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Far web.
Internet, intranet, web, navegador, son palabras que han irrumpido en nuestro vocabulario cotidiano. La sociedad de la información ha pasado a ser la sociedad del conocimiento. Hablamos de todo ello con Eugenio Scarfone, directivo de una de las mayores compañías italianas de alta tecnología.
La navegación por los mares de las
nuevas tecnologías es cada vez más una aventura: no pasa un
día sin que la corriente impetuosa de Internet saque a flote
nuevos productos o haga despegar nuevos negocios de futuro
prometedor aunque con frecuencia efímero. Hace pocos años se
hablaba de "sociedad de la información", hasta el
punto de que uno de los clásicos encuentros del Club de Roma
saludaba el nacimiento de una «nueva cultura» dominada por los
bits y la microelectrónica, y reservaba tan sólo unas pocas
líneas al sistema que todavía no se llamaba Internet, pero que
ya estaba operativo en los laboratorios de investigación y en
los centros militares. Hoy, mientras el acceso a la red se va
haciendo gratuito y el correo electrónico ha superado
ampliamente el volumen de tráfico de la correspondencia
tradicional, la sociedad de la información ha pasado a ser
knowledge society, sociedad del conocimiento. El conocimiento se
considera un recurso fundamental y se multiplican las actividades
orientadas a producirlo, difundirlo, transferirlo. Domina sobre
todos, indiscutido, el principal instrumento de la nueva ráfaga
cognoscitiva: Internet, que se distingue de las otras
tecnologías por sus prerrogativas únicas: es envolvente como
una tela de araña (web), eficaz y omnipresente.
Recurrir a un término tan comprometido como
"conocimiento", puede molestar o levantar sospechas, o
también, más benévolamente, puede suscitar el deseo de
comprender mejor el fenómeno y sus implicaciones para nuestra
vida.
Para ello nada mejor que una conversación con Alfredo Scarfone,
directivo desde hace muchos años de una de las mayores empresas
de alta tecnología, la Hewlett Packard, que alcanzó el número
uno italiano en 1986. Scarfone comenzó a trabajar en el sector
cuando la informática salía del encierro de los centros de
cálculo y ha seguido de cerca el boom tecnológico que ha
llevado, en primer lugar, al ascenso del ordenador personal, y
después, a la difusión planetaria de Internet. Sus ideas acerca
de la informática van más allá de la fría competencia
profesional: la implicación personal con el objeto de su trabajo
se transparenta en todo momento; y una fuerte dosis de realismo
impide a la bien reconocible pasión informática imponerse al
sentido crítico.
Energía invasiva
Nuestro interlocutor está convencido de que estamos afrontando
un periodo de cambio radical y utiliza un símil muy atinado para
describirlo: «Estamos tan sólo al comienzo de un nuevo
ciclo tecnológico y surge espontáneamente la comparación con
la energía eléctrica, que ha transformado el modo de vivir de
todos: hoy no es concebible una vida organizada sin energía
eléctrica. Es una energía invasiva: la utilizamos continuamente
sin pensarlo y sólo nos damos cuenta cuando no está. Internet
tiene la misma valencia: es también una red y está entrando en
todos los ámbitos, sólo que no transporta energía sino bits,
que nos llegan bajo la forma de datos, voces e imágenes. Es lo
que se define como "utility", es decir, un instrumento
siempre disponible, sea fijo o móvil, y que pronto ligará a
todos con todos superando los actuales límites de transmisión
gracias a un sólido esfuerzo de innovación arrastrado por la
urgencia del mercado».
Mientras tanto, se multiplican las aplicaciones a todos los
niveles; y el ambiente más afectado por Internet es el del
trabajo. Hay cambios dentro de las empresas, donde la denominada
"Intranet" agiliza las comunicaciones entre personas y
departamentos; y donde se hace posible automatizar todos los
flujos operativos, desde la relación con los proveedores a la
producción o la gestión de los almacenes. Así, se revolucionan
los procesos empresariales y la organización misma del trabajo
ya no es jerárquica y vertical, sino horizontal y abierta. «Las
nuevas tecnologías de comunicación actúan todavía más en el
exterior de la empresa, con todas esas formas de actividad
económica que tienen como base Internet y se caracterizan por el
prefijo "e-" (que significa electrónico): e-business,
e-commerce, e-payment. Cada día nacen estructuras y empresas
nuevas: es significativo el ejemplo de las trading community,
sociedades que agrupan a proveedores de productos homogéneos
para ayudarles a darse a conocer y a estar presentes en el
mercado, facilitando, gracias a la red, sus relaciones con los
clientes. La variedad de las aplicaciones es impensable y ya
está llevando a la creación de nuevas profesiones y nuevos
puestos de trabajo». Scarfone está comprometido en primera
persona para favorecer la puesta en marcha (en jerga "el
start up") de empresas nacidas de la iniciativa y genialidad
sobre todo de jóvenes: «Ideas que se convierten en empresas»,
así las define con una expresión incisiva.
Cuestión de
opiniones
Lo que se entrevé en sus palabras es una verdadera explosión de
posibilidad: con Internet aumentan sin medida las oportunidades
de operar en cualquier campo, y existe una amplificación de
nuestras modalidades de interacción con la realidad. Todo ello
está en sintonía con una visión positiva del hombre como la
cristiana: un hombre que ama la realidad y explora todas las
posibilidades para encontrarla plenamente; un hombre que, a
través del uso de los instrumentos técnicos, expresa uno de los
rasgos distintivos de la persona: la creatividad.
El aumento de las posibilidades saca a la palestra el gran tema
de las opciones. La experiencia cotidiana de quien navega por
Internet es la de una invitación continua a elegir. Todo menú,
toda pulsación, toda ventana es una provocación, a menudo
inconsciente, a decidir, a optar por cierta solución, a
emprender un camino mejor que otro; pero para elegir son
necesarios criterios claros; no basta poder hacer
"clic" con el ratón, es preciso madurar una capacidad
de juicio y tener unas referencias sobre las que orientar las
acciones. Llegados a este punto, es necesario deshacer algunos
equívocos que son el sustrato de mucha divulgación y de muchos
discursos acerca de la informática. «Un equívoco difundido
es que la capacidad de elección es proporcional al número de
las informaciones, que los criterios puedan derivar de alguna
forma de la simple posesión de información. Me parece que el
paso de la información al conocimiento es cualquier cosa menos
automático e implica la referencia a una experiencia real, que
ningún instrumento virtual podrá sustituir nunca». La
misma campaña informática que está invadiendo nuestras
escuelas, con el visto bueno del Ministerio, parece impregnada de
esta lógica; por no hablar de tantos software y páginas web que
se pretenden educativos. Scarfone parece muy preocupado por estas
repercusiones en el ámbito escolar, y considera urgente que
profesores y padres se confronten con estos temas, tanto para
profundizar en las valencias educativas de los nuevos medios,
como para denunciar los límites de tantos intentos
simplificadores.
Hay también un problema de cantidad. El aumento exponencial de
las informaciones abre el problema de su gestión: uno se puede
perder en la red, como en un tupido bosque; se puede ligar de
modo irreversible al web alimentando, como ya ha sucedido, nuevas
formas de dependencia. ¿Cómo defenderse de lo que Scarfone
llama "contaminación de información"? «La mole
de información ya es impresionante y en cierto sentido
indigestible: nadie conseguirá nunca leer todo lo que circula
por la red. Pero son sobre todo los contenidos los que
desconciertan. Los más frecuentados no están dirigidos al
crecimiento del hombre: o son comerciales, o son pura
distracción. Incluso los "yacimientos culturales" que
empiezan a aparecer están aún poco integrados en nuestra
práctica cotidiana y, por tanto, carecen de incidencia. Sin
embargo, mi auspicio es que el uso de estos instrumentos se
extienda, y que quien tenga contenidos válidos se dé cuenta de
las grandes oportunidades y no se quede al margen. No falta el
espacio para una presencia, sólo hay que decidirse a ocuparlo».
Equipamiento
completo
Muchos critican, justamente, un uso acrítico de la red, dictado
más por una adecuación a las modas que por la valoración
consciente de una necesidad real. Es la lógica, típica de
nuestro tiempo, de la comunicación a toda costa, del comunicar
sólo por el hecho de que se poseen los instrumentos para
hacerlo. Con Internet se recurre con frecuencia a la metáfora de
la navegación o de la exploración (no en vano los dos
principales interface se llaman Navigator y Explorer); a menudo,
sin embargo, se olvida completar el equipamiento del navegador o
explorador con el instrumento más importante, la brújula, e
indicarle hacia dónde queremos ir. No basta tener acceso
gratuito a todas las autopistas informáticas, es necesario tener
metas, objetivos que alcanzar. A los jóvenes del club Internet,
como a los navegantes adultos sedientos de
"conocimiento" (y no hace falta ser especialmente
desconfiado para dudar de la autenticidad de tal sed) lo que más
les sirve es una orientación, son las guías, los maestros.
Scarfone se refiere a su experiencia personal. «Cuando hace
cinco años instalamos en casa un ordenador para la actividad
familiar, al comienzo era un objeto bastante pasivo. Después,
comenzamos a utilizar el correo electrónico para comunicarnos
con muchos amigos que andan por el mundo. Lentamente, el PC se ha
insertado en la vida familiar: para dialogar con los amigos,
hacer circular avisos, recuperar datos para los trabajos de los
hijos, planificar un viaje. Pero cuando no se utiliza está
apagado». En definitiva, si uno tiene algo vital que
comunicar, bienvenidos sean los e-mail y grupos de discusión; si
uno tiene preguntas interesantes que plantear, el tiempo empleado
en explorar páginas web no será tiempo perdido. Si no,
«No podemos ocultar los riesgos que presentan estas
tecnologías. Como toda ruptura en la historia del hombre,
requieren un plus de preparación para permitir a la gente
afrontarla adecuadamente. Las tecnologías no son en sí buenas o
malas: son instrumentos a utilizar por el bien del hombre. Esto
se ve poco todavía. Por tanto, cierta preocupación es
legítima. Sin embargo, muchos son escépticos y tienden a poner
distancias, pero con ello sólo se logra aplazar las cuestiones.
Es preciso, en cambio, entrar en el meollo de los problemas y
comenzar a arriesgar juicios e iniciativas concretas».
Por otra parte, es típico de una cultura débil el desfigurar la
justa relación entre medios y fines: se renuncia a fijar los
fines para después lamentarse de los defectos de los medios.
Cuando después sucede que los propios medios, abandonados a sí
mismos, producen desastres (piratas informáticos, pedofilia vía
Internet, stress causado por los video- juegos) se corre
afanosamente a reparar los males aumentando la carga de
regulaciones y normativas. Pero el nudo del problema no está en
los instrumentos ni en las reglas, sino en los sujetos.
Se vuelve entonces al punto central del discurso: la exigencia
educativa. El consejo "estratégico" de quien entiende
de estrategias, de inversiones y de invertir en educación:
encaminar a los jóvenes hacia las nuevas tecnologías
dotándoles sólo de máquinas y de manuales técnicos equivale a
condenarles a vagar sin rumbo por la red sin gusto ni utilidad.
Para transformar el web en instrumento de conocimiento el camino
parece aún muy largo.
MARIO GARGANTINI
Este artículo ha sido publicado en el número 6 del año 2.000
(páginas 19, 20 y 21), edición en castellano, de la revista
oficial del movimiento católico Comunión y Liberación:
"Huellas - Litterae communionis",
(www.comunioneliberaziones.org/tracce).
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"ARBIL,
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