Santiago Matamoros (Escuela Cuzqueña)

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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

La lucha contra el demonio en la evangelización americana (II).

Tras el contenido de la primera parte en esta segunda parte se continúa exponiendo como la evangelización cristiana supuso una liberación para los indígenas, sometidos en su gran mayoría a creencias mitológicas de carácter demoníaco, que incluían sacrificios humanos y ofrendas de sangre.

La lucha contra el demonio en las misiones.

América, como ya hemos dicho, fue al inicio del descubrimiento y colonización, un extenso y variado patrimonio de culturas, lenguas y paisajes humanos. Por ello los misioneros, centrados en la predicación de la Palabra y su inculturación, se preocuparon por hacer asequible la unidad. Aprendieron la lengua y costumbres aborígenes, para después inculturar el Evangelio y vertebrar esa cultura bajo la forma lingüística de Castilla. No podemos en este trabajo, pues excede su objeto y nuestra competencia, brindar un panorama completo de la lucha contra el demonio en el marco de las misiones en general pero sí podemos remitirnos a una misión en particular de modo tal que lo allí acontecido pueda ser comprendido como manifestación particular de cuestiones universales. Hemos de tratar entonces la misión del Nahuel Huapi, ubicada en el límite entre las actuales provincias de Río Negro y Neuquén en la República Argentina.

Esta misión fue realizada por misioneros jesuítas hacia fines del siglo XVII (1670). El primer misionero y, uno de los arquetipos de la evangelización americana, fue Nicolás Mascardi.

Las distintas fuentes señalan a Nicolás Mascardi como un misionero sino excepcional al menos fuera de lo común, aún cuando se trataba de una época en la que la virtud, el sacrificio y el martirio eran moneda corriente entre misioneros y conquistadores. Su vida misional, iniciada en el establecimiento de Buena Esperanza, se extendió a lo largo de la Araucanía, región constantemente determinada por su aislamiento del resto de la Capitanía general y a merced de los levantamientos de los araucanos. Mascardi, como la mayoría de sus contemporáneos, comprendió la importancia de la lucha contra el demonio partiendo de un fuerte ideal ascético.

Cómo hemos adelantado en la primera parte de este artículo América era un continente condicionado por la acción demoníaca. Las diversas prácticas religiosas y culturales demostraron a los españoles recién llegados que esta tierra estaba en manos del Enemigo de la naturaleza humana. Pero, y esto es fundamental, los misioneros no comprendieron la acción del diablo dirigida con exclusividad a los indígenas pues todo hombre es plausible de esta acción. Por eso pierde sentido la ideológica categoría de demonización pues todos los hombres, insistimos, pueden caer bajo la influencia del demonio (1). El ideal ascético que dominó la vida activa de los misioneros en general y de los jesuítas en particular estuvo íntimamente relacionado con esa certeza. Al respecto San Ignacio utiliza una interesante comparación para describir las características que posee la lucha contra el demonio. Citamos in extenso:

"…el enemigo se hace como muger flaco por fuerza y fuerte de grado; porque así como es propio de la muger, quando riñe con algún varón, perder ánimo dando huida quando el hombre le muestra mucho rostro; y por el contrario, si el varón comienza a huir perdiendo ánimo, la ira, venganza y ferocidad de la muger es muy crescida y tan sin mesura; de la misma manera es propio del enemigo enflaquecerse y perder ánimo, dando huida sus tentaciones, quando la persona que se exercita en las cosas spirituales pone mucho rostro contra las tentaciones del enemigo haciendo el opposito per diametrum, y por el contrario, si la persona que se exercita comienza a tener temor y a perder ánimo en sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra como el enemigo de la natura humana, en prosecución de su dañada intención con tan crescida malicia." (2)

Quizás las palabras del mártir Roque González de Santa Cruz a otro misionero puedan clarificar más lo expresado:

"Dios te destina a luchar con un poderoso adversario, siendo tú joven y flaco de cuerpo, para que entiendas que no has de pelear con tus fuerzas sino con las divinas, toma valor ante la grandeza del peligro y las asechanzas de Satanás." (3)

La acción demoníaca contra los misioneros se expresó también a través de influencias concretas que afectaron en parte o totalmente la misión evangelizadora de estros padres.

"Quien con mayores veras procuró impedir su viaje - dice el anónimo autor de un escrito sobre el P. Mascardi - fue su mayor enemigo, el demonio, con quien tenía grandes batallas y le hacía muchos males." (4)

Pero es claro que, más allá de las desventuras físicas, el mal provocado por el demonio se evidenciaba mayormente en lo espiritual. Así vemos cómo el P. Guillelmo, otro misionero del Nahuel Huapi, fue seducido por una mujer en Santiago de Chile cuando se aprestaba a salir para la misión. Pudo salir victorioso del sensual lance merced a la intercesión de María Santísima, obtenida mediante la oración constante del clérigo.

Otro jesuita, misionero en el Paraguay, narra su experiencia con el demonio quien aprovecha el momento de la oración para atacarlo.

"En la oración (...) sentía al demonio con tanta viveza que me vi forzado a salirme de la celda por el gran horror que sentía. Al cual sentía de tres maneras: la primera quien tira dardos de malos pensamientos derechamente al alma, para inquietarla. La segunda, un horror grande que siente el alma y temor, sin figurarse nada. Las tres, una figura de negro muy grande con un palo en la mano muy grueso. Algunas veces era tanto el temor que casi no podía con buenos pensamientos vencerlo, hasta que totalmente había pegado el alma en su oración, que entonces no había temor alguno." (5)

Pero es importante comprender que fue el demonio quien, a pesar de su poder, temió la llegada de los misioneros. El arribo de estos y el inicio de la evangelización implicó que el territorio a su merced comenzaba a caer. El P. Mascardi es bien explícito al respecto:

"Bien se echa de ver lo que temía el demonio esta venida, pues tantas veces procuró darme en la cabeza y quebrarme las piernas o ahogarme o estorbarme la venida o dilatarla. Pero Dios Nuestro Señor por su misericordia acordase ya de tantas ovejas suyas, redimidas por su sangre y metidas en boca de tantos lobos y demonios, que tantos años han sido señores de estas tierras." (6)

Por otro lado el P. Olivares, en un relato casi literario y profundamente simbólico, explica el efecto que tuvo sobre el demonio la anticipada llegada de los misioneros:

"Algo conjeturó el demonio también de esta entrada de los padres a esta misión [posterior al martirio de Mascardi] porque años antes sin poder disimular su sentimiento lo manifestó a una junta de brujos, i a varios que se hallaron presentes. Viéndole estos algo triste le preguntaron la causa; a que respondió: ‘Estoi así porque sé que presto vendrán padres a estos parajes que han de enseñar la doctrina de Cristo, lo cual siento grandemente.’ Todo esto cede en crédito de estos celozos padres, cuya entrada en estas provincias no podía causar al demonio aflicción, sin dar mucha gloria a Dios, i ser de grande provecho a las almas." (7)

La llegada al Nahuel Huapi (como a todas las tierras por conquistar y evangelizar) representó para los misioneros la oportunidad de realizar un corte abrupto en la vida espiritual de los indígenas, dominada hasta ese momento por el demonio. A partir del anuncio de la Buena Nueva y la consecuente conversión debían ser devueltos a la Gracia santificante, esto es, la justificación. De forma tal que el hecho principal del Cristianismo no excluía a los indios, antes bien los incorporaba sin demora. Tanto el descubrimiento como la evangelización inmediatamente posterior implicaban para los misioneros cumplir con una misión de carácter divino en la que ellos representaban un papel fundamental como instrumentos de la Voluntas Dei. El hecho de ser representantes y subordinados de la Corona Española no invalida la presencia fundamental de su obediencia a Dios mismo, cuya suprema voluntad indicaba la conversión de los naturales.

Para poder llevar adelante esa misión que les había sido encomendada en la patria celeste y la terrestre los jesuitas (cómo el resto de las órdenes religiosas) contaron con las armas espirituales del cristiano que les permitieron la predicación y, al mismo tiempo, la lucha contra el demonio. Mencionaremos a continuación algunas de estas armas sacras: la cruz, la intercesión de Nuestra Señora (8), y los sacramentos y sacramentales entre los que se contaba el exorcismo.

En primer término, la cruz, como símbolo sobrenatural frente a una realidad natural.

"Luego que llegué a la cordillera – dice Mascardi- y empecé a divisar las cordilleras y campañas de esta banda, planté y levanté una cruz. Y después de haber rezado al pie de ella dije en voz alta que, en nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tomaba posesión de todas esas almas y las restituía a Nuestro Señor Jesucristo, que las había redimido con su sangre." (9)

Con este acto Mascardi implanta la cruz y desafía a los demonios con el poder que confiere su condición sacerdotal. Este acto, tal cómo lo expresa el jesuita, es una restitución, un acto de justicia y reparación para con aquellos que, habiendo sido redimidos por Cristo, se encontraban a merced del Maligno. Arrebata de esta forma las almas indígenas de las demoniacas garras y da comienzo así al proceso gradual pero sistemático de la evangelización. Mas allá de la importancia de la conquista político - estratégica del territorio, la posesión de las tierras por parte de los misioneros fue , y esencialmente, espiritual.

La cruz representó para los religiosos un símbolo esencial que necesitó ser explicitado a los naturales de la tierra. Un misionero del Paraguay demostró mediante un encendido argumento la significación de la cruz cómo elemento de redención y la necesidad subsecuente de transmitir esta certeza a los naturales:

"…las maravillas que Dios había obrado por ella, el miedo que le tenían los demonios y que entendiesen [los indígenas] que, desde aquel punto que se acabó de levantar, saldría el demonio de sus tierras porque el verdadero Dios las tomaba debajo se su amparo." (10)

"Hasta que yo llegué- continua Mascardi- iba el demonio amedrentándolos y haciendo burlas de ellos en los caminos y en sus casas o toldos, apareciéndoseles en figuras varias y tirándoles de la ropa. Pero dicen todos que después que han empezado a bautizarse y a poner cruces en varias partes no ven nada de esto." Y más adelante manifiesta nuevamente la importancia de la cruz en la vanguardia misionera: "Y a mi me dijeron (...) que desde que yo envíe, el año pasado, aquel fiscal por delante y les envié a sus tierras una cruz por señal y aviso de que había de venir sacerdote a estas tierras, desde entonces (...) se ha librado toda esa tierra de muchas enfermedades y trabajos, con que el demonio los apuraba." (11)

El P. Sepp, misionero del Paraguay, describe el caso de una india a quien una aparición de la Virgen le hizo acuchillarse a sí misma. Después de haberle preguntado la causa del hecho, la indígena le contestó:

"Padre, la Madre Dolorosa me lo ordenó (…) la Madre de Dios me dijo: ‘Así como me herí yo misma y atravesé voluntariamente mi Inmaculado Corazón, así debes tú, hija mía, tomar tu cuchillo y abrirte el pecho, la puerta que encierra tu alma.’ ¿Cómo no iba a obedecer tan divina orden?" A lo que el clérigo respondió: "¡Oh, hija mía, como te has equivocado! El espíritu de las tinieblas se transformó en ángel luminoso para confundirte la mente con la imagen de la Dolorosa. (12)

La importancia de la intercesión de la Virgen Madre de Dios como signo y símbolo de la lucha contra el demonio es incontestable. De hecho, las imágenes de Nuestra Señora (la chiñura española como la llamaron los naturales) eran el primer objetivo en el ataque perpetrado contra las misiones. De esta forma la Virgen era concebida por los indígenas, por la mediación de los hechiceros cómo símbolo del bien y del mal alternativamente, adjudicándole el carácter ambiguo de sus propias deidades. Al respecto es interesante el relato que la menciona como causante de una epidemia.

"Por ese tiempo corrió entre los indios del norte y los pehuenches una epidemia de disentería; y consultados los machis respondieron ser la causa de ella una señora española, que los PP. Habían llevado a Nahuelhuapi [sic], para vengar la muerte del P. Mascardi. Esto decían aludiendo a una hermosa imagen de Nuestra Señora, que los PP. habían llevado allá pocos meses antes." (13)

Comenta el P. Cayetano Bruno que insistentemente los jesuitas mencionan en sus cartas anuas la fuerza transformadora que el fervoroso culto a la Virgen llevó a los indígenas. Según el insigne historiador los jesuitas cultivaron esta devoción bajo la advocación de la Virgen de Loreto y bajo la forma de congregación o esclavitud mariana.

En las instrucciones que el P. Diego de Torres (luego misionero en Chile) daba a los primeros jesuitas del Guayra recalcaba la importancia de este culto.

"En todas las iglesias que edificaren procuren hacer capilla de Nuestra Señora de Loreto. Los indios deben aprender enseguida a saludarse diciendo: ‘Loado sea Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María su Madre’ y hasta que sepan el Rosario suyo deben hacerles repetir Oh Jesús María!, y que las digan en todas sus necesidades, y traigan los rosarios al cuello..." (14)

El mismo Mascardi, al terminar su precitada Carta Relación expresa la importancia de la Virgen para el desarrollo de la misión:

"Esta es, Padres míos, la primera cosecha y primicias de esta cristiandad, que todos se deben al particular patrocinio y asistencia de la Virgen Santísima Nuestra Señora, a quien desde Chiloé, con solemne procesión, escogí por patrona de esta misión y siempre me asiste y acompaña con su imagen (...) ahora la llamamos Nuestra Señora de los Poyas." (15)

Por otro lado, los sacramentos fueron (y son) importantes armas para los misioneros en la doble cuestión de la conversión de los naturales y el extrañamiento del diablo de las tierras misionales. En este sentido es común afirmar que una confesión realizada a conciencia es mucho más fuerte que las bendiciones exorcistas. Pero son efectivamente los sacramentales los que ayudan, perfeccionan y santifican los elementos necesarios para el culto divino. Así, son sacramentales el aceite, el agua, el rosario, etc. Pero el más importante y utilizado fue el del exorcismo, incorporado también en el rito del bautismo, pero realizado en muchas ocasiones como ritual separado.

Si bien no hay datos que permitan aceptar la existencia de exorcismos en la misión del Nahuel Huapi las fuentes mencionan a Mascardi en la realización de este rito durante su actividad en otros establecimientos de la Araucanía.

Señala Furlong cómo el jesuita se encontró en la misión de Buena Esperanza [Chile] con una anciana considerada hechicera y que, por ende, había hecho pacto con el diablo. En el relato se visualiza el recelo misionero ante la posibilidad de brindar los sacramentos a los hechiceros, al menos antes de comprobar y asegurarse la intención fehaciente de conversión.

"Otra vieja le deparó Dios envejecida en mayores pecados, porque era hechicera y tenía pacto con el demonio y con su ayuda hacía cosas que admiraban a la gente por arte de magia cómo era andar sobre fuego, comer tizonas de fuego ardiente, caminar volando por el aire sin poner los pies sobre la tierra. Compadeciose el padre de verla tan engañada por el demonio y predicóla, dándole a entender los embustes de Satanás y lo que pretendía de su alma, y estando enferma, la tuvo convertida y para bautizarse [pero] por no ser la enfermedad grave al parecer, fue dilatando el bautismo, para irla instruyéndola mejor y sacarla del poder del demonio." (16)

El primer exorcismo practicado por Mascardi tuvo lugar también en la misión de Buena Esperanza. Se trataba de una india de poca edad, recién convertida, en la cual "…se había metido el demonio y le hacía salir de sí y hacer cosas sobre sus fuerzas y visajes horrendos (…) quiso [el misionero] certificarse si verdaderamente estaba endemoniada y púsole encima una reliquia de San Ignacio y al punto comenzó a hacer fieros visajes y mayores esfuerzos para soltarse." (17) Ante esto el cura procedió a las bendiciones y a la expulsión de los demonios.

En otra ocasión Mascardi realizó un exorcismo a una hechicera. En el relato que documenta el sobrenatural hecho se verifica la relación ya explicitada entre posesión diabólica y hechicería.

"Acertó por su ventura a caer enferma una desventurada india, que por ser hechicera tenía pacto con el demonio, y habitaba en su cuerpo con algunas legiones de su infernal compañía (…) dieron cuenta al Padre que luego fue a verla, y entrando en la casa comenzó a dar voces [la hechicera] y a decirle a qué venía, que se fuese de esa casa (…) y conociendo el Padre los visajes y esfuerzos que hacía, que estaba endemoniada, púsola una reliquia de Nuestro Santo Padre Ignacio en el pecho y luego el demonio huyó de aquel lugar y fuese a otro (…) salió el demonio con toda su compañía y la india sosegada y bien instruida, se bautizó y deshizo el pacto que tenía con el enemigo." (18)

Pero la fuerza del demonio era también manifestada a partir de otras estrategias. Según explican los misioneros, una de ellas fue la patológica embriaguez indígena.

"Con increíble astucia - dice Acosta en su citado De procuranda…- supo el demonio sazonar todo su culto en este Nuevo Mundo con la embriaguez, y al mismo tiempo enseñó que al darle culto a él se rindiera también homenaje a cualquier forma de embriaguez." (19)

De ahí que este jesuita presentará toda una sistematización evangelizadora para erradicar el mal de la embriaguez. Y todos los misioneros se hicieron partícipes de esta acción.

"Quise en esta huelga - dice Mascardi - ya que no había querido admitir su chicha, agasajarles de otra manera y fue dispararles de repente tres arcabuzasos, mientras estaban bebiendo. Todos se dejaron caer luego en el suelo y derramaron la chicha que tenían en las manos; y luego que pasó el susto, comenzaron a reírse unos de otros..." (20)

Lo que en verdad preocupaba a los misioneros era la relación que establecían entre embriaguez y el culto invertido a Satanás.

"En el día grande de Viernes Santo, en el que los cristianos veneramos la muerte del Salvador, por artificio de Satanás los indios celebran solemnemente y ebrios sus juegos criminales idolátricos." (21)

Por último es menester señalar que, en el marco de la guerra contra el demonio, las fuentes plantean sistemáticamente la cuestión del anti-testimonio español. No queremos aquí establecer una distinción artificial e ideológica entre laicos conquistadores y misioneros evangelizadores. La empresa indiana toda fue realizada por ambos. Cómo dice el egregio Maeztu: "Lo mismo los reyes, que los prelados, que los soldados, todos los españoles del siglo XVI parecen misioneros." (22) Pero esto no obsta el hecho de que hay que explicitar el papel jugado por las acciones antitestimoniales de muchos europeos en la evangelización americana. En el sentido que venimos discurriendo éste también es explicado como producto de la acción del diablo. Un informe para el Rey sobre el estado de las misiones en 1697 brinda una interesante imagen del obstáculo del anti-testimonio impuesto a la acción jesuita. Citamos in extenso:

"…al Rey nuestro Señor he informado del inmenso gentío de Chile y presencia de operarios para su conversión, y de las dificultades y óbices que ponen los hombres y los demonios, conjurándose todo el infierno contra todas estas pobres almas redimidas con la sangre de Cristo (...) lo cierto es que desde Vio Vio, principio de las tierras gentiles, hasta Chiloé, último término de lo descubierto, están treinta jesuitas desterrados por Cristo entre bárbaros, viviendo con las mayores incomodidades y desconsuelos que se pueden esperar (…) andan continuamente bautizando, doctrinando y sacramentando con increíble modestia, por estar los indios esparcidos (…) y con todo, perseverando constantes los jesuitas por el amor a Cristo, aunque lluevan persecuciones de los demonios y más de los hombres." (23)

La cita es significativa en tanto expresa la importancia que los misioneros daban a las acciones que los españoles presentaban a contrario de la evangelización. Pero, pese a ello, esta cuestión no hace más que valer lo sostenido en este trabajo en el sentido de que los españoles fueron tan plausibles de la acción demoníaca como los mismos naturales. Si algunos españoles manifiestan un testimonio contrario a la evangélico es porque en ellos también actúa el Maligno.

Pero es claro que en los misioneros, también objetos de la acción del Malo, la tentación es muy inferior. La misma muerte mártir de Mascardi es suficientemente expresiva a este respecto. El santo predicador es muerto a golpes de boleadoras y asaeteado como un moderno Sebastián, mientras regresaba a su misión luego de su cuarto viaje evangelizador al Estrecho de Magallanes. La acción encolerizada de los tehuelches que lo asesinan (junto a los cristianos indígenas que lo acompañaban) es un estertor más del Maligno que pretende la destrucción de aquellos que impedían la continuación de su reinado en estas tierras.

Sin embargo, y esto es esencial, lo dicho hasta ahora no obsta el hecho de que la acción del demonio se dio fundamentalmente en las culturas indígenas, dando por supuesta la precaución de establecer su enorme diversidad y la mayor predisposición de algunas culturas para comprender la Palabra.

A modo de conclusión.

Hemos intentado en este trabajo exponer en forma sucinta algunas de las circunstancias que se plantearon en el decurso de la evangelización americana con respecto a la lucha contra el Príncipe de la Tinieblas. Reiteramos que no ha sido nuestra intención hacer un balance histórico general de las vicisitudes de esta confrontación en el desenvolvimiento de la historia humana como parte inescindible del Plan de Salvación divino. Sin embargo hemos de expresar que las características de la acción diabólica, lo perverso de sus estrategias, las argucias impías y su aplicación en los humanos secuaces, no ha de ser profundamente disímil en el período que estudiamos o en cualquier otro de la historia.

Al inicio de este artículo hemos intentado dar una somera idea acerca de lo pernicioso de la interpretación ideológica que los historiadores y teólogos progresistas pretenden dar sobre el papel del diablo y lo diabólico en América. Las consecuencias de ese proceso de ideologización malintencionada se expresan en la formación de las leyendas negras.

Nos pareció importante intentar develar hasta qué punto estas leyendas negras y sus lugares comunes llegan a cualquier tópico o circunstancia de la historia americana. (24) A este respecto es innegable que no hay aspecto de nuestra historia que no esté deformado o desnaturalizado. E insistimos: la falsificación de la historia de la Iglesia o, mejor dicho, la tergiversación del decurso histórico salvífico de la Iglesia Madre y Maestra en Hispanoamérica, ha producido y produce una deformación consecuente en el resto de los aspectos de nuestra historia. Aquí también vale la sentencia de Chesterton: roto lo sobrenatural, sólo queda lo antinatural.

Pero por todo esto nos parece indispensable declarar que la cuestión del demonio no puede opacar, en la predicación y en la vida del cristiano, la Buena Nueva como realidad primera y esencial.

"La demonología - decía la Conferencia de Obispos de Toscana en un documento de 1994 - y los problemas que plantea, aunque sean graves (...) no representan un primum en una visión adulta e integral de la fe, y en el interior de un concepto correcto de la jerarquía cristiana de las verdades. El primado pertenece a Dios, a la confianza incondicional que le es debida, a su Hijo Jesús y al Espíritu Santo que El derrama en la vida de la Iglesia (...)."(25)

La importancia de esta aclaración es esencial si pensamos en la malintencionada y pletórica difusión de cuestiones vinculadas al espiritismo, el esoterismo y el satanismo expresada desde las más diversas manifestaciones de la actual cultura de masas. Y es que esa avalancha mediática sólo se comprende si se tiene presente el viejo y a la vez remozado error nominalista que le da origen: la ruptura de la concordancia entre gracia y naturaleza. Error reiterado hasta el hartazgo por las corrientes secularistas y protestantoides del pensamiento contemporáneo.

"La cultura atea del Occidente moderno - decía el cardenal Ratzinger en su Informe sobre la Fe - vive todavía gracias a la liberación del terror de los demonios que le trajo el cristianismo. Pero si esta luz redentora de Cristo se apagara, a pesar de toda su sabiduría y de toda su tecnología, el mundo volvería a caer en el terror y en la desesperación. Y ya se pueden ver signos de este retorno a las fuerzas oscuras, al tiempo que rebrotan en el mundo secularizado los cultos satánicos." (26)

Tal como señala la oración de León XIII que hace las veces de epítome de este trabajo es menester rogar por la intercesión y el auxilio del Príncipe de las milicias celestiales para que nos proteja y dé fuerzas en la dura lucha contra los espíritus inmundos que asolan la tierra. Pero esta lucha no tiene ni tendrá sentido sino está robustecida en la certeza de la Salvación y la Vida Eterna en Dios Nuestro Señor.

Sebastián Sánchez tomjo@infovia.com.ar

Notas y Bibliografía.

1- En la primera parte de este trabajo hemos indicado las diversas formas de la influencia demoníaca y es una verdad de perogrullo insistir en el hecho de que esa acción estaba y está dirigida a todos los hombres pues el Príncipe de este mundo no distingue culturas ni razas para ejercer la tentación al mal y el mal mismo.

2.- Loyola, Ignacio de. Ejercicios Espirituales, Madrid, Sal terrae, N° 325- 12° regla.

3.- Roque González de Santa Cruz. Citado por Contardo Miglioranza, Tres mártires rioplatenses. Roque González de Santa Cruz, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, Buenos Aires, Misiones Conventuales Franciscanas, 1998.

4.- Furlong, Guillermo. Entre los tehuelches de la Patagonia, Buenos Aires, San Pablo, 19743.

5.- Ruiz de Montoya, Antonio. Relación de las gracias recibidas de Nuestro Señor, en Lozano Pablo. Las misiones jesuíticas, Lumen, Bs. As. 1989.

6.- Vignati , Milcíades "Carta relación del P. Mascardi, 1670: "Antecedentes para la protoetnografía del Norte de la Patagonia": Boletín de la Academia Nacional de la Historia, 34:2 (Buenos Aires 1963).

7.- Olivares, Miguel de. Historia de la Compañía de Jesús en Chile (1593-1736). Colección de historiadores de Chile. T. VII.

8.- Cómo en el resto de las cuestiones que estamos tratando la intercesión de Nuestra Señora en la lucha contra el diablo no puede parecer exclusiva de la epopeya indiana, pues antes y después de ella es evidente la importancia de la Virgen como el verdadero sostén espiritual de los cristianos para enfrentarse con el Maligno. Al respecto nos parecen esenciales las palabras de San Luis M. Grignion de Montfort: "Dios no ha fraguado ni maquinado nunca más que una enemistad, pero ésta irreconciliable, que durará y aún crecerá hasta el fin: y es entre María, su digna Madre, y el demonio; entre los hijos y siervos de la Virgen, y los hijos y secuaces de Lucifer; de modo que el más terrible de los enemigos que Dios ha suscitada contra Satán, es María, su dulcísima Madre..." Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, Cap. I., N° 52.

9.- Mascardi. Carta relación, (1670) [Vignati, Milcíades. "Antecedentes para la protoetnografía del norte de la Patagonia". Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Bs.As.), 34:2 81963) ].

10.- Sepp, Antonio. Continuación de las labores apostólicas, Buenos Aires, Eudeba, 1973. Edición crítica de las obras del P. Sepp a cargo de Werner Hoffmann. T.II. pp.16.

11.- Mascardi. Op. Cit. p.

12.- Sepp. Op. cit. pp.17 y ss.

13.- Enrich, Francisco. Historia de la Compañía de Jesús en Chile, Barcelona, Francisco Rosal, 1891. T. I. p. 61.

14.- Bruno Cayetano. La Virgen Madre de Dios en la Historia Argentina., Córdoba, 1997.

15- Mascardi. Carta Relación. p. 504.

16.- Enrich Op. Cit. p. 101.

17- Ibid. p. 105.

18- Acosta. De Procuranda Indorum Salute. p. 563.

19.- Ibid. p. 565.

20.- Mascardi Op. cit. p. 496.

21.- Enrich. Op. Cit. p. 110.

22.- Defensa de la Hispanidad, Buenos Aires, Poblet, 1952, p.117. En otra perspectiva, menos ortodoxa, Julián Marías advierte acerca del peligro de esta interpretación: "Se está difundiendo la propensión a considerar que los religiosos eran los ‘buenos’, frente a los descubridores, exploradores y colonizadores, como los ‘malos’. La empresa de América no fue realizada por los eclesiásticos, sino por grupos de españoles seglares, bajo el patrocinio de los reyes, en una serie de proezas de increíble dificultad, heroísmo y sacrificio, con riesgo y pérdida efectiva de innumerables vidas, y con el cristianismo siempre presente, lo que supuso la permanente colaboración de religiosos y sacerdotes, pronto de los obispos." Sobre el cristianismo, Barcelona, Planeta, 1997, p.185.,

23.- Covarrubias Antonio de. Memorial dirigido a la Junta de Misiones, en: Claudio Gay, Historia física y política de Chile (París 18846), p. 275.

24- El precitado A. Caponnetto ha escrito mucho y bien sobre la temática general que nos ocupa. Particularmente recomendamos su trabajo sobre los lugares comunes de la leyendas negras en el cual, al mejor estilo de Bloy, se esmera por echar luz sobre esas falsificaciones.

25- Conferencia de Obispos de Toscana, Carta Pastoral Magia y Demonios del 15 de Abril de 1994, Buenos Aires, Paulinas, 1996.

26- Joseph, Cardenal Ratzinger, Informe sobre la Fe, BAC, p.153, citado por Carmelo Palumbo, Demonología, Espiritismo y Sectas, Bs. As., CIES, 1990.



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