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CARTAS

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Revista Arbil nº 73

Carta al candidato 56

por Luis María Sandoval Pinillos

introducción


Sr. D. Juan José García Ferrer
Candidato número 56 en la lista del Partido Popular a las elecciones de la Comunidad Autónoma de Madrid

Madrid, 25 de septiembre de 2003

Estimado señor:

No tengo el gusto de conocerle personalmente, pero presumo que se trata de una persona honorable, que desea servir al bien común de los habitantes de nuestra comunidad, y que será muy particularmente receptivo a la opinión de sus posibles votantes por las circunstancias de su posición en la lista, por lo que le considero mi mejor interlocutor para hacer llegar mi sentir a su partido entero.

Todos sabemos en Madrid, que hace cinco meses se quedó usted al borde de ser elegido, y si no hubiera sido por los problemas internos del PSOE la suma de diputados de éste e Izquierda Unida hubiera gobernado la comunidad.

De los últimos votos que se obtengan en octubre dependerá el que salga elegido usted y su partido forme gobierno, o que sus compañeros de partido se queden en la oposición y usted no llegue tampoco esta vez a alcanzar los honores y las ventajas de ser parlamentario. Unos pocos votos pueden marcar la diferencia en la suerte de su partido (que perdería el gobierno para los próximos cuatro años cuanto menos, aparte del efecto previsible de tal resultado en las inmediatas elecciones generales) y para usted, que no puede saber si repetirá por tercera vez designación para éste o superior puesto en sus listas. Por eso le estimo sensible a transmitir los intereses del último de sus posibles votantes.

Estoy satisfecho con muchas medidas del Partido Popular en sus años de gobierno en Madrid y en España. En particular, aplaudo y respaldo su política de firmeza frente al nacionalismo vasco y frente a Marruecos, como estimo su política presupuestaria, y me satisfacen las estupendas obras públicas realizadas en Madrid. Y desearía que esas políticas se continuaran.

Pese a lo cual no voy a votar al Partido Popular ni a usted. Votaré a la Comunión Tradicionalista Carlista o a Familia y Vida, votaré blanco o nulo, o no votaré. Pero mi voto, y el de algunos pocos más, que pueden ser decisivos para el PP de Madrid y para usted, no lo tendrán.

Como católico, y de acuerdo con un reciente documento vaticano sobre la responsabilidad de los fieles -representantes y votantes- en la vida política (1), estoy dispuesto a hacer pesar mi voto a favor de los intereses de la vida y la familia que ustedes desprecian cada vez más desde que gobiernan España y la comunidad de Madrid.

En España, el aborto legalizado por la mayoría del PSOE y con la oposición en su momento del PP, se ha incrementado anualmente desde que gobiernan ustedes, además de legalizar por propia iniciativa la píldora abortiva o 'del día después'. Todos sabemos, además, que ese crimen legal, cuya cuarta parte del total español se perpetra en Madrid, adolece además de fraude de ley, como demostró el reportaje de una revista madrileña (2), que no fue ni refutado ni investigado por la fiscalía.

Respecto a la familia, durante su mandato se ha producido el avance aberrante (que llega a la contradicción in terminis) de la concesión de estatus jurídico a las situaciones de hecho que deliberadamente se establecen al margen del muy laxo derecho vigente en materia de matrimonio civil y divorcio. Sabemos que en la Asamblea de Madrid se paralizó la homologación de las parejas homosexuales al matrimonio, pero sólo hasta que pasaran estas elecciones.

Buena parte de los electores del PP es católica y está muy descontenta de que sus electos, muchos de los cuales se dicen también católicos (pero católicos que están por encima de las enseñanzas pontificias y de la Ley de Dios, porque son políticos), manifiesten tan sólo pequeñas diferencias de grado y ritmo con la izquierda en esta materia. Una y otra vez se ha obtenido el voto útil de esos católicos para el PP, como mal menor y para evitar que triunfe la izquierda, que por principio respalda la cultura de la muerte antifamiliar. Pero el sentir católico de esos votantes no obtiene nunca nada a cambio.

A la vista de esa ya larga experiencia, que perpetúa y acrecienta el mal sin perspectivas de revertirlo, ante la reciente admonición pontificia, tan concreta, y a la vista de que las izquierdas poco más pueden traernos que no hayan mantenido ustedes o vayan a introducir lentamente (pienso en la suerte de los embriones congelados y demás problemas bioéticos e incluso la eutanasia), entiendo que los votantes católicos debemos cambiar de estrategia:

Nuestra conciencia nos exige ser coherentes aunque debamos pagar un precio por ello, para demostrar ante Dios y los hombres nuestra rectitud de intención. Estoy dispuesto a no votarles aun a costa de que triunfe la izquierda, que cede ante el PNV y Marruecos, con dolerme enormemente ambas cosas. Y estoy dispuesto a difundir mi postura de modo entusiasta y voluntario, como corresponde a un imperativo moral, entre mis parientes, conocidos y todos los hermanos en la Fe.

Conocemos las raíces materialistas de la ética izquierdista, pero desconocemos en qué consista la ética centro-progresista; muy posiblemente se caracterice por no tener raíces ni principios. En consecuencia no nos molestaremos en argumentar que los legisladores abortistas alcanzan un mayor nivel de iniquidad que los legisladores racistas, pues mientras éstos discriminan a los que tienen por extraños, los abortistas condenan a muerte a los propios... hijos.

No. Para tratar a los centro-progresistas sólo parece aplicable la parábola de Nuestro Señor de la viuda y el juez inicuo, que terminó haciendo justicia, pero no por conciencia sino por interés (3).

Cuanto antes pierdan nuestros votos, y con ellos los puestos de gobierno (o no alcancen su escaño por unas docenas de votos) antes se interesarán por satisfacer nuestras exigencias para la siguiente elección. De esa manera, antes se satisfarán nuestras conciencias, las víctimas del aborto se salvarán, por lo menos en gran parte, y los políticos centro-progresistas alcanzarán escaños y carteras, sin mayores problemas de conciencia obrando a favor de la familia y de la vida que en contra. ¿No será eso ganancia de todos?

Puede pensarse que la postura que indico no tendrá fuerza decisiva. Yo estoy seguro de que no la tiene, ni la tendrá... de momento. Pero una de las falacias del voto útil es que haya de ser instantáneamente útil. Y a los políticos les convendrá reflexionar sobre el creciente peso del voto religioso y pro-vida en Estados Unidos. Si el PP cree que puede proseguir su marcha indefinida a la izquierda moderada se encontrará con la aparición de partidos -espero que en plural, para preservar la pluralidad en lo opinable- que liberen a la parte cautiva de su electorado, les imponga al PP un techo, y, vista la animadversión implacable de las izquierdas, les fuerce a pactar con los nuevos partidos concesiones en estas materias para evitar su marginación permanente de cualquier grado de gobierno.

Lamento que sea usted el destinatario personal de esta misiva tan fuerte, pero más dureza merecería la prolongada complicidad de su partido con males gravísimos en estas dos materias. Y desde su delicado puesto le creo poseedor de los únicos oídos en el PP dispuestos a sopesar la incidencia de la rebelión de los votantes católicos que deseamos ser coherentes.

Nada me gustaría más sino que se sintiera usted interesado en convocar personalmente a grupos e individuos católicos para pulsar una opinión que puede ser decisiva para su suerte individual y colectiva.

Le saluda, muy atentamente,

Luis María Sandoval Pinillos
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Luis María Sandoval Pinillos

Notas

1)

2)

3) Evangelio de San Lucas, 18,2-5.

 


Revista Arbil nº 73

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