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Entrevistamos a José Antonio Ullate Fabo: “La verdad sobre El Código da Vinci” y la sociedad actual.

por Fernando José Vaquero Oroquieta

El libro “El Código Da Vinci” ha alcanzado uno de los mayores éxitos editoriales de los últimos años. Un escritor navarro, José Antonio Ullate Fabo, ha profundizado en las razones -de fondo y forma- que han facilitado tal evento. En esta entrevista, el citado escritor reflexiona en torno a algunos de los aspectos más relevantes de este fenómeno

José Antonio Ullate Fabo, Licenciado en Derecho, escritor y periodista especializado en información y opinión religiosa, ha profundizado en las razones del éxito de la novela de Dan Brown en su libro “La verdad sobre El Código da Vinci” (LibrosLibres, Madrid, 2004). Hemos querido conocer algunas de sus opiniones, en torno a la situación cultural y espiritual de la sociedad española actual, que pueden concluirse del significativo éxito mencionado.

Pregunta: ¿Podría sintetizar, según su criterio, las razones del éxito espectacular de la novela de Dan Brown?

Respuesta: Una indudable habilidad técnica del autor, un tema morboso: mezclar el ataque a la religión católica con la exaltación de la sexualidad instintiva y una ingenuidad trágica por parte de los lectores y, sobre todo, el ingrediente necesario para cualquier éxito: mucha suerte.

P.: El arraigo, en nuestra sociedad, de unos contravalores culturales y espirituales fruto de la modernidad, antagónicos en buena medida con los propugnados desde sus orígenes por la Iglesia católica, explican en buena medida algunas de las razones de fondo del éxito de la novela. ¿No es una contradicción que, pretendiendo ser, la nuestra, una sociedad que se habría sacudido del yugo de la religión, muchísimas personas se hundan en actitudes y creencias por completo irracionales?

R.: La cuestión de la religión es muy importante. El ser humano –todo ser humano- se da cuenta de que puede conocer, ¡pero no sacamos las conclusiones de este hecho asombroso! Si yo puedo conocer, no importa con qué precisión o con qué exhaustividad, entonces las cosas que conozco son ley para mí. Las cosas me dicen cómo debo tratarlas. Debo tratarlas como son, como conozco que son. Del asombro por el conocer viene la obediencia de la vida. De ahí a demandar el significado de todo lo que existe no hay un paso. Es decir, a la religión. Ahora bien, hoy cualquiera convive con el hecho de que puede conocer y sin embargo reivindica que eso no significa nada. El agnosticismo no es ante todo una posición religiosa, sino que afecta a los usos más inmediatos de la inteligencia. El asunto, por tanto, es que no ser religioso es ser irracional. La nuestra es una época muy irracional, sí.

P.: “El Código Da Vinci” no es la primera novela, con ventas millonarias, que cuestiona, hasta lo inadmisible, la naturaleza y creencias de la Iglesia católica, en las últimas décadas. Sin embargo, la aparición de tales, casi nunca es respondida desde la Iglesia, ignorando su aparición e impacto. ¿Existe, acaso, un complejo de inferioridad en la Iglesia que le impida afrontar este fenómeno?

R.: Los católicos nos encontramos débiles porque tenemos dos fuerzas para vivir la fe, asimétricas, pero necesarias ambas: la vida sobrenatural y la racionalidad, el sentido común. Se empezó por disociar la vida sobrenatural de la razón, después vino una reducción de ese sobrenaturalismo a una experiencia natural “de plenitud”, “de correspondencia”... y al final, bajo la etiqueta “católico” uno se puede encontrar las ideas más dispares, peregrinas y, por supuesto, contradictorias e irracionales. ¿Cómo vamos a responder intelectualmente a un ataque si no cultivamos la razón y el sentido común? Una Iglesia en la que prime la experiencia es ante todo falsa, pero consecuentemente, racionalmente indefensa.

P.: Usted ha afirmado, en diversas circunstancias, que le preocupa que los católicos no recurran más frecuentemente a la razón para afrontar los retos actuales. Pero, ¿Iglesia y razón no están reñidos, según afirma uno de los tópicos dominantes hoy día?

R.: La razón no puede dar cuenta de la fe, que trata de la vida íntima de Dios, pero puede conocer la realidad. Para empezar puede advertir, remontándose de su percepción de lo real hasta su causa, la necesidad de la existencia de Dios. Pero sobre todo el mismo Dios que se revela a los hombres es el que hizo nuestra inteligencia. Así que Dios no sólo tiene en cuenta el contenido de lo que nos quiere decir, sino que tiene muy en cuenta nuestras potencias naturales para conocer y querer. Dios es un inmejorable comunicador, si se puede hablar así. De modo que aunque la fe sea un don sobrenatural, no contradice nunca nuestra razón y además se puede preparar la inteligencia y una vez recibida la fe, la razón contribuye a profundizar en ella. La fe sin razón no sería fruto más que del deseo de creer.

P.: Dan Brown milita, según afirmaciones propias, en una corriente muy concreta de la New Age: el denominado “culto a la diosa”. ¿Podría concretarnos en qué consiste?

R.: El culto a la diosa es una etiqueta. No hay nada real detrás. Pero en cuanto etiqueta sirve para dar cobertura doctrinal, aire de dignidad, a una forma de vida agnóstica y por lo tanto entregada a la satisfacción de cada uno de los pequeños apetitos de cada cual, principalmente los de la esfera sexual, ya que son los que por su intensidad momentánea permiten hacernos olvidar el sinsentido de una vida sin propósito. Sin Dios.

P.: New Age, gnosticismo, “culto a la diosa”... ¿Realmente, todo ello, tiene algo que ver con la vida cotidiana de la gente?

R.: Las etiquetas no, obviamente. Pero en realidad son el soporte doctrinario de una forma de vida que alcanza hasta los más recónditos pliegues de la vida cotidiana. El naturalismo, una religiosidad no sobrenatural, a la larga o a la corta, no puede evitar acabar en libertinismo.

P.: Una sociedad, en su día cristiana, que renuncia a una identidad religiosa, produce unos individuos aislados, desarmados intelectualmente e indefensos ante el poder y las modas culturales. Esta situación, ¿puede rectificarse?

R.: El ser humano es social y permeable, de modo que si nos encontramos inmersos en una sociedad de la comunicación cuyos resortes mediáticos y “formativos” transmiten la idea de que la vida no tiene un “sentido” (lo que conduciría inmediatamente a una urgencia moral), la influencia de este mensaje es muy fuerte para todos. Sobre todo porque encuentra en nosotros una tendencia –el pecado original- hacia el goce inmediato desconectado del sentido de la vida. Pero el ser humano ha sido creado bien. Todos nosotros tenemos una estructura íntima, inteligencia y voluntad, orientada hacia la verdad y el bien. Es imprescindible que los cristianos vivan su fe por su propio bien, pero también porque su mediación es necesaria para la salvación del mundo. Pero para eso hay que romper con la primacía de la experiencia en materia de religión.

P.: El laicismo anticatólico, que estamos conociendo en plena efervescencia y ofensiva triunfal, ¿tiene algo que ver con todo lo expuesto?

R.: Es la vertiente política del mismo fenómeno. No se trata sólo de no alcanzar a Dios, sino de una revuelta contra su presencia en el mundo. Es la consecuencia lógica.

P.: Fe y cultura... ¿un binomio en crisis?

R.: Frankl decía aquello de que cuando un hombre tiene un porqué encuentra siempre un cómo. Si la fe no encuentra un “cómo” cultural, es decir no plasma la totalidad de la existencia de los cristianos, no es por que haya alguna incompatibilidad... Más bien habrá que preguntarse si es posible vivir la fe sin que se traduzca en todos los ámbitos de la vida. La fe es incompatible con la duda, porque la fe es una certeza. Pero hoy muchos no saben siquiera –por que no han querido aprender y por que no se les ha anunciado- los contornos netos de lo que hay que creer. La opinión y la cultura sí son un binomio en crisis, por definición.

P.: ¿Qué críticas ha recibido su libro desde ambientes católicos? ¿Y desde otros medios?

R.: Gracias a Dios, las críticas desde los medios católicos han sido muy buenas. En España los medios más seculares le han dedicado menor atención, pero también lo han valorado positivamente.

P.: Su libro “La verdad sobre El Código da Vinci”, ¿verá la luz en otros idiomas?

R.: Desde el día 3 de mayo el libro está en las librerías italianas.

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Fernando José Vaquero Oroquieta


Con Benito XVI, por la   Verdad, contra el relativismo

 

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