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Un hombre, un voto, reflexiones sobre el valor del voto.
La ingeniería electoral es la que marca las mayorías y los estudios electorales producen la encesidad de acomodar los programas a los grupos sociales que tienden a una mayor volatilidad. Por tanto, las clases medias de valores poco definidos tienden a variar el voto según los dos partidos mayoritarios pliegan sus programas a sus fines materiales más concretos
Un hombre, un voto ha sido el lema de
todos los demócratas, aunque nunca se de en la práctica por la
cuestión de la gobernabilidad. La necesidad de proporcionar
mayorías de gobierno ha posibilitado el poder de escamotear
minorías parlamentarias poco cómodas. Ejemplos recientes, en
las europeas de hace dos legislaturas cuando los verdes
británicos sacaron un sorpresivo 10% de votos sin ningún
escaño, por el sistema mayoritario de distritos unipersonales.
En Francia, Mitterrand estableció el sistema proporcional
proporcionando al frente nacional de Jean Marie Le Pen la
posibilidad de traducir su 10% en 35 escaños, en la legislatura
siguiente, el presidente Chirac para evitar que casi 4 millones
de franceses pudiesen votar un alternativa excesivamente
nacionalista reestableció el sistema mayoritario a dos vueltas,
consiguiendo que los 35escaños fuesen reducidos a uno y
posteriormente a ninguno.
En España, tampoco el voto de todos lo españoles es igual, un
ciudadano de Alava, Soria o Teruel tiene su escaño por valor de
veinte mil votos, mientras el de Vizcaya cuesta 90 mil votos y el
de Madrid 110 mil. Al mismo tiempo los partidos de signo
nacionalista fueron tratados de forma especial para poder tener
una representatividad que tuviese la bastante fuerza para
expresar su ideología en el proceso democratizador de la España
de los setenta. De este modo, la Federación de la Democracia
Cristiana que agrupaba a los partidarios de Gil Robles y Ruiz
Giménez reunieron 200 mil votos y ningún escaño, mientras sus
hermanos del PNV con 286 mil votos formaron un grupo
parlamentario de 8 diputados, que tuvo su peso en la
configuración de la constitución de 1978. Del mismo modo, más
tarde los nacionalistas vascos con 350 mil votos tenían 7
escaños y la Unión Nacional con 380 mil votos sólo consiguió
un diputado. Bajo el período socialista se volvió a repetir
cuando con cantidades que oscilaban entre el millón y medio de
votos, los nacionalistas catalanes conseguían entre 15 y 18, y
el CDS de Adolfo Suárez se contentaba con 2.
La ingeniería electoral es la que marca las mayorías y los
estudios electorales producen la encesidad de acomodar los
programas a los grupos sociales que tienden a una mayor
volatilidad. Por tanto, las clases medias de valores poco
definidos tienden a variar el voto según los dos partidos
mayoritarios pliegan sus programas a sus fines materiales más
concretos. De esta forma, los católicos no debemos
desesperarnos, sino en una sociedad que funciona de tal forma
saber articularnos y vertebrar la sociedad española de forma que
nuestra voz conjunta tenga un peso que obligue a los políticos,
como sucede en el area del consumo aplegarse a nuestros
intereses, que en definitiva siempre iran en defensa de los
valores y de los más débiles de la sociedad. Si han de votar
haganló pero sabiendo que el representante va a ser coherente
con su electorado, para éllo colabore y participe de las
asociaciones de padres, vecinales, sindicales,
teleespectadores... cree opinión y obligue a que, aunque fuese
por su propio egoismo deban cambiar su lenguaje.
No es casual que la Internacional socialista haya elegido a un
católico practicante como presidente, Antonio Guterres,
presidente del gobierno portugués que se negó a introducir el
aborto en nuestro país hermano. El que tanto Guterres como Tony
Blair sean los responsables ideológicos del futuro socialismo
europeo, nos muestra que el catolicismo europeo va a ser una
fuerza capital en el milenio que nace y debemos ser nosotros los
que influyamos en Europa. Aprendamos de los fallos del pasado,
como cuando el comunismo intento en América aprovechar la fuerza
de los católicos a través de la teología de la liberación, el
fin noera la liberación de los oprimidos, sino crear paraisos
como los que se hundieron en 1989 en la Europa oriental.
José Luis Orella.
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