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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Hay suficiente espacio y alimento para todos

La solución no es quitar vida humana a la tierra sino distribuir mejor, menos egoistamente los frutos de la tierra.

Los promotores de la mentalidad anti-vida, que prentenden instaurar en el Nuevo Orden Mundial liberal y relativista, justifican sus campañas anticonceptivas y abortistas, entre otras cuestiones, con el problema de la superpoblación y la imposibilidad de alimentar a un mundo en crecimiento.

Sin entrar en cambios políticos para un reparto más justo de la riqueza y sin tener en cuenta las mejoras de los procedimientos agrícolas, las nuevas variedades de plantas, las mejoras en la lucha contra las plagas. , etc. . . podemos ver que solo con cultivar las tierras habría suficiente producción para alimentar a los nuevos seres humanos.

Según indica la Dra. Benito de la superficie de la tierra exceptuadas las áreas recubiertas de hielo de la Antártida y Groenlandia es de 13. 000 millones de hectáreas.

De ese total 2.600 millones de hectáreas no son cultivables porque las temperaturas están por debajo del punto de congelación durante nueve o más meses del año. En otros 1.900 millones de Has. no llega a tres meses al año la duración de las condiciones de una humedad adecuada.

El grueso de la superficie no roturable, 2. 6 millones de Has, son regiones montañosas o áridas donde el suelo es rocoso o está cubierto con piedras y litosuelos superficiales. Los suelos desérticos no cultivables cubren 1. 700 millones de Has.

Los podsuelos de las regiones boscosas de la zona fría, ácidos, arenosos y con gran lixiviación, representan 1. 600 millones de Has. de espacio inexplotable, al igual que ocurre con otros 700 millones de Has. de suelos arenosos o regosuelos que tampoco son cultivables y los 500 millones de Has. de la tundra ártica, demasiado frías pare el cultivo.

Después de las regiones montañosas o áridas rocosas, el espacio geográfico más extenso. esta cubierto por latosuelos: suelos lateríticos, rojizos o pardo-amarillentos de la sabana y de los bosques tropicales y subtropicales sometidos a una lixiviación y meteorización intensísimas. Muchos de ellos carecen de fósforo y otros nutrientes minerales necesarios para el crecimiento vegetal. Los latosuelos no cultivables cubren 1. 400 millones de Has.

Además del clima existen otros condicionantes sociopolíticos que limitan la zona de sierra cultivable a 2.900 millones de Has. , o sea. el 22 por ciento de la superficie emergida del planeta, lo que representa más del doble de la superficie actualmente cultivada y más del triple de la que se cultiva efectivamente en un año dado.

Las mayores concentraciones de terreno cultivable se hallan en los suelos de pradera, semiáridos, subhumedos y húmedos de latitudes medias. Corresponden a los suelos chernozem especialmente indicados para el cultivo de cereal que cubren 500 millones de Has. cultivables.

Por eso no es de extrañar que la mitad de la humanidad viva en la zona templada del Hemisferio Norte, fachada occidental de Europa, franja mediterránea discontinua. abarcando la cuenca del Mediterráneo y del Oriente Medio, parte de la China meridional y E. del continente asiático y la costa oriental de América del N. y del S.

Son zonas de grandes densidades de población acumuladas no sólo por la existencia de tierras fértiles sino también por otras causas: En los casos de Europa y América del Norte, por una fuerte y temprana industrialización: y en los casos del continente asiático por una agricultura tradicional de carácter intensivo y por el impacto de procesos industriales más recientes.

En orden decreciente en importancia a los suelos de pradera. siguen los suelos de aluvión de los grandes valles fluviales de todo el mundo con 300 millones de Has. real o potencialmente cultivables y los 200 millones de has. cultivables de los grumosuelos negros y las tierras rojas producidas por la erosión de tierras básicas y calcáreas en climas cálidos o calurosos con precipitaciones estacionales muy definidas.

De aquí que. en las zonas tropicales se asienten también importantes masas de población que se explican por una antiquísima ocupación del territorio, unida a una agricultura muy intensiva de regadío, sobre todo en los valles y deltas de los grandes ríos.

También son cultivables, aproximadamente, una quinta parte del área de los suelos desérticos y una sexta de los podzó1icos. En conjunto integran 750 millones de Has. Los grupos de suelos cultivables restantes, representan 400 millones de Has.

En las sierras de secano se pueden obtener en principio tres cosechas en los trópicos húmedos y dos en las regiones subhúmedas. En total la superficie bruta de secano cultivada al año es de 4. 500 millones de Has. cifra que mediante el riego podría aumentarse considerablemente.

Las posibilidades de conseguirlo se ven limitadas por razones económicas y por la desigual distribución de los caudales fluviales entre las distintas regiones del mundo. Aproximadamente, la tercera parte del total corresponde a América del Sur que representa menos del 15% de la superficie emergida del planeta, mientras Africa que supone el 23% de esa superficie, aporta solamente el 12% de esos caudales.

La proporción de caudales correspondiente al SO. de Asia. N. de Africa. México. SO. de los EE. UU. y zonas templadas de América del S. y Australia es inferior al 5% del total aunque esas regiones representen el 25%: de la superficie terrestre .
La mayor superficie de sierra cultivable corresponde a Africa y América del Sur que, poseen el porcentaje más reducido de sierras cultivadas: Fuera de los trópicos húmedos, siguen sin cultivarse 650 millones de Has. de tierra provista de agua en cantidad suficiente. En este caso, el factor limitador no son los recursos naturales sino los obstáculos económicos, institucionales y sociopolíticos. Podemos señalar también que existen más de 300 millones de Has. de tierras vírgenes pero cultivables en América del Norte y Australia.

Aplicando una tecnología y unos elementos de producción adecuados, (regadío, fertilizantes, semillas de alto rendimiento, maquinaria e instrumentos agrícolas apropiados junto con medidas de protección fitosanitaria y practicas agrícolas científicas, de los que ya se dispone en la actualidad), podrían explotarse las hectáreas suficientes para suministrar de 4. 000 a 5. 000 calorías a una población diez veces superior a los 6. 000 millones de personas que actualmente habitan el planeta.

La FAO estimaba que los países no desarrollados deberían alcanzar hacia 1985 un índice de crecimiento agrícola del 3. 8% anual para poder estar en condiciones de acabar en gran parle con su estado de desnutrición. Transcurrido el periodo considerado, los logros obtenidos son escasos. Los países pobres siguen hoy alimentándose tan mal, por término medio. como antes de la segunda guerra mundial; y en algunos las guerras tribales y los conflictos políticos han acentuado el problema del hambre hasta límites intolerables pare el ser humano .

Las nuevas siembras de cereales en el trópico, (trigo, maíz y arroz), a pesar de que la Revolución Verde no consiguió los milagros que prometía, alcanzaron hace tiempo un nivel de posibilidades comparable al de sus homólogos de las zonas templadas.

En efecto, desde México al Paquistán y al NO. de la India el llamado trigo mexicano cultivado en grandes superficies constituyó un éxito reconocido incluso la India vió duplicarse su producción triguera en seis años. Sin embargo en Java, Ceilán y Bangladesh los resultados de las variedades de arroz seleccionadas por el Instituto Internacional de Ricicultura de los Baños (Filipinas) fueron insuficientes.

Todavía existen demasiados arrozales sin nivelación, regados únicamente por las lluvias y a merced de las irregularidades de los monzones. La carencia de un nivel de infraestructura suficiente en los países en desarrollo y la dificultad de alcanzarlo en poco tiempo, contribuye a cerrar sobre ellos el circulo vicioso de la pobreza.

Hay que tener en cuenta también las contrapuestas aspiraciones al aprovechamiento de la tierra. En las regiones de trashumancia tradicional como la frontera noroccidental del Paquistán y la faja de sabanas subsaharianas de Africa, la implantación de una moderna agricultura intensiva tropieza con grandes dificultades. tanto en razón de las tradiciones culturales de la población como por las necesidades contradictorias de agricultores y pastores.

La agricultura y la explotación forestal entran también en contradicción de un modo que puede acarrear graves consecuencias económicas. En efecto, una gran parte de la tierras vírgenes actuales están cubiertas de bosques, cuya tala con fines de explotación agrícola o industrial puede entrañar perdidas ecológicas irreparables a escala planetaria como en el caso de la Amazonia.

Como vemos la solución no es quitar vida humana a la tierra sino distribuir mejor, menos egoistamente los frutos de la tierra.
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