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Di no a la constitución antieuropea, totalitaria y tiránica

El Jardín de los Ausentes: una nueva forma de manifestación

por Pilar Gutiérrez Vallejo

Esta campaña es la ocasión de que el cristiano pase a la ofensiva, pero con sus armas propias: las espirituales. Sin, por ello, envainar las armas políticas que también nos corresponden como ciudadanos de una “presunta” democracia. Porque el cristiano no es sólo un ciudadano de la Tierra, sino que pertenece también a una Nación celestial, que no tiene fronteras de tiempo y espacio, y que está en medio de nosotros

“No gritará, no vociferará...” Isaías 42:3


¿Os imagináis a Cristo y los apóstoles manifestándose delante del palacio de Pilatos... o ante el Sanedrín... reclamando sus derechos? No, ellos no los reclamaban; los ejercían... al precio hasta de su propia vida.

“Nadie me quita la vida. Soy Yo quien la da.”

Sin embargo, los que sí se manifestaron fueron los que pedían Su muerte.

¿En qué grupo hemos de estar los cristianos? ¿Cuál es nuestro estilo?

Esas son las preguntas que me hago cuando acudo a manifestaciones beligerantes y a la hora de organizar las propias. Y hoy quiero compartir algunas respuestas.

La primera de todas: Nadie nos puede quitar los derechos que Dios mismo nos ha dado: el derecho al Amor... de un Padre que lo puede TODO. Y el derecho más inalienable de todos: el derecho ¡a la Vida eterna! Ante esos derechos, ¿qué valor pueden tener todos los que nos venden los hombres? ...Que no son sino zanahorias agitadas ante nuestras narices como nuevas tentaciones, políticas. Una política basada en la confrontación, en la división, en el enfrentamiento, en la lucha: de clases, de generaciones, de géneros... En los Partidos, que parten las naciones. En los números, que degradan a las personas. En los votos, que usurpan el poder de la Ley Moral. Una política que nos quiere “convertir”... pero en asnos... en pos de zanahorias ficticias e inalcanzables. Eso son los famosos Derechos Humanos, zanahorias en manos de quienes han llegado al Poder pisando los derechos ajenos. Un capote al que nos llaman a entrar para torearnos en su ruedo del relativismo liberal.

¿A ese juego queremos jugar los cristianos? ¿¿Con esas armas queremos luchar?? ¿Armas de doble filo hechas para abatirnos...?

¡NO! Tenemos armas mejores, las más poderosas: la Verdad, la Justicia, la Fe, la Salvación y la Palabra de Dios. Y no luchamos solos. Tenemos un General omnipotente y un Ejército invisible a nuestro lado: la Iglesia Triunfante, la Iglesia Purgante y todos los Ángeles del Cielo. ¡Ni la OTAN! ¿¿¿Quién contra nosotros??? Pero vivimos amedrentados, enterrando nuestros Talentos para no perderlos, maquinando (cómo salir en los Medios...), contemporizando (para no perder adeptos...). Y cuando vemos que no funciona, gritando nuestra desesperación. Pero es todo lo mismo. Es vivir como esclavos del Sistema cuando somos ¡LIBRES! ....Pero nos falta ejercerlo.

Y de eso se trata, de cómo actuar en la vida pública desde nuestra propia personalidad de hombres libres, hijos de un Dios Totipotente (como se dice ahora). No como víctimas, sino como dueños de nuestro destino. Con la dignidad de hijos del Rey.

Y ¿qué tiene eso que ver con el título de este artículo? Pues tiene que ver con cómo encarnar nuestra identidad de cristianos en la lucha contra el Gran Dragón del aborto, que devora a los niños como antaño a las doncellas. Tiene que ver con la clase de artillería de que disponemos y con la estrategia a seguir. EL JARDÍN DE LOS AUSENTES es la ocasión de usar la artillería más potente del mundo: nuestra Fe, la Verdad y la Oración, para defender la causa de los desvalidos... ¡y vencer! Como ya vencimos en el año ´98 contra todas las previsiones, que nos daban ya por vencidos en los titulares, antes incluso de la votación del 4º supuesto del aborto en el Congreso (¡así respetan su propia democracia!). Pero ganamos la batalla que nadie aún había ganado... por un voto...”el voto de la Virgen” se oía decir. Ellos lucharon a nuestro lado, dando instrucciones, voluntarios y ¡hasta dinero! (cosa rara en Ellos, que detestan el dinero, pero que también envían cuando hace falta).

Decía Santa Teresa que en tiempos recios hacía falta una Fe recia. Estos son tiempos muy recios (más aún que los suyos) y los cristianos debemos serlo igualmente. Y también nuestras campañas. Esta lo es: ataca al monstruo en TODOS los frentes: el preventivo, el paliativo y curativo, el político, el social y el más importante: el espiritual. Esta campaña tiene unos intercesores muy poderosos: las víctimas del aborto. Esta campaña está hecha en el Cielo y a imagen del Cielo, para que “se haga Su Voluntad así en la Tierra como en el Cielo”. Para que también aquí estén presentes los Ausentes de la Tierra, que viven en el Cielo eternamente. Para que, por nuestra mediación, ellos puedan librar de la muerte espiritual a sus madres, a sus padres, a sus verdugos, y a toda una sociedad cómplice y apática. Para que su muerte no haya sido en vano. Ellos nos necesitan en la Tierra como nosotros les necesitamos en el Cielo... ¡para vencer! Y juntos podemos.

Esta campaña es la ocasión de que el cristiano pase a la ofensiva, pero con sus armas propias: las espirituales. Sin, por ello, envainar las armas políticas que también nos corresponden como ciudadanos de una “presunta” democracia. Porque el cristiano no es sólo un ciudadano de la Tierra, sino que pertenece también a una Nación celestial, que no tiene fronteras de tiempo y espacio, y que está en medio de nosotros. Pero por nosotros. Nuestro es el deber de encarnarla. Como decía Diogneto en el s. III: “los cristianos son en el mundo como el alma es en el cuerpo”; y si el alma muere o se amordaza... si la sal se vuelve sosa.... Eso es lo que ocurre cuando nos resistimos a ser quienes somos, a usar todas nuestras fuerzas, cuando vivimos con el freno de mano echado... ¡por falta de FE! Porque aún no nos creemos de verdad que Dios es TODOPODEROSO. Porque aún no lo hemos comprobado. Porque eso se comprueba en la Cruz, en el fracaso, en la muerte. Y no nos gusta morir. Pero sin muerte ¡no hay Resurrección! ¡No hay milagros! No hay otro camino para vivir en cristiano que el de la Fe. Pero la Fe encarnada, ¡vivida! En todo. No sólo en el rato de oración, no sólo en nuestra propia vida, sino en la arena del mundo. Esta campaña es la encarnación de nuestra Fe en la arena del aborto. Y es también la encarnación de la Unidad, a la que nos llamó Cristo en su despedida. Sólo por la unidad y la fraternidad de Sus hijos podremos vencer al Dragón en la arena política.

“Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre sino contra los dominadores de este mundo tenebroso”... que están también en nuestro interior. Y para vencerlos debemos purificarnos por la caridad, la humildad y la perseverancia. Y eso se hace en comunidad. No sólo las Asociaciones pro-vida, sino TODOS. En esta batalla no sobra nadie, porque es “la máxima prioridad de la Iglesia para el s.XXI”, en palabras del Papa en el Gran Jubileo. Porque es la batalla más dura, porque tiene al enemigo dentro. Porque el aborto está en todas partes, como un cáncer en metástasis. Está incluso dentro de nuestras filas y de nosotros mismos, de nuestros NOs, de nuestras exclusiones, de nuestros favoritismos y protagonismos, de nuestros desprecios, de nuestro egoísmo, de nuestro miedo, de nuestras componendas... de nuestros pecados. Y esta batalla es “la madre de todas las batalla” porque se libra en torno al Poder Creador de Dios: destruyendo Su Creación desde su raíz.... y suplantándola, consiguientemente, por “creaciones” humanas - reproducciones, más bien. Destruyendo el valor de la vida y la dignidad de Sus criaturas, imagen y semejanza Suya. Por eso hay que restituírsela. Y eso hace EL JARDÍN DE LOS AUSENTES... ejercer la Justicia para con las víctimas principales del aborto: los niños. Pero no se queda ahí. Hay otra muerte peor: la espiritual. La muerte que sufren las otras víctimas, colaterales, del aborto: las madres (porque lo son, aunque sus hijos estén muertos... y así se sienten). Esa muerte sólo puede vencerse con la Resurrección, desde la Verdad y por la Conversión. Sólo puede vencerse con armas psico-espirituales. Son las que ofrece también EL JARDÍN DE LOS AUSENTES: una oportunidad para las madres de volver a florecer, de dejar atrás la cáscara del gusano y convertirse en mariposas. Por medio del JARDÍN y de un acto de reparación a su pequeño, pueden recibir, gratuitamente, una terapia eficaz para curarse del Síndrome Post-aborto y volver a ¡Vivir! No a sobrevivir, a tirar, a vegetar, sino a VIVIR.

Por último, EL JARDÍN DE LOS AUSENTES tiene una dimensión político-social. Es un llamamiento (no un ataque) a los políticos, también hijos de Dios y necesitados de conversión, y a toda la sociedad. Es un llamamiento a los que alimentan día a día al monstruo del aborto, los unos con sus leyes y su prevaricación y los otros con su complicidad. Es una petición. Es un espejo para mostrarles la imagen de su obra. Es una manifestación de la masacre. Pero una manifestación desde la Esperanza, la Belleza, la Vida, la Naturaleza, la mano tendida. Y es terapéutica para ellos también, porque cierra el paso a su mecanismo de proyección, con el que se defienden, atacando, los que no se quieren reconocer, los que no quieren cambiar. En esta campaña, los manifestantes no queremos3 ser su oponente, sino sólo su espejo, que les sirva para reconocerse y asumir su responsabilidad. Para madurar como seres humanos. Como enseña el Aikido: luchar sin hacer frente al oponente con nuestra propia fuerza, sino como agentes de justicia, devolviéndole su propia agresión lanzada contra nosotros, como en un bumerang; quitándonos de en medio. Ese es el poder de la Humildad: dejarle al otro su propio espacio, su propia imagen. Y el poder de la Caridad es darle una salida a su deseo de redención.

Esta campaña no es sólo Occidental ni sólo para España (de hecho se está secundando ya en Canadá, EE.UU. y Argentina). El deseo de reparar por el aborto no tiene fronteras de espacio, de tiempo ni de culturas. En Japón, país no-cristiano si los hay, donde el aborto lleva más de medio siglo legalizado, los templos budistas tienen una zona para los “niños de agua” (en japonés “Mizuko Kuyo”), donde sus padres pueden acudir a pedirles perdón y llevarles regalos de reparación por el aborto que cometieron. El trauma del aborto es una Pena psicológica y moral peor que cualquier cárcel, porque es interior. Y porque exige un duelo y una reparación que la sociedad no le permite. Es una herida que no se permite sanar. Y acaba en un triple de suicidios y enfermando a toda la sociedad.

EL JARDÍN DE LOS AUSENTES es también una campaña flexible: se acomoda al tiempo, dedicación y nivel de Fe de cada uno. Es una campaña paciente: dura un año. Es una campaña católica: vale para todos e invita a todos. Cada uno puede colaborar cuando y cómo quiera: los que recomiendan rezar, rezando cada día la oración de los niños; los que quieren salir a la calle, poniendo mesas de firmas e información en la calle cada mes en toda España; los que prefieran la intimidad de su círculo social, recogiendo firmas entre sus conocidos. Está hecha a la medida de cada uno para que todos puedan participar en esta gran Obra de Dios para la Salvación del mundo. Una Obra en la que la Iglesia juega un papel primordial: dar respuesta al clamor de los mártires que piden justicia ante el Trono de Dios. Son millones y millones los niños inocentes que murieron igual que los Santos Inocentes, en lugar de Cristo.... como otros Cristo. “Este es Mi Cuerpo, que será entregado por vosotros para la Salvación del mundo”. Ellos entregan también sus cuerpecitos indefensos para la salvación de sus madres y de todos sus verdugos, esperando que alguien les ayude a recoger esa cosecha que han sembrado con su sangre. Y esperando que alguien reconozca su sacrificio. La Iglesia puede acabar con el aborto declarando a estos pequeños compañeros de los Santos Inocentes. Y eso le pedimos, también a Ella, en esta campaña: que les devuelva su dignidad y abra ese caudal de Gracias sobre el mundo para la conversión de los abortistas.

Así pues ¡manos a la Obra! Tenemos un año para vencer al aborto. No para frenarlo, sino para ¡eliminarlo! No es imposible. En Polonia ya lo han hecho. En EE.UU. lo van logrando. ¿¿Por qué no?? ¿Acaso no se acabó con los sacrificios humanos de la Antigüedad? ¿Y con la esclavitud? ¿¿Por qué no con el aborto?? YA ES HORA.

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Pilar Gutiérrez Vallejo

www.unidosporlavida.org/jardinausentes.htm y www.nomassilencio.com

 

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