


Notas:

(1) http://www.cesnur.org/2005/mi_09_02.htm

(2) “ En efecto, el orden de cosas que viene siendo destruído es la Cristiandad medieval. Ahora bien, esa Cristiandad no fue un orden cualquiera, posible como serían posibles muchos otros órdenes. Fue la realización, en las circunstancias inherentes a los tiempos y lugares, del único orden verdadero entre los hombres, o sea, la civilización cristiana.

 En la Encíclica  “Inmortale Dei”, León XIII describió en estos términos la Cristiandad medieval:  “Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En esa época la influencia de la sabiduría cristiana y su virtud divina penetraban las leyes, las instituciones, las costumbres de los pueblos, todas las categorías y todas las relaciones de la sociedad civil. Entonces la religión instituida por Jesucristo, sólidamente establecida en el grado de dignidad que le es debido, era floreciente en todas partes gracias al favor de los príncipes y a la protección legítima de los magistrados. Entonces el Sacerdocio y el Imperio estaban ligados entre sí por una feliz concordia y por la permuta amistosa de buenos oficios. Organizada así, la sociedad civil dio frutos superiores a toda expectativa, cuya memoria subsiste y subsistirá, consignada como está en innumerables documentos que ningún artificio de los adversarios podrá corromper u obscurecer.”  (Encíclica  Inmortale Dei, 1.XI.1885 -  Bonne Presse , París, vol. II, p. 39).

Así, lo que ha sido destruido, desde el siglo XV hasta ahora, aquello cuya destrucción ya está casi enteramente  consumada en nuestros días, es la disposición de los hombres y de las cosas según la doctrina de la Iglesia, Maestra de la Revelación y de la Ley Natural. Esta disposición es el orden por excelencia. Lo que se quiere implantar es, per diametrum, lo contrario de esto. Por tanto, la Revolución por excelencia” . Ver: http://www.lucisullest.it/international/es/index.html


VII Congreso Católicos y Vida Pública
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