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La conversión de un hijo de Esculapio. Indice de Revistas Corea, las tribulaciones de vivir entre dos gigantes

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

La "opinión pública" como control social

Los medios son, «fabricantes de consentimiento», porque están comprometidos con el orden social del que son beneficiarios, y fomentan la indiferencia y la apatía políticas tanto como impiden el pensamiento y la acción independientes.

Los dirigentes del nuevo orden mundial pretenden que se cumpla a rajatabla el pensamiento que Marx recogía en su obra "La ideología alemana" y convertir las ideas de la clase dominante, las suyas, en las ideas dominantes.

Y para ello han preparado los medios para fabricar una "opinión pública", que a fin de lograr el dominio general, busca garantizar un nivel suficiente de "consenso social" sobre los valores y los objetivos comunes, es decir, componer un "pensamiento único", con una cosmovisión creada para facilitar sus objetivos.

Así, según este concepto, se le convence a la "opinión pública" de que su poder es tan grande que no lo puede ignorar ni el gobierno ni los miembros individuales de la sociedad. Y esta "opinión publica" se usa contra las personas porque se les amenaza de aislamiento, que la sociedad dirige contra los individuos y los gobiernos desviados: los que no operen según el "pensamiento único" impuesto.

La aportación principal de esta revisión del concepto es tener en cuenta, a la hora de medir la "opinión pública". Lo que opine la gente sobre lo que opine la gente, es decir, las opiniones individuales sobre el clima social, lo que permite indagar en la amenaza de aislamiento y considerar esa variable en los comportamientos.

Se puede resumir la teoría de la espiral del silencio —que es una concreción del concepto de "opinión pública" como control social— como que las opiniones mayoritarias tienden a difundirse más e incrementar el número de sus simpatizantes, mientras que las corrientes minoritarias tienden a disminuir más todavía, lo cual obedece a la lógica psicológica que castiga al disidente y refuerza al alineado con la opinión dominante; aunque haya épocas en que la marginalidad o la disidencia sean apetecibles par distintos motivos. Con esta hipótesis "opinión pública" será el conjunto de opiniones que pueden expresarse en la esfera de lo público sin miedo al aislamiento o a la coacción; dado que para ejercer éstos es necesario detentar algún tipo de poder, se entenderá que la formación de la "opinión pública" es un fenómeno social que se genera al amparo de la comunicación política.

La relación de la "opinión pública" con los medios de comunicación de masas y con la esfera política es bastante clara. Respecto a lo primero, es evidente que los medios son el primer y principal instrumento no sólo de interacción de opiniones individuales, sino vehículo de puesta en circulación de opiniones asumibles por individuos carentes de una postura sobre muchas cuestiones.

Será la prensa, sometida a un al régimen de censura, el espacio donde se cree una "opinión pública" que promueve y es promovida por el régimen de partidos. A partir del siglo XIX y todo el XX la "opinión pública" irá desempeñando un papal legitimador del sistema político, porque se trata de "un sistema soberano en tanto representa la opinión mayoritaria y es principio de toda estructura constitucional",

Respecto a la relación entre "opinión pública" y régimen político (democracia, gobierno, partidos, elecciones, etc.) los conceptos señalados tienen en común el hecho de considerar la "opinión pública" como factor determinante de la acción política. Hay toda una línea de pensamiento que hunde sus raíces en Tocqueville, quien llama la atención sobre los cambios profundos que se dan en las sociedades democráticas, subrayando la dinámica conflictiva del proceso de igualdad, que pasa por autores como Gabriel Tarde y Gustave Le Bon y que en nuestro país formula Ortega en la rebelión de las masas (1929). Casi todos ellos muestran una visión muy crítica con las masas; por lo que se refiere a los medios de comunicación subrayan cómo hay muy pocas personas que expresen más opiniones que las que reciben, las opiniones sólo generan acciones que están controladas por los grupos de poder, las masas no tienen autonomía organizativa respecto a las instituciones, etc

El Estado como democracia de masas exige la creación de "opinión pública" "con objeto de que pueda hacerse efectivo un proceso permanente de formación de la opinión y la voluntad como correctivo—y garantía de libertad—del ejercicio del poder y del dominio" (Habermas, 1981).

De ahí que la "opinión pública" sea muy manipulable, como muestra el caso en España del referéndum OTAN. Y, por otra parte, como subraya un tratadista ya clásico, Mills, "el hacer pública la "opinión pública" se ha convertido en el objeto de intensos esfuerzos para controlar, manejar y, cada vez más, intimidar".

La aportación de la teoría de la construcción social de la realidad, a partir del célebre ensayo de Berger y Luckmann sobre sociología del conocimiento, trata de estudiar en qué medida la imagen del mundo que se elabora a partir de los mensajes de los medios es una construcción social de la realidad, determinada no sólo por la ideología y los intereses de los individuos, sino también de los propios medios; o, más concretamente, que los medios de masas son determinantes en la percepción que tenemos de los hechos, normas y valores de la sociedad en el momento en que hacen una selección de temas y adoptan un punto de vista que subraya unos aspectos y oculta otros. El pensamiento común ignora que el mundo social es un producto humano —no natural- dado previamente a la conciencia de los individuos—, un mundo construido, con lo cual ni se plantea la posibilidad de su transformación: sólo quienes tienen el poder y el conocimiento parten de este hecho y están en condiciones de manipular la realidad.

En este mismo sentido, la teoría de la agenda, al ocuparse de los efectos a largo plazo se constituye en una hipótesis sobre la "opinión pública" creada par los medios: la tematización (qué hay que pensar), la categorización (cómo pensarlo) y la jerarquización (qué valor concederle) suponen la creación de una imagen —modelo, metáfora— del mundo que incluye toda una «opinión» (necesidades, valores, experiencias, creencias, expectativas, etc.).
El modelo de propaganda ha sido una tesis repetida en diversos críticos de la comunicación de masas, como, entre otros, Chomsky (1990; 1992), quien establece que los medios están al servicio del poder estatal y empresarial, dada su dependencia económica (publicidad) y de fuentes, de modo que limitan los términos del debate que pueden originar los hechos (teoría de la agenda) haciendo una información que acaba por apoyar al poder establecido.

Bien entendido que el «poder establecido» es el común a los partidos alternantes en el poder, que se comprende, entonces, como poder «económico-político»: «el consenso de las élites poderosas del nexo empresa-Estado» (Chomsky) Los medios son, entonces, «fabricantes de consentimiento», porque están comprometidos con el orden social del que son beneficiarios, y fomentan la indiferencia y la apatía políticas tanto como impiden el pensamiento y la acción independientes. «Su función es la divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. En un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de intereses de clase, el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda sistemática.

Esto no significa que no haya en los medios disidencia respecto a políticas concretas o censuras a dirigentes. Incluso muchas veces, adaptan poses de "antigubernamentalismo como medio de ganar credibilidad ante la audiencia.

Iñigo Yáñez de Oñaz *


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