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Las "verdades"frente a la Verdad. Indice de Revistas La poesía y la inteligencia, asesinadas: Robert Brasillach

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Por algo diferentes.

Las diferencias sexuales, por encima de un resultado de la educación son una necesidad para la pervivencia de la especie.

La decodificación del genoma humano ha llevado a los científicos a asegurar que hombres y mujeres prácticamente no nos diferenciamos. Afirman incluso que entre personas del mismo sexo el 99,9% de los genes son iguales. En consecuencia, algunos científicos afirman que ambos sexos son iguales y cualquier diferencia viene dada sólo por la cultura y la educación (1).

Este mismo argumento ha sido usado por los defensores de la teoría del género para decir que no importa el sexo de una persona sino su tendencia u orientación sexual. Pero hay miles de años de historia y muchas evidencias en el campo de la evolución y la biología que contradicen esta afirmación.

En "sociedades" animales, hembra y macho realizan funciones diversas generando formas de comportamiento distintas. Comportamientos que se van diferenciando cada vez más a medida que la complejidad de los seres aumenta. La agresividad, el dominio de territorio, la iniciativa sexual, suelen pertenecer al macho. Incluso físicamente la hembra suele ser más pequeña y débil, y menos agresiva, excepto cuando se trata de defender a sus cachorros.

De forma similar, en sociedades humanas menos desarrolladas se observa una distribución diferenciada de funciones entre hombres y mujeres. Los hombres se dedican a actividades guerreras y de caza, es decir, las que requieren mayor fuerza física; mientras las mujeres se ocupan de la agricultura, recolección de frutos y cuidado de los niños y ancianos. Ocasionalmente, algunas situaciones ambientales o históricas provocan adaptaciones que atenúan las diferencias entre las actividades de cada sexo hasta hacerlas casi imperceptibles(2).

Pero aún en esas pocas situaciones en que varón y mujer realizan actividades similares, es posible observar una diferencia que se mantiene: la mejor "aptitud vital" de las mujeres:

· El pronóstico de vida es mayor para las mujeres que para los hombres: recientemente el INSEE de Francia ha publicado sus últimas estadísticas y la mujer tiene probabilidades de vida de 82,7 años mientras el hombre sólo de 75,2. (3)

· Además de vivir más, vive con mayor calidad. Las investigaciones de Raquel Gur han demostrado que las mujeres pierden tejido cerebral más lentamente que los hombres con la edad. (4)

· Los abortos espontáneos son más altos para varones que para niñas. Esta diferencia se mantiene durante los primeros años de vida: la tasa de mortalidad infantil de los hombres excede a la de las mujeres por 1.5 de cada 1.000 muertes.

Todo esto a pesar de que las mujeres solemos presentar más enfermedades que los hombres en las distintas etapas de la vida y a pesar incluso de la menor fortaleza física ya mencionada.

¿Qué puede explicar esta mejor aptitud vital? No podemos recurrir al argumento de vidas más duras para los hombres por tener que ganarse el sustento, mientras las mujeres se quedan en casa "sólo" cuidando a los hijos. Hoy hombres y mujeres realizan actividades muy similares y con un desgaste físico equivalente.

Tal vez una sola palabra sea suficiente para explicar esta diferencia, una palabra que expresa un elemento más inherente a la condición femenina: la maternidad. Las mujeres son las responsables de dar a luz a los niños, dando así continuidad a la especie humana. Esto explica que en la evolución de la especie humana, las mujeres hayan desarrollado ciertas características que en su conjunto predispongan a una mejor capacidad vital a pesar de poseer una fortaleza física reconocidamente menor que la del varón. (5)

Ante esto, es conveniente preguntarnos si la maternidad puede ser considerada un elemento "extra" o circunstancial o más bien algo esencial y que, por lo mismo, debe ser promovido y protegido en la sociedad. Hoy se postula con frecuencia que la mujer debe liberarse de la esclavitud de la maternidad y ser libre en la vivencia de su sexualidad, libre del "riesgo o peligro" de resultar embarazada en el proceso. Pero la realidad es que la maternidad no es un riesgo o peligro sino un beneficio y un don para la mujer, y de ella para la sociedad.

Desestimar esta verdad puede llevar a eliminar de la subjetividad de cada mujer un elemento esencial y constitutivo. La feminidad, obviamente, no requiere necesariamente que la mujer sea madre, pero sí que reconozca y comprenda la importancia de este hecho en su personalidad y a lo largo de su vida. Y no sólo para ella sino para todas las que comparten su condición femenina.

Claudia Salas Mujer Nueva


Fuentes:

(1) 99,99 por ciento idénticos. Abc, 12 de febrero de 2001.

(2) El carácter de las mujeres. Suzanne Simon, Ed Herder, 1969. Pág.36 a 44

(3) Insee première, nº 757. Citado en Libération, 07 de febrero de 2001.

(4) Diferencias en las funciones del cerebro entre los sexos. Raquel E. Gur, catedrática de neurología de la Universidad de Pensilvania. Conferencia dada en las Jornadas de reflexión: La Mujer en el unbral del siglo XXI en la Universidad Complutense de Madrid.

(5) El complejo de superioridad. Theresa Pinto-Sherer. En www.holamujer.com .



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