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Oleo de Padró. Museo Marítimo de Barcelona
Oleo de Padró. Museo Marítimo de Barcelona

Soldados catalanes en defensa de su Patria para liberar Cuba de una guerra inspirada por las logias (*) (**) al servicio de una potencia extranjera emergente

Alberto Hurtado, un alma para Dios

por José Luis Orella

Un nuevo santo chileno en la mejor tradición ignaciana. Modelo, ejemplo ...¿Y revulsivo entre la decadencia?

Alberto Hurtado Cruchaga nació en Viña del Mar, Chile, el 22 de enero de 1901, quedó huérfano de padre a la edad de 4 años. Su madre tuvo que malvender sus bienes para pagar las deudas y sostener la familia. Una beca le permitió estudiar con los jesuitas en el Colegio San Ignacio de Santiago. Aquí se hizo miembro de la Congregación Mariana, donde inició un profundo sentimiento por lo más necesitados, como él lo había sido. El interés por los más débiles empezó desde muy temprana edad. Terminados sus estudios de secundaria, decidió dedicarse de por vida a Cristo, haciéndose jesuita, pero las obligaciones familiares le obligaron a posponerlo. Antes debía hacerse cargo de su madre y su hermano menor que él.

Alberto Hurtado estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, pero al mismo tiempo estuvo trabajando por las tardes, para poder mantener a su familia. Todo esto lo hizo sin abandonar su labor social con los más humildes de la sociedad chilena, a quienes visitaba semanalmente. Después de hacer el servicio militar, terminó la carrera de Derecho en agosto de 1923. El 14 de ese mes entró al Noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán, Chile. Dos años después, se trasladaba a Córdoba, en Argentina. En 1927 fue enviado a España para realizar sus estudios de filosofía y teología. Sin embargo, la expulsión de los jesuitas en 1931, por orden del gobierno republicano de Manuel Azaña, le obligó a refugiarse en Bélgica, junto al resto de los novicios españoles. Continuó sus estudios de teología en la Universidad de Lovaina. Centro en aquel entonces, por la labor desarrollada por el cardenal Mercier, de la Doctrina Social de la Iglesia. Lovaina se había convertido en el principal laboratorio de ideas del catolicismo social, a nivel mundial. De sus aulas saldrían los principales teóricos del corporativismo (España, Portugal, Francia, Italia, Argentina y Chile), que intentaron poner los cimientos de una nueva realidad político social en el mundo. Pero Lovaina también fue donde Alberto Hurtado fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1933. En 1935 obtuvo el doctorado en Pedagogía y Psicología. Después de realizar la experiencia de Tercera Probación en Drongen (Bélgica), regresó a Chile en enero de 1936.

Una vez que volvió a su patria, como jesuita, su celo apostólico se fue extendiendo a todos los ámbitos. Inició su actividad como profesor de Religión en el Colegio San Ignacio y de pedagogía en la Universidad Católica y el Seminario Pontificio. También desarrolló su labor intelectual escribiendo varios artículos sobre educación y el orden social cristiano. Como jesuita fundó una casa de Ejercicios Espirituales en un pueblo que hoy lleva su nombre. También fue director de la Congregación Mariana del colegio San Ignacio, de donde surgió su vocación y a los que pedía ser apóstoles entre los más necesitados. Su labor como director de almas se fue ampliando y acabó convirtiéndose en un verdadero conductor de muchos jóvenes.

Como intelectual, en 1941 el Padre Hurtado publicó su libro más conocido: “¿Es Chile un país católico? “, que marcó la necesidad del papel del laico en la sociedad católica. Pero al mismo tiempo, su apostolado juvenil y social le convirtió en el hombre propicio para ser el asesor de los jóvenes de la Acción Católica Chilena. Tres años después, cuando dirigía unos Ejercicios Espirituales, realizó el llamamiento de ayudar a los más débiles y abandonados de Chile, aquellos desahuciados de la vida, que vivían abandonados en las calles. La respuesta fue “Los Hogares de Cristo”, con la colaboración de laicos comprometidos, el Padre Hurtado abrió una primera casa de acogida para niños, luego una para mujeres y otra para hombres. Aquellas casas, no eran residencias de “almacenar” personas, como las fundadas por el Estado liberal en los inicios del siglo XX. La diferencia radical era, que los pobres disponían de un hogar con un ambiente de familia, al cual pertenecían. Estos hogares se fueron multiplicando y extendiendo, convirtiéndose según las circunstancias en centros de formación profesional o de rehabilitación. En 1945, el P. Hurtado viajó a los Estados Unidos, para conocer la experiencia de “la ciudad de los muchachos”, institución creada para rehabilitar a muchachos de la calle. Pero el discípulo de Lovaina quería transformar la sociedad chilena entera, en 1947 fundó la Asociación Sindical Chilena (ASICH), con el objetivo de promover un sindicalismo inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia.

Como intelectual jesuita, tuvo que dejar su impresión en el mundo de las letras. Entre 1947 y 1950 escribió tres libros de enjundia sobre el Sindicalismo, el Humanismo Social y El Orden Social Cristiano en los Documentos de la Jerarquía Católica. Para transmitir la Doctrina Social de la Iglesia, fundó en 1951, la revista “Mensaje”, que se convirtió en uno de los principales órganos intelectuales de la Compañía de Jesús en Chile. Sin embargo, el hijo de San Ignacio, después de una vida intensa en el campo apostólico juvenil, social e intelectual, expiró el 18 de agosto de 1952, a consecuencia de un cáncer de páncreas.

El P. Alberto Hurtado es el segundo santo de Chile, y pertenece a una generación de jesuitas modelados en el temple de los apóstoles. Sus compañeros españoles, como aquellos de la lejana Polonia, supieron llegar al martirio, cuando las autoridades socialistas quisieron eliminar su influencia en las clases populares. Hoy el ejemplo de aquellos hombres, forma la prehistoria del renacer católico que protagonizó Juan Pablo II. El P. Hurtado, como aquellos hermanos suyos son un ejemplo actual, para una Compañía de Jesús que perdió su sentido de obediencia, base substancial de su espíritu fundacional, y para la misión del laicado católico. El intento de monopolio de su figura por sectores políticos Despistado-Cristianos, aliados a una izquierda, que en su tiempo lo hubiese martirizado, como pasó con sus compañeros españoles, sólo es una nube de humo que se disipa con la verdad histórica y el ejemplo de los verdaderos católicos chilenos.

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José Luis Orella


VII Congreso Católicos y Vida Pública
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«Llamados a la Libertad»

 

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