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Portada revista 41

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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Literatura alemana hasta Bismarck.

Se trata de la literatura escrita en lengua alemana desde el siglo VIII hasta 1880, incluidas las obras de autores alemanes, austríacos y suizos. Se suele dividir en periodos que corresponden generalmente con el desarrollo de la lengua alemana y el crecimiento y unificación de Alemania como nación

La poesía alemana

Siempre dotada de gran lirismo y vigor nacional, la poesía alemana pasa de los ingentes poemas épicos a la poesía con un gran sentido de identidad nacional, llegando al siglo XX con una lírica que en general seguirá las escuelas impresionistas y expresionistas.

Desde los orígenes hasta la Reforma

Caracterizada por leyendas y poemas épicos que tratan de personajes heroicos, reales y mitológicos que unen sus fuerzas contra unos dioses o un destino adverso, pasando unas aventuras en las que los héroes loan, a través de sus desventuras, la identidad nacional.

El renacimiento poético del siglo XIII

Después del Evangelio de Otfried de Wissembourg, no habrá ya literatura en lengua alemana durante dos siglos. A finales del siglo XII se produce un renacimiento intelectual y moral que, por otra parte, alcanza a toda Europa; al mismo tiempo, las Cruzadas y las guerras entre Estados cristianos favorecen los contactos y las influencias.

En Alemania, este renacimiento se manifiesta en cinco corrientes literarias.

Una corriente nacional, que prolonga la poesía heroica de los germanos; está emparentado con las sagas ("cantares") nórdicas, y se expresa en el gran poema épico conocido con el nombre de Cantar de los Nibelungos, cuyos manuscritos más antiguos se remontan a la primera mitad del siglo XIII. Este poema, como todas las epopeyas populares, es una obra colectiva cuya versión se ha ido fijando progresivamente. Sus héroes son los Nibelungos, reyes del Nibelungenland ("país de las tinieblas"); poseen un tesoro (Hort) que les es arrebatado por los reyes burgundios y que le corresponde al héroe, Sigfrido.

El poema narra las aventuras del héroe, su amistad con el rey Gunther, esposo de Brunilda, la terrorífica reina de Islandia, su rivalidad con el burgundio Hagen, su muerte y la venganza que toma su esposa Crimilda. Esta Ilíada germánica desarrolla también numerosos temas mitológicos y una concepción del héroe guerrero sometido al ineluctable Werden ("devenir") del universo, al que los dioses mismos obedecen puesto que el término es la destrucción apocalíptico del mundo de los hombres y de los dioses (el Ragnarök, "crepúsculo de los dioses").

Una corriente caballeresca, imitada del "roman courtois" y de los ciclos llamados antiguos de la literatura francesa.

Una corriente satírica, que se limita a la novela de Reinhart el Zorro,

Una corriente religiosa (prolongación de la poesía nacida en el siglo VIII, pero esta vez en alemán y ya no en latín).

Una corriente lírica (Minnesang: de Minne, "amor", y Sang, "canción") que se diferencia de la poesía amorosa de los trovadores franceses por la inserción en la canción de variados elementos no amorosos (Cruzadas, culto de la Virgen María, etc.). Se distinguen el Lied ("poema cantado"), el Spruch ("poema recitado") y el Leich ("poema cantado" de versificación muy libre).

Del gran interregno (1254) a la Reforma

Los dos hechos políticos fundamentales de este período son el advenimiento de la casa de Austria (1493) y la revolución religiosa llevada a cabo por Martin Lutero (1483-1546). En el siglo XIV, al señor sucede el burgués; a la poesía heroica y caballeresca, un arte más concreto,más cotidiano, más refinado también, pero menos vigoroso y menos original. Naturalmente, es la poesía lírica el género que se desarrolla con más facilidad.

La poesía lírica canta la vida diaria y las virtudes burguesas: el Minnesang caballeresco y cortesano cede el sitio al Meistergesang, a la poesía codificada de los maestros cantores, organizados en verdaderas corporaciones ramificadas por las ciudades y cuyos Lieder (plural de Lied, "canto") tienen acentos más didácticos que poéticos.

El siglo XVI fue el de la Reforma, y el hecho literario más importante es la traducción de la Biblia por Lutero y sus amigos ( Melanchton, Justus Jonas, Creuziger, Bugenhagen, Urogallus), terminada en 1534: esta considerable obra dotó a Alemania de una lengua literaria cuya influencia es aún sensible hoy.

El Barroco

Desde la guerra de los Treinta Años (1618-1648) hasta el advenimiento de Federico II (1740), la literatura alemana, y en particular la poesía, atraviesa una fase de declive señalada por la intrusión del barroco (de origen español) y por la imitación de los escritores extranjeros, sobre todo los franceses. La escuela poética dominante en este período fue la escuela de Silesia, representada por Martin Apis, Paul Fleming y Johann Christian Günther. Este último, nacido en 1695 o 1698 y muerto en 1723 en la miseria, es el precursor de los "poetas malditos" del siglo XIX.

Günther fue el primero, en la literatura alemana, en considerar que la vida y la poesía debían ser una sola cosa y que lo esencial era "llevar dentro del pecho al dios de la poesía". Su obra, publicada después de su muerte, entre 1724 y 1735, es una asombrosa confesión en la que el poeta hace ostentación de sus pasiones, sus excesos y sus infortunios con una fuerza que posteriormente causará la admiración de Johann Wolfgang von Goethe.

El Clasicismo: de Klopstock a Goethe

Es una época caracterizada por su contención emocional, equilibrio del pensamiento y brillantez de expresión.

El renacimiento poético

La segunda mitad del siglo XVIII, que presencia el desarrollo del poderío prusiano bajo el reinado de Federico II el Grande (1740-1786), es el período clásico de la literatura y de la poesía alemanas. En este período florecieron Lessing, Wieland, Herder, Goethe y Schiller, el movimiento Sturm und Drang ("Tormenta e impulso", título de un drama de Klinger, representado en Leipzig en 1777, que dio su nombre al período prerromántico) y -no hay que olvidarlo- la monumental obra filosófica de Kant.

Este período desembocó en Hölderlin (1770-1843), en Jean Paul (nombre literario de Johann Paul Friedrich Richter, 1763-1825) y en el romanticismo alemán.

Klopstock y la "Empfindlichkeit"

Friedrich Gottlieb Klopstock fue considerado en su tiempo como el "primer poeta nacional alemán". Desarrolló una poesía de la sensibilidad (Empfindlichkeit), tomando modelos ingleses (Milton) y ya no franceses, y creyó haber hallado el verdadero acento del lirismo religioso. En aquella época, en Alemania, se rechazaban las influencias francesas y se buscaban las puras fuentes del sentimiento nacional creyendo hallarlas en los antiguos bardos.

El Mesías, un poema épico religioso escrito en hexámetros que empezó a escribir cuando estaba en la escuela y terminó entre 1751 y 1773, dio a Klopstock reputación de genio poético y ha sido ampliamente traducido e imitado. Sus mejores poemas líricos están contenidos en Odas (1747-1780), un volumen que reúne poemas sobre la religión, la amistad y la naturaleza que incluyen "El lago de Zúrich" y "Celebración de la primera".

Klopstock escribió también dramas religiosos en verso basados en el Antiguo Testamento. Su interés por el pasado alemán encontró expresión en una trilogía de dramas en prosa, La batalla de Hermann (1769), Hermann y la princesa (1784) y La muerte de Hermann (1787), en los que se glorifica la figura de Arminius, o Hermann, un héroe nacional germano del siglo I. Su poesía influyó en toda una generación de jóvenes poetas, incluido Johann Wolfgang von Goethe.

Más sutil y más importante fue la influencia de Cristoph Martin Wieland, que devolvió la mesura a la literatura, ridiculizó los abusos mitológicos y corrigió los excesos patrióticos; constituye una transición entre la época de Klopstock y la época universalista de la escuela de Weimar.

Escribió una obra teatral, Lady Johanna Gray (1758), el primer drama alemán en verso libre, y ridiculizó su temprana fe en la novela Las aventuras de don Sylvio de Rosalva (1764). Entre 1762 y 1766, tradujo 22 obras de Shakespeare. Su novela La historia de Agatón (1766-1767), un relato de la educación de un joven, es un precedente de la novela psicológica moderna y una encarnación perfecta de los ideales de la Ilustración.

Una de sus obras más destacadas fue El espejo dorado (1772), un ciclo de cuentos sobre un soberano ilustrado. Fundó y editó El mercurio alemán (1773-1810), que se convirtió en el principal periódico literario, y El museo ático (1796-1809), en los que publicó sus traducciones de los clásicos griegos y romanos. Entre sus obras de este periodo destacan Los abderistas (1774), una sátira de la vida provinciana; y Oberón (1780), un sofisticado poema épico romántico lleno de espíritu, considerado generalmente como su obra maestra.

El Sturm und Drang

En literatura la tendencia antirracionalista la encabezaba en el siglo XVIII el movimiento Sturm und Drang (en alemán, "tormenta e ímpetu"). Los escritores, en su espíritu revolucionario, veían las naturaleza como una fuerza en cambio constante y destacaban los valores humanos por sus pasiones individuales más que en un espíritu dominado por la razón universal.

De hecho, el período del Sturm und Drang fue un período de confusión, y las teorías que entonces se desarrollaron no carecían de contradicciones. Lo que resulta de todo lo que entonces se escribió es la idea de que existe una literatura universal y no unas artes poéticas propias de cada país, y este tema fue ampliamente desarrollado por el filósofo Johann Gottfried von Herder (1744-1803), filósofo y crítico literario y crítico literario alemán, cuyos escritos contribuyeron a la aparición del romanticismo alemán. Como líder del movimiento del Sturm und Drang, inspiró a muchos escritores, entre ellos y muy especialmente a Johann Wolfgang von Goethe, principal figura de la escuela romántica alemana.

Podemos recordar las siguientes obras: Sobre el espíritu de la poesía hebraica (1782-1783), Ensayos sobre el origen del lenguaje (1772), Idea sobre la filosofía de la historia de la humanidad (1784), Fragmentos sobre la literatura alemana moderna (1767).

Al final de su vida, Herder rompió con Goethe y con el clasicismo alemán, y tomó partido por una poesía de corte didáctico en libros como Cartas sobre el progreso del hombre (1793-1797). Expuso sus desacuerdos con la filosofía de Kant en dos libros que no fueron bien recibidos. Con el final del siglo XVIII la influencia de Herder se fue diluyendo, pero su contribución a los estudios literarios y al pensamiento histórico alemán es muy importante. Murió el 18 de diciembre de 1803 en Weimar.

Johann Wolfgang von Goethe

La inmensa obra de Goethe (1749-1832) prohíbe cualquier análisis breve. Así pues, aquí no se trata de comentarla o de describirla, sino de ofrecer al lector algunas líneas mayores de aproximación. Y como aquí no podemos separar al poeta del prosista, del dramaturgo, etc., abordaremos esta obra en su conjunto.

La juventud de Goethe transcurre en Francfort, Leipzig y Estrasburgo. Es la época del Sturm und Drang, y Goethe participa fogosamente en el movimiento desde 1773. Admirador de Shakespeare, elige el género dramático como medio principal de expresión y aborda como poeta sus primeros temas: Fausto (del que todavía sólo tiene una idea muy vaga), Götz von Berlichingen, drama en el que pinta vigorosamente la Alemania anárquica de finales del siglo XVIII, y Las tribulaciones del joven Werther, novela epistolar que narra el amor imposible de Werther, joven y exaltado, hacia Carlota, esposa de un burgués de cortos alcances, Alberto, que se ha hecho amigo del héroe. No pudiendo saciar su pasión, el joven Werther se suicida de un pistoletazo. De hecho, es la transposición apenas velada (a excepción del desenlace trágico) de la aventura personal de Goethe con Carlota Buff, en Wetzlar, en la primavera y el verano de 1772. Alberto no es otro que J. G. C. Kestner, prometido de Carlota.

En 1775, Goethe se establece en Weimar, donde poco después se le unen Herder, Wieland y Schiller, y por donde pasaron cuantos escritores ilustres había en Alemania. En Weimar -donde probó suerte en el arte de gobernar- Goethe rompe con los excesos de su juventud; un viaje a Italia consuma su evolución; su dios ya no es Shakespeare, sino Homero.

Hay un abismo entre el autor de Werther y el de Ingenia en Tauride (1779), que es la obra de un estilista; hay otro abismo entre esta tragedia neogriega y la novela filosófica Wilhelm Meister (1794-1796), que gira en torno al cometido del poeta en la sociedad. Pero -a excepción, por supuesto, del Fausto- la obra más interesante de la madurez de Goethe es Herman y Dorotea (1796), poema idílico cuyo telón de fondo es la Revolución francesa y que canta los amores de Dorotea, que huye de los ejércitos de la República, y Hermann, su prometido, hijo de un rico hostelero. En cuanto a Fausto -que es finalmente el alfa y la omega de la obra goethiana-, lo estudiamos por separado.

En su vejez, Goethe se vuelve hacia la observación científica (que, por otra parte, había practicado a todo lo largo de su vida). Los afinidades electivas mezclan -de un modo bastante simplista- la psicología interindividual y la química naciente; la Teoría de los colores (1808) le permite desarrollar las bases de una futura estética pictórica. Finalmente, es en la vejez cuando Goethe expresa su afición por la religión mahometana- y las costumbres del Oriente musulmán.

De ello son fruto las poesías del Diván occidental-oriental (1814-1815), inspiradas por la lectura del poeta persa Hafiz (1320?-1389), y que son como el testamento poético de Goethe, inflamado por una última pasión amorosa hacia una ardiente morenita, Marianne von Willemer (Suleika en la transposición poética de Goethe), seducida por los cabellos blancos del poeta y a la que está dedicado el octavo libro del Diván. Por otra parte, la propia Suleika escribe un cierto número de los poemas de esta colección.

Fausto

Este poema dramático fue la obra de toda una vida: comenzado hacia 1771 fue terminado en 1831, y la edición completa de la segunda parte tuvo lugar poco tiempo después de la muerte de Goethe, en 1832.

Las etapas de la composición de Fausto son las siguientes:

1771-1773 (período del Sturm und Drang): composición del Fausto primitivo, inédito hasta 1887, fecha en que el manuscrito fue hallado y publicado con el título de El Fausto de Goethe en su forma primitiva.

En 1790, publicación por Goethe de Fausto, un fragmento, que deja percibir un tono más sosegado.

Entre 1797 y 1806, Goethe acaba la primera parte de su poema, cuyos horizontes ha ensanchado (especialmente, bajo la influencia de Schiller, con quien estaba muy ligado). Es una visión filosófica del destino de la humanidad, el drama del hombre rebelde que se vende al mal para convertirse en un dios. La obra aparece con el título de Fausto, Tragedia. Nosotros la llamaremos Fausto I.

Entre 1825 y 1831, Goethe escribe, en lo esencial, la segunda parte de su poema. En esta segunda parte, Fausto no es ya un rebelde, sino un hombre que acepta todos los significados de la vida; esta filosofía se expresa por medio de una serie de visiones simbólicas que desconcertaron a los lectores de Fausto I, pero que forzosamente han de entusiasmar al lector moderno. Publicado fragmentariamente en vida de Goethe, Fausto II apareció en 1832 con el título de Fausto, segunda parte de la tragedia.

Fuentes históricas y legendarias.

Entre 1480 y 1540 existió en la región de Knittligen (Würtemberg) un personaje con algo de médico, de alquimista, de buhonero y de prestidigitador, más fanfarrón que mago, con el nombre de Jörg o Johannes Faust y que dio que hablar un poco. Después de su muerte, la leyenda se apodera del personaje, sobre todo en los ambientes universitarios de Erfurt, de Leipzig y de Ingolstadt; se le atribuyen mil aventuras fantásticas, y así es como nace un Libro popular del doctor Fausto cuya edición impresa más antigua data de 1587 y en el que Fausto es presentado como un humanista más pagano que cristiano, opuesto al idealismo místico del luteranismo: es el hombre al que el deseo de saber arrastra lejos de la fe. El Libro popular fue objeto de varias versiones posteriores (la última es la de El Creyente Cristiano, en 1725), en tanto que la leyenda se popularizaba en los teatros de marionetas (Puppenspiel).

La primera gran transfiguración literaria del personaje es la obra de Marlowe. Lessing, por su parte, intentó asimismo describir a Fausto a su manera (el Fausto de Lessing -que comenzó a escribir entre 1755 y 1768- quedó inconcluso; el manuscrito del mismo se perdió).

El Fausto primitivo y Fausto I

La evolución del personaje, antes de que Goethe se apodere de él, es sensible: en el Libro popular, Fausto es un tipo mediocre que vende su alma al diablo y que camina ineluctablemente hacia la condenación; en Marlowe, ya es un rebelde poderoso, pero condenado; en Lessing, un héroe científico (bastante poco "poético", por otra parte). El Fausto primitivo nos presenta mucho más que a un simple héroe. Fausto es ahora el hombre rebelde no solamente contra la mediocridad y la ignorancia de la sociedad en que vive -mediocridad encarnada por el personaje de Wagner, el profesor tradicional-, sino también contra los límites de la naturaleza humana que se arrodilla ante un dios personal.

Progresivamente -entre 1775 y 1807-, el pensamiento y las intenciones de Goethe evolucionan; el Fausto primitivo del Sturm und Drang, que es una especie de Werther del conocimiento, se transmuta en un símbolo de la humanidad y de su destino. El Fausto I plantea el problema de la libertad y de la salvación, de la concordancia entre la necesidad universal y la libertad individual. Fausto escapa de la condenación -en los últimos versos del poema- porque es libre;su amor por Gretchen ("Margarita") está referido a su libertad (amor dramático que conduce a la joven a matar a su madre y al hijo ilegitimo de sus amores con Heinrich, es decir, con Fausto, y a la muerte redentora), y a este amor parece deber su salvación, puesto que Fausto, a punto de hundirse en el universo del mal en el aquelarre de la Noche de Walpurgis, tiene la visión de Gretchen decapitada, visión que desencadena en él el remordimiento (pero no el arrepentimiento cristiano) y que lo arrastra hacia la mazmorra de la joven, salvada en un éxtasis místico por la misericordia divina. En cuanto a Fausto mismo, su suerte queda confusa: ciertamente, Mefistófeles lo arrastra fuera de la mazmorra, pero el contacto con Dios no está interrumpido, puesto que los últimos versos dejan presagiar la salvación.

Desde el punto de vista de la composición, Fausto I es un universo imposible de analizar en unas pocas líneas. La trama de la tragedia es universalmente conocida: el viejo doctor Fausto, decepcionado de la conciencia tradicional en su busca de la verdad y del poder, se vuelve hacia la magia. Hace un pacto con Mefistófeles, que le da la eterna juventud y lo lleva de placer en placer; así, con el nombre de Heinrich, conquista a Gretchen y la arrastra al crimen (envenenamiento de su madre, asesinato del hijo que lleva en su seno) y a la muerte (encarcelada por infanticida, encuentra en la prisión la serenidad y la salvación).

La obra fue concebida como una vasta ópera, casi diríamos como un filme cuyas "secuencias" se titularían: Gabinete de trabajo, La Taberna de Auerbach de Leipzig, Cocina de brujo, La alcoba de Gretchen, La Noche de Walpurgis, Una mazmorra, etc. (el texto comprende 23 escenas de este género, precedidas de una Dedicatoria, de un Prólogo en el teatro, en el que se define el cometido del poeta, y de un Prólogo en el cielo, en el que tiene lugar una apuesta entre el Señor y Mefistófeles: lo que se pone en juego es justamente el alma de Fausto). El texto, en verso y en prosa, a veces dialogado y a veces en forma de largos monólogos, es de una variedad prodigiosa: en él hallamos, alternativamente, lirismo, ironía, humor, pintoresquismo, obscenidades, vuelos filosóficos, pasajes simbólicos, etc. (como ya hemos dicho, es un gran poema dramático mucho más que una pieza teatral). Los críticos han sabido reconocer muchas alusiones a la epopeya interior del propio Goethe, reminiscencias e influencias de sus lecturas o de sus amigos (así, Schiller).

- Fausto II

El vínculo con Fausto I es el siguiente: Fausto -sin duda paralizado y aniquilado por la desdichada experiencia del amor, terminada con la muerte de Gretchen- se despierta en la naturaleza ("¡Oh Tierra ... ! Tú respiras a mis pies en un resurgir de frescura. Ya empiezas a rodearme de alegría..."); Mefistófeles sigue presente, pero desde el comienzo de la tragedia queda bien claro que ya no es más que un comparsa, un observador de la Odisea fáustica. Pues quien ahora está ante nuestros ojos no es ya un rebelde que quiere dirigirse directamente a Dios, sino un hombre que va a buscar su razón de ser, su significado, en una serie de experiencias expuestas en términos simbólicos: el "gran mundo" del poder y del Estado, representado en el primer acto por las escenas en el palacio imperial (del emperador Maximiliano), la Belleza ideal, encarnada por Helena de Troya, reencontrada en el curso de un aquelarre mitológico (La Noche de Walpurgis clásica), orquestada por Homunculus, ser artificial, fabricado con gran acompañamiento de química por Wagner -el viejo profesor- en una retorta de laboratorio, y finalmente el mundo de la acción, en el que Fausto, habiendo cobrado plena conciencia de sí mismo por la posesión mística de Helena, se convierte en una especie de pionero que coloniza un territorio para el bien de la humanidad.

Esta realización de sí mismo por la acción consuma el ciclo de la redención de Fausto: el héroe, convertido en -el que se esfuerza constantemente y busca en medio de la fatiga-, puede ser salvado del Maligno.

Fausto I pretendía ser un superhombre, no vacilando para ello en perderse por toda la eternidad; Fausto II se contenta con no ser más que un hombre entre los hombres. Para Goethe, este cambio es positivo; pero el lector puede quedar seducido por el que duda y niega constantemente, por ese Mefistófeles cínico que es quizás el centro mismo del drama.

Friedrich Hölderlin

Friedrich Hölderlin (1770-1843), poeta, discípulo de Goethe y de Schiller, helenista de calidad, tuvo un destino trágico. Pese a algunas amistades entusiastas, no logró adaptarse materialmente a una sociedad que "no estaba hecha para los poetas". Su salud mental y física se trastornó muy rápidamente y, afectado de melancolía depresiva en 1802, vivió prácticamente fuera del mundo, en un extravío completo, en casa de un carpintero de Tubinga, hasta su muerte en 1843.

La gran pasión (más o menos platónica) de su vida fue la mujer de un banquero de Frankfurt, Susana Gontard, a la que él cantó con el nombre de Diotima y que murió en 1802 (poco después de su primera crisis de "locura", que le hizo ir -a pie- de Burdeos a Nürtingen).

La poesía de Hölderlin se caracteriza por una intensa subjetividad, pero al mismo tiempo sus cualidades expresivas se ven atemperadas por la contención y el equilibrio del clasicismo griego. No usaba rima, en su lugar escribía con una forma poética flexible conocida más tarde como verso libre.

Es famoso sobre todo por sus poesías líricas, entre las que se encuentran "An die Hoffnung" ("La esperanza") y "Der blinde Sänger" ("El aeda ciego"), y por alguna obras más amplias como, además de la novela Hyperion (2 volúmenes 1797-1799), de la que ya hemos hablado, la tragedia inacabada Empédocles (1798-1799).

El siglo XIX: Romanticismo, Realismo, Naturalismo

El romanticismo, en la literatura de Alemania, como en la de otros países, fue el resultado de una fusión de elementos políticos, filosóficos y artísticos. Las guerras napoleónicas despertaron en los escritores alemanes un nuevo sentido de la identidad nacional, mientras crecía su admiración por individuos heroicos como Napoleón y Ludwig van Beethoven.

En el siglo XIX, más que en cualquiera de los períodos anteriores, la separación entre la "poesía" y la "prosa" es artificial en lo que concierne a la literatura alemana; por otra parte, seria imposible hacer un estudio serio del siglo XIX literario sin tener en cuenta la multitud de interacciones y de influencias.

El Romanticismo

A veces, el romanticismo alemán es presentado como una prolongación natural del Sturm und Drang y de las doctrinas de la escuela de Weimar, (ciudad que, durante la mayor parte del siglo XVIII y en la primera década del siglo XIX, fue el centro cultural más sobresaliente de Alemania y el lugar de residencia de figuras literarias tan destacadas como: Johann Wolfgang Goethe, Johann Gottfried von Herder, Johann Christoph Friedrich von Schiller y Christoph Martin Wieland,), el argumento esencial de este juicio es que dichos escritores habían hecho desaparecer intencionadamente las fronteras tradicionales de la literatura, que habían introducido en ella la búsqueda de lo absoluto, el misticismo y el simbolismo, tomando como guías a los autores de la Antigüedad clásica.

La palabra "romanticismo" está ligada, ante todo, a la idea de "novelesco"; el género romántico por excelencia es la epopeya, imagen de una época y de una sociedad. El arte romántico -según los hermanos Schlegel- es un perpetuo "devenir" (werden), una tradición repartida entre el espectáculo de la naturaleza eterna y las aspiraciones inquietas hacia el infinito (cristianismo). Puesto que debe tender hacia lo absoluto, la poesía no puede admitir ningún límite, ninguna frontera, ningún marco. De ahí las características generales de la literaturabromántica.

Explosión de los grandes géneros literarios (la poesía invade la novela y el drama): el sentimiento de lo absoluto es un estado de alma al que apenas si se llega, confusamente, por el ensueño.

Orientación lingüística de la poesía: la expresión racional, descriptiva, de los sentimientos permite la introducción de la expresión musical (la fusión de la música y la poesía será llevada a cabo en la ópera wagneriana) y la prosodia alemana -el arte de componer versos como se compone la música- no llegó a constituirse verdaderamente hasta esta época.

Redescubrimiento de lo inmediato poético, tal como se expresa en las viejas epopeyas, los cuentos populares, la poesía involuntario, la ironía y el "humor".

Novalis (forma latinizada de Hardenberg, que significa "nuevo yacimiento minero") es el seudónimo de Friedrich von Hardenberg. Admirador de Schiller y de Fichte, prometido en 1795 a una jovencita, Sophie von Kühn, que murió a la temprana edad de 15 años (en 1797), Novalis llega a convertirse en el más notable representante del romanticismo alemán,

Su estética, inspirada en el filósofo y pedagogo alemán Fichte (1762-1814), se basa en una idea que tendrá amplia resonancia: la lógica -es decir, el arte de pensar y de crear mediante el pensamiento- debe dejar paso a la fantástica, que es el arte de crear mediante un acto espontáneo del yo.

Esta doctrina -que reaparece en la teoría del poeta vidente de Rimbaud- alimenta su Diario íntimo y se expresa especialmente en los Himnos a la noche (escritos en 1797; publicados en 1800), inspirados por una visión que el poeta creyó tener de Sophie, la novia muerta, en la noche del 13 de mayo de 1797. Los Himnos, en los que se realiza a la perfección la unión de la música y de la poesía, cantan "la eternidad de la noche nupcial", a Sophie, el cristianismo y la "nostalgia de la muerte"; son el punto de partida de una corriente poética propia de la literatura alemana y que llegará a su plenitud en la obra de Rainer Maria Rilke.

La poesía alemana después de 1830

La Joven Alemania. El movimiento de las ideas tras la caída de Napoleón I y el triunfo en Europa de la reacción se explican en parte por las circunstancias políticas.

La escuela literaria que se desarrolla hacia 1830 es liberal; el titulo que se dio a sí misma (la Joven Alemania) tiene su origen en una frase del critico Ludolf Wienbarg (1802-1872): "A ti, Joven Alemania, y no a la vieja, dedico estas disertaciones." Era también el nombre de una sociedad secreta revolucionaria, organizada por el patriota italiano Mazzini (1804-1872) sobre el modelo de la Joven Italia.

Tampoco faltó mucho para que los escritores de este grupo fuesen proscritos y censurados. Ellos expusieron un individualismo a la manera de los filósofos del siglo XVIII, y reclamaron el derecho a la tolerancia y la igualdad, llegando a veces hasta un cierto grado de anarquismo. El antisemitismo no les dejó a salvo: sin duda, ellos fueron los primeros escritores tratados de "judíos alemanes".

La Joven Alemania fue, sobre todo, una escuela de prosistas y de dramaturgos, dado que la novela y el teatro son los géneros más favorables para la expresión de temas de tesis; pero la historia literaria ha casi olvidado las Cartas de París (1831-1834) de Loeb Baruch (1786-1837), las novelas y los dramas filosóficos de Karl Gutzkow (1811-1878), para retener -no sin algunas reticencias, a veces- la obra poética de Heine (1797-1856).

Heinrich Heine es llamado, frecuentemente, poeta francoalemán: perseguido por pertenecer a la escuela de la Joven Alemania, por sus ideas liberales y por ser judío, acabó por exiliarse en París (1831), donde murió en 1856. De su vida, recordemos, además de las persecuciones imperiales -que le impusieron las tribulaciones propias de un "judío errante"-, unas relaciones difíciles con una familia prosaica de comerciantes y banqueros, y su amor (no correspondido) por su prima Amelia Heine y por la hermana menor de ésta, Teresa. Una y otra acogieron sus galanteos con risas y burlas; él evocó más especialmente a Amelia en sus obras líricas.

Los dos títulos más importantes de Heine son los Cuadros de viaje (1824-1831) y el Libro de Canciones (1827-1844).

Los Cuadros de viaje son relatos de viaje, en prosa o en verso, en los cuales Heine desarrolla sus doctrinas literarias, políticas y sociales, interrumpiendo sus análisis de poemas a medio camino entre el impresionismo y el simbolismo. La violencia de su tono les valió ser prácticamente prohibidos en toda Alemania.

En cuanto al Libro de Canciones, que contiene el célebre poema de la Lorelei, nombre de una célebre roca de la ribera del Rin, ligada a la leyenda de los Nibelungos, es una colección lírica en la que Heine, que detestaba el arte indeterminado e incierto del Romanticismo, agrupó numerosas piezas, escritas con virtuosismo y cuyos diversos temas (lamentos amorosos, supernaturalismo, etc.) han inspirado a más de un músico (Heine es el poeta alemán que más veces ha sido puesto en música).

El teatro alemán

Las primeras manifestaciones teatrales tuvieron lugar en las iglesias o en las plazas y eran historias religiosas, acompañadas de bailes y canciones populares.

El teatro alemán está siempre muy marcado por las ideas políticas, sobre todo el del siglo XIX, con piezas dotadas de un gran realismo psicológico.

De los orígenes al advenimiento de Federico II

Época de cambios que influyen en los actores y en las obras hasta que la corte se decide a introducir en sus costumbres las representaciones teatrales y a proteger el mundo del espectáculo.

Las primeras obras dramáticas fueron escritas en latín por clérigos, a excepción de los dramas edificantes de Hroswitha, monja de Gandersheim, Sajonia, que quería oponer la "castidad de las vírgenes santas" a la "lascivia de las mujeres impúdicas"; son ya obras inspiradas en las Sagradas Escrituras, dramas litúrgicos.

La lengua vulgar (alto alemán) no aparece hasta el siglo XIII, alternando con el latín, al que después sustituye definitivamente. Los juegos, los misterios, se trasladan -como en Inglaterra y en Francia- del pórtico de la iglesia a la plaza pública, con lo cual pierden en religiosidad pero, ganan en interés dramático.

A partir de la guerra de los Treinta Años, los escritores alemanes se vuelven hacia otros maestros: los holandeses y los franceses.

Formación de un teatro nacional: Goethe y Schiller

Sin duda fue la gran influencia que las obras de Goethe y Schiller tuvieron sobre el teatro alemán la que animó a la formación del gran teatro nacional.

La escuela literaria llamada "escuela sajona" (Gottsched, 1700-1776) intentó romper con la Edad Media y desarrollar en Alemania el "gusto francés". La mujer de Gottsched (Victoria Culmus) trató de imponer a Racine, Voltaire, Molière, Destouches, etc., al público de Leipzig.

Después, los autores dramáticos alemanes se lanzan rápidamente a la imitación de sus homónimos ingleses; el resultado de estos esfuerzos es la obra de C. F.Weisse (1726-1804), que proponía tomar de los clásicos franceses el arte de la composición y de los isabelinos el de los grandes efectos trágicos. Pero antes de Lessing es imposible hablar verdaderamente de un teatro alemán.

Lessing

Gotthold Ephraïm Lessing (1729-1781) fue primeramente en su juventud, en Leipzig, seguidor de la escuela de Gottsched; sus dramas de juventud, anteriores a 1755, son de gusto francés.

En 1770 se trasladó a Berlín, donde se convirtió en la cabeza de un grupo que comprendía, además de a su pariente Mylius, a los colaboradores de la revista titulada Briefe die neueste Literatur betreffend (Cartas sobre la literatura moderna, 1759-1765): Johan Christoph Friedrich Nicolai (1733-1811), Moses Mendelssohn (1729-1786), Thomas Abbt (1738-766). La carta XVII (Gottsched considerado como reformador del teatro alemán) desarrolla las teorías literarias de Lessing:

El teatro francés, "amable, tierno y amoroso", no conviene al temperamento alemán, que busca lo "grande, terrible y melancólicos".

La primera cualidad del dramaturgo es la sencillez y la concisión: hay que desterrar las tiradas declamatorias, propias de la tragedia clásica, las costumbres extranjeras que son incomprensibles para los espectadores.

Hay que dirigirse al público de la época: el modelo por seguir es el del drama burgués, tal como Diderot -admirado por Lessing- lo escribió, y volverse hacia Shakespeare o hacia los autores del Renacimiento español, utilizando para las necesidades de la composición todas las libertades escénicas (repulsa de la famosa regla de las tres unidades).

Lessing llevó a la práctica estas teorías. Sus dos obras indiscutiblemente más conseguidas son:

Minna von Barnhelm (1767) y Emilia Galotti (1772). Finalmente, con Nathan el Sabio (poema dramático, 1779), Lessing se muestra como precursor de Goethe: plantea en términos dramáticos el problema de las relaciones entre el individuo y la religión, dando a las ideas abstractas una presencia que anuncia al primer Fausto.

El teatro del Sturm und Drang

Sturm und Drang es el titulo de una comedia dramática de Klinger (1752-1831); esta expresión sirve para calificar -como ya hemos visto- un período de intensa actividad literaria en el que, por otra parte, participaron Goethe y Schiller.

Las obras dramáticas de esta escuela, volviendo la espalda igualmente a la helada imitación de los franceses y al teatro mesurado y burgués de Lessing, son desordenadas, exaltadas y, a fin de cuentas, un tanto infantiles. Pero estos "balbuceos de niño" prepararon el advenimiento de Schiller y de Goethe.

Schiller

Friedrich von Schiller (1759-1805). Al período del Sturm und Drang pertenecen las tres primeras obras dramáticas de Schiller, que proceden de una misma intención política: Los bandidos, La conjuración de Fiesco, Intriga y amor son obras de tesis, apasionadas y desmañadas, carentes de unidad y de sentido dramático, con personajes artificiales y exagerados.

Al mismo período pertenece Don Carlos (terminada en 1787) que, pese a los defectos que le reconoce Wieland, es la primera obra verdaderamente atrayente de Schiller.

En 1787, Schiller llega a Weimar y allí conoce a Goethe, con quien, evidentemente, sueña con igualarse. Entonces se vuelve hacia la historia y la filosofía y escribe La Rebelión de los Países Bajos confederados contra la gobernación española (1788), La Historia de la Guerra de los Treinta Años (1793), De la Gracia y de la Dignidad (1793), Cartas sobre la educación estética del hombre (1795-1797), De la poesía ingenua y de la poesía del sentimiento (1795-1796).

Tras esta fase de reflexión, en el curso de la cual fue nombrado profesor de Historia de la Universidad de Jena, Schiller pasó de la teoría a la práctica. Volvió la espalda a las tesis de Lessing y al drama burgués, para proyectar un teatro culto, inspirado en Shakespeare, Sófocles y Racine, un teatro que fuese la representación simbólica de la vida y del destino del hombre entre sus semejantes.

De este último período datan sus obras maestras: Wallenstein, María Estuardo, La Doncella de Orleans, Guillermo Tell, etc.

En todos estos dramas, más eruditos que poéticos, Schiller supo dar pruebas de la maestría que confiere a un escritor su plena madurez; preocupado por su deseo de recrear la tragedia antigua, pensaba dar a la literatura alemana lo que le faltaba: un teatro nacional. Pero careció de los medios necesarios, y sólo le dio unos principios dramáticos ilustrados.

El teatro alemán en el siglo XIX

De lo que precede se puede sacar una conclusión evidente: a principios del siglo XIX no hay todavía en Alemania una gran tradición dramática; no hay nada que se parezca al teatro isabelino inglés, al teatro del Renacimiento español, al teatro clásico francés.

El Romanticismo

Hacia 1800, la literatura dramática europea tiene sus géneros (tragedia, drama, comedia), sus reglas (corte de la acción en actos y en escenas, distribución de las "fuerzas vivas" de la obra entre personajes principales y secundarios, etc.), su práctica (escenificación, decorados, etc.), todo lo cual es incompatible con las doctrinas románticas, que preconizan la confusión de los géneros y el recurso a lo maravilloso.

De hecho, el género dramático fue el punto más débil del Romanticismo; aquí nos limitaremos a algunas observaciones de orden general.

- Los hermanos Schlegel beben todavía en las fuentes de la Antigüedad (Ion, 1802, de A. W. Schlegel, autor, por otra parte, de una notable traducción de Shakespeare; Alorcos, de F. Schlegel, 1802). Y si Tieck (1773-1853) supo escribir unos Cuentos dramáticos originales (Barba Azul, El gato con botas, Caperucita roja), llenos de ironía y de fantasía, Brentano y Achim von Arnim imitan sobre todo a Shakespeare y a Calderón.

- El principal escritor dramático del romanticismo es Heinrich von Kleist (1777-1811); este genio atormentado (se suicidó arrojándose al lago de Wannesee con una joven, Henriette Vogel), que fue, junto con Tieck, el creador de la novela corta alemana, ha dejado una obra vigorosa, cuyos personajes, extraordinariamente concretos, como los de Shakespeare, se expresan en un diálogo rico y sabroso. Goethe emitió a propósito de él el juicio siguiente: Kleist trabaja "por un teatro que ha de llegar, es decir, por un teatro que no llegará nunca".

El teatro en la época Biedermeier

Lo que en Alemania se llama "época Biedermeier" abarca los años 1820-1850.

El principal dramaturgo Biedermeier es el vienés Franz Grillparzer (1791-1872), quien, tras haberse dejado tentar por el barroco, dio en el estilo clásico (Safo, 1818; El Vellocino de oro, 1821) y después en el drama nacional (austriaco). Fue un verdadero hombre de teatro, con un gran sentido de la escena y del diálogo. Los demás autores dramáticos de la época son menores (aunque, como Nestroy, tengan una abundante producción).

Hay que señalar que Biedermeier es también la época del nacimiento del vodevil (Karl von Holtei, 1798-1880) y de la comedia burlesca en Viena (Nestroy), Berlín (Kalisch, Angely), Hamburgo (Jakob Heinrich) y otras ciudades.

La novela alemana

Resaltamos aquí los diferentes periodos por los que pasa el desarrollo de este género en la literatura alemana, según sean unos u otros los acontecimientos políticos y sociales del país y domine o no una corriente europea o seamos testigos del nacimiento de un nuevo movimiento, con lo que de innovador tiene siempre una iniciativa de esta índole.

La prosa alemana antes del advenimiento de Federico II

Coinciden en este periodo el nacimiento de dos corrientes muy importantes en el pensamiento literario alemán y que están ligados a la figura política de un rey que, sin duda, tuvo un gran poder de seducción para con los artistas de la época.

El Renacimiento y el Barroco

El Renacimiento (siglo XVI) es un hecho de civilización de origen italiano. Con el desarrollo de la cultura latina y griega se propagaron por Europa occidental las doctrinas romanas. Pero la Reforma tuvo una consecuencia cultural capital: apartó la Alemania luterana de la Europa italianizada.

Hay que esperar a Goethe para que se produzca, con dos siglos de retraso respecto a la Europa occidental, el descubrimiento de Italia y de las fuentes originales de la civilización latina.

La literatura de esta época es ante todo ideológica. En prosa, las obras literarias originales son escasas y las traducciones se multiplican. Entre una multitud de fabulistas cuentistas más o menos afortunados, se destaca la importante figura de Johann Fischart, que puso en verso la leyenda popular (bajo-alemana) de Till Eulenspiegel (Till el travieso), escribió numerosas obras polémicas y satíricas y adaptó al alemán el primer libro de Gargantúaando y amplificando, a gusto de su poderosa fantasía, los temas de Rabelais

El Barroco (1640-1740). El término "barroco" califica una visión exagerada y deforme de las cosas y se utiliza para definir determinados aspectos de las artes plásticas del siglo XVII, se aplica a la literatura alemana a partir de 1640 aproximadamente. Apis sobre las letras a principios del siglo XVII, inauguró un clasicismo prebarroco

Los novelistas barrocos alemanes van a buscar sus modelos al extranjero, y especialmente a Francia. El éxito del Amadís, la más célebre novela de caballería española (obra de García Rodríguez de Montalvo, publicada hacia 1508 en Zaragoza y traducida al alemán a finales del siglo XVI), perdura todavía después de la guerra de los Treinta Años. Inspira toda una serie de "novelas cortesanas" en las que aparecen reyes, señores y altos personajes diversos.

La novela picaresca es el género literario propio de una sociedad perturbada y anárquica. Este género se extiende en España con el hundimiento de la monarquía tras la muerte de Felipe II, y en Alemania después de la guerra de los Treinta Años.

La Aufklärung

El advenimiento de Federico II señala un cambio de rumbo en la historia de la literatura alemana. Este rey, que pretendía estimar y admirar únicamente lo extranjero, que se sentía -a su manera- hijo espiritual de los enciclopedistas franceses, dio el primer toque de llamada al sentimiento nacional. Los escritores respondieron.

El período que estudiamos aquí se extiende sobre la segunda mitad del siglo XVIII, y coincide en parte con la época del Sturm und Drang, que abarca los años 1767-1785. Dos grandes movimientos señalan esta importante fase de la literatura alemana: la Aufklärung ("filosofía de las Luces") de 1720 a 1785, con Gottsched, Lessing, Wieland, etc., y, de otra parte, la escuela de la Empfindlichkeit (escuela de la "sensibilidad"), cuya cabeza es Klopstock, de 1740 a 1785.

El siglo XVII europeo había fundado su cultura en la religión, la monarquía y la tradición. El siglo XVIII, en cambio, difundió las ideas de tolerancia, de libertad de pensamiento y de libertad política. Nacido en Inglaterra, este movimiento cultural llegó a Francia, donde se desarrolló con la mayor brillantez (los "filósofos") y a Alemania, donde se le llamó Aufklärung y presenta los caracteres siguientes:

Es una literatura "comprometida" políticamente, que utiliza los medios literarios más diversos para exponer sus puntos de vista; es la época de las novelas filosóficas, de las sátiras sociopolíticas, de los escritos críticos.

La literatura abandona las cortes y las academias para pasar a la vida cotidiana de la burguesía; es la gran época de las revistas, en las que aparecen relatos breves, ensayos morales, consideraciones sobre la vida cultural y política, sobre la evolución de la condición femenina, sobre los problemas que plantea la creación artística, etc.

Novela y Novela corta desde el Sturm Und Drang hasta mediados del siglo XIX

Ponemos de relieve los matices que adquiere una novela que hasta ahora ha estado bajo la influencia de unos hechos y que, a partir de la nueva y relevante corriente "Sturm und Drang", se ve impregnada de una nueva filosofía con un claro modelo francés.

El Sturm und Drang

Este importantísimo periodo de la literatura alemana (1767-1785), cuyo comienzo puede ubicarse en la publicación de los Fragmentos sobre la nueva literatura alemana de Herder (1767), es rico en obras poéticas y dramáticas que pretenden estar por encima de todas las reglas (es el tiempo de los "genios originales", según la terminología del filósofo Lavater). La prosa está reservada a los ensayos (estéticos o críticos) y, accesoriamente, a la novela (Werther es una excepción).

Los filósofos y los poetas del Sturm und Drang preconizaron el retorno a la naturaleza y la primacía del sentimiento. Su modelo fue Rousseau, que era verdaderamente el inspirador de todos los escritores de esta generación ( Schiller, Herder y Goethe, en particular). La conciencia filosófica de los escritores del Sturm und Drang fue Johann Gottfried Herder (1744-1803).

Admirador -como muchos otros- de la Biblia y de los poemas homéricos, considerando la poesía y más generalmente la literatura como un hecho de civilización ligado al devenir de la sociedad que la ha producido, aplicó atinadamente el método histórico a la crítica literaria y a la lingüística (el lenguaje, hermano mayor de la poesía).

La novela más famosa del Sturm und Drang es, sin discusión, Las tribulaciones del joven Werther (1774-1782), de Goethe.

Este retorno a la novela sentimental, puesta al gusto del día por la crítica de la sociedad, y el amor a la naturaleza, caracterizado por el lugar preponderante que se concede al sujeto individual, se halla también en Friedrich Heinrich Jacobi (1743-1819), autor de los Papeles de Eduardo Allwill (1775-1776), dirigidos contra la doctrina de los "genios originales"; en Karl Philipp Moritz (1756-1783), autor de Anton Raiser, novela autobiográfica de tendencia "lacrimosa"; en Johann Jacob Wilhelm Heinse (1746-1787), autor de la primera novela libertina alemana.

El Clasicismo y el Romanticismo

Estas dos escuelas son contemporáneas. La primera corresponde a la escuela de Weimar, en torno a Goethe y Schiller; se inicia en 1788 con el establecimiento de Goethe en Weimar.

La segunda está más dispersa, puesto que los cenáculos románticos se desarrollan en Jena, Berlín y Heidelberg a partir de 1798. El Clasicismo muere con Goethe en 1832; el Romanticismo perdura en Berlín hasta finales de los años treinta.

La prosa clásica

La filosofía clásica se basa en una visión kantiana de la realidad: existen unos absolutos (lo Verdadero, lo Bueno, lo Bello), que el espíritu humano no puede conocer directamente pero que son la razón de ser del universo material y moral en que el hombre está situado; el cometido del pensamiento es la puesta en orden de todos los datos de nuestros sentidos, conforme a los marcos generales de la mente humana.

En el plano literario, esta filosofía conduce a un arte regular, respetuoso de ciertas formas preeminentes (las formas antiguas), que tiende a lo universal. Ya no se trata de la subjetividad de Werther, ni de abandonarse sentimentalmente a la naturaleza, sino de edificar un universo poético armonioso y total.

La doble preocupación por lo ideal y por la imitación de los antiguos, en los cuales la "novela" estaba poco difundida, explica que los clásicos no se aplicasen a la literatura en prosa, media hermana de la poesía -como la calificó Schiller-, "forma impura" (unreine Form) según Goethe. Por eso la novela va a tomar en los clásicos el aspecto educativo (Wilhelm Meister es el tipo más logrado); se convierte en representación simbólica de los esfuerzos del hombre por alcanzar un determinado ideal, está más cerca de la epopeya que del relato.

Tal es el caso, especialmente, de Hyperion de Friedrich Hölderlin. El joven héroe marcha a Grecia en busca de la belleza, y allí sólo encuentra una cruel indiferencia; con un compañero más maduro y más desilusionado, Alabanda, recorre ansiosamente el mundo helénico y es presa de una exaltada pasión por Diotima, que también está devorada por la búsqueda de un ideal absoluto; ella morirá cuando Hyperion parta de Grecia hacia Alemania, donde sufre más aún al ser groseramente incomprendido. Hyperion se vuelve entonces hacia la naturaleza y descubre en ella, de un modo casi místico, la armonía del macrocosmos.

Junto a estas novelas "clásicas" subsisten tendencias novelísticas que se remontan al Aufklürung y a la novela sentimental (Wieland, Thümmel, Lafontaine).

Johann Paul Friedrich Richter

Este autor (1763-1825) es conocido con el nombre de Jean Paul. Recogió el problema de las contradicciones entre lo real y lo ideal, de la busca de un absoluto en el que todo seria únicamente orden y belleza, de un modo enteramente nuevo. Se salvó de la angustia tipo Hölderlin por un proceso que el psicoanálisis conoce bien: el ensueño y el humor.

Para situar a Jean Paul en su verdadero lugar, podemos partir de una novela corta escrita por él en diez días, en 1790, cuando era maestro en Schwarzenbach: La vida del alegre maestro de escuela Maria Wuz en Anenthal. Maria Wuz pertenece a una familia de maestros, una familia prosaica, mezquina, entregada a lo material y a la realidad cotidiana; se enamora de una joven, Justel, y guarda para sí mismo este sentimiento, que le llena de felicidad y le inspira un libro que él titula Las alegrías de Werther, por oposición a la lacrimosa obra de Goethe. Entonces descubre lo que tantos héroes románticos o clásicos buscan sin esperanza: que la felicidad consiste en desarrollar sin medida el propio universo interior, en una especie de ensueño permanente que acaba por coincidir con la realidad.

Efectivamente, se casa con Justel, y en lo sucesivo "el mundo exterior y su mundo interior se completan como las dos conchas de una ostra y lo encierran como encierran el molusco". El Dasein, "estar ahí", de Wuz se desenvuelve así en una felicidad ininterrumpida, y él muere en medio de sus recuerdos de infancia, dispuestos sobre su lecho como juguetes.

Esta interpretación del ensueño y de la realidad es la marca de todas las obras de Jean Paul, que son como un inmenso delirio. Las novelas oníricas de Jean Paul chocaron al público y a los críticos del siglo XIX, porque éstos pensaban que una "novela" debía tener una unidad, unos personajes bien tipificados, un relato seguido, unas descripciones armoniosas.

Pero su mayor éxito lo alcanzó con la novela sentimental Hesperus (1795). Y para los críticos, Titán (4 volúmenes, 1800-1803), una novela que contiene elementos autobiográficos y que discute las ideas revolucionarias de la época, es considerada su mejor obra. También publicó ensayos, reseñas críticas y varias obras teóricas, como Preestadio de la estética (1804), sobre la poesía, y Levana (1807), un corto tratado sobre la educación. Su autobiografía inacabada es considerada su mejor obra romántica.

El Romanticismo

"Yo llamo romántico a todo lo que nos expone una materia sentimental con ayuda de una forma fantástica, creación de la imaginación", escribía Friedrich Schlegel, uno de los teóricos del romanticismo alemán. "Romanticismo igual a arte de la novela", escribía por su parte Novalis. Así, la novela parece ser el género literario por excelencia de la escuela que apela, en esta ocasión, al Wilhelm Meister de Goethe, a las novelas de Jean Paul y el Ardinghello de Heinse.

Es un rasgo característico del romanticismo alemán el haber considerado la novela, en su forma más amplia (obra de imaginación), como el género literario por excelencia.

La época Biedermeier (1820-1850) y la Joven Alemania (1830-1850)

Hacia 1830 se produce en el arte de la novela una evolución muy sensible; las obsesiones poéticas y metafísicas se borran ante el afán de pintar la realidad cotidiana. En un cierto sentido, se puede decir que la novela corta tiende a ganar terreno a la novela, y, si las obras de autores como Gotthelf (1797-1854) e Immermann (1796-1840) están todavía teñidas de didactismo, las novelas de Stifter (1805-1868) -un Biedermeier retrasado- dan prueba de un afán de verdad histórica ( Walter Scott, traducido al alemán a partir de 1815, está de moda).

Los prosistas pertenecientes a la Joven Alemania estuvieron implicados en un combate político (en favor del liberalismo) que los marcó profundamente. Algunos de ellos son "escritores-periodistas", y sus escritos son precedentes de los actuales reportajes, como las Cartas de París (1831-1834) de Ludwig Börne (cuyo verdadero nombre era Löw Baruch, 1786-1837).

Karl Gutzkow colaboró en diarios y revistas, y escribió piezas teatrales. Sus novelas, que pretenden ser un panorama de la época, provocaron pequeños escándalos que, en ocasiones le costaron condenas de cárcel.

Realismo y Naturalismo en Alemania, en el siglo XIX

El Realismo busca un arte que sea consecuencia del efecto que las fuerzas del bien y del mal tienen sobre la vida humana. El Naturalismo, por su parte, está marcado por el determinismo artístico, que pinta un mundo dramático en el que los seres humanos están atrapados y condenados al fracaso y a la desgracia por fuerzas incontrolables.

El camino hacia el Realismo, que apunta en la época Biedermeier, se abre francamente después de la revolución de 1848. Alemania está edificando su unidad en torno a Prusia, bajo el puño de Bismarck. La revolución industrial sigue a la revolución política. La literatura parece haber relegado las abstracciones y las fantasías de la imaginación y se vuelve hacia lo real concreto.

La novela corta inicia su crecimiento y junto a ella también lo hace la novela de costumbres; la novela histórica -nacida durante el periodo del Romanticismo- se extiende, y hace su aparición un nuevo género: la novela rural.

Tales son los aspectos principales de la literatura en prosa entre 1850 y 1890. Subrayemos que Alemania estaba, en este terreno, atrasada respecto a Francia e Inglaterra: Stendhal había muerto en 1842; Balzac, en 1850; Flaubert había publicado Madame Bovary en 1857, y Dickens había ofrecido a sus lectores Pickwick, Oliver Twist y David Copperfield antes de 1850.

Los novelistas, que tienen fatalmente puestos los ojos en estos maestros -sin olvidar a Walter Scott, traducido desde 1815-, no pueden, en consecuencia, hacer otra cosa que imitarlos, y la producción novelística de esta época dista mucho, en originalidad, de la de Jean Paul, Novalis, Tieck y Hoffmann.

El Naturalismo nació después de la guerra victoriosa de 1870-1871, cuando la cuestión social estaba a la orden del día en el ambiente cientifista del momento, orquestada por los trabajos de Darwin, el evolucionismo de Spencer, el utilitarismo de John Stuart Mill, el positivismo de Auguste Comte y de Taine (Filosofía del Arte, 1865).

En Francia, Maupassant (1850-1893), Edmond (1823-1896) y Jules de Goncourt (1830-1870), Emile Zola (1840-1902), describen al hombre independiente de cualquier visión metafísica; pero Alemania es asimismo sensible a la novela rusa (Tolstoi, Dostoievski) y a los escritores escandinavos (George Branders, Kielland, Jonas Lie, Christian Krogh, Jens Peter Jacobsen, August Strindberg, Ibsen, Björnstjerne Björnson), que también ven el mundo bajo una luz sombría.

 



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