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ARBIL, anotaciones de pensamiento y critica

Patrimonio nacional

Historia viva de nuestra nación, pero también fuente de riqueza material.

España es considerado el segundo país del mundo por patrimonio, tras Italia. Si se consideran no solo la cantidad sino la variedad de los estilos y culturas representados quizá pudiéramos llegar a pensar que el primero, puesto que además de todos los estilos europeos en España contamos con los de origen musulmán, orientales y africanos, y sus desarrollos locales, como es el mozárabe y el mudejar. Por otra parte nuestros restos prehistóricos añaden un plus que convierte esta consideración en muy acertada..

A pesar de los tres durísimo golpes que para el patrimonio español (mobiliario e inmobiliario, de valor artistitico, crematístico e histórico) fueron la invasión napoleónica, la desamortización de Mendizabal y la guerra revolucionaria del 36, así como la secular política de abandono de nuestro patrimonio, el valor y la riqueza del mismo sigue siendo inconmensurable y sin parangón. Los organismos internacionales constantemente reconocen nuestros conjuntos monumentales, clasificándolos patrimonio de la Humanidad, y los viajeros extranjeros nos recuerdan con sus visitas, lo que tenemos muchas veces no apreciado por nosotros.

Además tenemos la suerte de que la mayor parte de esa riqueza la puede disfrutar todo el pueblo español, porque corresponde a la arquitectura, está expuesta en museos, o pertenece a la Iglesia, con lo que es accesible a todas las clases sociales. En otros países como Gran Bretaña o Estados Unidos, este patrimonio solo puede ser disfrutado por las clases privilegiadas. En nuestra Nación cualquier desheredado, al igual que un Grande de España, puede disfrutar del transparente de la Catedral de Toledo o del Pórtico de la Gloria.

Este patrimonio cultural está presente en toda la geografía española y cualquier pueblo medio deshabitado tiene un retablo o un palacio que en otros países daría lugar a un centro de peregrinación artística. Por eso es muy triste que las administraciones, desde las locales a la central, dediquen los escasos fondos presupuestados para cultura en soeces espectáculos, subvenciones a "intelectuales de pesebre", etc...

Parece una luz, de la que ojalá cunda el ejemplo, el plan de Catedrales que con la colaboración de entidades privadas esta restaurando unas edificaciones que son historia viva de nuestra nación, pero también fuente de riqueza material.

Pelayo Menéndez *


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