Si naciste en España después de 1985 eres un superviviente con suerte

Uno de cada tres niños concebidos es asesinado con la complicidad del Estado, de sus Gobiernos, de su Parlamento... y con tu dinero

Portada revista 53

El poder de la presión y la desnaturalización de la función legislativa Indice de Revistas Editorial

ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

¿Para qué?

Al celebrar los cinco años de Arbil en la red uno de los fundadores de la inciativa nos da algunas claves de por qué es necesario, a pesar de las dificultades e incomodidades , "plantar cara"  al Discurso Cultural Domominante,  a su dictadura ideológica uniformizante y a las consecuencias sociales descivilizadoras que tiene.

Han pasado ya 5 años desde que comenzó a publicarse "ARBIL, anotaciones de pensamiento y crítica" y se han editado en la red más de 50 números de la revista, todo un hito para una publicación sin trasfondo crematístico. Celebramos el evento aportando materialidad al proyecto electrónico y queremos asimismo aprovechar la circunstancia para recapitular, reconsiderar, revitalizar y relanzar nuestra justa, contestándonos a ese "¿para qué?", con el que nos han interpelado tantas veces, renovando así también los propósitos que formulamos en su día.

Seguro, decíamos, que en múltiples ocasiones, alguien os habrá formulado un envite con sobrada ironía y escasa rectitud de intención, preguntando ¿Para qué?: "¿Para qué dedicas tu tiempo de ocio, de sueño, tus recursos económicos, intelectuales, tu consideración laboral… en un empeño aparentemente inútil? ¿Quién va a escucharos?" Y coincide el envite personal con una encomienda global: la de S.S. Juan Pablo II llamando a emprender el nuevo milenio con un espíritu renovado y coincide también con la concurrencia desde la red de proyectos, movimientos y personas fabulosas que no se conforman con la hegemonía materialista y apuntan mucho más alto. Ni mucho menos somos los únicos, y juntos todos con una honda en la mano y el corazón remecido de esperanza, hemos aunado fuerzas y conciliado empeños y proyectos.

Querría que estas palabras no quedasen en una contemplación narcisista ni en un lamento inútil y exasperado. Ojalá sirvieran para que alrededor de los principios que propugnamos, se consolidasen tantos actos de esperanza como personas estamos y provocasen los correspectivos ejercicios de introspección que nos permitieran la perseverancia o, en su caso, el cambio.

Si yo nunca me hubiera quedado con la duda tras la famosa pregunta acerca de la utilidad de todo esto, creo que obviaría el repaso de los seis principios asumidos como valores nuestros, de los seis objetos de nuestra porfiada defensa; pero he de confesaros que en alguna ocasión he titubeado, y espero que me permitáis refrescarlos, sin ánimo de fundamentar lo que todos tenemos muy claro. Al revisarlos de nuevo, quizá nos evoquen un baluarte levantado piedra a piedra, que por alcanzar una dimensión trascendente, aunque quedara exento de resultados visibles, merecería per se el empeño y recibiría en otra cuenta muy principal, el abono de una recompensa inefable.

1. La vida, el primero de nuestros valores

Han pasado más de 16 años desde la ley de despenalización del aborto y más de medio millón de niños indefensos han recibido la caricia materna de la legra, con la dedicatoria de quien la ratificó y la aquiescencia activa de todos los gobiernos que desde el 85 han sido. La plaga occisiva y homicida del aborto, edulcorada con eufemismos, y mentiras ha arrasado una población de niños non natos equivalente a Zaragoza. Una tragedia de estas dimensiones y el propio contexto, puede provocarnos distintas sensaciones: impotencia, desesperanza, exasperación o bien un auténtico revulsivo para la lucha y la esperanza:

· Si acabamos de presenciar un vídeo, una foto, un testimonio desgarrado, todos nos habremos preguntado alguna vez, anegados en dolor, con un nudo en la garganta y la voz de la conciencia enronquecida por el llanto mudo, si hemos hecho suficiente.

· Otras veces, mirando hacia atrás, habremos creído que perdimos miserablemente el tiempo, que todo sigue igual o que a pesar del esfuerzo, las cosas han degenerado aún más.

· Algunos, de jóvenes incluso habríamos podido elucubrar ideas expeditivas que trascendieran el ámbito de la argumentación.

· Pero todos nos hemos alineado al fin, en la pugna ideológica, porque la palabra adecuada en el momento oportuno, llega al corazón y por muchas capas que lo envuelvan, esta víscera indolente y sin latido permanece en el pecho de ignorantes y desalmados, con ánimo de llegar a recuperar el ritmo, hasta el preciso instante en el que termine su tiempo de merecer. De persona a persona, de corazón a corazón, renunciando a la embriaguez de la estadística, habremos sentido nuestro propio pálpito, con la fuerza de irrigar vida desbordante a un mundo "que yace en sombra de muerte", a un mundo que ha erigido el buitre carroñero como blasón y sólo tiene a bien la vida en cuanto a soporte para la demanda o en cuanto a garante en la postrera percepción de haberes sociales

Sólo con que un niño haya salvado la vida, merecen la pena toda la tinta, los millones de correos enviados, los desvelos internáuticos del atardecer a la alborada, los kilómetros y las aportaciones que entre todos vosotros habéis dedicado. Y sólo con que uno de los mayores haya desistido en un remoto propósito criminal o haya suscrito una póliza para salvaguarda de su vida sobrenatural, merecería la pena continuar en la brecha hasta el último aliento de cada uno de estos labios que saben cantar a la vida y levantar firmes denuncias contra los emisarios de la muerte.

Dos filosofías se debaten en el terreno de las ideas, aunque hayamos adolecido hasta hoy de una desgraciada hegemonía: por un lado la filosofía de la muerte con amplio predicamento en sus diversos matices progresistas o moderado-vergonzantes y por otro lado, la filosofía de la vida, sin representación alguna en los poderes públicos, que defiende la dignidad de la persona desde la concepción hasta la muerte natural.

Sabemos que con una noche tan cerrada valoraremos más el alba que llega, porque tanto por Ley Natural como por disposición de la Providencia es imposible que perdure un credo que abre la veda respecto al que llega y respecto al que se está yendo, porque aunque un no nacido, personalmente no interese, estadísticamente y en conjunto conviene al "ecosistema". Por otro lado, el que sea un poco previsor, comprenderá que con el paso de los años él mismo será uno de los ancianos o enfermos terminales que clama por extinguir. Así pues, afiancemos la Esperanza y el optimismo que es resultado de aquélla, porque en el campo de la defensa de la vida no parece que sea el nuestro un esfuerzo baldío. Mantengamos la lumbre y proyectemos nuestra voz con fuerza para que el tronco fangoso de nuestra sociedad acabe resecándose, y pueda prender intensamente la llama de la dignidad, de la justicia y de la recta conciencia.


2. La familia, el segundo de nuestros valores

Recuerdo, hace no mucho (10 ó 15 años) la vehemencia de nuestro discurso en esta materia, la defensa de la familia en la única modalidad posible entre personas humanas del planeta Tierra, tanto fuera en un café, en una clase, en una carta al director… Y no es que quiera vindicar el arrebato de la primera juventud, sino que me sorprende el efecto sedante (al menos sobre nuestra firmeza expositiva) de lo que yo llamo el virus de la "aberración de rostro humano". No nos llegará, es cierto, el discurso comunal, antisocial, de oposición frontal a la familia pero sí esas sutiles demandas de respeto, equiparación, tolerancia y ayuda para rescatar de la marginación a sujetos con diferentes "decisiones de compromiso" e incluso diferentes "preferencias sexuales".

También puede que nos hayamos desentendido de la grave dejación por parte del Estado y de los gobiernos, en su obligación de tutela de la institución familiar (maniobras de imagen -como el "Plan Integral del Apoyo a la Familia"- aparte). Puede ser que no hayamos opuesto suficiente resistencia al abandono al que se viene relegando la familia en los Presupuestos Generales del Estado, en contraste con las campañas contraceptivas, con el asociacionismo chabacano, la financiación a las instancias de representación política (alumbradas a la conveniencia no del individuo sino de providentes y potentados Demiurgos de primera fila), y en general, relegándola respecto a todo lo que lejos de integrar disgrega. De esta manera, las apodícticas lecciones a la plebe llegarán por su conducto mediático-reglamentario y no desde una instancia natural, autónoma y con criterio propio que haga peligrar la hegemonía totalitaria de un mismo credo sostenido con el turnismo en matices insustanciales.

Para desactivar la programación totalitaria del individuo, deberemos organizar grupos de presión, hablar en nuestro entorno, quejarnos a los que deciden, llamar a las cosas por su nombre, escribir a los medios de comunicación, boicotear las empresas de la Cultura de la Muerte y sobre todo… confiar. De hecho, la Providencia nos va repartiendo triunfos, para que juguemos bien la mano, con una potente herramienta que casi equipara al potentado y al indigente en el momento de transmitir opinión, agrupar a los afines, acceder a los medios… Me refiero a Internet. Sin embargo lo que Internet no confiere, es la esperanza y sin ella todo sería estéril aparato.

Propongámonos escribir y reprobar desmanes siendo misericordes con el que yerra pero inflexibles con el error. Cada uno con su estilo, pero llamando a las cosas por su nombre. Por si acaso nos vamos a emplear con ironía, ahí van algunas sugerencias:
· En vez de "ambientes gay", llamémosles "círculos de la aberración"
· En vez de "programas atrevidos para la juventud", "series del proxenetismo televisivo"
· En vez de "divorcio", "pretenciosa arbitrariedad resolutoria del Estado liberal".
· En lugar de "métodos profilácticos", "inmundicia afectiva y suciedad mental"
· En lugar de "preservativo", "transparente disfraz de eunuco"
· En lugar de "registros de parejas de hecho", las "listas de la esquizofrenia registral"


3. La educación, el tercero de nuestros valores

Este ha sido el paracaídas que no se abrió cuando al enfrentarnos con los sofismas y los cantos de sirena, tiramos de la anilla. Ha fallado una formación que cimentase la verdadera libertad personal, que diera a conocer nuestra propia naturaleza y lo que le es de exigitiva y de emanativa conveniencia, que fomentase la honradez antes que el éxito, la honestidad antes que el deleite, la verdad histórica y personal en lugar de la conocida máxima maquiavélica, una formación que nos acercase al que todo nos lo ha dado gratis y busca nuestra correspondencia para otorgarnos la alegría presente y la Felicidad postrera (mientras la gente a cambio de unos euros, suspira por cada pequeña satisfacción pasajera).

Para que esto se entienda en las altas instancias, aún les queda a los padres, un buen tiempo de insistir, demostrando que no van a eximirse de sus obligaciones, de reclamar contra ciertos libros o despropósitos docentes, de participar activamente en los centros educativos y de insistir a la prensa y a los poderes públicos:
- en que los responsables de la educación son los padres, y el Estado debe atenderla de una forma subsidiaria
- en que la sexualidad no es una atracción de feria ni una fontanería biológica
- en que la Universidad no sea institución politizada
- y en que cada instrucción y modelo de conducta envenenado que se transmita por antena, ley orgánica o libro de texto, va a provocar un grave escándalo social.


4. La dignificación del trabajo, el cuarto de nuestros valores

Hoy por hoy, insistir en la responsabilidad, parece una rémora atávica en contra de los derechos del hombre pero la irresponsabilidad de una parte, es la transgresión de los derechos de la otra y este es el idioma estrábico que se habla en el seno de la empresa. La elusión de la responsabilidad, se justifica para una parte "por la propia dinámica del mundo de los negocios" y para la otra por la "inermidad del asalariado ante la inhumanidad de la Compañía". En el terreno laboral, para exigir una tarea o para tomar determinaciones como despedir a un trabajador o acudir a la huelga, lo habitual es apelar a la norma legal, a la fuerza o a los tribunales; la deontología y la justicia están desterradas y cuando alguien las sugiere, suenan a película de Walt Disney.

Si unos y otros convienen la deshumanización, el trabajo se animaliza, enrarece las relaciones familiares y de la referencia a la norma, pasamos automáticamente a la fuerza o al menos a los tribunales.

En el trabajo, podemos desarrollar capacidades que hemos cultivado, cumplir con justicia y con generosidad para con la empresa, revertir a la sociedad la formación que hemos recibido, ayudar a personas que necesitan de nosotros y conseguir beneficios personales de órdenes muy diversos.

El llegar a los objetivos expuestos o vivir 8 horas al día encerrados en la cárcel más lúgubre y tenebrosa, depende una vez más de nuestra coherencia, de la interacción en el seno de la empresa y de la presión sobre ejecutivo y el legislativo para que las disposiciones laborales tengan impronta social, sean justas, garanticen ciertas contingencias y propicien la inversión y la creación de empleo.


5. La unidad de la Patria, el quinto de nuestros valores

¿Quién tiraría a la basura un millonario legado familiar? ¿Quién se olvidaría, avergonzaría o incluso ridiculizaría al padrino rico que usó el patrimonio con mesura para "poner en casa" a su querido ahijado al abandonar este mundo?

Si matizamos que el legado va en especie, que es un legado de Fe, de lenguas, de arte, de ciencia, de historia y valores, y que los padrinos han sido incontables generaciones, aunque sea un legado más valioso que todos los botes de la primitiva juntos, para una gran cantidad de españoles vale menos que una peseta en el 2003, preferirían ser preteridos, y en todo caso no aceptan tamaña fortuna ni a beneficio de inventario.

Estamos ante una instancia natural de socialización, ante un arraigo que no interesa a las conveniencias pueblerinas y a los acomplejados raciales, ni tampoco a las ínfulas globalizantes que diluyen la esencia cautivadora en una corriente insípida sin origen y sin destino.

En medio, entre pueblerinos y cosmopolitas exacerbados, tenemos al Estado que debería velar por la Nación y sus ciudadanos, pero que se ensaña con el niño no nacido, que margina a la familia y que se deja apresar como rehén por una horda de criminales que cuando se ven efectivamente acorralados por una fuerza superior, se entregan o incluso realizan deposiciones de urgencia.

Pues bien, también en este caso tenemos abierta la esperanza; a pesar de las fuerzas que tiran hacia arriba y hacia abajo del tronco social, a pesar de los deletéreos hachazos de las hordas criminales, a pesar de la receptación de los frutos del crimen por parte de los racistas de don Sabino, si empujamos levemente de las ramas atrapadas entre la maleza, volverán con determinación a su posición natural pues llevan ya tiempo apartadas de ella. Hace falta tener esperanza para empujar "la rama" pero no pasará mucho, antes de que el estado asuma su papel en el establecimiento del orden y en la administración de la justicia.


6. La regeneración social y material, el sexto de nuestros valores

Escándalos políticos, escándalos financieros, escándalos familiares, doctrinales… Más que escándalos deberíamos eliminar connotaciones y hablar de noticias políticas, financieras, etc. porque muchas de éstas llegan a ser para ciertos sectores, paradigmas de conducta, demostraciones de arte, pericia y capacidad intelectual.

La forma más conveniente, sería comenzar por la educación para que estas conductas llegasen a ser mal vistas; pero en el entretanto habrá que administrar a esta sociedad una buena inyección de honor, que regenere los tejidos necrosados y que otorgue al cuerpo social un aire de lozanía y sanidad.

Evitando las sobredosis, poco a poco, podríamos ir explicando que las administraciones públicas no son ubres para que todos chupen sino instancias de servicio al ciudadano, que los cargos públicos no son la lotería del Niño, ni los fondos reservados son el botín de Alí Babá, que los activos financieros no son un pretexto para que los ingenuos ingresen en la cuenta del director de la agencia de valores, que la familia es monógama y que en todo caso la empleada de hogar no forma parte del harén. Y en fin, todos esos imperativos de la decencia que parecen enervarse por mor del chalecito en la sierra o de ese tan merecido deleite.

A la vista de los 6 puntos sólo nos queda reconocer que somos unos privilegiados. Somos unos privilegiados porque el nuestro no es un afán anodino como tantos, porque nos hemos comprometido en la defensa de un blasón sagrado de seis cuarteles, somos unos privilegiados porque nos ha tocado vivir tiempos en los que por tener que luchar, es más fácil merecer y más patente la conquista, somos unos privilegiados porque nuestra mediocridad ha de tornar necesariamente coraje para sobrevivir al embate contumaz de un gran ejército de ignorantes, fantasmas, cuya vida y cuya libertad por si fuera poco, hemos de ganar sin habérselas quitado.

Jesús Terreros



El poder de la presión y la desnaturalización de la función legislativa Portada revista 53 Editorial

Cartas al director, sugerencias y colaboraciones

Buzon Pulse aquí para enviar correo



"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil

La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición de la gente siempre bajo los criterios de buena fe y citando su origen.