Arbil cede expresamente el permiso de reproducción bajo premisas de buena fe y buen fin
Para volver a la Revista Arbil nº 87
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 87


Di no a la constitución antieuropea, totalitaria y tiránica

¿Matrimonio?

por P. Raúl Hasbún

El Ministro de Justicia ha saludado como hito histórico la entrada en vigor de la nueva Ley de Matrimonio Civil. Tiene razón. A partir de esa fecha, 18 de noviembre de 2004, en Chile ya no existe verdadero matrimonio

Para el Estado de Chile sólo es matrimonio la unión celebrada o posteriormente ratificada ante un funcionario suyo y bajo sus propios términos. Y en esos términos se impone, como irrenunciable, la facultad de pedir el divorcio.

Al dejar de ser indisoluble, el matrimonio deja de ser matrimonio. Entonces¿qué es? Una promesa de convivencia heterosexual, con una indeterminada voluntad de permanencia.¿Hasta cuándo? Hasta que ambos de acuerdo, o uno solo por su cuenta, decidan ponerle término y quedar libres para contraer por segunda o tercera vez. Eso no es matrimonio, salvo que se pretenda ejercer violencia semántica para obligar a las palabras a decir o significar lo que obviamente no son.

La ficción de las nulidades, en la que todos los actores involucrados fingían que las cosas eran lo que no eran, ha cedido el lugar a la ficción de algo que parece matrimonio y en realidad no lo es. La indisolubilidad ES el matrimonio. No sólo porque lo ha dicho el Papa, en un célebre discurso a tribunales vaticanos y en referencia explícita al matrimonio también civil. Don Andrés Bello, en su magistral redacción del art. 102 del Código Civil, definió el contrato de matrimonio poniendo la indisolubilidad del vínculo como punto de inflexión, eje articulador sobre el cual se sustentan los preciados bienes del matrimonio y familia : la comunidad de vida, la generación y educación de la prole, y la mutua solidaridad. Sin la indisolubilidad, perecen en su raíz la certeza sicológica y la garantía jurídica indispensables para que los cónyuges se dispongan a perseverar en su consecución. Histórico es el hito del 18 de noviembre de 2004 en atención a los resultados que previsiblemente, teniendo en cuenta la experiencia comparada, se seguirán.

En primer lugar, el Estado de Chile ha depreciado su principal activo : el matrimonio, base de la familia, núcleo fundamental de la sociedad. Al amputar de su definición el rasgo esencial, que determina y sustenta todos los demás, lo ha convertido en un hecho legal de escasa o nula significación, donde se perciben más los trámites y obligaciones que los beneficios y gratificaciones. Recordemos que todos los hijos gozan de igual legitimidad, y que el adulterio no es penalizable. Por si fuera poco, una vez acreditada la voluntad de poner fin al matrimonio, el legislador dispensa al cónyuge de la obligación de convivencia y fidelidad. Los temas patrimoniales y de herencia admiten diversas soluciones al margen de la calidad de soltero o casado. Y lo más relevante, la respetabilidad social que otorga el legítimo matrimonio, se fundaba precisamente en la solemnidad de su condición indisoluble. El contrato más importante que un ciudadano puede suscribir tenía la austera belleza de lo que es irrevocable.

Al depreciarse el bien del matrimonio tenderá a imponerse la lógica del consumidor: si casarnos nos trae más costos que beneficios, más obligaciones que gratificaciones ¿ para qué casarnos? La sociología y el derecho comparado atestiguan el funcionamiento de esta lógica. En una cultura de matrimonios estables, la convivencia premarital es provisoria, experimental y no sobrepasa el 15 por ciento de las parejas. Con el advenimiento de una ley y cultura divorcistas, en menos de 3 décadas la convivencia extramarital se empina hasta un 90 por ciento, por cierto sin voluntad de formalizar el matrimonio. El tercer tramo es previsible : se opta por ni siquiera convivir. Cada quien hace su vida por separado y mantiene relaciones informales, sin compromiso sicológico, afectivo ni patrimonial. Darse uno mismo, involucrarse con un tú y un nosotros por toda la vida aparece como indeseable hipoteca de la aureolada idolatría de la libertad.

Las consecuencias de mediano y largo plazo se hacen sentir en el plano demográfico, ético, pedagógico, laboral y cultural. La lógica del consumidor autogratificado y de la libertad sin restricciones castiga el anhelo de tener hijos. Los países divorcistas ven reducidas drásticamente sus tasas de natalidad. Cada año nacen menos hijos, y pronto no se alcanza el umbral de reemplazo generacional. Se abulta el sector pasivo, disminuye el segmento productivo. Los pocos hijos que nacen no reciben la atención y educación que necesitan : crecen en una atmósfera de incertidumbre, miedo, soledad, abandono a su suerte, pérdida de sentido de la vida. La vida tiene sentido cuando uno se sabe con certeza amado. En ese clima se incuban patologías, adicciones, conductas de riesgo o francamente criminales, como lo documentan todas las sociedades divorcistas. La disminución de la fuerza laboral hace necesario fomentar la inmigración de mano de obra, generando problemas de identidad cultural. El experto en seguridad nacional conoce los peligros envueltos en este escenario : ¿los hará presentes?

No decimos esto con el alarde triunfalista del vaticinador de catástrofes. El nuestro es el grito del centinela que avisa la inminencia del peligro, para que la ciudad despierte y se defienda. Es la preocupación dolida de la madre que observa el caminar errado de su hijo. El peor regalo que se le podía hacer a Chile en vísperas de su bicentenario era asestarle este golpe mortal al principal activo del patrimonio nacional : la familia. Duele que la Iglesia y el Papa no hayan sido escuchados. Duele que parlamentarios bautizados en Cristo y en su Iglesia le hayan vuelto las espaldas a la hora de legislar en un asunto que para Cristo y la Iglesia es de máxima incumbencia. Duele que una ley de divorcio haya sido auspiciada, liderada y finalmente aprobada con el voto decisivo de políticos pertenecientes a un partido que se proclama depositario y trasmisor de la doctrina social de la Iglesia y se apellida como cristiano. Duele que la institucionalidad haya traicionado sus propias bases, consagradas en el artículo primero de nuestra Carta Fundamental. Duele que el concepto valórico de la ley, ordenación racional dirigida al bien común y promulgada por quien cuida de la comunidad, se haya trasmutado en un concepto empírico, de imposición ideológica y voluntarista, conscientemente orientada hacia el mal de las personas y de la sociedad, y sin escuchar a un pueblo que no acierta a encontrar canales para articular su demanda de familia, trabajo y certeza jurídica. Nos duele que se juegue mentirosamente con la ilusión de las familias, asegurándoles que ahora estarán mejor protegidos, y con la dignidad de los pobres, asegurándoles que ahora sí podrán casarse. Tal vez podrán, pero ya no querrán.

La Iglesia católica, única instancia que ha mantenido su anuncio del matrimonio monógamo, heterosexual, indisoluble y abierto a la fecundidad no perderá más tiempo en denuncias y lamentaciones estériles. Seguirá, más que nunca, acompañando a las parejas que desean casarse, y a las que enfrentan dificultades en su vida conyugal. Su mejor empeño se concentrará en reencantar, tanto a jóvenes como adultos, en la austera belleza del “para siempre”. Así ama Dios. Así estamos llamados a amar, los hijos de Dios.

•- •-• -••• •••-•
P. Raúl Hasbún

 

Para volver a la Revista Arbil nº 87
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 87

La página arbil.org quiere ser un instrumento para el servicio de la dignidad del hombre fruto de su transcendencia y filiación divina

"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil

El contenido de estos artículos no necesariamente coincide siempre con la línea editorial de la publicación y las posiciones del Foro ARBIL

La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición del público siempre bajo los criterios de buena fe, gratuidad y citando su origen.

Foro Arbil

Inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones. N.I.F. G-47042924
Apdo.de Correos 990
50080 Zaragoza (España)

ISSN: 1697-1388