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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Pedro Celestino Lou-Tsiang, un mandarín para Dios.

El amor a su mujer le fue llevando a la búsqueda de la verdad, lo que le convenció de que el catolicismo era la forma más perfecta de vivir la fe en comunión con Dios

Lou Tseng-Tsiang, nació en 1871 en Sanghai, la gran ciudad commercial de China y una de las grandes puertas del continente al exterior. Por esta razón, los chinos de esta ciudad son más abiertos y asumieron algunos valores venidos de occidente como el cristianismo. El joven Lou, tuvo la suerte de ancer en una familia bien de Fe cristiana, aunque, en pleno siglo de dominio inglés, su orientación fue protestante. No obstante, al nacer en una familia cristiana y abierta a la cultura occidental, estudió en uncolegio de formación europea, donde aprendió el francés, idioma que por entonces era la lengua de la diplomacia moderna. Esta formación le sería esencial, porque se dedicaría de adulto a la carrera diplomática.

Su primer destino fue el ir de intérprete diplomático a San Petersburgo, capital del imperio de los zares, donde desarrolló un apolítica de buena amistad, ante un país que ejercía una gran influencia en el declinante imperio chino. La posterior, guerra ruso-japonesa, confirmaría la entrada en escena del Imperio del Sol Naciente, el Japón, el cual derrotó a los rusos, iniciando una demoledora intromisión en la política interior china. Lou fue destinado a La Haya, en los Países Bajos, donde su amabilidad y educación fue correspondida con numerosas amistades. Sin embargo, su estancia en el extranjero, que duraría desde 1906 hasta 1920, sería causa de una gran transformación en su vida personal. Su aspecto físico cambió, adoptando la forma de vestir occidental y cortándose la coleta. Algo de gran trascendencia para los chinos, convencidos de que su cultura era superior a la europea, la adopción de la formas exteriores occidentales le hacía parecer un renegado ante los más inmovilistas del gobierno.

No obstante, su cambio exterior, que lo era también interior, no produjo ninguna amenaza para su carrera. Entretanto, Lou se había casado muy enamorado con una católica, nunca hablaron sobre la diferencia de sus creencias, pero el amor a su mujer le fue llevando a la búsqueda de la verdad, lo que le convenció de que el catolicismo era la forma más perfecta de vivir la fe en comunión con Dios. Su conversión al catolicismo en 1912, se hizo por unidad de gobierno, de doctrina de precepto y guía segura de conciencia.

Pero en su país, las fuerzas renovadoras querían dinamizar China, a la cual veían postrada ante las potencias occidentales y japonesa. Por eso en 1912, se proclamó la república bajo el liderato de Sun Jan Sen, quien pretendía adoptar las formas materiales europeas, precisamente para impedir la entrega del país a los intereses extranjeros. Lou, por su formación fue pronto requerido para volver a su país y hacerse cargo del ministerio de Asuntos Exteriores en 1919. No obstante, al poco tiempo tuvo que dimitir ante la imposibilidad de poder defender su patria de las ambiciones políticas y económicas de las potencias extranjeras.

En 1926 su mujer fallece después de una larga enfermedad, dejándole en una gran soledad por la ausencia de descendencia en el matrimonio. La enterró en La Haya, cuando su país caminaba en 1927 hacia la guerra civil entre los nacionalistas del difunto Sun Yan Sen, liderados por Chiank Khai Chek y los comunistas de Mao Tse Tung. Lou se estableció en Bélgica, su soledad y el espíritu confucionista, que le había enseñado una ética y un modo de ver la vida compatible con el derecho natural, le llevó a su entrada en el noviciado benedictino en 1928. Lou, ya como Padre Pedro Celestino, se convirtió en un benedictino adorado por los belgas, que supo hablarles de los sufrimientos y de la confianza en Dios, cuando tuvieron que sufrir la segunda guerra mundial.

El P. Pedro Celestino O.S.B. se convirtió en un fraile integrado en la sociedad católica belga, aunque con el pensamiento siempre en su gigantesco país, con la secreta esperanza de que cuando despierte, lo haga en sentido cristiano, como tributo al sacrificio de miles de misioneros y fieles chinos detenidos y asesinados detrás del muro de bambú..

 



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