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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Los católicos y el relativismo

Se ha sustituido arteramente el principio sobrenatural de la fe por el principio naturalista del libre examen. Con lo cual, aunque juzgan tener fe de las verdades cristianas, no tiene tal fe de ellas, sino simple humana convicción, lo cual es esencialmente distinto.

(Concilio Vaticano. De Fide)

Desde la aparición del democratismo liberal como sistema político dominante, los católicos han tenido el gran dilema de como convivir en un régimen político que, en los países latinos se había originado preferencialmente con un discurso anticatólico. Los católicos, como personas forman parte de la sociedad y han demostrado repetidamente su fidelidad a la comunidad nacional, incluso en los casos más cruentos, como son las guerras. No obstante, las legislaciones de estos países se han mostrado frías en la comprensión de algunos derechos de los creyentes, en defensa de la llamada pluralidad social.

La relatividad absoluta va dominando la vida de hoy en dia y especialmente en un sistema político que defiende la existencia, desarrollo y difusión de todos los ideales compatibles con el liberalismo ideológico. Desde el racionalismo ilustrado, pasando por el modernismo liberal hasta el relativismo globalizador de hoy. Los criterios ideológicos que han servido de apoyo al sistema democrático-liberal, siempre han considerado en la Europa continental al catolicismo como la bestia a batir. Sin embargo, los católicos, aunque no defendemos un régimen específico, si señalamos la necesidad de que sea un sistema acorde con el orden moral. Pero esta salvedad se viola en numerosos casos, especialmente en la legislación protectora de la familia y de la vida. En sociedades plurales por diferentes creencias o ideologias se podría explicar, aunque la defensa de la vida o de la familia, no es sólo algo que afecte a lo católicos, sino a todas las personas con independencia de su conciencia. No obstante, el problema es grave cuando en países aconfesionales, pero de clara mayoría del catolicismo en todos sus aspectos religiosos, culturales y sociológicos como Bélgica, Austria, Francia, Portugal, Italia o España, el recurso a una falsa pluralidad ha llevado a legislaciones permisivas en asuntos que atacan gravemente los principios más fundamentales del derecho natural. Más grave, si tenemos en cuenta que parte de esa legislación ha sido promulgada por políticos democristianos, que en teoría son católicos.

La pluralidad de la sociedad siempre se ha dado en la historia, porque es muy difícil una comunidad homogenea en un aspecto racial o religioso. Sin embargo, en países de trayectoria democrática, pero con una religión mayoritaria de forma significativa como la luterana en Escandinavia, son estados confesionales, también en países árabes con minorías cristianas y el propio Israel, incluso en la Rusia postcomunista, la Iglesia ortodoxa cuenta con un trato privilegiado. No obstante, el liberalismo ha impuesto la aconfesionalidad en los países de una mayoría aplastante católica, donde la pluralidad en muchos temas no se debe a la presencia de una minoria criptojudia o morisca, sino a la ignorancia y a la mala instrucción religiosa de la sociedad española, que desde la edad adolescente abandona sus medios de formación. Sin emabrgo, la inmigración magrebí y turca plantea en Europa un aumento de la pluralidad socioreligiosa, pero hay que tener en cuenta, que las nuevas generaciones integradas en la sociedad desarrollada, tienden a abandonar su cultura por considerarla contraproducente para su ascenso social.

En la actualidad, los católicos deben participar en la vida pública, pero conscientes de que su vida y acciones deben ser acordes y coherentes con su modo de ser cristianos. Sin embargo, muchos de los políticos actuales se permiten vivir el catolicismo oculto en la vida privada, llevando una doble moral, sobre el cual, Juan Pablo II supo responder en diferentes escritos. Por eso quizas sea conveniente, como en Italia, que la pluralidad católica se demuestre políticamente diferenciando el verdadero trigo católico de la paja democristiana, que durante cincuenta años ha monopolizado el voto cristiano, defendiendo el modernismo relativista antes que la defensa de los valores fundamentales del hombre.

José Luis Virolay *


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