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ABORTAR=ASESINAR El aborto es un asesinato, pues se mata a una persona con premeditación (se prepara reflexivamente, tal como lo marca la ley con su procedimiento, y se perpetra un delito, aunque sin pena, como también indica la ley) y alevosía pues no hay riesgo para los asesinos. R.A.E.: - asesinato. 1. m. Acción y efecto de asesinar. - asesinar. (De asesino). 1. tr. Matar a alguien con premeditación, alevosía, etc. - premeditación. (Del lat. praemeditatio, -onis). 1. f. Acción de premeditar. - premeditar. (Del lat. praemeditari). 1. tr. Pensar reflexivamente algo antes de ejecutarlo. 2. tr. Der. Proponerse de caso pensado perpetrar un delito, tomando al efecto previas disposiciones. - alevosía. (De alevoso). 1. f. Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente. Es circunstancia agravante de la responsabilidad criminal. (recuerdese que el aborto voluntario sigue siendo delito tipificado aunque se le elimine la pena)
«Cada año mueren en España por aborto químico más españoles que los caídos en los tres años Guerra Civil
Cada semana son asesinados por aborto quirúrgico en España tantos españoles como ETA ha asesinado durante sus 40 años de acciones terroristas
El aborto es legal en España, desde la Ley Orgánica 9/1985, aprobada por el Parlamento, ratificada por el Rey, y mantenida por los gobiernos del Sistema»


Bienvenida catástrofe

por Gonzalo Rojas Sánchez

¿Vives hoy con las antenas puestas en esos acontecimientos que pueden recordarte que eres mortal, que toda pasa, que cada catástrofe es también la tuya, la nuestra, si no sacamos conclusiones serias para la vida? ¿O te vas a conformar con la primera página de las Noticias Ultimas?

Un gurú esotérico diría que fuimos nosotros los que atrajimos las malas vibras; sí, nosotros, los alumnos y el profesor que pocas horas antes del terremoto del norte y de la goleada del 7-0 en contra, analizábamos un texto de Berdiaev sobre las catástrofes. En pocas líneas, el de Kiev nos decía que "las catástrofes y los cambios históricos bruscos han predispuesto siempre a meditar sobre la filosofía de la historia."

Comenzó entonces el diálogo en clase: ¿qué catástrofes nos han impresionado fuertemente? Y fueron saliendo, desde las obviedades a lo más sutil: Las Torres gemelas, las guerras de Afganistán e Irak, los trenes de Atocha, Beslán en Rusia, Antuco, la crisis Boliviana, Daniela García y su caída del tren; y en el trasfondo, quedaron seguramente tantas pequeñas catástrofes personales: fracasos en el estudio o en el trabajo, muerte de parientes, rupturas familiares o sentimentales, derrotas deportivas, trancas de carácter, etc.

El catálogo estaba, y le podríamos haber sumado, desgraciadamente, los dos penosos acontecimientos consiguientes: la debacle telúrica y la humillación futbolística. Pero, ¿qué pasó en clase cuando hicimos la lista y la comparamos con la afirmación del filósofo sobre la supuesta reflexión que sigue a las catástrofes?

Mal nos sentimos, pues. Se comprobó entre todos que, si de reflexionar ante los dramas se trata, poco hacemos los chilenos. ¿Seminarios serios? Uno que otro, con escasas asistencias. ¿Conversaciones de sobremesa, de metro, de pasillo universitario? No, no te pongas denso. ¿Tratamiento en clases catárticas? Muy a lo lejos, porque hay que pasar toda la materia, dicen. ¿Programas de televisión? Casi nada; más bien sólo reportajes, sólo imágenes, no reflexión reposada, porque el rating no la permite.

Y así se escurren la seriedad de la vida y la gravedad de las catástrofes, -y las muertes se difuminan- se van por las rendijas de la frivolidad, por las grietas de la farándula, por los forados del apuro, las muestra el encefalograma plano de la apatía.

No, dice un contradictor, de apatía nada. Los chilenos somos solidarios, afirma, y siempre que hay una catástrofe, acudimos donde los damnificados con brazos y palas, con depósitos bancarios y elevadas plegarias, con horas y horas de entrega abnegada. Cierto y valioso, pero al mismo tiempo, visible y por lo tanto, peligroso.

Visible a los ojos de quien lo realiza y de quienes lo observan; peligroso para unos y otros, porque puede acallar una voz de la conciencia que nos dice, quizás con palabras de Unamuno: "Intenta, lector, imaginarte en plena vela cuál sea el estado de tu alma en el profundo sueño; trata de llenar tu conciencia con la representación de la no conciencia, y lo verás (porque) causa congojosísimo vértigo el empeñarse en comprenderlo; no podemos concebirnos como no existiendo." O, con palabras más simples: piensa, hombre, no pierdas la oportunidad de pensar, que podrías haber sido tú el objeto de la catástrofe, que esas campanas doblan por ti, como ya lo dijeron hace tiempo.

¿Y vives hoy con las antenas puestas en esos acontecimientos que pueden recordarte que eres mortal, que toda pasa, que cada catástrofe es también la tuya, la nuestra, si no sacamos conclusiones serias para la vida? ¿O te vas a conformar con la primera página de las Noticias Ultimas?

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Gonzalo Rojas Sánchez


VII Congreso Católicos y Vida Pública
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«Llamados a la Libertad»

 

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