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Maternidad-Gene-Eugenio García-Ruiz Alarnes
Maternidad-Gene-Eugenio García-Ruiz Alarnes

La maternidad beneficia a la totalidad de la sociedad y, como tal, debe ser apoyada por el Estado. Por ello se debe legislar para procura las mejores condiciones de compatibilidad entre la vida familiar y laboral de las madres de forma que familias no se vean condicionadas ni perjudicadas en su opción libre de tener hijos

Pedagogía del ideal personal como camino hacia la plena Libertad

por Mercedes Soto Falcó

La libertad se ha entendido de tantas maneras a lo largo de la historia del pensamiento humano que si hoy en día saliéramos a la calle e hiciéramos una encuesta veríamos que no todo el mundo entiende la libertad de la misma manera y lo que es mas grave, que existen en nuestras sociedades de hoy estrategias muy bien pensadas para evitar que las personas adquieran el verdadero concepto de libertad y lo que es mas importante, que de verdad lo sean.

Tomando una terminología bien conocida del profesor Alfonso López Quintás, si podemos calificar un término de palabra “talismán” es el de libertad.

En nombre de la libertad se ha hecho guerras y revoluciones y el solo pronunciamiento de la palabra libertad ha suscitado siempre en el hombre nostalgia y anhelo de una condición a la que siempre ha creído tener derecho a aspirar y cuya conculcación se ha sentido por parte de los afectados, como una injusticia radical por ser la libertad una cualidad fundamental de la persona.

Sin embargo la libertad se ha entendido de tantas maneras a lo largo de la historia del pensamiento humano que si hoy en día saliéramos a la calle e hiciéramos una encuesta veríamos que no todo el mundo entiende la libertad de la misma manera y lo que es mas grave, que existen en nuestras sociedades de hoy estrategias muy bien pensadas para evitar que las personas adquieran el verdadero concepto de libertad y lo que es mas importante, que de verdad lo sean.

1. El hombre masificado

Un primer obstáculo con que nos encontramos a la hora de ejercitar nuestra libertad es que en el primer mundo vivimos en sociedades tremendamente masificadas.

Ya a principios del siglo XX el P. Kentenich describía de esta manera el hombre masa para los adolescentes que le habían sido confiados:

“El hombre masa es el que hace lo que hacen los demás, cuando lo hacen los demás y porque lo hacen los demás (…)¿Quién de estos hombres rebaño conservan aún convicciones propias, actitudes firmes, una voluntad indomable y un comportamiento consecuente con las propias convicciones? (…) (Por el contrario), su convicción es la opinión pública, su virtud, las costumbres de los demás”. [1]

Tenemos ante nosotros pues, a un hombre que no actúa desde un centro personal sino que es actuado desde fuera. No es capaz de pensar por sí mismo y tampoco trata de hacerlo. Deja que otros piensen en su lugar: la televisión, la radio, su periódico (siempre que lea alguno…) o simplemente se adhiere al pensamiento de la mayoría. Su criterio a la hora de hacer sus opciones esta en lo que se a dado en llamar “lo políticamente correcto”. Ello determina lo que es bueno o malo, lo que debe ser amado o despreciado, sin que la conciencia propia, o los principios metafísicos jueguen ningún papel.

Lo peor es significarse con una forma de vivir o pensar distinta al de esa masa en la que se vive acriticamente inmerso.

Se trata en suma de un hombre sin interioridad, sin una identidad propia, incapaz de desarrollar y tomar decisiones autónomamente y de asumir sus responsabilidades personales. De ahí su inconstancia para asumir compromisos permanentes.

Todo esto en su versión contraria es lo que caracteriza a una persona auténticamente libre.

Si nos fijamos en lo que esta pasando hoy veremos como medidas como son la desprotección de la familia, primer lugar de personalización del ser humano, la desaparición de la institución matrimonial tal y como se ha venido concibiendo hasta hora, el mantenimiento de un bajo nivel en la educación, el arrinconamiento de lo religioso al ámbito de lo privado, en concreto de las creencias y valores cristianos, el fomento del permisivismo, de la promiscuidad, y de la visión materialista y hedonista de la vida, son verdaderas estrategias para favorecer este fenómeno de la masificación. Lo paradójico es que todo ello se lleva a cabo en nombre del progreso y de la conquista de unas supuestas mayores libertades. Pero lo que en realidad se esta proponiendo no es un mayor grado de libertad sino de libertinaje, es decir, de mal uso de la libertad, pues ella esta siempre ordenada al bien da la persona y no a la perdida de su condición como tal.

Se quiere conseguir pues, un hombre de una gran pasividad, sin capacidad de reacción aunque en el fondo de su ser no este de acuerdo con lo que ve o pasa a su alrededor. Un hombre al que se le pueda fácilmente engañar y convencer con unos pocos tópicos de forma que inconscientemente, abdique de su libertad y sea vasallo dócil de las consignas del poder de turno.

Urge pues, en un mundo donde parece que la masificación tiende a anular cada vez más el “yo”, una renovada conciencia de la importancia del cultivo de la identidad personal.

2. Ser persona implica ser libre para realizarse

“La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre” dice la Gaudium et Spes en su capítulo 17, resaltando como la libertad es inherente al ser personal. Persona y libertad se implican mutuamente. A mayor grado de libertad mayor grado de personalización. Nótese que no me estoy refiriendo a la libertad externa, sino a la interior. Una persona puede tener completamente restringida su libertad de movimiento en todos los sentidos y sin embargo puede ser totalmente libre.

2.1 Libertad y libre albedrío

Antes que nada es necesario hacer una aclaración sobre estas dos nociones.

Libre albedrío es “la capacidad que tiene el ser humano de elegir entre las diversas opciones conocidas y parciales que se le presentan como posibles”[2] . Hay que hacer notar que con nuestras opciones dejamos entrever algo de la propia identidad y por otro lado vamos configurándola. Además cada decisión humana posee un carácter moral, hace mejor o peor a la persona. Las buenas elecciones nos hacen cada vez más libres y las malas, cada vez menos.

Libertad es un concepto más amplio. S. Agustín la define como “capacidad de realizar el bien con vistas al fin”. Enfocándolo hacia el tema de la autorrealización personal el concepto de libertad tiene más un carácter entitativo que opcional. Consiste “en la aptitud que posee la persona para disponer de si en orden a su realización” Aquí radica el drama de toda existencia humana. El hombre es el único ser creado que puede lograr o malograr su existencia. Corre el peligro continuo de no ser el sí mismo único e irrepetible que esta llamado a ser.

El hombre es dado a sí mismo como tarea que tiene que cumplir, como proyecto por realizar. En este sentido podemos decir que es un ser germinal. Nace con una serie de potencialidades y posibilidades por llevar a cabo. El adulto no es un niño aumentado. La persona desarrolla sus cualidades a partir de un núcleo vital desde su interior y en confrontación con su ambiente.

También el ser humano es polivalente. Ante cada persona se abre un abanico de posibilidades, de diversas opciones entre las que tiene que elegir. Incluso dando por sentado que el hombre esta sujeto a una serie de determinismos, siempre poseerá diversas posibilidades de realización. Siempre podrá dar un máximo y un mínimo de sí mismo.

Además el hombre es un ser de riesgo porque la libertad no es nunca incondicionada. Esta siempre limitada por condicionamientos previos a su ejercicio que pueden ser exteriores a la persona o de orden interno. Entre estos últimos cabe citar las consecuencias del pecado original, que aunque no haya corrompido su naturaleza, la ha dejado profundamente dañada.

A ello se añade el hecho de que estructuralmente somos seres complejos ya que reunimos en nuestra persona todas las esferas de la realidad: la material, la espiritual y la sobrenatural, lo que crea tensiones interiores que hay que integrar en una síntesis propia. Así si el hombre no pone manos a la obra en la tarea de llegar a ser él mismo llegara un día en que tendrá que decir: “Aquel que soy saluda tristemente al que debiera haber sido”.

Por ello es necesario que emprender decididamente la autoeducación y autoformación de uno mismo que no es otra cosa que “el esfuerzo libre y consciente que tiene por finalidad desarrollar e integrar plenamente la personalidad en sí misma y en sus relaciones”[3] .

3. La necesidad de la autoformación

Ya en 1914 el P. José Kentenich argumentaba frente a los jóvenes que le habían sido confiados algo que permanece absolutamente vigente:

“No se necesita un conocimiento extraordinario del mundo y de los hombres para darse cuenta de que nuestro tiempo, con todo su progreso y sus múltiples experimentos no consigue liberar al hombre de su vacío interior. Esto se debe a que toda la atención y toda la actividad tienen exclusivamente por objeto el macrocosmos, el gran mundo entorno a nosotros. (…)

Pero a pesar de esto, hay un mundo, siempre viejo y siempre nuevo, el microcosmos, el mundo pequeño, nuestro propio mundo interior, que permanece desconocido y olvidado. (…)

Todas las esferas del espíritu son cultivadas, todas las capacidades aumentadas, sólo lo mas profundo, lo más íntimo y esencial del alma humana, con demasiada frecuencia, es descuidado (…) Por eso la alarmante pobreza y vacío interior de nuestro tiempo”

Siguiendo con su argumentación el P.Kentenich señalaba la repercusión que esto tiene a nivel social:

“Hace algún tiempo, un estadista italiano señaló, como el mayor peligro del progreso moderno el hecho de que los pueblos atrasados y semicivilizados se apoderasen de los medios técnicos de la civilización moderna sin que, al mismo tiempo, les sea suministrada la suficiente cultura intelectual y moral para emplear bien tales conquistas. Pero quisiera invertir el problema y preguntar: ¿están los pueblos cultos y civilizados suficientemente preparados y maduros par hacer buen uso de los enormes progresos materiales de nuestros tiempos?

¿O no es mas acertado afirmar que nuestro tiempo se h hecho esclavo de sus propias conquistas? Si, así es. El dominio que tenemos de la naturaleza no ha marchado a la par con el dominio de lo instintivo y animal que hay en el corazón del hombre. Esta tremenda discrepancia, esta tremenda grieta, se hace cada vez más grande y más profunda. Y así tenemos ante nosotros el fantasma de la cuestión social y de la ruina social, si es que no aplicamos enérgicamente todas las fuerzas para producir un cambio. En lugar de dominar nuestras conquistas nos hacemos sus esclavos. También nos convertimos en esclavos de nuestras propias pasiones. (…) En adelante no podemos permitir que nuestra ciencia nos esclavice. (…) Al grado de nuestro avance en la ciencia debe corresponder el grado de nuestra profundización interior, de nuestro crecimiento espiritual”. [4]

Estas palabras permiten comprender la urgencia de ese trabajo con la interioridad de cada uno cuya meta es conseguir personalidades libres, recias y sobrenaturales, que se guíen por principios sólidos y bien conocidos, sepan decidirse por sí mismos y llevar a cabo lo decidido, y desarrollen armónicamente las tres dimensiones del ser humano ya mencionadas: la corporal, la espiritual y la sobrenatural. A lo que aquí se apunta es al hombre verdaderamente libre en su interior, porque la autoeducación no es otra cosa que el reconocimiento practico de nuestra condición de seres libres. Por la libertad somos responsables de nosotros mismos.

Uno de los medios para educarse y educar a otros para conseguir este fin es el cultivo del ideal personal

4. El ideal personal como ideal del yo ó el yo ideal

Hoy en día a la búsqueda de la propia identidad no es de ninguna manera algo nuevo. La psicología humanista de Maslow y Kart Rogers, la Psicología Transaccional y muy en particular, Victor Frankl, así como talleres de desarrollo personal que han proliferado después de la segunda Guerra Mundial con abundante literatura sobre el tema, pretenden facilitar el encuentro de un proyecto de vida personal.

Partimos de que el hombre es un ser racional y por tanto no se guía o no debería guiarse sólo por los simples instintos o pasiones. Porque puede pensar el hombre tiende a orientarse por valores que le dicen algo y le atraen. Ellos “le marcan un camino, se alzan ante su libertad como deber existencial en demanda de realización. En estos valores se hace patente también el ideal personal. Existe un ideal subjetivo de lo que el individuo quiere ser y realizar. Es un esquema-proyecto que representa la meta de su esfuerzo, la misión de su vida: ser el mismo. Es el yo ideal o ideal de yo” [5] Se ha definido como “el conjunto de características que el individuo quisiera poder reclamar como descriptivas de sí mismo.” [6] “Este yo ideal representa un núcleo de valores que se han convertido en verdaderos motivos que impulsan a la acción. El ideal es pues, un valor o sistema de valores hacia el cual se tiende a causa de la grandísima importancia que tienen en la consideración vital del sujeto. De este modo el ideal no se reduce a una mera idea: es una idea motriz, que se hace central en la vida de una persona y encarna un valor tan alto que polariza en torno a sí los demás valores, hasta el punto de que es asumido como valor supremo.” [7]

Esta descripción del ideal personal nos aporta ya varios elementos para captar la importancia y el dinamismo que este concepto aporta a una educación que se basa fundamentalmente en la originalidad del sujeto y la importancia que tiene para esa educación en libertad según la hemos definido como capacidad de llegar a ser uno mismo.

Ahora bien, dado el contexto de este Congreso que parte desde la firme creencia de que todo hombre esta ordenado a la relación y a la comunión con su Creador, en la que la persona no sólo se descubre a sí misma como ser único y original, sino que en esta relación con el tú divino se da el primer ámbito donde la riqueza de la propia personalidad puede crecer y desarrollar todas sus potencialidades, esta comunicación la centraré en una visión del ideal personal que tome en cuenta esta dimensión sobrenatural del hombre.

5. Tres definiciones del ideal personal

Voy a volver a referirme al Fundador del Movimiento de Schoenstatt, a la hora de definir el ideal personal de acuerdo a esta visión integral del ser humano.

En la primera mitad del siglo XX, guiado por su propio itinerario vital y por la experiencia educativa comenzada con los jóvenes seminaristas de los Padres pallotinos, y que luego continuó con personas de diversa condición y vocación , el P. José Kentenich articuló toda una rica pedagogía del ideal personal. Lo hizo teniendo en cuenta la poderosa tendencia masificante de nuestra cultura que veía ya venir como una gran amenaza, y cuya consecuencia más grave es el hombre sin yo, interiormente vacío, discontinuo y despersonalizado, que he descrito mas arriba. También preveía la descristianización general de Occidente y el desafío que significaría un cristianismo de diáspora que habría de enfrentarse con un ambiente en donde imperaría el secularismo y el materialismo.

Es respondiendo a esta visión, que hoy es de plena actualidad, que el P. Kentenich planteó su doctrina del ideal personal, mostrando al mismo tiempo caminos pedagógicos concretos para su desarrollo.

5.1 Definición filosófica

Parte del conocimiento por la razón que podemos tener de alguna cosa.

Se define el ideal personal como:

“la idea original preexistente en la mente de Dios Creador respecto a cada persona” [8]

Es la respuesta a la pregunta crucial por el sentido de la vida de cada uno. Todo hombre creyente o no intuye que tiene un destino personal y único. Algunos creen que esta determinado por la naturaleza, la herencia, el entorno social y cultural, por el destino o por el acontecer histórico o que es fruto de un arbitrario acto de auto creación de sí mismo. El creyente por el contrario cree que cada hombre es la concreción en el presente de una idea o pensamiento de amor que Dios tuvo de él. Para él la historia no es más que el gradual desarrollo de un plan de Amor Divino, por el cual el Padre Dios ha asignado a cada hombre un papel o tarea original, que debe descubrir y cumplir y que puede aceptar o rechazar porque nos ha creado libres a imagen y semejanza suya.

5.2 Definición teológica

Parte de los hechos de la revelación.

Se define como:

la imitación y manifestación original de las perfecciones humano-divinas de Cristo” [9]

Considera el supuesto de que Dios nos ha pensado en Cristo como miembros de su Cuerpo Místico. El ideal personal sería entonces la identificación original y creativa de una persona con algún rasgo de Cristo que de alguna manera refleja lo que esa persona es o lo que quiere llegar a ser.

5.3 Definición sicológica

Parte de la observación e interpretación de la vida cotidiana.

Se define como:

“el impulso y la disposición fundamental que Dios depositó en lo más íntimo del alma, impulso que, fielmente cultivado, con la ayuda de la gracia, conduce a la plena libertad de los hijos de Dios”. [10]

Esta definición es explicada por el P.Kentenich así:

“Si Dios nos ha pensado a cada uno desde toda la eternidad, es lógico también que nos haya dotado con las disposiciones que permitan la realización de esta idea. Se trata desde luego, de rasgos sicológicos, particularmente de las energías que nos impelen al despliegue de nuestra personalidad y del modo peculiar y habitual como respondemos a los estímulos. De ahí que la definición sicológica del Ideal Personal este expresada en términos de impulsos y actitudes fundamentales característicos de la persona, ya sea por disposición genética, ya sea por la influencia del medio”. [11]

6. importancia del ideal personal

6.1. El ideal personal centra la personalidad.

El ideal personal hace que cada persona tome conciencia de cual es su tendencia fundamental, qué es lo que más la mueve o motiva y a la vez la orienta hacia una misión concreta que esta llamada a realizar. De esta forma es un factor unificante de la personalidad. En este sentido se puede hablar de “ideal de personalidad” e “ideal de tarea”.

El ideal de personalidad permite a al sujeto a partir del descubrimiento de su tendencia fundamental y con la ayuda de la gracia, desarrollar el núcleo de su personalidad hasta alcanzar la perfecta libertad de los hijos de Dios.

En la búsqueda del ideal personal lo que se trata de descubrir es lo que ejerce una poderosa atracción en el interior de la persona, las zonas más sensibles del alma, cual de sus impulsos es el más dominante. Ese rasgo fundamental es expresión al mismo tiempo de la psicología individual y también del impulso que la gracia imprime en cada ser, pues la gracia no es un factor extrínseco a la estructura sicológica, sino que se recibe en ella, la eleva, la sana y le confiere un vigor que va más allá de las capacidades puramente naturales. Quien encuentra esta “fuente” propia y original adquiere la fuerza vital y creadora destinada a animar todo su ser y su vida y además descubre la forma particular en que esta llamado a amar respondiendo a la llamada de amor personal que Dios hace a cada uno. Es decir, posee el principio integrador de su personalidad que le permitirá crecer como un todo coherente y orgánico.

El “ideal de tarea” centra la personalidad en relación a la misión que Dios da a cada persona dentro de la sociedad en que vive, en el ámbito de su trabajo, de la comunidad a la cual pertenece o en el ámbito mas íntimo de su familia.

Ambos ideales se complementan y se suponen. Si hay una tarea o profesión que interesa especialmente es porque la persona ve en ella una forma de realizar su tendencia fundamental. El ideal personal centra en aquella misión ó“carisma”que Dios da a cada uno en bien de la comunidad.

6.2. El ideal personal regala una sana conciencia del propio valor.

Pertenece a la esencia del cristianismo la conciencia de la propia grandeza y dignidad. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y estamos llamados a vivir como sus hijos. Esta condición y llamada es universal. El ideal personal recuerda que el hombre es el vértice de toda la creación y que esta llamado a lo más grande: a la comunión amorosa con Dios y con los demás y que ha sido creado como ser irrepetible con una tarea también propia y no transferible.

El ideal personal es por tanto, un medio eficaz para sacar a la persona del anonimato de la masa, pues hace tomar conciencia de esta propia originalidad, valía y dignidad. Se convierte en un buen antídoto contra el complejo de inferioridad, porque permite aceptarse tal y como uno es, con su estructura personal y su historia de vida. Hay muchas personas que sufren enormemente porque no se aceptan tal y como son, con sus lados oscuros y con las limitaciones propias de nuestra humanidad, sin llegar a descubrir que ahí hay también una interpelación de Dios para su camino de vida. El ideal personal permite aceptarse alegremente e inmunizarse contra cualquier clase de denigración por parte de la persona misma o de los demás.

6.3. El ideal personal libera de la mediocridad

En todo ser humano hay una aspiración a ser mas, a empeñarse por algo que verdaderamente valga la pena. El ideal personal proporciona ilusión y estímulo para que esta aspiración se vaya concretando en la propia vida. Es algo así como un imán que no deja de atraer hacia lo más noble que hay en cada persona. “Al decir `ideal´ personal entendemos nuestro yo en su expresión más alta, como forma de ser en forma plena, como germen que tiende a desarrollar al máximo sus potencialidades.” [12] El ideal personal impulsa desde dentro hacia la consecución del yo redimido, que Dios quiere que cada uno realice para su gloria.

Lo interesante es que el hombre de esta manera orienta su vida por la ley de la magnanimidad, y no tanto por la de la pura norma o deber. Aspira libre y generosamente a lo máximo desde su propia interioridad. “La tragedia de nuestro tiempo - dijo Pío XII- no es tanto la maldad de los malos, sino que los buenos no se atrevan a ser los mejores.” Este enfoque cambiará las acentuaciones a la hora de educar, como veremos.

6.4 El ideal personal es herramienta muy útil en la propia autoeducación y en la educación de los demás.

La autoeducación tiene por objeto la conquista progresiva del ideal personal entendido como ese “llamado que Dios nos hace, como seres únicos, irremplazables y libres, a realizar nuestras potencialidades naturales y sobrenaturales y a cumplir una misión concreta en el mundo.” [13] Es por tanto importante llegar a descubrirlo pues en la medida que se tenga claro hacia donde se quiere ir, será posible concentrar todas las fuerzas en esa dirección y se evitará desperdiciarlas dando palos de ciego. Además el ideal personal propicia que el proceso educativo mantenga su dinamismo constantemente ya que siempre estará señalando a una meta deseada y no alcanzada todavía.

6.5 Importancia del ideal personal para la renovación social

En las sociedades en que nos movemos, aunque oficialmente el valor y la dignidad humana son reconocidos y amparados por el derecho, la verdad es que en ellas se da un individualismo exagerado que destruye a la persona, pues encierra al individuo en la cárcel de su yo y de sus intereses egoístas. El individualismo tan propio de estas sociedades masificadas, asimismo destruye la comunidad porque la convierte en un conjunto de seres que viven unos al lado de otros sin conocerse, sin respetarse y sin amarse. Parece que el ideal de la libertad es que cada cual pueda hacer lo que quiera, sin ninguna responsabilidad solidaria por los otros. Nos encontramos con que tampoco aquí, al igual que en las sociedades marxistas, se logra resolver la tensión ente personalidad y comunidad.

Por otro lado el cristianismo que se transmite en muchos casos, es impersonal,, moralista y formalista, no logrando crear unas verdaderas actitudes cristianas y un estilo coherente de vida.

La teoría y la práctica del ideal personal están orientadas a salvar la dignidad de la persona humana, eje de toda renovación social auténtica y duradera, facilitando el equilibrio entre transformación personal y cambio de estructuras. No hay verdadero cambio de las estructuras sin una profunda renovación en el hombre, es decir, sin una verdadera conversión interior.

El trabajo de autoeducación con el ideal personal supera tendencias espiritualistas (la persona se centra en el cultivo de lo sobrenatural descuidando el ámbito de lo terreno y temporal) y las tendencias temporalistas (la persona se centra en lo temporal dejando de lado el cultivo de lo espiritual). Se trata de una educación integral de la persona que abarca la totalidad de sus dimensiones y afecta a todo su mundo de relaciones. [14]

6.6 Importancia del ideal personal para el cristianismo en situación de diáspora

Es fácil constatar mirando a nuestro alrededor que el cristianismo ha dejado de impregnar las instituciones y la vida del hombre. La atmósfera en que nos movemos ya no es cristiana y en mucha ocasiones es abiertamente anticristiana. En este sentido debemos de hablar de la necesidad de un cristianismo de decisión o elección en vez de un cristianismo por costumbre o tradición. Es evidente que ya no basta una fe recibida por tradición basada en formas religiosas carentes de respaldo vital para no sucumbir a la manipulación de los poderes económicos, a la moda y a la frivolidad dominante Se requiere en estos tiempos personalidades cristianas sólidas, libres y dueñas de sí mismas, que acentúen la opción personal y esclarecida, y una voluntad firme de vivirlo consecuentemente. El cristiano actual debe de estar decidido a afirmarse en un medio adverso, donde reina la indiferencia religiosa, el desconocimiento de hasta de lo mas fundamental de nuestra fe, incluso entre bautizados, y un relativismo moral que arrasa con todo. Ha de haber conquistado una convicción eminentemente personal de la fe y haber interiorizado las verdades del Evangelio no como verdades intelectuales sino como una fuente de vida nueva que anima toda su existencia, su mentalidad y su conducta. Se trata de un cristianismo que no dependa ni de la comprensión, ni del apoyo ni de la motivación de los demás y que cuando se encuentre en medio hostil, sea capaz de penetrarlo e irradiar en él sus ideales.

El ideal personal crea este tipo de personalidades, capaces de convencer por la fuerza y la coherencia con sus ideales, es decir cristianos capaces de nadar contracorriente y de desplegar su misión propia en una situación de diáspora. [15]

7. Caminos para descubrir el ideal personal

Por todo lo anteriormente expuesto, ha quedado claro que el ideal personal tiene que ver con la idea que desde siempre Dios ha tenido para cada uno de nosotros, lo que implica también una tarea propia que debemos cumplir en el curso de nuestra vida terrenal.. El ideal personal debe de considerarse por tanto como nuestra vida: un don, una gracia que Dios regala a cada uno. Para su realización se necesita la Gracia de Dios y nuestra libre cooperación con ella. La Gracia no construye en el aire sino sobre la naturaleza a la que sana, eleva y perfecciona.

Por tanto para encontrar el ideal personal se requiere un trabajo de reflexión personal que debe estar acompañado de la oración y la imploración del Espíritu Santo.

Para llegar a esta formulación existen vías más intuitivas y otras mas reflexivas. La utilización de una u otra ó de ambas dependerá de las forma de ser de cada persona.

7.1 Los caminos más intuitivos de búsqueda del ideal personal

Preguntémonos por nuestra ocupación predilecta, porque ella refleja un elemento subconsciente de la personalidad; busquemos si hay algún lema, frase ó una palabra, (pueden ser de una personalidad en los ámbitos religioso ó civil, del Evangelio, de un santo, el lema de una asociación ó comunidad), un símbolo o imagen que espontáneamente nos atrae. Tras ellos se esconden fuerzas y anhelos profundos; determinemos que personalidades del pasado o presente más admiramos y de alguna manera son ejemplares para nosotros; pensemos si tenemos alguna oración predilecta que solemos rezar u oraciones que de alguna manera hayan ido marcando nuestro itinerario espiritual. En ellas sin duda hay unos valores determinados que responden al impulso básico de nuestras almas; reflexionemos sobre cual ha sido la vivencia religiosa más profunda de nuestras vidas. Allí en forma irreflexiva, se manifiesta nuestra receptividad original de valores y el llamado que Dios nos hace por la acción del Espíritu Santo en nuestras almas.

7.2 Nuestra historia como fuente de conocimiento del ideal personal.

Si tomamos la costumbre de tomar por tema de reflexión nuestra historia veremos como paulatinamente ella se va tornando en verdadera “maestra de vida”. En ella descubriremos cada vez más quienes somos, y a donde nos dirigimos, cuales son los valores que mas nos atraen, que hay en nosotros más propio y original y cual es nuestra tarea de vida. Dios es un Dios de la vida y es en la vida y a través de ella donde nos habla. En nuestra biografía seguro que se acumulan hechos positivos y negativos. Es preciso integrar todos esos acontecimientos en una visión unitaria y a la luz de la fe en un Dios Padre que no nos desampara, y cuya providencia amorosa sigue nuestros pasos. Es en nuestra vida donde nos va revelando esa idea original que tuvo de nosotros desde el principio y va disponiendo todo en ella para que se vaya realizando, aunque sus caminos en muchas ocasiones escapen a nuestra comprensión. A nosotros nos corresponde cooperar con ese proyecto suyo indagando las señales o signos de Dios en nuestra historia y en el tiempo que nos ha tocado vivir, de forma que nuestra historia poco a poco la contemplemos ante todo como un camino de maduración personal que incluye la conquista de una cada vez mayor cota de libertad.

Tres momentos importantes son necesarios en esta reflexión sobre nuestra historia: hacer memoria, interpretar nuestra historia y detectar las constantes más notables que se manifiestan en ella.

7.3 La estructura personal como punto de partida para encontrar el ideal personal

Se trata de descubrir a través de un autoconocimiento reflexivo las tendencias vivas que nos impulsan a actuar y a aspirar a determinados valores.

Dios al crearnos y confiarnos una tarea en el mundo nos confirió por medio de las leyes de la herencia, de nuestro carácter y de nuestras capacidades naturales y sobrenaturales, fuerzas internas que impulsan nuestro desarrollo. Poseemos pasiones e inclinaciones que nos mueven hacia la realización de nuestro ser.

Debido al desorden introducido en nosotros por el pecado estas fuerzas se oponen entre sí y nos causan tensiones interiormente. Por ello se impone un discernimiento para averiguar si esos impulsos son queridos por Dios u obedecen a manifestaciones de nuestros instintos desordenados.

Así la determinación de nuestra pasión dominante, entendida como aquella fuerza instintiva que nos impele desde dentro, nos ayudará a encauzar toda su fuerza al servicio del ideal personal.

Estas pasiones son fundamentalmente dos: la concupiscible y la irascible.

La primera se entiende como el impulso de dar y recibir amor, y la segunda como aquella que nos impulsa a la acción y a la conquista. Ambas pasiones radican en el instinto fundamental del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios: el impulso al amor. El amor en definitiva es la pasión básica del hombre. Las pasiones dominantes que hemos nombrado son diversas modalidades del instinto fundamental del amor.

Las pasiones no son ni buenas ni malas. Son tan solo fuerzas. Su bondad o malicia dependerá del objeto al que las orientemos mediante nuestra libertad.

Toda persona posee las dos aunque no en igual medida. Es importante llegar a saber cual es la que predomina para utilizarla como energía interior del ideal personal y para emprender una autoeducación clarividente, enfocada a desarrollar conscientemente la pasión secundaria con el fin de alcanzar una madurez integral de la persona. [16]

A la etapa de búsqueda del ideal personal sucede una labor de síntesis que habrá de culminar con su formulación, a través de la elección de un símbolo o lema que lo exprese y que capte lo más profundo de nuestra alma, que toque esa actitud o rasgo fundamental que nos caracteriza. También es conveniente redactar una oración en la que se exprese su contenido de forma sencilla.

A partir de ese momento la persona con la ayuda de la gracia y de medios concretos, tendrá que emprender todo un trabajo de autoformación que girará alrededor de la conquista del ideal personal y de su profundización, procurando aplicarlo y encarnarlo en su vida diaria. Poco a poco, en la medida en que se vaya poniendo en práctica, se le ira revelando mas claramente y empezará a ser la estrella que guía su camino.

Hay que tener en cuenta que si no existe una concienciación permanente y una planificación del ideal personal, se acabará perdiéndolo de vista y terminará por perder toda su fuerza plasmadora y motivadora. El impulso fundamental pues, debe ser conservado fielmente y no sólo conscientemente para que se convierta en actitud fundamental. La meta es que el hombre llegue actuar en función de lo que es, es decir que llegue a actuar irreflexivamente lo que es.

8. Pedagogía del ideal personal, educación según el orden de ser a través de la magnanimidad.

Es un hecho fácilmente constatable en los ambientes donde nos movemos que hay aversión y miedo a la persona original. Por ejemplo si miramos al mundo de los jóvenes, es verdad que ellos desean distanciarse y sentirse originales frente al mundo adulto, pero como pertenecientes al grupo, salvo excepciones, son en una gran mayoría copias los unos de los otros. Viven inconscientemente en su ámbito juvenil la masificación que los adultos viven a nivel de sociedad en general. Ni siquiera el idealismo y radicalidad propio de esta etapa de la vida les salva de esta corriente negativamente niveladora. Esto, unido a la todavía corta experiencia de vida, hace que sean un colectivo muy manipulable. Se le imponen modas, diversiones, conductas y formas de pensar con toda facilidad. Sin embargo toda la efervescencia juvenil aspira en el fondo a una sola cosa: a descubrir el “yo regio”, que no es otra cosa que esa imagen ideal que el joven tiene de sí mismo en su interior y que aspira a extraer de en medio de los innumerables yos posibles que se despiertan en el conflicto de la maduración y a formarlo [17] .

La eficacia de la pedagogía del ideal personal parte en primer lugar de que se basa en el orden de ser del educando. Empieza donde el otro esta, se hace compañera de viaje con él hacia la meta querida por Dios para esa persona. Tiene sumo respeto por su perspectiva de intereses particulares en su desarrollo personal. Su principal preocupación es sobre todo ser servidora de la originalidad propia de cada uno y ayudar a su maduración, y no tanto el transmitir unos contenidos, normas o formas de vida ya preestablecidos. La pedagogía del ideal personal huye de los moldes y de las ideas preconcebidas de cómo o qué debe de llegar a ser cada persona. Por el contrario, intenta discernir la voluntad de Dios para esa persona y se hace una con la vida que educa, respetando sus ritmos, e intentando que el educando vaya descubriendo por sí mismo sus rasgos particulares y sus tareas propias.

La pedagogía del ideal personal facilita sobremanera la educación integral de la personalidad apelando a la magnanimidad como primera motivación, porque desde lo hondo de sí mismo el hombre siente la necesidad de ser más. La vocación personal y comunitaria es una permanente fuente de energías interiores que le animan a vencer los obstáculos de fuera y de dentro de él, lo que conlleva una conquista de mayores espacios de libertad.

Así podemos decir que una educación para la libertad es una educación por ideales. En base a ellos se despierta magnanimidad, la generosidad de alma y la persona adquiere un centro psicológico, un punto de referencia que le permite ir restaurando la armonía que el primer pecado rompió. Sin ideales es prácticamente imposible llegar a ser libres. Puede pasar que haya personas que no formulen explícitamente sus ideales, pero es seguro que si actúan como personas libres, los poseen implícitamente.

En referencia al tema que nos ocupa, el ideal personal revela todo lo bueno a lo que la persona esta llamada y como tal atrae y polariza todas sus fuerzas interiores alrededor de él. Es una atracción hacia lo más noble que hay en el hombre, porque esta naturalmente ordenado al Bien y a su propio bien. Ello le sirve para liberarse de las esclavitudes que el mundo y sus propias pasiones desordenadas pueden ejercer sobre él. Sin duda el hombre de hoy vive tan esclavizado por tantas cosas internas y externas porque no sabe mirar hacia lo alto, hacia las estrellas de los ideales y del ideal de sí mismo que Dios puso en su alma.

La pedagogía del ideal es sinónimo por tanto de pedagogía de la magnanimidad, palabra que literalmente quiere decir “alma grande.” Se refiere por tanto a la aspiración a lo más grande, a lo más noble, a lo más alto. Como herramienta pedagógica es evidente su utilidad, porque sin suprimir las formas externas, los reglamentos y las normas, los trasciende ampliamente. Tiene que ver con lo que El P. José Kentenich puso como ley de todo su método pedagógico cuyo fin no es otro que educar en libertad:

“libertad en cuanto sea posible, vínculos (se refiere a las formas, reglas o actos exteriores) solo en cuanto sean necesarios y sobre todo máximo cultivo del espíritu.”

El principio sugiere que se limite a lo estrictamente necesario los mandatos y prescripciones externas para dejar el máximo espacio a la libertad. Es otorgar un alto grado de confianza basado en el reconocimiento del alto valor de la libertad humana. Ella, como capacidad del hombre de determinarse a sí mismo, es lo que sella su semejanza divina. Sobre esta base de pocos vínculos y una buena conducción llegará el hombre con más seguridad a la perfecta”libertad de los hijos de Dios”.

En el cultivo del ideal personal encuentra el hombre un campo propicio para adquirir esta autonomía con rasgos propios que es al mismo tiempo responsabilidad madura por su propio crecimiento personal en la línea querida y prevista por su Creador. La libertad así adquirida acabará desembocando en una entrega libre a los mandamientos y leyes divinas así como al Legislador. Esto, claro, solo se puede alcanzar por un esmerado cultivo del espíritu.

La experiencia pedagógica ha demostrado que todo educando avanza más rápidamente con las velas de la libertad que con los remos de las múltiples exigencias coactivas, pues la libertad es la que da alas. No hay que olvidar que los preceptos y mandatos, que en muchos casos al inicio del proceso educativo son un apoyo válido, si luego no se transforman en objeto de la libre opción de la persona acaban oprimiendo y obstaculizando en el vuelo del alma. [18]

Acabo este apartado con unas palabras del gran educador que fue el P. José Kentenich y que hacen referencia a este concepto de “libertad de los hijos de Dios:

“El don de la libertad con la doble dimensión de decidir y ejecutar lo decidido, es digno de reyes…Involucra el valor y la dignidad de ser dueño de las propias decisiones; significa a sumir la responsabilidad por los actos, dominar las circunstancias, crecer por medio de ellas, en lugar de andar a la deriva…También implica el derecho y el deber de la decisión y responsabilidad personales…Se trata del mayor grado de libertad…para Dios y todo lo Divino y poder realizar así la gran misión del `hombre nuevo en la nueva comunidad,´ libres a la vez, de la esclavización por las formas, e igualmente libres para saturarlas éticamente y divinizarlas.” [19]

9. Pedagogía del Ideal Personal, una pedagogía integradora e integrante

Después de haber leído esta comunicación alguno podría apuntar si este centrarse en el cultivo de lo propio no podría desembocar en una alienación de tipo individualista, con lo que uno acabaría siendo prisionero del propio yo. A esto el P. José Kentenich ya contestó en su momento que “el ideal personal, en contraste con cualquier matiz de personalismo exagerado, abarca simultáneamente la dimensión personal y la dimensión solidaria.” [20]

Efectivamente si uno cultiva su personalidad desarrollando un proceso de autentica liberación interior y de autoposesión es para poder dar y poner la propia riqueza a disposición de los otros. Nadie puede dar lo que no tiene. Ya hemos explicado que el ideal personal lleva implícita también una tarea, que no es otra cosa que la forma particular de cada persona de amar. La pedagogía del ideal personal tiene su continuación en la pedagogía de las vinculaciones que educan al hombre para que desarrolle de forma orgánica todo el mundo de relaciones que lo constituyen como persona: la relación con Dios, con el prójimo, con el propio trabajo, con la realidad social y cultural y con toda la creación. Por ello se puede afirmar que desde el punto de vista pedagógico el Ideal Personal como teoría y práctica del encuentro con la propia identidad, es válido por su carácter integrador e integrante. [21]

En definitiva y como ya he mencionado, el fin último del Ideal Personal es la conquista cada vez mas perfecta de la libertad de los hijos de Dios” Libertad de uno mismo y de todo cuanto pueda esclavizarnos y libertad para llegar a ser el que se es y desde esa plena posesión de uno mismo poder amar y entregarse, porque el hombre cuanto más ama, más libre es, y cuanto mas libre es, más ama.

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Mercedes Soto Falcó



[1] Citado en “Un educador profético” de W.PAUL SIEGLER B. Edit Patris, Chile 2001.

[2] P. JAIME FERNANDEZ: “La educación de los hijos”Fundación Profamilia. Chile, 1999

[3] P. RAFAEL FERNANDEZ. “En busca de la propia identidad”. Edit. Patris,Chile 1982

[4] Citado Por P. RAFAEL FERNANDEZ en “Somos historia por hacer”. Edit. Patris, Chile 2005

[5] BERNABE TIERNO: “Ideal, deber o tarea moral”, articulo en el “Semanal”, 9.2.1997

[6] Ibid.

[7] Ibid.

[8] P. RAFAEL FERNANDEZ: “Somos historia por hacer”. Edit Patris, Chile 2005

[9] Ibid.

[10] Ibid.

[11] Citado por W. PAUL SIEGEL B. en “Un educador profético”. Edit Patris, Chile 2001

[12] P. RAFAEL FERNANDEZ: “En busca de la propia identidad”. Edit. Patris, Chile 1982

[13] Ibid.

[14] Ibid.

[15] Ibid

[16] P. RAFAEL FERNADEZ: “Somos historia por hacer”. Edit Patris, Chile 2005

[17] P. ÁNGEL STRADA: “Propuesta pedagógica” Edit Patris, Argentina 1991

[18] M. BLEYLE: “La educación según la espiritualidad de Schoenstatt”.Inst.Secular de la Hnas. Marianas de Schoenstatt, Chile 1984

[19] Ibid.

[20] Citado en “Un Educador Profético” de W. PAUL SIEGLER.Edit. Patris, Chile 2001

[21] Ibid.


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