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Debate Actual. Revista de religión y vida pública.

por Javier Sáenz del Castillo Caballero

Una publicación que pretende cubrir un vacío en el panorama católico español de vital importancia, el de la participación de los creyentes en la vida pública, y que desde la triple conexión sobre la que se articula: ser una iniciativa de una institución de la Iglesia, estar vinculada al mundo académico y abierta a otras iniciativas similares, y mantener el contacto con la realidad a través de los congresos y jornadas, seguro que tiene mucho que aportar.

Desde 1999, la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) a través de su obra más emblemática, la Fundación Universitaria CEU San Pablo, viene celebrando el Congreso Católicos y Vida Pública, una actividad que a lo largo de sus ocho ediciones se ha consolidado como un foro de referencia esencial para seguir las inquietudes de los católicos españoles sobre las grandes cuestiones de índole social y política que afectan a nuestra nación. Y ello no sólo por el esforzado trabajo de la dirección del Congreso (que se refleja en el cuidado y la precisión con que sus responsables abordan esta tarea desde la elección del tema general para cada convocatoria hasta la organización de cada una de las mesas redondas que lo conforman, y aquí desde la selección del tema concreto de cada mesa hasta la elección de los ponentes en cada una de ellas), sino también y especialmente por las numerosas comunicaciones que, procedentes de toda España (y también del extranjero) tanto en el ámbito geográfico como en el social y religioso, y siendo cada vez más numerosas –unas 150 en esta última edición–, son las que mejor nos sirven de muestreo de esas inquietudes y de las preocupaciones y expectativas que afectan al católico de a pie en España.

El éxito creciente de este Congreso en cada nueva convocatoria y su proyección ha hecho que durante este último año hayan surgido una serie de encuentros locales con el mismo nombre, las Jornadas Católicos y Vida Pública, de las que ya se han celebrado más de una docena en lugares como Alicante, Bilbao, Burgos, Castellón, Guadalajara, Málaga, Murcia, Santander, Talavera… –e incluso más allá de nuestras fronteras, en las tierras hermanas de América, con congresos en Chile y próximamente en Colombia–, y de las que hay previstas otra media docena de aquí al próximo verano, en un intento de extender esa actividad del Congreso a toda nuestra geografía y hacer que con ello se convierta, a su vez, en un seguimiento permanente de la actualidad. En esta misma línea, aparece la publicación que nos ocupa, Debate Actual. Revista de religión y vida pública, bajo la dirección de los mismos responsables de estos encuentros.

En palabras de Carla Díez de Rivera, directora de ambos, congreso y revista, en su carta de presentación de la misma: «desde la cuarta edición del Congreso Católicos y Vida Pública, querido lector, venías pidiendo no tener que esperar hasta la siguiente cita para encontrarnos y tener un hilo conductor que nos mantuviera unidos entre un encuentro y el siguiente. Para dar respuesta a lo primero, se crearon las Jornadas (…) Cuando hoy afrontamos la octava edición del Congreso, bajo el título “El desafío de ser hombre”, ponemos también en marcha esta nueva revista, con el propósito de mantener una continuidad entre nuestras celebraciones anuales y favorecer así el cumplimiento de sus fines.» Con lo que se da contestación a la segunda demanda, la de ese hilo conductor, como se deduce inmediatamente. Acertada iniciativa, pues, la edición de esta revista, no sólo por lo que supone de darle continuidad en el tiempo, sino por lo que supone de órgano común para la expresión de las ideas que, a través del Congreso y las sucesivas Jornadas, pretenden responder a esas inquietudes y expectativas que decía al principio de esta reseña. Y más acertada si tenemos en cuenta que, al proliferar el número de encuentros y celebrarse éstos de forma individualizada, uno de los riesgos “técnicos” que se corre es el de que esa corriente de pensamiento que se recoge en el Congreso pueda fragmentarse, peligro al cual se pone coto precisamente con esta revista como medio no sólo de comunicación, sino también de comunión.

Al margen de esa vinculación de Debate Actual con el Congreso Católicos y Vida Pública, hay otro aspecto que hace que la aparición de esta revista sea una magnífica noticia para el catolicismo español: la necesidad de una publicación especializada en la participación de los católicos en la “cosa pública”. Y es que sobre este asunto los católicos en España arrastramos un grave déficit; por muchos motivos, sí, pero que, aunque sean en algún caso de sobra conocidos, resultan injustificables a estas alturas. No se trata aquí de repasar la historia reciente de nuestro país ni de pretender ajustar cuentas con el papel institucional de la Iglesia o con el rol desempeñado por diversas tendencias eclesiásticas durante y desde la Transición (que, a toro pasado, todos sabemos hacer faena). Pero sí hay que recordar que, inexplicablemente –aunque esto lo sea sólo en apariencia–, los católicos españoles hemos renunciado a ejercer un papel propio en la vida política y social de nuestra nación. En unos casos, proclamando que la religión era algo perteneciente a nuestro ámbito privado, con lo que a cambio de creer asegurada la tranquilidad de nuestra conciencia personal, rechazábamos cimentar una posición pública en la fe; otras veces, relegando esa acción a esperar las correspondientes pronunciamientos de la jerarquía y tomar posición con posterioridad, sin ni siquiera comprometernos a secundarlas y hasta permitiéndonos la discrepancia abierta, una actitud que oscila entre un clericalismo inercial, selectivo y oportunista, y un desentendimiento acomodaticio y connivente.

Así, hemos querido entender “secularización” no por “separación Iglesia–Estado”, sino por desacralización de la política (o, usando la palabra en sentido literal, “profanación” de la política; dicho así, ¿no es cierto que suena de forma muy distinta, mucho más cruda, pero por ello más real?). El resultado está a la vista de todos: lenta y sutilmente, el proceso de laicización de la sociedad española ha alcanzado extremos como no se sospechaban desde la persecución religiosa durante la Segunda República y la Guerra Civil. Y ahora vemos a una gran cantidad de cristianos escandalizarse, clamando con asombro: “¿cómo es posible que estemos llegando a esto?”, pues hemos llegado a esto simplemente renunciando a actuar como católicos antes que otra cosa. Gracias a Dios, cuando los cristianos nos hemos dado cuenta de esos errores y constatamos la necesidad de recuperar un papel propio, una publicación como Debate Actual puede ser un referente de primer orden desde la reflexión intelectual, desde el mundo de las ideas. Pero una reflexión y unas ideas ancladas en la fe y en el mensaje de Cristo. En este sentido, Debate Actual cuenta con la experiencia previa de First Things, una revista norteamericana que se publica desde 1990, todo un ejemplo en esta línea de acción; no en vano el redactor jefe de esta publicación de los Estados Unidos, el canadiense Richard John Neuhaus, figura en el consejo editorial de Debate Actual.

Dejando estas reflexiones generales y pasando ya a los contenidos de este primer número, nos encontramos con tres secciones en la revista, aunque no están formalmente así expuestas. La primera parte la constituyen los artículos centrales, dedicados a la reflexión. Una segunda viene formada por una especie de miscelánea sobre aspectos más concretos o actuales, en cierto sentido paralela a la anterior, pero diferenciándose en que mientras la primera es básicamente teórica, esta segunda lo es práctica. Y la tercera parte la forman los trabajos de crítica de arte y libros y las notas de actualidad que recoge la revista.

En cuanto a los artículos de fondo, cinco en este volumen, giran todos ellos, como es fácil comprender, alrededor de un mismo eje: la secularización de la política en nuestros días y la necesidad de devolver a la religión su papel en la vida pública. Así, nos encontramos en primer lugar con un texto del citado Neuhaus, “La secularización no se produce por sí sola”. Se trata de la traducción de un artículo publicado en First Things en marzo de 2005. A partir de una reseña de una recopilación de trabajos de diversos sociólogos e historiadores coordinados por el sociólogo Christian Smith, Neuhaus aborda dos aspectos cruciales en el proceso de secularización que se nos exponen reiteradamente como algo asumido, sin que se nos expliquen en realidad: en primer lugar, se suele presentar esa secularización como si fuera un proceso natural, “lógico” e inevitable, una explicación que no es sino una visión determinista que tiene mucho de caprichosa; segundo, se nos presenta es mismo proceso como algo que se produce por sí solo, obviando completamente que, como todos los procesos humanos, es obra de personas determinadas que actúan conforme a intereses y deseos concretos, cuestión que, conociéndola, nos permite cuestionar ese carácter inevitable que se pretende dar a la secularización y ofrecer respuestas alternativas a la misma.

El segundo trabajo, “Cuestión de vida o muerte: restaurar las raíces cristianas de la política europea”, de la catedrático noruega Janne Haaland–Matlary, es el texto de la ponencia con la que esta profesora clausuró el V Congreso Católicos y Vida Pública, dedicado al tema ¿Qué cultura? La autora rechaza de plano la pretensión actual de construir la identidad europea desde el laicismo dominante, ninguneando a Dios como se ha visto en el ya manido asunto del preámbulo del proyecto de Constitución Europea, por muy políticamente correcto que esto. Frente a ello, secunda la iniciativa lanzada por Juan Pablo II en su exhortación Ecclesia in Europa, afirmando que esa identidad europea es incomprensible sin sus raíces cristianas y concretando los aspectos sustanciales de la política en que hoy es necesario que se haga patente la voz de los cristianos: la dignidad humana, la solidaridad, la familia y la libertad religiosa.

En el tercero de los artículos, “El problema de Europa–y el nuestro”, del estadounidense George Weigel, –otra traducción de First Things, esta de un original de febrero de 2004–, el autor sostiene la tesis de que más allá de las divergencias entre la política de los Estados Unidos y Europa, cuestión que tanto preocupa a ese lado del océano y que se expresa en esa dicotomía entre hard power y soft power, estas diferencias no dejan de ser meramente coyunturales, que la raíz última del problema es algo común a ambos polos de Occidente: la secularización absoluta de nuestra sociedad.

El siguiente trabajo, “El cristianismo en la vida pública: simples valores o una presencia verdadera”, del político y periodista italiano Roberto Formignoni, otra ponencia de uno de los Congresos –en este caso del primero de ellos–, parte de una más que interesante y oportuna afirmación: «el significado de las palabras de Jesús en el Evangelio, “al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, ha sido tergiversado por unos y por otros para expulsar al sujeto cristiano de la historia.» A partir de ahí y apoyándose en la Doctrina Social de la Iglesia, desde el Sillabus hasta la Centesimus annus pasando por la Gaudium et spes, insiste en que la presencia del católico en la sociedad no puede limitarse a ser un motor íntimo o privado de la acción individual de los cristianos, sino todo lo contrario, es a través esa acción personal, pero manifestada sin complejos como fruto del compromiso del cristiano en el mundo, como el cristianismo se hace presente en nuestra sociedad y puede dar respuesta a aquellos problemas que nos inquietan.

El último texto de esta serie de artículos de fondo es un breve pero sustancioso escrito del renombrado catedrático Dalmacio Negro titulado “Religión y política”, en el que afirma la unidad esencial de ambos términos y cómo la religión es un aspecto de la vida netamente superior a la política, y por tanto debe ser ésta la que se someta a la fe, pero no desde un planteamiento de política cultual o política clerical, sino entendiendo la religión como conciencia objetiva de la acción política del hombre, algo que rechaza el mundo actual.

Tras estos artículos, se nos ofrece a continuación una miscelánea de temas diversos pero que no se aparta del tema principal de este número ni de la línea editorial de la revista, formada por tres notas. En primer término, una semblanza de Ángel Herrera, uno de los fundadores de la ACdP y su primer presidente, luego sacerdote y cardenal, y posiblemente quien mejor imprimió a esta institución esa preocupación por la vida pública que se plasma en su actividad. En segundo lugar, una entrevista a Alfonso Coronel de Palma, presidente saliente de la ACdP, complementaria de la semblanza anterior, pues vemos a través de ambas cómo ese compromiso con la sociedad se mantiene desde los orígenes de la Asociación hasta el momento presente, con el Congreso y la aparición de esta revista como prueba de ello. Y cierra en tercer puesto esta sección un interesantísimo análisis de la situación de la enseñanza universitaria en Europa titulado “¿Necesitamos un Harvard?: el debate sobre la educación superior en Europa”, de la pluma de uno de los más sólidos intelectuales con que cuenta la ACdP en estos momentos, el historiador Alejandro Rodríguez de la Peña; un análisis especialmente clarificador en lo que respecta a los planteamientos sobre la enseñanza que nos han llevado a las circunstancias actuales, la pugna entre un igualitarismo tendente a la mediocridad frente al intento de mantener una meritocracia académica, más que una descripción de las normativas académicas vigentes, lo que nos permite entender realmente qué es lo que está en juego y desde qué posiciones en un tema tan importante como es el de la educación superior para el futuro de una sociedad.

Concluye la revista con una sección de crítica articulada en tres ejes: una crítica de las artes, en este caso centrada sobre obras cinematográficas, una crítica de libros, siempre necesaria y cada vez más valiosa, y unas notas de actualidad sobre otras actividades que ayudan a agitar las mentes titulada “espacios para el debate” donde se recogen noticias sobre otras publicaciones, asociaciones, encuentros, etc.

En definitiva, una publicación que pretende cubrir un vacío en el panorama católico español de vital importancia, el de la participación de los creyentes en la vida pública, y que desde la triple conexión sobre la que se articula: ser una iniciativa de una institución de la Iglesia, estar vinculada al mundo académico y abierta a otras iniciativas similares, y mantener el contacto con la realidad a través de los congresos y jornadas, seguro que tiene mucho que aportar, por lo que no nos queda sino felicitarnos por su aparición

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Javier Sáenz del Castillo Caballero



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