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La batalla de George W. Bush en defensa del matrimonio natural y cristiano

por Ángel Expósito Correa

“Si queremos impedir que el significado del matrimonio cambie para siempre, nuestro país tiene que adoptar una enmienda constitucional para proteger el matrimonio en América. Hoy solicito al Congreso aprobar cuanto antes, y enviarlo a los estados para su ratificación, una enmienda a nuestra Constitución que defina y proteja el matrimonio como unión de un hombre y una mujer” (George Bush, 24-02-2004)

Una de las pruebas más evidentes de la sumisión de los católicos a la seudocultura relativista y de izquierdas imperante la tenemos en la manera en cómo buena parte del mundo católico, sobre todo europeo, juzga la presidencia de George W. Bush. Al respecto, léamos juntos un interesantísimo artículo publicado en la revista de apologética católica italiana “Il Timone”: “Si queremos impedir que el significado del matrimonio cambie para siempre, nuestro país tiene que adoptar una enmienda constitucional para proteger el matrimonio en América. Hoy solicito al Congreso aprobar cuanto antes, y enviarlo a los estados para su ratificación, una enmienda a nuestra Constitución que defina y proteja el matrimonio como unión de un hombre y una mujer”.

 

Es el pasaje decisivo del solemne discurso pronunciado por el presidente americano George W. Bush el 24 de febrero desde la sala Roosevelt de la Casa Blanca.

 

“Es un mensaje ciertamente no inesperado: desde hace meses Bush insiste en la sacralidad del matrimonio y de la hipótesis de una enmienda constitucional ad hoc también había hablado en enero en el Discurso sobre el Estado de la Unión, el mensaje más importante de los presidentes de los EE.UU. que es pronunciado al comienzo de cada año ante el congreso unido.

 

“Sin embargo la decisión de Bush es explosiva, y no sólo porque cae en el año de las elecciones presidenciales, sino porque entra en el meollo de un combate decisivo para el futuro de los Estados Unidos y de Occidente. Afirmar – como han hecho algunos – que se trata de un gesto electoral para granjearse el consenso de la “derecha religiosa” es por lo tanto un juicio extremadamente reductivo que no hace justicia a la verdad. Y, dicho sea de paso, la referencia maliciosa a la “derecha religiosa” (sinónimo obviamente de agregación negativa y enemiga de la “verdadera fe”), parece hecha a propósito para pacificar las conciencias de tantos católicos que se sienten incómodos con éste Bush tan próximo a las posturas católicas cuando en cambio prefieren presentarlo como el “diablo” que quiere la guerra y amenaza el ambiente.

 

“”Bush rehén de la derecha religiosa”, por tanto, es una manera de hablar mal de Bush incluso cuando apoya posturas que los católicos deberían compartir. Además los lobbies más poderosos y ricos son otros, empezando por gays y lesbianas, que de hecho han desencadenado una auténtica guerra contra el presidente. Es importante destacar en efecto que la razón por la cual Bush solicita una enmienda constitucional es el hecho que estos lobbies están tratando de destruir la legislación americana – que ya afirma claramente que el matrimonio se da sólo entre hombre y mujer – por vía judicial. Lo ha dicho claramente el mismo presidente ya en el Discurso sobre el Estado de la Unión, donde ha recordado antes que nada que existe una ley federal – la Defense Marriage Act – aprobada por el Congreso durante la presidencia Clinton, que defiende el matrimonio “como unión de un hombre y una mujer” y que explícitamente prohíbe a cada uno de los estados redefinir el matrimonio.

 

“Sin embargo – ha dicho Bush ante el Congreso – hay jueces activistas que han comenzado a redefinir el matrimonio a golpes de sentencias, con desprecio de la voluntad del pueblo y de sus legítimos representantes. Sobre una cuestión de consecuencias tan graves la voz del pueblo debe ser escuchada. Si los jueces insisten en imponer su arbitraria voluntad por encima de la del pueblo, la única alternativa que le queda al pueblo es la de recurrir al proceso constitucional”.

 

“La referencia guarda relación con la situación que se creó en Massachusetts (el estado de su probable opositor John Kerry) y en California. Hay, por lo tanto, en esta batalla una implicancia institucional, con las acostumbradas minorías que se sienten “iluminadas” y por ende en la obligación de imponer a todos la sociedad que consideran justa.

 

“Que se pueda llegar a aprobar una enmienda constitucional no está nada claro, dada la complejidad del proceso y los números necesarios (los 2/3 del Congreso y los 4/5 de los estados), pero la señal política es de todas formas importantísima. También porque Bush está librando la batalla por la familia (y por el derecho a la vida) desde el primer momento de su presidencia. Y sus motivaciones son las más laicas que se pueda imaginar, aunque en el Discurso sobre el Estado de la Unión ha hablado claramente de la «santidad del matrimonio» que «nuestra nación debe defender”. Bush en efecto considera que la permanencia de la grandeza de América dependa de lo fuerte que será la institución familiar.

 

Por ello ha presentado un programa para favorecer el crecimiento de “familias sanas”. Ya se ha aplicado a fondo para efectuar recortes fiscales, pero sobre todo ha puesto a punto un plan por 1.500 millones de dólares para ayudar a las parejas a construir “matrimonios estables”. Consciente que no se trata sólo de una cuestión económica, sino también y sobre todo cultural, Bush ya en el 2003 había instituido una “Semana para la protección del matrimonio” del 12 al 18 de octubre, con el objetivo de “apoyar la institución del matrimonio ayudando a las parejas a construir matrimonios duraderos y a ser buenos padres”. En la proclamación solemne de la “Semana”, el presidente americano recuerda asimismo como las investigaciones demuestren que, “en media los niños crecidos en familias estables guiadas por padres casados crecen mucho mejor que no aquéllos crecidos en otras situaciones familiares”. Es decir: tienen mejores resultados en el colegio, y por lo tanto en la vida (y de esta forma ayudan al progreso y al desarrollo del país); están menos sometidos a desviaciones sociales (lo cual significa menos criminalidad y menos gastos para la asistencia social).

 

En pocas palabras, con familias estables gana toda la sociedad. Y también los particulares: «Apoyando familias estables y una educación responsable, mi Administración tiene la certeza que asegura que todo niño pueda crecer en una casa segura y acogedora». No debe, por lo tanto, sorprendernos que en América los grupos pro-vida y pro-familia se hayan ya declarado a favor de la reelección de Bush. Recordemos, incidentalmente, que todos los candidatos demócratas han iniciado sus campañas visitando y apoyando a los movimientos homosexuales y a las asociaciones abortistas. Los Estados Unidos no son un país cualquiera, el prevalecer de una u otra corriente significa cambios importantes en el mundo entero. Por ello la batalla de Bush también nos interesa a nosotros: en juego están las mismas bases de nuestra sociedad» (Riccardo Cascioli, http://www.iltimone.org).

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Ángel Expósito Correa

 

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