Deuda de gratitud .

Como resumen de los sentimientos que quieren expresar los grandes pensadores, pero también las personas normales, interesados en la búsqueda de la Verdad y del servicio a la comunidad, cerramos con este expresivo artículo, un incompletísimo , por apresurado, suplemento.

Aún no acabo de creerme que Gonzalo Fernández de la Mora ha muerto. Su desbordante vitalidad, enraizada en lo más noble y hondo de su ser, ha dado frutos auténticamente egregios.

Gonzalo Fernández de la Mora es una de las máximas figuras de las letras hispanas a lo largo de más de medio siglo, dejando huellas que no se podrán desvanecer. Su formación intelectual es superior a la de la mayoría de los mejores escritores de su tiempo dentro y fuera de España. En la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas ha quedado el inequívoco testimonio de una extraordinaria capacidad filosófica no encerrada en sí misma, sino abierta y sensible a las instancias de los saberes históricos, jurídicos, económicos y biológicos.

Mi deuda de gratitud con Gonzalo Fernández de la Mora no se limita al plano de los intereses literarios y científicos. Fue uno de mis amigos más exigentes y leales y le debo un constante estímulo en mi propia labor profesional.

En el campo de la política, las ideas y los hechos de Gonzalo Fernández de la Mora han tenido una lucidez y una honradez ejemplares, siempre al servicio de su fervoroso, inquebrantable amor a nuestra España.


Antonio Millán-Puelles.

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