Arbil cede expresamente el permiso de reproducción bajo premisas de buena fe y buen fin
Para volver a la Revista Arbil nº 111
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 111


Acceso a El Foro de Intereconomía

Mitología liberal de la Revolución Francesa

por Adriana I. Pena

Clemenceau lo sentenció: “la Revolución es un bloque”. No es posible dividirla en partes buenas o partes malas, o preferir una tendencia uotra. Se juzga en su totalidad, y se no hay elemento de ella que no esté compenentrado por los demás.

Historiadores de toda estirpe siempre han tratado de eludir esta realidad. Su deseo es conciliar el hecho de las reformas - que se juzgan beneficiosas - con los actos sangrientos que les sirven de escolta. La solución que encontraron fue postular dos tipos diferentes de revolucionarios, los “buenos”, a quienes se deben las reformas, y los “malos”, culpables de todos los horrores. Una vez planteado el esquema,  las diferentes escuelas sólo tenían que elegir quienes serían los “buenos” y  los “malos” revolucionarios. Así Lamartine alabó a los girondinos, Aulard a Danton, y Mathiez a Robespierre.  El calor de sus disputas ocultó su acuerdo básico que postulaba la oposición maniquea de dos revoluciones, en vez de las complejidades de una única revolución.

Cuando se derrumbó el  muro de Berlin se desechó la interpretación marxista, via Mathiez, que endiosaba a Robespierre y Babeuf como antecesores de Lenin; y de allí fue posible recobrar la cordura y abandonar las falacias que se habian venido repitiendo por años. Pero el colapso de la escuela de Mathiez no tuvo efecto en otra interpretación maniquea, la liberal. Esta intepretación alaba a los revolucionarios “moderados” de los primeros tiempos - los “buenos” de la pelicula, mientras que convierte a los jacobinos en los “malos” [1].   Se muestra tanto afán en condenar la escuela marxista que no se apercibe que se está repitiendo su error de fondo. El mismo Jean Francos Revel, con su inteligencia privilegiada [2],  cayó en esa falacia y trató de forzar la Historia a acomodar sus esquemas ideológicos..

La falacia de este maniqueísmo es que niega la básica continuidad de la Revolución. Si Edmund Burke en 1789-1790, en pleno auge de la faz “liberal”, pudo predecir los horrores que vendrían, incluyendo la llegada al poder de Napoleon [3] es porque esos horrores fueron la consecuencia lógica de los sucesos anteriores. La falacia se agudiza cuando se aparenta ignorar que las actitudes y comportamiento de los “moderados” no eran muy diferentes de los de los jacobinos. Ambos grupos, si bien diferían en su ideologías, mostraban la misma actitud frente a ellas: confianza ciega en la teoría y disposición de usar cualquier medio para imponerla. Que una de las teorías que buscaron imponer fuese el liberalismo es un detalle. Que se buscó imponerlo por medios totalitarios no lo es.

Las diferencias entre el período inaugurado por los Estados Generales y la Constituyetente, y el período presidido por el Comité de Salvación Pública [4] saltan a la vista, aunque no se note la mayor diferencia entre ambos períodos, o se las condiciones en el momento de su inauguración. La Constituyente se hizo cargo de un país pacífico y próspero [5], el Comité recogió un país invadido, presa a una guerra civil, al borde del colapso económico y con una seria posibilidad de hambrunas [6].  Este cambio radical de circunstancias debe atribuirse a la gestión de los “moderados” durante la “buena” revolución.

Los revolucionarios “moderados”, no mucho después de haber declarado en términos altisonante la “paz al mundo”, declararon la guerra, completamente innecesaria, al resto de Europa,  con la idea fatua de extender la democracia a todas partes. Los revolucionarios “moderados” en 1789 provocaron el colapso económico al saquear los bienes de la Iglesia (un saqueo que dejaría sin fondos a innumerables  escuelas, hospitales, orfanatos, y  asistencia a los necesitados) y usar esos bienes para crear el  “asignado”, una moneda inservible que causaría una inflación galopante y desmantelaría la economía [7].  No es preciso tener gran afición a Robespierre (quien, dicho sea de paso, se opuso a la guerra) para no querer que se le acuse de crímenes y estupideces ajenos - bastante tiene con los propios [8].

Los  “moderados” consiguieron convertir paz y prosperidad en hambruna y guerra permanente en sólo tres o cuatro años. Toda una hazaña. Sus discursos altisonantes escondían que eran sólo incompetentes de alto vuelo. No soprende gran cosa que muy pronto perdiesen todo su prestigio y poder - y que su caída estaba más que merecida (sobre si merecieron la guillotina, prefiero decir, como cierto ingenio al comentar sobre manifestacions que pedían el paredón para cierta figura política “Yo no apruebo de derramamientos de sangre. Basta la horca.”)

La  magnitud de su fracaso se puede medir por los antecedentes de más de un miembro del Comité de Salvación Publica. Qué era Saint-Just? Un hombre que  había dejado la adolescencia muy poco tiempo atrás, y cuyos único curriculum era una juventud escandalosa y la autoría de un panfleto pornográfico. Qué era Billaud-Varenne? Un hombre que había fracasado consistentemente en cuanto había emprendido en su vida. Qué era Collot de Herbois? Un actor que sufría porque no podía ser  “respetable” dada su profesión [9].   Hombres que, si hubiese habido realmente líderes responables con prestigio, lo más que hubiesen podido aspirar era a labores secretariales de bajo nivel para esos líderes. Personajes de tercera o cuarta fila. Pero esos líderes responsables con prestigio no existían, y ellos sí estaban disponibles..  Tal como en un bosque cuando el fuego mata los árboles, y  el suelo desnudo se cubre con  musgos y helechos, el fracaso y desaparición de los líderes revolucionarios iniciales, hizo que el poder fuese ocupado por hombres como estos. O tal como un enfermo desahuciado a quien los médicos no dan esperanzas está dispuesto a creer en el primer curandero estrafalario que se le cruza en el camino.

Este fracaso explica el Terror. Mas aún, el Terror fué su consecuencia lógica. La crisis trajo el pánico  - que siempre es un mal consejero -  pero un pánico agudizado por la comparación entre la situación angustiosa que se vivía y la promesas altisonantes que se habían hecho al principio de la Revolución. Se podía, por supuesto, razonar que la crisis mostraba que las promesas eran falsas, pero como no se quería perder las ilusiones, la única conclusión posible fué que habían sido traicionados, y que se debía castigar a los culpables [10].  Dada la naturaleza humana, hubiese sido un milagro que no se mataran mutuamente.

Es falso, además que los revolucionarios “moderados”, a pesar de su incompetencia, fuesen moralmente superiroes a los jacobinos [11].   Estaban tan dispuestos como los jacobinos a usar la violencia para conseguir sus fines, y no le hacían ascos al asesinato.  Por ejemplo véase al  “moderado” Barnave - quién perdería la cabeza por simpatizar con María Antonieta - cuando se supo que se estaba paseando la cabeza del gobernador de la Bastilla en la punta de una pica. Su comentario? “Es que su sangre acaso era inocente?” [12].   El “moderado” Bailly  se negó a liberar un hombre inocente que estaba en prisión y cuya libertad había sido decretada, para congraciarse así on la turba [13].   El “moderado” Lafayette permitió la marcha sobre Versailles con su violencia, y la usó para sus fines, llevar la familia real a París [14].  Más tarde, Clavière, uno de los  los “moderados” girondinos, como ministro de Finanzas explicó la crisis económica echando la culpa a una conspiración de contrarevolucionarios [15],  explicación que haría carrera con los jacobinos, aunque entonces Clavière sería incluído entre los conspiradores a castigar.

Fueron esos revolucionarios “moderados” los primeros en justificar la accion de turbas violentas y azuzarlas para que les librasen de sus adversarios políticos. Ellos bautizaron como “El Pueblo soberano” a las turbas desencandenadas, y dijeron que sus acciones eran actos de justicia y de lucha por la libertad.  Fueron ellos, precisamente, quienes inventaron esa  abstracción llamada “Pueblo”,  mientras hacían caso omiso de las necesidades y deseos de los hombres y mujeres que lo integraban. Partiendo de allí basaron la legitimidad de su gobierno en el apoyo de quienes paseaban cabezas en las puntas de las picas. Más tarde, para su sorpresa,  los agitadores que usaban para azuzar las turbas decidieron trabajar en provecho propio, algo que cualquiera podía predecir [16].

Desde el punto de vista ético, la única diferencia aparente entre ellos y los jacobinos es que ellos les faltaba la excusa de la invasión o del colapso inminente de la economía.....

Hay que agregar que ellos conseguían fraudulentamente el apoyo de las turbas. Lo que éstas demandaban tenía poco que ver con los proyectos de los revolucionarios. Su gran preocupación era el precio del pan, no los privilegios de la nobleza y el clero, o la rigidez de la sociedad. Que los nobles acaparasen ciertos cargos no les importaba mucho, ya que ellos ni podían aspirar a cargos muchos menos elevados. El precio del pan no bajaría porque hubiese generales de origen plebeyo. Sin embargo se buscó su apoyo precisamente para estas reformas [17].    Había un desfase total entre los problemas que ellos enfrentaban y las soluciones que los revolucionarios ofrecían. Los elogios al “Pueblo” ocultaba que se los usaba de comparsa para alcanzar otros fines, y que  se los guardaba en naftalina cuando no se los necesitaba [18].  

Los revolucionarios mal pagaron los esfuerzos de ese “Pueblo” al que tanto invocaron. Decretaron la libertad de comercio en granos, sin afrontar que la presencia de los especuladores y acaparadores harían subir el precio del pan a niveles inusitados [19]. ) Confiscaron los bienes de le iglesia, con el resultado de que quedaron sin recursos escuelas, hospitales, y obras de caridad - la única Seguridad Social que existía entonces - además en esa confiscación se apoderaron de la fabricaciones, patrocinadas por la Iglesia,  dónde los campesinos aumentaban sus ingresos [20].   Por último, la ley Le Chapelier convirtió en crimen el asociarse con el fin de conseguir mejores condiciones de trabajo. Este fue un acto de perversidad política y de muestra de desprecio al “Pueblo”. Si sus integrantes  se asociaban para negociar, o sea para razonar, argumentar y tratar de convencer, se los castigaba, pero si se formaban en una turba informe, violenta y descerebrada, se los alababa y se tomaba provecho de sus desmanes. Es muy mala práctica, para cualquier régimen político, el prohibir el raciocinio, y premiar el desenfreno sanguinario....

Esto no es lo peor. La ley en sí es de decidido talante totalitario. No solo era la negación del derecho de asociación, sino que era el primer salvo de una campaña para abolir toda asociación que escudase a un individuo frente al Estado. Para Le Chapelier y otros,  la unica asociación posible era el Todopoderoos Estado, al que cada individuo debía enfrentar desnudo y sin aliados [21].    Comparado con esto,  la visión de Mussolini (“nada fuera del Estado, nada contra el Estado, nada sobre el Estado”) es muy moderada.

La ley es tan totalitaria como los deseos excluyentes expuestos por el abate Sièyes. Léanse mas detenidamente sus palabras. Su deseo no es que el Tercer Estado participe en la nación en igualdad con la nobleza y el clero. Su deseo es que el Tercer Estado constituya por sí la nación, y que es excluya de ella los que no pertenencen a éste [22].   Con semejantes propósitos, es de extrañar que, llegado el  mometo, se los eliminase físicamente? Como dice Bernier, uno de los legados de la Revolución Francesa es la idea de que hay quien que merese morir no por lo que ha hecho,sino por lo que es [23],  una creencia que  convierte en burlas sangrientas las frases altisonantes sobre la igualdad frente a la ley.

Las doctrinas del liberalismo se recitaban a viva voz en la Revolución, pero en la práctica, actitudes que hoy llamamos “liberales” como la tolerancia o el intento de comprender al adversario, brillaban por su ausencia. La tentación totalitaria atraía tanto a los  “moderados” como a los jacobinos. Ambos querían destruir las instituciones existentes, sin averiguar que propósito podían servir, y si lo hacían bien o no. Ambos estaban dispuestos a hacer tabula rasa  de la sociedad para reconstruirla en base de sus esquemas mentales, para conseguir la sociedad perfecta (una sociedad que era perfecta porque sólo existía en imaginaciones acaloradas). Ambos carecían de escrúpulos para tratar a seres humanos como cobayos en sus experimentos sociológicos - como les apostrofó Burke [24].  Ambos preferían referirse a abstracciones como “El Pueblo” o “La Humanidad”,  a pensar en individuos concretos y sus sufrimientos.

Por qué poner como dignos de admiración a los revolucionarios “moderados”? Muchos de ellos fueron asesinados por los jacobinos, y por eso es posible  tenerles simpatía. Pero no es posible más. El ser víctima no confiere la santidad, y víctimas más patéticas e inocentes se encuentran en las filas “contrarrevolucionarias”, quienes al defender la monarquía y la sociedad tradicional, luchaban por una realidad concreta, no  sueños acalorados.

 Un liberalismo que sí practicaban era el liberalismo económico, en el que creían hasta el punto de no enterarse que su práctica no estaba dando buenos resultados. No debe sorprendernos entonces  que quienes hoy propugnan a viento y marea ese mismo liberalismo económico los adopten como héroes y padres espirituales. Tenían la ideología correcta, y por eso sus herederos no se fijan ni en la conducta totalitaria ni en los malos resultados obtenidos. Prisioneros de su ideología, deforman la Historia para que quepa en sus esquemas...

Por confusión semántica, se cree que el liberalismo - identificado con lo que se llama una “actitud liberal” o sea razonable y tolerante - es incompatible con el totalitarianismo, pero no es así. El liberalismo es una teoría socio-económica-política, y como toda teoría es vulnerable a que se empleen medios totalitarios para llevarla a cabo [25].  El contenido en sí de la teoría no confiere inmunidad - probablemente es lo que menos importa para una implementación totalitaria. Lo único necesario para echar manos de medios totaliarios es que haya quienes creen a pie juntillas que a)  la teoría lo explica todo y resuelve todos los problemas y b) aplicarla es muy fácil [26].   Eso fué lo que sucedió. La fase “moderada” de la Revolución Francesa consistió en el uso de medios totalitarios para llevar a cabo la práctica del liberalismo económico. Las reformas, hechas en nombre de la libertad, se llevaron a cabo prepotentemente, en contra de la voluntad de la población. De un plumazo disolvieron las congregaciones, organismos que se habían formado espontáneamente a través de los siglos, en respuesta a problemas concretos [27].  Su respeto a la propiedad privada se unió a un codicioso saqueo de cualquier propiedad que se definiese como “no-privada” - tal como sucedió con la Iglesia [28].  La hostilidad que existía contra la Iglesia y el intento de “reformarla” venía de que sus prácticas se juzgaban ineficientes y anti-económicas, entre ellas las numerosas fiestas y peregrinaciones religiosas que robaban días al trabajo, o el que los campesinos gastasen demasiado en contribuciones religiosas cuando ese dinero podía usarse con más provecho [29].  Abolieron, en nombre de sus teorías ,no sólo aduanas interiores sino usos y costumbres inmemoriales, formas de gobierno y leyes locales - formas de gobierno y leyes que los reyes se comprometían a respetar en su juramento de coronación. Decretaron la libertad de granos sin preocuparse que dar rienda libre a los especuladores era aumentar el hambre de muchos integrantes de ese “Pueblo” que ellos decían servir y se negaron a dar marcha atrás cuando, consecuentemente, los precios aumentaros hasta estar fuera del alcance de muchos. Preferían que miles sufriesen hambre a que se violasen los postulados de su hermosa teoría [30].

No es sorprendente que sus auto-proclamados herederos, que postulan el liberalismo económico como panacea muestren comportamientos tan totalitarios en potencia como los marxistas - de hecho muchos de ellos son ex-marxistas que cuando abandonaron la teoría no abandonaron las malas costumbres [31]  -  han pasado de Marx a Hayek, pero no se detuvieron a leer a Burke, y así no aprendieron que un sano escepticismo hacia cualquier teoría es la mejor respuesta a ser decepcionado por una de ellas ,no la búsqueda incesante de otra mejor.  De su pasado marxista traen el deseo de reescribir la historia para que ésta demuestre sus postulados. Denuncian, como loros, al sistema mercantilista, repitiendo lo que habían dichos sus pensadores favoritos allá en el siglo XVIII, sin tener la perspectiva histórica que les permita  reconocer que ese sistema mercantilista, con todos sus defectos, había creado gran prosperidad en Europa en ese siglo, una prosperidad que permitió a todos esos pensadores tener el tiempo libre necesario para elaborar sus teorías (y sin recordar que el primero ensayo de abolir por completo el sistema mercantilista se llevó a cabo precisamente en la Revolución Francesa, con los resultados consabidos). Para ellos la libertad económica (deseable bajo muchos aspectos) no es un factor o elemento más en la pugna de las fuerzas que mueven la sociedad - lo que implica que puede tener limitaciones - sino un bálsamo de Fierabrás que sirve tanto para un barrido como para un fregado, y así se ciegan a la posibilidad que en ciertos casos pueda estar contraindicado. Cualquier reparo que se pone a sus teorías se contesta con el mote de “liberticida”, clasificando a su oponente como perverso o imbécil por no ver la bondad innata de lo que ellos postulan. No pueden imaginar que existan reparos legitimos, y tienen horror a las mas minima desviacion en la aplicacion de su teoría particular [32] pero por suerte ya no se queman mas herejes en la hoguera ... O sea, los síntomas de quienes creen en una fórmula magica que puede crear  la sociedad perferta, y cuya creencia los impulsa a reescribir la historia para crear un pasado mítico al que referirse.

Pero la historia es tozuda y no cambia.

·- ·-· -······-·
Adriana I. Pena

Notas



[1] Véase el artículo de Fernando Díaz Villanueva, para la Revista de Libertad Digital, llamado “Revolucion Francesa: detrás del mito”

 http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/1276229458

[2] He aquí como Revel divide en dos la Revolución

“... Esa  Revolucion que fué la madre de la democracia y de los adversarios de la democracia...””

 Jean Francois Revel, The Flight from truth: the reign of Deceit in the Age of Information,  1991, Random House, New York,  pag. 211

“Los dos enemigos mortales, los dos sistemas irreconciliables, ambos partiendo de la Revolución - el liberalismo y el totalitarianismo...”

Revel, Flight....  pag. 221

El liberalismo, por supuesto, es el legado de los revolucionarios “buenos” y el totalitarianismo el de los “malos”.

Más curioso aún es como él puede reconocer la falacia básica de toda Revolución:

‘La idea de la Revolución depende de la certeza de que existe una solución para el estado de cosas que es insatisfactorio, que sólo existe  esa solución, y que esa solución es radical, inmediata, y definitiva.”

Jean Francois Revel,  Democracy against itself, 1993, The Free Press, a division of Mcmillan, Inc., New York., p. 34

Para, més adelante en el mismo libro, celebrar una conquista de esa Revolución,  que según él parte de una base falsa, cuando se trata de debatir a las excepciones a las reglas que se otorga a los musulmanes, lo mal que queda que se hagan esas concesiones

“..en el bicentenario de la Revolución Francesa, el suceso que abolió la injusticia de sistemas juridícos aparte.” 

Revel, Democracy.... p. 206

Cuando la Revolución Francesa trae resultados liberales hay que alabarla, y cuándo totalitarios, que condenarla.  Revel no afronta la cuestión de hasta qué punto los elementos liberales estaban entrelazados con los totalitarios.

Hay una esquizofrenia similar en el caso de Isaíah Berlin. Conor Cruise O’Brien le reprocha que cuando condena las Utopías por ser base del totalitarianismo, no incluya  a la Revolución Francesa entre ellas, y supone que es  por razones sentimentales (la emancipacion de los judíos). La correspondencia al respecto puede verse en el apéndice a la biografía de Burke de O’Brien - Conor Cruise O’Brien, The Great Melody: a thematic biography of Edmund Burke,1992, The University of Chicago Press, Chicago,  p. 605-618

[3] Conor Cruise O’Brien relata que sus alumnos, al leer las Reflecciones de Burke sobre la Revolución Francesa, no podían creer que hubiesen sido escritas en 1789-90 cuando la Revolución estaba en su etapa más tranquila y prometedora, sino mucho después,  en medio del baño de sangre. O’Brien, op. cit.  pag. 403

[4] El Comité de Salvación Pública se traduce, mal, muchas veces como Comité de Salud Pública debido a la confusión del vocablo francés salut -que significa salvación- con el español salud.

[5] La prosperidad de Francia previa a la Revolucion es un hecho establecido.  Francois Bluche cita el comentario de José II de Austria cuando éste visita Francia incógnito:

 “Me llevo de la nacion francesa una mucha mejor opinion que aquella con que vine. No hablo de todos los aspectos,  pero sí sobre sus sólidas ventajas, como la población, la riqueza, la abundancia, la fuerza nacional, el razonamiento justo y serio..” (Francois Bluche, La vie quotidienne au temps de Louix XVI  , 1980, Livre de Poche,  Hachette, Paris,  1980, pag. 12) 

Esto acuerda con las cifras de Chaunu sobre el crecimiento demográfico, y la mejora del nivel de vida. (Pierre Chaunu, Le Grand declassement: A propòs d’une commemoration, 1989,Editions Robert Lafont, Paris).   Es cierto que había pobreza en niveles que ahora encontramos chocantes, pero la extensión de ésta se debe, paradójicamente al éxito económico, que acarreó un crecimiento demográfico.  Al desaparacer o mitigarse las causas de mortandad masiva: la guerra, las epidemias, y la hambruna, muchos más pobres sobrevivían y tenían hijos, y muchos más de estos hijos sobrevivían y llegaban a adultos, lo que representó un  aumento del número de pobres. Además la industrialización incipiente (Oliver Bernier, Words of Fire, Deeds of Blood: the Mob, the Monarchy, and the French Revolution,  1989, Little Brown and Company, Boston, pag. 11-12) causaba la aglomeración de pobres en las ciudades, lo que los hacía más visibles.  Vale citar al respecto la opinión de Warren H. Carroll:

 “Cuando empezo la Revolución, Francia había disfrutado de paz completa por seis años. No había hambruna, aunque mucho se ha comentado sobre el márgen estrecho en el que los pobres de Francia podían conseguir el pan que era su principal alimento. Pero ese márgen existía. Por la mayor parte, había bastante para comer. De hecho,  no hubo cambios en la provision de comida del molde habitual de la gente. No había pestilencia...” (Warren H. Carroll, The guillotine and the cross, 1991, Christendom Press, Front Royal, Virgina, pag. 25).

[6] Esta es la descripción de Palmer del panorama que enfrentaba al Comité de Salvación Pública:

“Anarquia interior, invasión del extranjero. Un país rompiéndose por la presión, desintegrándose. Revolución en su punto más alto. Guerra. Inflación. Hambre. Miedo. Odio. Sabotaje. Esperanzas desmedidas, Idealismo desmesurado...”  Robert R. Palmer, Twelve who ruled; the year of the Terror in the French Revolution, 1969, Atheneum, New York,   pag. 5

La hambruna llegaría después de la caída de Robespierre. Es de notar que, de acuerdo a Chaunu (op.cit. pag. 167) , antes de 1794-795 no habia habido en Francia una hambruna con tanta mortandad masiva desde 1709.

[7] Chaunu comenta, con sorna,  sobre el asignado

 “Para decir la verdad, lo que propone Mirabeau y va a ser adoptado, es la adquisición de la piedra filosofal. Porqué la nación, en su vértigo, no tendrá ella el poder de crear la moneda simplemente con papel, tinta y cifras?” (op. cit. pag. 201).

Esta sorna es similar a la condena de Burke 

“Vuestros legisladores, novedosos en todo, son los primeros en fundar una comunidad sobre el juego de azar,  e infundido este espíritu de juego en él como aliento vital. El gran objeto de estas políticas es metamorfosear a Francia, de ser un gran reino, a ser una gran mesa de ruleta; convertir a sus habitantes en una nación de jugadores; hacer a la especulación tan extensiva como la vida; mezclarla en todos los aspectos de la nación; y encauzar la totalidad de las esperanzas y temores de la gente fuera de sus surcos usuales, y en los impulsos, pasiones, y supersticiones de aquellos que viven por el azar”  Edmund Burke Reflections on the Revolution in France/ Thomas Paine The Rigths of Man Doubleday Anchor Press, 1973, pag. 209.

[8] Burke tampoco aprobaba de  demonizar a Robespierre, porque eso implicaba negar la responsabilidad de los otros revolucionarios

                 “...Es la vieja etiqueta de los ladrones, el atribuir la culpa de sus crímenes a sus cómplices difuntos. Me importa muy poco la memoria de este Robespierre. Estoy seguro que era un malvado execrable. No me alegro más ni menos con la noticia de su ejecución que lo que me hubiera alegrado de la ejecución del Directorio o de cualquiera de sus miembros..... Quién dió a Robespierre el poder llegar a ser un tirano?...”  Edmund Burke, Fourth Letter on a Regicide Peace, The Writings and Speeches of Edmund Burke, Prof. Paul Langford, editor, Volume VI (pag 9-112). Citado en O’Brien, The Great Melody, pag. 549

[9] Palmer, op. cit., capítulo 1 pag. 4-16, donde se encuentran  breves biografías de los doce integrantes del Comité.

[10] Vale recordar la descripción humorística de las etapas de cualquier proyecto.

     1 - Entusiasmo desmedido

   2 - Desilusión

   3 - Exodo de los avisados

   4 - Pánico

   5 - Búsqueda de culpables

   6 - Castigo de inocentes

     7 - Honores y premios a los que no participaron.

Como se ve, un proceso independiente de toda ideología, que apunta que el problema comienza con el entusiasmo desmedido que no toma en cuenta las dificultades y las limitaciones intrínsicas.

[11] En términos prácticos la diferencia no es algo de alabar. Como comentó Perón,  mas daño hace un bruto que un malvado -  o según el dicho del Talmud, el mal se puede arrepentir pero la estupidez es eterna.

[12] Pierre Gaxotte, La Revolutión Française, Nouvelle edition by Jean Toulard, 1988, Editions Complexe, Historiques, Paris, pag. 116 - Burke tambien menciona esa cita en su diatriba contra la Revolución.  .

[13] Bernier, ob. cit.. pag. 44. El Baron de Besenval, comandante de la Guardia Suiza, estaba en prisión, acusado en falso. La Asamblea le otorgó la amnistía, pero Bailly se nego a liberarlo, y al día siguiente la amnistía fue revocada. Bailly tambien rehusó declarar la ley marcial cuando Lafayette se lo pidió para llamar tropas con que contuviesen la turba que amenazaba al rey el 18 de abril de 1791  idem, pag. 167.

[14] El caso de Lafayette es mas ambiguo. Es cierto que él no azuzó directamente a las turbas, pero su miedo a perder la popularidad le impedía poner freno a sus acciones.. Estuvo presente en la jornada del 5 de Octubre de 1789,  cuando el rey y su familia fueron llevados a París. El no organizó ni mandó a la turba, sólo la dejo hacer y sacó provecho de ello. Entre sus razones para no reprimirla estaba su irritación con el rey porque éste no aprobaba las medidas que Lafayette quería  (Bernier, op.cit. pag. 36 y 66) .

[15] Chaunu, op. cit., pag. 269

[16] Burke lo describio muy bien

“..en el teatro, sin ningún proceso de elaboración mental, se vería que ese metodo de razonamiento en la política justificaría cualquier crimen. Se veía que, siguiendo esos principios, aún cuando no se cometiesen los peores actos, se debía mas al azar  cualquier parsimonia en el despilfarro de sangre o en la  traición. Se veíia pronto que, una vez que se toleran medios criminales, éstos pronto son los preferidos. Estos presentan un camino más corto a su objetivo que el sendero de las virtudes. Cuando se justifican la perfidia y el asesinato por el beneficio del público, pronto el beneficio del público será el pretexto, y la perfidia y el asesinato el objeto; hasta que la rapacidad, la malicia, la venganza, y el miedo mas terrible que la venganza, puedan saciar sus inmensos apetitos. Estas deben ser las consecuencias de perder, en el esplendor del triunfo de los Derechos del Hombre, todo sentido natural del Bien y el Mal”   Burke, Reflections.... pag. 95.

[17] He aquí como Palmer describe las quejas de los revolucionarios:

  “Las clases medias odiaban los privilegios de los nobles. La libertad y la igualdad habían sido discutidas libremente por años. El pais empezaba a tener el sentido de ser una nación, Barère y Robespierre eran ambos franceses. Por qué entonces no podían practicar las mismas leyes  tanto a la sombra de los Pirineos como en las costas de Dover? Saint-André era tan leal como el Arzobispo de Paris. Por qué entonces tratar a los Protestantes como sospechosos? Carnot sabía mas que el conde de Rochambeau. Por qué era Rochambeau quien cosechara toda la gloria? Tanto Lindet como Herault eran abogados. Por qué entonces Herault conseguía la mejor posición y Lindet tenía que mostrarle el respeto debido a un noble? El mismo Herault no lo sabía’.   Palmer, ob. cit. pag. 18

Que tenian que ver esos problemas con el de la supervivencia diaria que enfrentaban los integrantes de las turbas?  Sus preocupaciones eran otras:

“Muchos de los partidarios originales de la Revolución en las clases más bajas, habían creido que una Constitución significaba un empleo seguro e impuestos más bajos, en vez de lo cuál había paro y los impuestos había que seguirlos pagando.” Bernier, op. cit., pag. 137

[18] Esta desconexión entre lo que las masas necesitaban y lo que los revolucionarios ofrecían fué una constante en el siglo XIX. Como explica Adam Zamyoski:

“En lugares como Polonia donde había muchos males que reformar en la sociedad,, los conspiradores por lo general vivían en fantasías, satisfaciendo sus necesidades metafísicas La Asociación de la Nación Polaca, fundada en 1836 por, entre otros, Gustaw Ehrenberg - hijo natural de Alejandro I - tenía el objetivo de “rejuvenencer la nacion polaca” y “enjuagar las lágrimas de la humanidad sufriente”. Pero no hay evidencia de que ninguno de ellos contempló una manera de ayudar de manera práctica a los oprimidos, y las desgracias de los campesinos no tenían lugar en medio de sus planes grandiosos” Adam Zamyoski, Holy Madness: Romantics, Patriots and Revolutionaries, 1776-1871,  Penguin books, 2001 pag. 303..

[19] De hecho las reformas, en lo que a las necesidades de la turba se refiere, sólo empeoraron la situacion.. Según Bernier:

“Esto no era precisamente lo que la Revolucion se suponía iba a traer. En vez de una edad de oro de paz y prosperidad, los trabajadores que antes tenían una posición estable se habían quedado  sin trabajo. Dado que aprobaban de los cambios políticos, las víctimas de la política económica de la Asamblea no creían que la mala situación no pudiese  ser la culpa del nuevo orden; era obvio que se trataba de  un complot de los ricos y aristócratas para matar de hambre al pueblo y castigarlos por haber acabado con el Ancien Régime.”   Bernier, op. cit., pag. 135

Pero el hambre creciente era el resultado de las reformas económicas

Los artesanos y dueños de negocios, recientemente caídos en la pobreza, que se rebelaban en París - como, por supuesto, las turbas habituales - pedían el retorno a una economía controlada: poner precios maximos (control de precios), obligar a los campesinos a vender, castigar a los “monopolistas”. Durante todo el Antiguo Régimen, la hambruna era una posibilidad amenzadora cada vez que la cosecha era escasa; los especuladores se apuraban a tomar ventaja de la situación. Ellos compraban el grano hasta que los precios subían al máximo posible, y hacían fortunas a costa de hambrientos, y por eso se los odiaba. La practica fue terminada por gobierno real por los 1760s; pero el pueblo entonces asumió que el rey especulaba para su provecho. En 1792 el rey no podía hacerlo más, y con las nuevas libertades económicas, cualquier hombre con medios podía sacar provecho de las estrecheces. Es así que, además de pedir control de precios y distribución forzosa, la gente enfurecida pedía leyes que hiciesen imposible la especulación, e insistían que se enjuiciase y castigase a los especuladores.

Era precisamente este infringimiento en sus privilegios económicos que una gran parte de los Diputados se preparó a resistir; la división que esto causó fue profunda y permanente....”   Bernier, op.cit.,  pag. 324-5

[20] “Seguid la marcha del odio y el desprecio. Al principio  se exceptúan (del saqueo N.T): las órdenes militares, los palacios episcopales, las fábricas (establecimientos donde ls campesinos podían ganar dinero extra N.T.), hospitales, instituciones caritativas, y escuelas. En 1791 y 1792 se echan abajo todas las barreras.. Imaginad el estado de espíritu de los campesinos cuando las nuevos administradores cómplices venden los bienes de la iglesia y la humilde escuela de la parroquia a los appartachik locales a un décimo de su valor... No busquéis más lejos a la metafísica de la Vendea. Los vendeanos no habían reaccionado al saqueo de los monasterios. Pero las fábricas eran sus bienes” Chaunu op. cit. pag. 207

[21] “El odio a la sociedad aristocrática había llevado a los hombres de la Revolución Francesa a eliminar asociaciones, en nombre de un individualismo radical; dos años más tarde, la ley Le Chapelier contra los sindicatos, en nombre del individualismo radical y asociaciones de patronos confirmaria esto solemnemente...   pero por la prohibición que impusieron - más allá de la cuestión del privilegio - sobre todas las asociaciones de individuos privados, ellos excluyeron de la sustancia  de la soberanía aquellos intereses en que los individuos asociados pudiesen tener en común en la sociedad civil y quisiesen que se garantizasen o defendiesen en el Estado. Si, en order de tener una existencia legítima, la esfera pública debía sufrir semejante negación radical de los intereses en juego en la sociedad,  eso no haría el problema de su constitución y su autoridad mas manejable, precisamentae: como se resolvería la divergencia entre el individuo social y el ciudadano?”

François Furet, Revolutionary France: 1770-1880, 1992., Blackwell Editions, Oxford UK & Cambridge USA,   pag. 72-73

[22] He aquí las palabas de Sièyes

“Si los órdenes privilegiados desapareciesen, la nación no se disminuiría, sino se aumentaría.......El Tercer Estado incluye todo lo que pertenece a la nación; cualquiera que no pertenezca al Tercer Estado no puede tomarse como parte de la nación” Emmanuel  Sieyes,  Essai  sur les privilèges, Paris, 1888,  27,  Citado en Bernier, op cit. pag. 232.. 

Esta es retórica exterminacionista en potencia, lo que han visto tanto Furet como Chaunu.

Qu’est ce que le Tiers Etat nos muestra el gran secreto de la Revolución Francesa, que formará su fuerza motriz - odio a la nobleza”  Furet, op. cit.,  pag. 50-51

“Sièyes ha enviado su panfleto de exclusión: El Tercer Estado, el 96 por ciento de la nación. La nobleza? Que nobleza? Que se vuelva a los bosques de su antigua Germania. O bien ella se disuelve y se la olvida, o se la expulsa. En otros tiempos se habría condenado el intolerable racismo de estos propósitos” Chaunu, op cit.,pag. 182

No fue Marx, evidentemente, quien inventó la lucha de clases.:

[23] Bernier en una sola frase consigue iluminar la contradiccion básica del legado de la Revolución

 “La Revolución trajo otro mundo en el que todavía vivimos, con sus legado positivo - igualdad frente a la ley, libertad de prensa, de asamblea, de religión - y el negativo - la dictadura del Estado en tiempos de crisis con la abrogación de las libertades civiles, y la idea  de que hay gente que merece morir por lo que son, no por lo que han hecho.”   Bernier,  op. cit. pag. 424

O sea, todos somos iguales ante la ley, excepto aquellos que merecer morir por ser quienes son, en cuyo caso se los puede matar sin juicio alguno.

[24] “Si la circumspección y la caución son una porción de la sabiduría cuando trabajamos sobre mera materia inanimada, cuanto más se debe usar, cuando la materia de nuestra demolición y construcción no son ladrillos y madera, sino seres inteligentes, ya que, al cambiar su estado, condición y hábitos, multitudes de seres humanos pueden volverse desgraciados. Pero parece que la opinión de París  es que un corazón duro y una confianza en sí mismo sin límites son los únicos  prerequistos de un legislador perfecto.”   Burke, Reflections...... pag. 184

[25] Una paradoja similar a de aquel solipsista que creía tanto en esa teoría que decía que sólo el exisíia y el resto eran ilusiones que quería predicar para que otros se hicieran solipsistas. O la de aquel individuo que, opuesto a la pena de muerte, abogaba por fusilar a quienes no estaban de acuerdo en abolirla...- evidentemente, la mente humana puede mantener, sin perturbarse,  varios pensaminetos contradictorios entre sí...

[26] Esta necesidad de creer en una teoría que lo explica todo y lo resuelve todo explica la migración de los fascistas hacia el comunismo y viceversa, y el periplo que hacen muchos de secta religiosa en secta religiosa. Parafraseando al General Eisenhower, quien dijo que es importante que se tenga una fé, no importa cuál, lo importante es sentirse poseedor de la verdad, y para eso una verdad vale tanto como otra.

[27] Comentario de Bernier

“La Asamblea... siguió llevando a cabo reformas que respetaban cuidadosamente la santidad de la propiedad que no perteneciese a la nobleza o el clero...”  Bernier, op.cit. ,pag. 148

Y Chaunu.

>“Le Chapelier, el destructor de las corporaciones, quien odia todo aquello que esté por encima del individuo (dice NT) ‘Si el clero sigue siendo propietario, continuará formando un orden dentro de la nación.”  Chaunu, op.cit., pag. 197

[28] No hay que olvidar que los gremios y corporaciones, con todos sus defectos, eran agrupaciones espontáneas, de hombres que se unían de su libre voluntad para un fin común, y que se autogobernaban. Destruirlos fué un gran retroceso.

“Se puede decir que todo el sindicalismo contemporáneo es una insurrección contra la ley Le Chapelier” Gaxotte, op. cit., pag. 170.

[29] “(Citando a un magistrado de Poitou en su memoria contra los mulotinos y hermanas grises NT) ’Nosotros os desvelaremos la imbecilidad de la gente que, desde veinte leguas lleva a sus pies el denario de las viudas y los huérfanos’.  O sea, nada de fasto para los monumentos del culto, nada de grandes calvarios de piedra, nada de todo aquello que en la Iglesia no sirva para la ayuda social. Louis-Marie Clenet lo ha bien dicho. En medio de esas críticas se adivina nuevos valores, o mejor dicho, la acentuación de nuevos valores:”parsimonia, trabajo, provecho”.

Frente a frente, entonces, dos cosmovisiones. Para las èlites iluminadas de los medios urbanos del  Oeste, para los futuros agresores de los campesinos vendeanos -  de quienes los mulotinos y ‘hermanas grises’son los portavoces naturales, como lo son gran parte de sus vicarios y curas - la gloria de Dios puede esperar .’Son dos concepciones del mundo que se enfrentan. Los mulotinos, dignos herederos de Montfort, oponen Dios a Mammón, y condenan la búsqueda, sin límite ni freno, de las riquezas por la nueva èlite.’  Después de todo, los campesinos tienen derecho a hacer lo que quieren con el fruto de sus labores; es posible que no odien esos días de fiesta además de los domingos y esas largas peregrinaciones en el campo para ir a la misión, donde se habla de otra cosa que no sea del pan de cada día, y donde se levanta, en términos concretos, por esos instantes ,el velo que los separa del Reino iluminado por la luz del Mas Allá”   Chaunu, op. cit., pag. 115

[30] Si se duda que el liberalismo económico tiene la misma propensidad que otras idelogías a despilfarrar vidas humanas, veáse en caso de Irlanda cuando la hambruna de patata (1 millón de muertos, 1 millón de emigrados, con lo que la población total se redujo a la mitad) . La respuesta de las autoridades inglesas fué decir que el libre mercado resolvería el problema. Véanse también los casos descritos por Davies cuando el fenómeno climático de El Niño causó malas cosechas en las colonias. (Mike Davis, Late Victorian Holocausts: El Niño Famines and the making of the Thirld World, 2001,  Verso, London, New York). A pesar de que la experiencia de Irlanda enseñaba que el libre mercado por sí sólo no puede impedir una hambruna, y que puede exacerbarla, se siguió el mismo curso de respeto a libre mercado... En India solamente hubo 19 millones de muertos, sacrificados a la creencia liberal.  Para ese entoces, Lenin y Stalin era niños de pecho, y les llevaría bastante tiempo para que, en honor a sus teorías, dejasen morir a millones de hambre en Ucrania.....

[31] Entre éstos se cuentan los ex-trotskistas que se convirtieron en neo-conservadores y ahora promueven la guerra de Irak, en terminos tales que oponerse a ella constituye una herejía. Caracterizan a sus oponentes como izquierdistas y embelesados por los dictadores, y ocultan la presencia de una oposición conservadora a esta guerra basada en argumentos que Edmund Burke reconocería, cómo por ejemplo este artículo de Alexander J. Groth

http://www.mises.org/journals/jls/19_4/19_4_1.pdf

[32] Muestra de esa mentalidad en las palabras de un converso del marxismo al libre mercado

P: ¿Quiere usted comentar en la actitud del Primer Ministro británico Trevelyan, quien estaba en contra de la ayuda contra la hambruna de patata en Irlanda diciendo que el libre mercado iba a solucionar el problema? ¿Era un genocida consciente o un fanático del mercado?

R: No, no era un genocida y sus razones para temer que la intervención crearía un mercado negro y la situación sería peo. Pueden sustentarse en infinidad de paralelos como sucedió en la España de los años cuarenta con el estraperlo o en la URSS durante más de setenta años.

Diálogo con César Vidal  en Libertad Digital, Martes 18 de marzo de 2003 entre las 18:00 y  19:00 horas.

http://www.libertaddigital.com/php3/opi_desa.php3?cpn=12858

(en cache)

http://64.233.161.104/search?q=cache:_dPcvXf9CIgJ:www.libertaddigital.com/php3/opi_desa.php3%3Fcpn%3D12858+%22Cesar+Vidal%22+Irlanda+hambruna+patata&hl=en&gl=us&ct=clnk&cd=2

La mayoría de nosotros creería que los males del mecado negro y del estraperlo son preferibles a un millón de muertos de hambre, pero nos falta la ideología necesaria para comprenderlo.



25 aniversario ¡Malvinas argentinas!

Malvinas argentinas
La revindicación de la Malvinas es un asunto que incumbe a todos los miembros de la comunidad hispana

***


Visualiza la realidad del aborto: Baja el video
Video mostrando la realidad del aborto
Rompe la conspiración de silencio. Difúndelo.

 

Para volver a la Revista Arbil nº 111
Para volver a la tabla de información de contenido del nº 111

La página arbil.org quiere ser un instrumento para el servicio de la dignidad del hombre fruto de su transcendencia y filiación divina

"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil

El contenido de estos artículos no necesariamente coincide siempre con la línea editorial de la publicación y las posiciones del Foro ARBIL

La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición del público siempre bajo los criterios de buena fe, gratuidad y citando su origen.

Foro Arbil

Inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones. N.I.F. G-47042954
Apdo.de Correos 990
50080 Zaragoza (España)

ISSN: 1697-1388