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La Carta de la Tierra, nueva trampa de la ONU

Al nuevo orden le hace falta una nueva religión universal, esta vez diseñada especialmente para ser el opio de los pueblos, allí se enmarca la Carta de la Tierra y otros intentos como el de la Nueva Etica Planetaria.

La Carta de la Tierra fue redactada por un grupo de "notables" autodesignados para ese cometido, entre el 13 y el 21 de marzo de 1997, en Río de Janeiro, en el marco de las reuniones preparatorias a la Asamblea General de las Naciones Unidas llamada de Río+5 o Cumbre de la Tierra +5, (23 al 27 de junio de 1997).

La Carta es un documento pensado en el seno del Consejo de la Tierra que preside Maurice Strong, uno de los subsecretarios generales de la ONU, conocido impulsor de políticas compulsivas de control de natalidad. Del mismo consejo forma parte el ex premier soviético, que ahora vive en Suiza, Mikhail Gorbachov, fundador de la organización Cruz Verde Internacional. También intervinieron, entre otros, en su redacción el Director General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, Mercedes Sosa, y los difuntos Paulo Freire y Bella Abzug, entonces presidenta de WEDO, la Organización para el Desarrollo de las Mujeres y el Medio Ambiente, una de las poderosas ONG's con status consultivo en las Naciones Unidas, que busca, entre otras cosas, el reconocimiento del aborto como derecho humano y la equiparación de las parejas homosexuales a las heterosexuales.

La Carta de la Tierra fue presentada y aceptada por el Secretario General de las Naciones Unidas e incluida entre los documentos a aprobar por los Jefes de Estado en la Cumbre de la Tierra+5 (Asamblea General de las Naciones Unidas, 23 al 27 de junio de 1997). Pero a pesar de que la falta de tacto de los funcionarios del Consejo para el Desarrollo Social, hizo que la oposición del bloque de países llamado Grupo de los 77, hiciera fracasar la iniciativa la Carta de la Tierra no fue enterrada en junio de 1997 en Nueva York, sino que sigue en pie y goza de buena salud.

La Carta de la Tierra, como indica Gorbachov, uno de sus redactores, es "el manifiesto de una nueva ética para el nuevo mundo", un verdadero "Decálogo de la Nueva Era", base para un código de conducta universal que deberá regir al mundo desde el año 2000. "Estos nuevos conceptos -dijo el ex premier soviético y antes antiguo jefe de la KGB-, se deberán aplicar a todo el sistema de ideas, a la moral y a la ética y constituirán un nuevo modo de vida. El mecanismo que usaremos, será el reemplazo de los Diez Mandamientos, por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra".

La Carta de la Tierra es un manifiesto materialista y pagano, es más, panteísta, que entre otras cosas intenta controlar férreamente la población mundial. Una de las no declaradas explicaciones que le encuentran los expertos a este documento, es la de disfrazar de elevadas intenciones, -por el bien de la humanidad-, el proyecto de convertir grandes extensiones del planeta en el almacén de materias primas que asegure el sostenimiento de los hábitos opulentos de consumo de unos pocos privilegiados, que son algunos, no todos los habitantes de los países centrales.

"La tierra, cada forma de vida y todos los seres vivientes poseen un valor intrínseco. Se debe garantizar el respeto y su cuidado", dice la Carta en su primer punto. Pero, ¿se desprende de esto que sólo el hombre tiene derechos absolutos, que le han sido dados por el Creador?, o por el contrario, ¿las piedras, las plantas y los animales, tendrían los mismos "derechos" que el hombre?.

¿Por qué se habla, con el acostumbrado lenguaje antinatalista de la ONU, de modos de "reproducción que respeten los derechos humanos y las capacidades regenerativas de la tierra"?. ¿Se impondrán cuotas de población a ciertas zonas del planeta, para preservar los recursos naturales?.

¿Por qué la insistencia de la Carta en conceptos que la ONU utiliza para disfrazar sus políticas de control de natalidad y sus proyectos de reingeniería social, como la equidad de género y la salud reproductiva y sexual de las niñas y las mujeres, como pre-requisitos del desarrollo sustentable?.

Como lo declararon en Río de Janeiro en 1997, los redactores de la Carta están dispuestos a convertirla en "la única agenda para el gobierno mundial", es decir, es un propósito declarado, que la Carta es un proyecto totalitario, de imposición de una determinada ideología, que en su materialismo, en su ateísmo, y en su afán de control, coincide con el marxismo.

Desde hace tiempo la opinión pública está siendo sometida a un lavado de cerebro que trata de sustituir el concepto de respeto debido a la naturaleza, de raiz eminentemente cristiana, con los esquemas ecologistas de la nueva ideología del humanismo inmanentista.

Esta ideología no se priva de cultivar diversas formas de materialismo pseudo religioso, que incluso tienen algunas manifestaciones de misticismo oriental, a veces esotérico, así procura descristianizar la sociedad e implantar un nuevo modo de interpretar toda la realidad. En los documentos internacionales se llama claramente a este empeño, proceso de reingeniería social.

Por un lado, se pretende salvar de un supuesto exterminio, por ejemplo, a las focas, ballenas, gorilas, manatíes, chitas, elefantes, diversas especies de mariposas, osos y cabras montesas, por otro, no sólo se justifica, sino que se tiene como una obligación "natural" procurar y provocar un verdadero y propio holocausto con leyes que autorizan el abominable crimen del aborto.

Por su ecologismo, la nueva ideología está impedida para distinguir entre el ser humano y la bestia. No es infrecuente, por ejemplo, que en documentales de televisión sobre la vida silvestre, producidos por National Geographic, Audubon Society, la BBC, etc., se llame al chimpancé "nuestro hermano" o "nuestro primo" y, en general, no sólo se culpe al hombre de algunos desmanes que son ciertos, sino que se lo presente por definición como "el enemigo" de la naturaleza -el máximo depredador-, sin reconocer su dignidad trascendente y en pie de absoluta igualdad con los otros seres vivos, distinto de ellos sólo por pequeños porcentajes de ADN.

La nueva ideología rompe lanzas por mantener la naturaleza intacta, bosques, mares y montañas, pero desconoce las naturales diferencias entre
hombre y mujer, tratando de imponer unos nuevos derechos, contrarios a la naturaleza misma, basados en la teoría del género y la libre opción sexual.

La nueva ideología predica incansablemente que el ser humano tiene como fin sentirse bien, elevando su calidad de vida, buscando una utópica felicidad intramundana, que el hombre sólo con sus fuerzas podría alcanzar. Así, reedita las teorías sobre el progreso sin fin de la humanidad.

A la vez, como quien conserva en un zoológico a un orangután albino, intenta preservar lo que llama culturas autóctonas, condenando -previa esterilización, para que no sumen más de la cuenta-, a otros seres humanos, a vivir de la caza -con arcos y flechas- y a hacer fuego con un palito y una piedra.

El nuevo humanismo predica también ese "respeto a la diferencia" buscando el reconocimiento de ciertos derechos para los homosexuales, provocando a veces el disgusto de los indígenas, pero le niega "el respeto a la diferencia" a otros seres humanos que, por ejemplo, desean ser buenos cristianos, viviendo su fe en todo lugar y no sólo encerrados en su casa o en la iglesia; también se lo niega a una pareja -hombre y mujer; cristianos o no- que quiera tener una numerosa prole; también se lo niega a esos u otros padres que, ejercitando sus derechos inalienables, quieren transmitir a sus hijos una fe trascendente; y, por supuesto, el nuevo humanismo no ejercita el "respeto por la diferencia" con respecto a los médicos que por motivos éticos, no quieren ser cómplices del crimen abominable del aborto.

Toda diferencia que no entre dentro de las diferencias estipuladas por la nueva "nomenklatura" nacional o internacional es calificada por los voceros del nuevo orden, de antidemocrática, totalitaria, fundamentalista.

En la presentación de la Carta de la Tierra sus redactores afirmaron haber consultado a más de 300 líderes religiosos. Así, la Carta de la Tierra pretende vestir de una cierta espiritualidad, que no es tal, al nuevo orden mundial. Un caso similar lo encontramos en el proyecto de Nueva Etica Global, que Hans Kung presentó hace pocos años en el Foro Económico de Davos, auspiciado por el World Wildlife Found (WWF, Fondo para la Vida Silvestre, del príncipe Felipe de Edimburgo). Hans Kung dijo allí que no se puede construir el nuevo orden mundial sin su nueva ética planetaria. En la misma linea, Gorbachov se compromete a imponer la Carta de la Tierra en lugar de los Diez Mandamientos, porque es necesaria una nueva ética para la nueva era.

Salvador Arguedas.*


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