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Maternidad-Gene-Eugenio García-Ruiz Alarnes
Maternidad-Gene-Eugenio García-Ruiz Alarnes

La maternidad beneficia a la totalidad de la sociedad y, como tal, debe ser apoyada por el Estado. Por ello se debe legislar para procura las mejores condiciones de compatibilidad entre la vida familiar y laboral de las madres de forma que familias no se vean condicionadas ni perjudicadas en su opción libre de tener hijos

El PP se arrima a las manifestaciones

por Miguel Ángel Loma

Desgraciadamente, entre los responsables del PP no hay indicios que puedan conducirnos a concluir que este partido, que ahora se apunta a todas las denuncias con la presencia de sus rostros más conocidos intentando darse un baño de masas, haya aprendido la lección y vaya a cambiar de actitud ni fuerza en las convicciones que dice defender.

La multitudinaria manifestación del 12-N en Madrid contra la Ley de Educación socialista marca un nuevo hito en la movilización de un sector relevante del pueblo español, que parecía dormido en los últimos años.

Articulados a través de diferentes colectivos de la denominada «sociedad civil», la mayoría de asistentes no acudieron convocados por el PP ni por la Conferencia Episcopal, como sesgadamente se ha predicado desde los medios de comunicación afines al Gobierno; y aunque faltaríamos a la verdad si ignorásemos el papel fundamental que en dicha movilización ha tenido la COPE, tampoco sería veraz otorgar el protagonismo que interesadamente algunos, incluso desde esta misma cadena, quisieron conceder a la presencia de dirigentes del PP en dicha manifestación; un falso protagonismo que denunciaba certeramente, como siempre, Juan Manuel de Prada en su artículo de ABC «Sobre la manifa».

Tanto el PSOE como el mismísimo PP se han encontrado, no sin cierta sorpresa, con que una parte importante de la sociedad española no sólo no está dispuesta a seguir comulgando con ruedas de molino en determinados temas de trascendencia innegable, sino que además se echan a la calle para defender sus derechos; y que a la hora de las grandes manifestaciones, asuntos como la familia, el matrimonio o el derecho a la libertad de educación, e incluso la unidad de la nación española (la profusión de banderas nacionales en la última manifestación apunta en este sentido) son causas de suficiente peso como para sacudirse la comodidad de un plácido fin de semana, y ponerse en marcha hacia Madrid desde todos los puntos de España.

Esta capacidad de reacción popular, tan temida por la izquierda (que siempre se ha considerado propietaria de la calle), la intenta ahora rentabilizar el PP, y sus voceros, en propio beneficio, pese a que este partido se mueva con calculada ambigüedad en todos estos asuntos y se sume a estas convocatorias sólo cuando cuenta con cierta garantía de que las manifestaciones constituirán éxito.

Y aunque esta actitud no deja de ser legítima en la política actual, muy poco pecho pueden sacar los del PP en materia de denuncias educativas cuando durante sus últimos cuatro años de Gobierno, gozando de mayoría absoluta, esperaron hasta el final para sacar una Ley de Educación (LOCE) que ni siquiera tuvo vigencia tras la llegada de la apisonadora ZP. Recordemos aquel tópico tan repetido por los responsables del partido popular cuando gobernaban, de que contábamos «con la generación de españoles mejor preparada de nuestra historia» (Ana Botella dixit).

¿Acaso el PSOE ha tenido tiempo para hundir la educación española y hacer desaparecer a toda una generación, tras solo un año y medio de gobierno? Obviamente no. Zapatero tiene vocación exterminadora (o como diría una concursante del Gran Hermano, hija de la LOGSE, «es como el caballo de Troya, que por donde pisa no crece la hierba»); pero en el desastre educativo español también el PP tiene su importante cuota de responsabilidad después de permanecer ocho años en el poder, porque la responsabilidad en cualquier actuación humana no nace únicamente de las acciones, sino también de las omisiones y de la falta de diligencia debida.

Y la culpa del PP respecto al fracaso escolar, se puede predicar también en muchos otros temas: la descomposición moral de una parte considerable de la sociedad que asiente con indiferencia a la desnaturalización del matrimonio, la precarización del empleo, el aumento de embarazos entre adolescentes y la multiplicación de abortos, el alto índice de violencia en todos los órdenes y géneros, el prohibitivo precio de la vivienda, la implantación de la cultura de la botellona y la extendidísima libre circulación del hachís entre la juventud, convertirnos en el primer país en consumo de cocaína, la extensión del sentimiento nacionalista separatista, etc., etc., etc., no son fruto de año y medio de gobierno socialista. Sólo en materia antiterrorista puede el PP reivindicar una actitud y una política contundente muy diferenciada del actual entreguismo zetaperino. En lo demás, se está recogiendo lo que se sembró.

La sociedad española no ha cambiado de la noche a la mañana con el simpaticote dialogante Zapatero; éste simplemente se ha encontrado con un terreno abonado para sus desmanes tras años de política centrorreformista, de política ejercida por esos mismos que ahora tanto se rasgan las vestiduras y se asoman por las manifestaciones.

Es sorprendente, por ejemplo, el escándalo de muchos católicos incondicionales del PP con la televisión actual. ¿Acaso durante los gobiernos de Aznar, la programación de la televisión pública era muy diferente a la de hoy? En absoluto. No había programas cuyo objetivo principal era, como en algunos actuales, el ataque directo contra la Iglesia, pero hace tiempo que desde TVE se ayudaba a difundir los mimbres para construir el cesto. Y si alguien lo duda, ahí están las videotecas.

Desgraciadamente, entre los responsables del PP no hay indicios que puedan conducirnos a concluir que este partido, que ahora se apunta a todas las denuncias con la presencia de sus rostros más conocidos intentando darse un baño de masas, haya aprendido la lección y vaya a cambiar de actitud ni fuerza en las convicciones que dice defender. Lo que no realizaron cuando gozaban de mayoría absoluta, ya nunca lo realizarán.

Lo único que están dispuestos a hacer (por razones de oportunidad, que diría doña Espe) es una defensa de mínimos, meramente nominalista. Lo único que están dispuestos a asumir es la política del mal menor, una política por la que han acabado apostando de manera claudicante incluso sus votantes más derechistas y parte del obispado español.

Confiemos en que el protagonismo de unos colectivos sociales que han asumido la ingrata labor de tirar del carro y movilizar al personal, pueda ayudar a variar el inquietante rumbo de nuestro presente.

Con las últimas manifestaciones ha nacido una contestación social, pero «la lógica de los tiempos», como dijo aquél, puede hacer que esta contestación se nos convierta en una esperanza de futuro que supere la disolvente política progresista del quelonio monclovita.

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Miguel Ángel Loma


El foro de intereconomía

 

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