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Arbil, apostando por los valores de la civilización cristiana

Por la Vida, la Familia, la Educación, la dignificación del Trabajo, la Unidad histórica, territorial y social de la Nación, y por la Regeneración Moral y Material de nuestra Patria y el mundo

 


Indice de contenidos

- Texto completo de la revista en documento comprimido
- Sin miedo a la muerte
- Hasta que la muerte os separe
- Las ciencias y el conocimiento metafísico
- Editorial
- Presupuestos de "las familias"
- Las bazas del plan Ibarretxe
- La nueva derecha populista europea
- Una entrevista a Ignacio Arsuaga: HazteOir.org y el movimiento transversal católico español
- El Sahara y las odiosas comparaciones
- Un análisis sobre el nacionalismo catalán
- Juventud: por una movilización moral y cultural al servicio de la libertad de Navarra
- Una antropología necesaria
- Los conversos al catolicismo
- Entrevista a la profesora Elena Calderón de Cuervo
- La persistencia de los condicionamientos de la comunicación dentro del espacio europeo
- La adicción desconocida: sexo
- Teorías de guerra justa neoconservadoras para Irak rechazadas
- Ejes y alianzas
- Hay esperanzas en la medicación antisida
- Un nuevo espacio de opinión en Internet: lanoticiadigital.com
- El centro político: un espacio sin microbios pero sin vitaminas
- Libertad, Igualdad y Fraternidad. Algunas notas
- Intelectuales callados
- Hablar claro: Cultura y contracultura de muerte
- Arte religioso y estética
- El "genero chico"
- Repaso a cien años de educación en España (y II)
- El derecho a la rebelión
- Dos siglos de prensa católica escrita en España
- "Por la diversidad. Contra la discriminación"
- 1936-1939. La Tercera República Española o la República revolucionaria: el ensayo de democracia popular en España
- Espacios de libertad en Internet
- Un cuarto de siglo con Woytila
- Hugo Wast
- Lo sagrado y lo profano
- La Epoca, la conciencia de una monarquía liberal
- Fuentes para la historia del Opus Dei
- Contribución a los estudios sobre la represión republicana en la Guerra Civil. El entorno de Delgado Barreto
- Interpretación sobre lo ocurrido en la Argentina a la luz del pensamiento de Donoso Cortes y Zeferino González
- Interpretación sobre lo ocurrido en la Argentina a la luz del pensamiento de Donoso Cortes y Zeferino González
- Hasta siempre
- Arbil-Madrid con el Dr. Miguel Acosta y el escritor Francisco Paradela
- Texto Clásico; El idioma español en Filipinas


CARTAS

Arbil cede expresamente el permiso de reproducción, siempre bajo las premisas de buena fe, buen fin, gratuidad y citando su origen
Revista Arbil nº 74

Interpretación sobre lo ocurrido en la Argentina a la luz del pensamiento de Donoso Cortes y Zeferino González

por Aldo H Delorenzi Conte-Grand

El autor repasa algunos textos de Donoso Cortes y Zeferino González relacionándolos con las vicisitudes históricas de Argentina en los últimos años sometida al capitalismo y al liberalismo relativista


En este país que soporto la dictadura sangrienta e injusta (al menos ante el caos inicial del peronismo del 1975 era hasta esperable) nos quedó el síndrome de "cuidar la Democracia" y con esa debilidad intrínseca o remordimiento por haber sido, o indiferentes o golpistas de antaño se bajaron las defensas morales y deidificamos la democracia con partidos corruptos y amorales. El partido mayoritario justicialista gana las elecciones y desencantado de la ingenua percepción que "con la democracia se come, se cura y educa" (el latiguillo de Alfonsín) el país le dio el poder al Sr. Menem de dudosa capacidad y moral.

La Iglesia Católica, moderada y acusada de permisiva, sino cómplice, con la dictadura del Gral Videla y su junta militar, prefirió el recato y no se puso firme a condenar la corrupción intrínsecamente perversa que se venía de la mano de los liberales de ocasión. Se acuñó la letal mentira "Achicar el estado es agrandar la Nación" y alegremente el país se fue cantando hacia el patíbulo. Toda una generación de hombres entre los que me incluyo por desconocimiento, desidia o perfidia omitió la gran verdad del brillante Juan Donoso Cortes (1) que hablando de Dios y de las ideas escribió allá por el 1849.

 

    1. Bajo su imperio fecundísimo (de la Iglesia) han florecido las ciencias, se han purificado las costumbres, se han perfeccionado las leyes y han crecido con rica y espontánea vegetación todas las grandes instituciones domésticas, políticas y sociales. Ella no ha tenido anatemas sino para los hombres impíos, para los pueblos rebeldes y para los reyes tiranos. Ha defendido la libertad, contra los reyes que aspiraron a convertir la autoridad en tiranía; y la autoridad, contra los pueblos que aspiraron a una emancipación absoluta; y contra todos, los derechos de Dios y la inviolabilidad de sus santos mandamientos.
    2. No hay verdad que la Iglesia no haya proclamado, ni error a que no haya dicho anatema. La libertad, en la verdad, ha sido para ella santa; y en el error, como el error mismo, abominable; a sus ojos el error nace sin derechos y vive sin derechos, y por esa razón ha ido a buscarle, y a perseguirle, y a extirparle en lo más recóndito del entendimiento humano.
    3. Y esa perpetua ilegitimidad, y esa desnudez perpetua del error, así como ha sido un dogma religioso, ha sido también un dogma político, proclamado en todos tiempos por todas las potestades del mundo. Todas han puesto fuera de discusión el principio en que descansan; todas han llamado error, y han despojado de toda legitimidad y de todo derecho al principio que le sirve de contraste. Todas se han declarado infalibles a sí propias en esa calificación suprema; y si no han condenado todos los errores políticos, no consiste esto en que la conciencia del género humano reconozca la legitimidad de ningún error, sino en que no ha reconocido nunca en las potestades humanas el privilegio de la infalibilidad en la calificación de los errores.
    4. De esa impotencia radical de las potestades humanas para designar los errores ha nacido el principio de la libertad de discusión, fundamento de las constituciones modernas. Ese principio no supone en la sociedad, como pudiera parecer a primera vista, una imparcialidad incomprensible y culpable entre la verdad y el error; se funda en otras dos suposiciones, de las cuales la una es verdadera y la otra falsa: se funda, por una parte, en que no son infalibles los gobiernos, lo cual es una cosa evidente; se funda, por otra, en la infalibilidad de la discusión, lo cual es falso a todas luces.
    5.  

    6. La infalibilidad no puede resultar de la discusión si no está antes en los que discuten; no puede estar en los que discuten, si no está al mismo tiempo en los que gobiernan; si la infalibilidad es un atributo de la naturaleza humana, está en los primeros y en los segundos; si no está en la naturaleza humana, ni está en los segundos ni está en los primeros, o todos son falibles o son infalibles todos. La cuestión, pues, consiste en averiguar si la naturaleza humana es falible o infalible; la cual se resuelve forzosamente en esta otra, conviene a saber: si la naturaleza del hombre es sana o está caída y enferma.
    7. En el primer caso, la infalibilidad, atributo esencial del entendimiento sano, es el primero y el más grande de todos sus atributos, de cuyo principio se siguen naturalmente las siguientes consecuencias. Si el entendimiento del hombre es infalible porque es sano, no puede errar porque es infalible; si no puede errar porque es infalible, la verdad está en todos los hombres, ahora se los considere juntos, ahora se los considere aislados; si la verdad está en todos los hombres aislados o juntos, todas sus afirmaciones y todas sus negaciones han de ser forzosamente idénticas; si todas sus afirmaciones y todas sus negaciones son idénticas, la discusión es inconcebible y absurda.
    8. En el segundo caso, la falibilidad, enfermedad del entendimiento enfermo, es la primera y la mayor de las dolencias humanas; de cuyo principio se siguen las consecuencias siguientes: si el entendimiento del hombre es falible porque está enfermo, no puede estar nunca cierto de la verdad porque es falible; si no puede estar nunca cierto de la verdad porque es falible, esa incertidumbre está de una manera esencial en todos los hombres, ahora se los considere juntos, ahora se los considere aislados; si esa incertidumbre está de una manera esencial en todos los hombres, aislados o juntos, todas sus afirmaciones y todas sus negaciones son una contradicción en los términos, porque han de ser forzosamente inciertas; si todas sus afirmaciones y todas sus negaciones son inciertas, la discusión es absurda e inconcebible.
    9.  

    10. Sólo el catolicismo ha dado una solución satisfactoria y legítima, como todas sus soluciones, a este problema temeroso. El catolicismo enseña lo siguiente: «El hombre viene de Dios; el pecado, del hombre; la ignorancia y el error, como el dolor y la muerte, del pecado; la falibilidad, de la ignorancia; de la falibilidad, lo absurdo de las discusiones».
    11. Pero añade después: «El hombre fue redimido», lo cual si no significa que por el acto de la redención, y sin ningún esfuerzo suyo, salió de la esclavitud del pecado, significa, a lo menos, que por la redención adquirió la potestad de romper esas cadenas y de convertir la ignorancia, el error, el dolor y la muerte en medios de su santificación con el buen uso de su libertad, ennoblecida y restaurada. Para este fin instituyó Dios su Iglesia inmortal, impecable e infalible. La Iglesia representa la naturaleza humana sin pecado, tal como salió de las manos de Dios, llena de justicia original y de gracia santificante; por eso es infalible, y por eso no está sujeta a la muerte.
    12. Dios la ha puesto en la tierra para que el hombre, ayudado de la gracia, que a nadie se niega, pueda hacerse digno de que se le aplique la sangre derramada por Él en el Calvario, sujetándose libremente a sus divinas inspiraciones. Con la fe vencerá su ignorancia; con su paciencia, el dolor, y con su resignación, la muerte; la muerte, el dolor y la ignorancia no existen sino para ser vencidas por la fe, por la resignación y por la paciencia.
    13. Síguese de aquí que sólo la Iglesia tiene el derecho de afirmar y de negar, y que no hay derecho fuera de ella para afirmar lo que ella niega, para negar lo que ella afirma. El día en que la sociedad, poniendo en olvido sus decisiones doctrinales, ha preguntado qué cosa es la verdad, qué cosa es el error, a la prensa y a la tribuna, a los periodistas y a las asambleas, en ese día el error y la verdad se han confundido en todos los entendimientos, la sociedad ha entrado en la región de las sombras, y ha caído bajo el imperio de las ficciones.( El subrayado es mío)
    14. Gracias Juan Donoso, tu lo dijiste, en la Argentina nos ocurrió eso, nos olvidamos de las decisiones doctrinales cristianas y abrazamos las doctrinales y falaces del liberalismo económico y de la criptocracia plutocrática como se la ha dado en llamar a la democracia del 2003 en países pobres, en otras palabras: quisimos siendo pobres hacernos ricos con los ricos y siguiendo a Donoso caímos como sociedad bajo el imperio de las ficciones :(o no fue una fenomenal ficción creernos durante 10 años que poseíamos una moneda mas fuerte que Alemania con la mentira de un peso = 1 dólar).

      ¿O no fue una fenomenal ficción creernos que el capitalismo casino iba a ingresar sin corrupción, sin lavado y sin fugas de capitales como realmente paso con la secuela de 6 a 8 millones de nuevos pobres que quedaron?

      Continua implacable y certero Donoso.

       

    15. Sintiendo, por una parte, en sí misma una necesidad imperiosa de someterse a la verdad y de sustraerse al error, y siéndole imposible, por otra, averiguar qué cosa es el error y qué cosa es la verdad, ha formado un catálogo de verdades convencionales y arbitrarias, y otro de soñados errores, y ha dicho: «Adoraré las primeras y condenaré los segundos», ignorando, tan grande es su ceguedad, que, adorando a las unas y condenando a los otros, ni condena ni adora nada, o que, si condena y si adora algo, se adora y se condena a sí misma.
    16. La intolerancia doctrinal de la Iglesia ha salvado el mundo del caos. Su intolerancia doctrinal ha puesto fuera de cuestión la verdad política, la verdad doméstica, la verdad social y la verdad religiosa; verdades primitivas y santas, que no están sujetas a discusión, porque son el fundamento de todas las discusiones; verdades que no pueden ponerse en duda un momento, sin que en ese momento mismo el entendimiento oscile, perdido entre la verdad y el error, y se oscurezca y enturbie el clarísimo espejo de la razón humana.
    17. Eso sirve para explicar por qué, mientras que la sociedad emancipada de la Iglesia no ha hecho otra cosa sino perder el tiempo en disputas efímeras y estériles, que, teniendo su punto de partida en un absoluto escepticismo, no pueden dar por resultado sino un escepticismo completo, la Iglesia, y la Iglesia sola, ha tenido el santo privilegio de las discusiones fructuosas y fecundas.
    18.  

      En cierto sentido por el prurito que le quedó a la Iglesia Argentina de "no meterse en política" ésta se quedó en su función estrictamente social y gracias a Dios hoy a través de su organización es la primera en ayudar y apoyar a los pobres que dejó el sistema (asiste a casi 3.000.000 de pobres). Pero faltó algo: los intelectuales que entendiendo a Donoso hubieran puesto el punto en el lugar que debe estar y esto es volver a subordinar la política a la teología, sin temores ni complejos de ser tildados de fascistas o ultramontanos.

      ¿O acaso no hay nada más destructor de la familia, la tradición y la propiedad que la globalización asimétrica y atea que nos inunda?

      Donoso nos sigue acompañando:

       

    19. La teoría cartesiana, según la cual la verdad sale de la duda, como Minerva de la cabeza de Júpiter, es contraria a aquella ley divina que preside al mismo tiempo a la generación de los cuerpos y a la de las ideas, en virtud de la cual los contrarios excluyen perpetuamente a sus contrarios, y los semejantes engendran siempre a sus semejantes. En virtud de esta ley, la duda sale perpetuamente de la duda, y el escepticismo del escepticismo, como la verdad de la fe, y de la verdad la ciencia.
    20. A la comprensión profunda de esta ley de la generación intelectual de las ideas se deben las maravillas de la civilización católica. A esa portentosa civilización se debe todo lo que admiramos y todo lo que vemos. Sus teólogos, aun considerados humanamente, afrentan a los filósofos modernos y a los filósofos antiguos; sus doctores causan pavor por la inmensidad de su ciencia; sus historiadores oscurecen a los de la antigüedad por su mirada generalizadora y comprensiva. La Ciudad de Dios, de San Agustín, es aún hoy día el libro más profundo de la Historia que el genio iluminado por los resplandores católicos ha presentado a los ojos atónitos de los hombres.
    21. Las actas de sus concilios, dejando aparte la divina inspiración, son el monumento más acabado de la prudencia humana. Las leyes canónicas vencen en sabiduría a las romanas y a las feudales.
    22. ¿Quien vence en ciencia a Santo Tomás, en genio a San Agustín, en majestad a Bossuet, en fuerza a San Pablo? ¿Quién es más poeta que Dante? ¿Quién iguala a Shakespeare? ¿Quién aventaja a Calderón? ¿Quién, como Rafael, puso jamás en el lienzo inspiración y vida?

      ¿Qué hombres lúcidos y bien intencionados ayudaron a los gobernantes argentinos de la década del 90? El pensamiento dominante de triunfalismo y cultura de shoping invadió como una lepra en inconsciente colectivo y al son de la marcha y la boga de la convertibilidad millones de argentinos creyeron que por destino manifiesto éramos merecedores de ingresar al "primer mundo" de la mano de la fatídica frase acuñada por un melifluo canciller: que nuestras relaciones con los Estados Unidos eran "carnales".

      El relativismo atroz y acomodaticio impuesto por la plata dulce y el liberalismo económico aletargó a una sociedad mayoritariamente cristiana pero llevada como ganado a una situación cuya síntesis exacta el gran Donoso nos dejó.

      El sostenía para fundamentar su teoría de las relaciones entre lo religioso y lo político, que existen dos fases históricas de la sociedad: una afirmativa y otra negativa.

      La afirmativa contiene estos tres enunciados positivos en el orden religioso:

      Primera, existe un Dios, y ese Dios está en todas las partes;

      Segunda, ese Dios personal que está en todas partes reina en el cielo y en la tierra;

      Este Dios, que reina en el cielo y en la tierra, gobierna absolutamente las cosas divinas y humanas.

      A estas tres afirmaciones religiosas le hizo corresponder las tres afirmaciones del orden político: «Hay un rey que está en todas partes por medio de sus agentes; ese rey que está en todas las partes reina sobre sus súbditos; y ese rey que reina sobre sus súbditos gobierna a sus súbditos. De modo que la afirmación política no es más que una consecuencia de la afirmación religiosa.»

      Con estas tres afirmaciones concluye para Donoso el período de la civilización, del progreso y del catolicismo.

      En el segundo período, negativo y de barbarie, se gradúan estas tres

      Negaciones: Primera, Dios existe, Dios reina; pero está tan alto, que no puede gobernar las cosas humanas.

      A esta negación corresponde la de los constitucionales progresivos: «El rey existe, el rey reina; pero no gobierna.»

      La segunda negación religiosa es de orden panteísta: «Dios existe, pero no tiene existencia personal; Dios no es persona, y como no es persona, ni gobierna ni reina; Dios es todo lo que vemos, es todo lo que vive, todo lo que existe, todo lo que se mueve; Dios es la Humanidad.»

      La negación correspondiente es la republicana: «El poder existe; pero el poder no es persona, ni reina ni gobierna; el poder es todo lo que vive, todo lo que existe, todo lo que se mueve, luego es la muchedumbre, luego no hay más medio de gobierno que el sufragio universal, ni más gobierno que la república.»

      Obviamente, omitió decir que imbricado y omnipresente en esta concepción republicana esta oculto el poder del dinero, la mano invisible que (como ocurrió en la Argentina) gobernaba realmente comprando desde senadores, hasta ministros y demás gobernantes. El objetivo mezquino y ateizante del liberalismo estaba logrado. Una sociedad que se dice católica licuó la realidad de Dios transformando y relativizando todo lo divino que tiene la vida cotidiana. La vida en Argentina se hizo anárquica en materia de religión cristiana y terriblemente tirana en lo materialista. Así esta tiranía real usando el lenguaje elegante de la democracia hundió un país como el nuestro en la mayor pobreza desde su nacimiento como Nación.

      Progresando en el orden de las negaciones religiosas, viene la tercera, la del ateo: «Dios ni reina, ni gobierna, ni es persona, ni es muchedumbre; no existe», a la que se corresponde la negación política representada en aquel momento en que escribe Donoso por Proudhon, que dice llanamente: «No hay Gobierno.»

      Hace unos meses los obreros del frigorífico Minguillón mostraban emocionados la apertura del frigorífico de cerdos mas grande de la Argentina fruto del tesón y las ganas de trabajar de 60 personas que todavía gracias a Dios poseen la buena y santa tradición de ganarse el pan con el sudor de la frente. Ese lenguaje medio inculto dicho entre palabras simples me llegó al alma y me hizo recordar a los operarios que trabajaban conmigo y que hacían el país más grande. Esa tradición no se ha perdido y en la medida que se valore nuevamente el trabajo por encima de leguleyos y mentirosos que nunca se engrasaron este país se va a hacer grande. Bienvenida esa tradición, bienvenida.

      Familia:

      Decía Chesterton: "El negocio que se hace en la casa es nada menos que formar los cuerpos y las almas de la humanidad. La familia es la fábrica que produce a la humanidad".

      No obstante esta sea una verdad como un puño, vivimos durante esta década pasada negándola constantemente diciendo que la vida verdadera, la que "vale la pena", es la que se desarrollaba fuera de casa, en las calles y en los lugares públicos de encuentro, de producción o de esparcimiento.(Cualquier similitud con la realidad española actual es pura coincidencia).

      De una familia unida es imposible que salga el espíritu de la discordia; de una familia amorosa es impensable que nazca la generación del odio. En cambio, con la fisura, la fractura, el desprecio, el enfrentamiento y la violencia, se tiene por resultado la fragmentación social: el pecado estructural de la ausencia de compromiso y de comprensión del más débil. Bienvenida la postura de la vieja y sabia Iglesia cuyos últimos papas han definido a la familia como Iglesia doméstica, explicando que ahí, en el seno del vínculo fundamental, es donde el ser humano percibe (o no) su relación trascendental, su vinculación (o no) con Dios.

      La vida no "viene de fuera"; la vida viene desde adentro, desde la intimidad. Cuidar la vida es cuidar a la familia en serio. Bienvenidos los tallarines y los domingos con la "vieja" y a cuidarla de los que nos dicen que los sigamos mientras orientan la economía para favorecer las economías de los países centrales que manejan la sartén por el mango.

      Acota Donoso

    23. Resumiendo en breves palabras cuanto va dicho hasta aquí, podemos afirmar, sin temor de ser desmentidos por los hechos, que el catolicismo ha puesto en orden y en concierto todas las cosas humanas.
    24. Ese orden y ese concierto, acerca del hombre, significan que por el catolicismo el cuerpo ha quedado sujeto a la voluntad, la voluntad al entendimiento, el entendimiento a la razón, la razón a la fe, y todo a la caridad, la cual tiene la virtud de transformar al hombre en Dios, purificado con un amor infinito.
    25. En atención a la familia, significa que por el catolicismo han llegado a constituirse definitivamente las tres personas domésticas, juntas en uno con dichosísima lazada.
    26. En atención a los gobiernos, significa que por el catolicismo han sido santificadas la autoridad y la obediencia, y condenadas para siempre la tiranía y las revoluciones.
    27. En atención a la sociedad, significa que por el catolicismo tuvo fin la guerra de las castas y principio la concertada armonía de todos los grupos sociales; que el espíritu de asociaciones fecundas sucedió al espíritu de egoísmo y de aislamiento, y el imperio del amor al imperio del orgullo.
    28. Tocante a las ciencias, a las letras y a las artes, significa que por el catolicismo ha entrado el hombre en posesión de la verdad y de la belleza, del verdadero Dios y de sus divinos resplandores. Resulta, por último, de cuanto llevamos dicho hasta aquí, que con el catolicismo apareció en el mundo una sociedad sobrenatural, excelentísima, perfectísima, fundada por Dios, conservada por Dios, asistida por Dios; que tiene en depósito perpetuamente su eterna palabra; que abastece al mundo del pan de la vida; que ni puede engañarse ni puede engañarnos; que enseña a los hombres las lecciones que aprende de su divino Maestro; que es perfecto trasunto de las divinas perfecciones, sublime ejemplar y acabado modelo de las sociedades humanas.

¿Cómo ocurrió todo este desastre en la Argentina?

Con gobernantes sin anclas morales cristianas, autodenominándose pragmáticos y asociados al partido liberal arremetieron contra la sociedad y su grito de guerra fue ¡Achicar el Estado es Agrandar la Nación!

Así un partido mayoritario que se dice justicialista, -definición ambigua si las hay - avaló ideas liberales desconociendo la naturaleza intrínsecamente atea y perversa del liberalismo, quizás porque diez años antes había habido una dictadura feroz para "salvarnos" de la otra gran falacia: El socialismo.

Veamos que decía Donoso sobre el Liberalismo.

    1. Por lo que hace a la escuela liberal, diré de ella solamente que en su soberbia ignorancia desprecia la teología, y no porque no sea teológica a su manera, sino porque, aunque lo es, no lo sabe. Esta escuela todavía no ha llegado a comprender, y probablemente no comprenderá jamás, el estrecho vínculo que une entre sí las cosas divinas y las humanas, el gran parentesco que tienen las cuestiones políticas con las sociales y con las religiosas, y la dependencia en que están todos los problemas relativos al gobierno de las naciones, de aquellos otros que se refieren a Dios, legislador supremo de todas las asociaciones humanas.
    2. La escuela liberal es la única que entre sus doctores y maestros no tiene ningún teólogo..
    3. La ciencia de Dios da, al que la posee, sagacidad y fuerza, porque a un mismo tiempo aguza el ingenio y le dilata. Lo que para mí hay de más admirable en las vidas de los santos, y señaladamente en las de los Padres del yermo, es una circunstancia que aún no ha sido apreciada debidamente.
    4. Yo no sé de ningún hombre acostumbrado a conversar con Dios y ejercitarse en las divinas especulaciones que en igualdad de circunstancias no se aventaje a los demás, o por lo entendido y vigoroso de su razón, o por lo sano de su juicio, o por lo penetrante y agudo de su ingenio; y, sobre todo, no sé de ninguno que en circunstancias iguales no saque ventaja a los demás en aquel sentido práctico y prudente que se llama el buen sentido.
    5. Si el género humano no estuviera condenado irremisiblemente a ver las cosas del revés, escogería por consejeros entre la generalidad de los hombres a los teólogos, entre los teólogos a los místicos, y entre los místicos a los que han vivido una vida más apartada de los negocios y del mundo.
    6. Entre las personas que yo conozco, y conozco a muchas, las únicas en quienes he reconocido un buen sentido imperturbable, y una sagacidad prodigiosa, y una maravillosa aptitud para dar una solución práctica y prudente a los más escabrosos problemas, y para encontrar siempre un escape o una salida en los negocios más arduos, son aquellas que han vivido una vida contemplativa y retirada; Y al revés, no he encontrado todavía, ni pienso encontrar jamás, uno de esos hombres que se llaman de negocios, despreciadores de todas las especulaciones espirituales, y sobre todo de las divinas, que sea capaz de entender negocio ninguno; a esta clase numerosísima pertenecen aquellos que toman por oficio engañar a los otros, siendo ellos los que se engañan a sí mismos.
    7. Y aquí es donde el hombre queda atónito ante los altos juicios de Dios; porque si Dios no hubiera condenado a los que le desdeñan o le ignoran, engañadores de profesión, a ser perpetuamente torpes, o si no hubiera puesto un límite en su propia virtud a los que son prodigiosamente sagaces, las sociedades humanas no hubieran podido resistir ni a la sagacidad de los unos ni a la malicia de los otros.
    8. La virtud de los hombres contemplativos y la torpeza de los hábiles son las únicas cosas que mantienen al mundo en su ser y en su equilibrio perfecto.
    9. Un solo ser hay en la creación que reúne en sí toda la sagacidad de los seres espirituales y contemplativos y toda la malicia de los que ignoran o desprecian a Dios, juntamente con todas las especulaciones espirituales.
    10. Ese ser es el demonio. El demonio tiene de los unos la sagacidad sin virtud, y de los otros la malicia sin su torpeza; y de aquí cabalmente le viene toda su fuerza destructora y todo su inmenso poderío.
    11. Por lo que hace a la escuela liberal considerada en general, no es teológica sino en el grado en que lo son necesariamente todas las escuelas; sin hacer una exposición explícita de su fe, sin cuidarse de declarar su pensamiento acerca de Dios y del hombre, del mal y del bien y del orden y del desorden en que están puestas todas las cosas criadas, y haciendo ostentación, por lo contrario, de tener por cosa de menos valer estas altísimas especulaciones, puede afirmarse de ella, sin embargo, que cree en un dios abstracto e indolente, servido por los filósofos en la gobernación de las cosas humanas, y por ciertas leyes que instituyó en el principio de los tiempos, en la gobernación universal de las cosas.
    12. Aunque es rey de la creación el dios de esta escuela, ignora perpetuamente, con una augusta ignorancia, la manera en que sus reinos son gobernados y regidos; cuando diputó los ministros que los gobernaran en su nombre, depositó en ellos la plenitud de su soberanía y los declaró perpetuos e inviolables. Desde entonces acá los pueblos le deben culto, pero no obediencia.
    13. Por lo que hace al mal, la escuela liberal le niega en las cosas físicas y le concede en las humanas. Para esta escuela, todas las cuestiones relativas al mal o al bien se resuelven en una cuestión de gobierno, y toda cuestión de gobierno en una cuestión de legitimidad; de tal manera que, cuando el gobierno es legítimo, el mal es imposible, y, por el contrario, cuando es ilegítimo el gobierno, el mal es inevitable. La cuestión del bien y del mal se reduce, pues, a averiguar, por una parte, cuáles son los gobiernos legítimos, y por otra, cuáles son los usurpadores.
    14. Llama legítimos la escuela liberal a los gobiernos establecidos por Dios, e ilegítimos a los que no tienen origen en la delegación divina. Dios quiso que las cosas materiales estuvieran sujetas a ciertas leyes físicas que instituyó en el principio y de una vez para siempre, y que las sociedades se gobernaran por la razón, encarnada de una manera general en las clases acomodadas y de una manera especial en los filósofos que las enseñan y dirigen; de donde se sigue, por consecuencia forzosa, que no hay más que dos gobiernos legítimos: el gobierno de la razón humana, encarnada de una manera general en las clases medias y de una manera especial en los filósofos, y el gobierno de la razón divina, encarnada perpetuamente en ciertas leyes a que están sujetas desde el principio las cosas materiales.
    15. . La escuela liberal no es atea en sus dogmas, aunque no siendo católica vaya a parar, sin saberlo y aun sin quererlo, de consecuencia en consecuencia, hasta los confines del ateísmo.
    16. La teoría de la soberanía constituyente del pueblo es una teoría atea que no está en la escuela liberal sino como el ateísmo está en el deísmo, en calidad de consecuencia lejana, aunque inevitable.
    17. De aquí proceden las dos grandes parcialidades de la escuela liberal: la democrática y la liberal propiamente dicha; la segunda, más tímida; la primera, más consecuente.
    18. La democrática, arrastrada por una lógica inflexible, ha ido a perderse en estos últimos tiempos, como los ríos van a perderse en la mar, en las escuelas a un mismo tiempo ateas y socialistas; la liberal lucha por estar quieta en el alto promontorio que ha levantado para sí, puesto entre dos mares que van alzando sus olas y que cubrirán su cima: el socialista y el católico.
    19. De esta última sólo hablamos aquí, y de ella afirmamos que, no pudiendo reconocer la soberanía constituyente del pueblo sin ser democrática, socialista y atea, ni la soberanía actual de Dios sin ser monárquica y católica, reconoce por una parte la soberanía originaria y constituyente de Dios, y por otra la soberanía actual de la razón humana. Y véase cómo teníamos razón al afirmar que la escuela liberal no proclama el derecho humano sino como derivado originariamente del divino.
    20. De todas las escuelas, ésta es la más estéril, porque es la menos docta y la más egoísta. Como se ve, nada sabe de la naturaleza del mal ni del bien; apenas tiene noticia de Dios, y no tiene noticia ninguna del hombre.
    21. Impotente para el bien, porque carece de toda afirmación dogmática, y para el mal, porque le causa horror toda negación intrépida y absoluta, está condenada, sin saberlo, a ir a dar con el bajel que lleva su fortuna al puerto católico o a los escollos socialistas. Esta escuela no domina sino cuando la sociedad desfallece; el período de su dominación es aquel transitorio y fugitivo en que el mundo no sabe si irse con Barrabás o con Jesús y está suspenso entre una afirmación dogmática y una negación suprema.
    22.  

      Realmente esto es lo que paso en la Argentina en la década del 90, nos fuimos con Barrabas.

       

    23. La sociedad entonces se deja gobernar de buen grado por una escuela que nunca dice afirmo ni niego y que a todo dice distingo.
    24. El epítome de esto es que la máxima exponente del liberalismo en la Argentina (Maria Julia Alzogaray hoy presa por corrupta).

       

    25. El supremo interés de esa escuela está en que no llegue el día de las negaciones radicales o de las afirmaciones soberanas; y para que no llegue, por medio de la discusión confunde todas las nociones y propaga el escepticismo, sabiendo como sabe, que un pueblo que oye perpetuamente en boca de sus sofistas el pro y el contra de todo, acaba por no saber a qué atenerse y por preguntarse a sí propio si la verdad y el error, lo justo y lo injusto, lo torpe y lo honesto, son cosas contrarias entre sí o si son una misma cosa mirada desde puntos de vista diferentes.
    26. Este período angustioso, por mucho que dure, es siempre breve; el hombre ha nacido para obrar, y la discusión perpetua contradice a la naturaleza humana, siendo, como es, enemiga de las obras. Apremiados los pueblos por todos sus instintos, llega un día en que se derraman por las plazas y las calles pidiendo a Barrabás o pidiendo a Jesús resueltamente y volcando en el polvo las cátedras de los sofistas.
    27.  

      Esto ocurrió realmente cuando el pueblo argentino en Dic 2000 salió a la calle y prácticamente echó al presidente De la Rua, cabal exponente de los sofistas e ineptos que hicieron lo imposible para evitar que todo un país aceptara dolorosamente que estaba envilecido y quebrado para varias generaciones.

      Se daba proféticamente la sentencia de otro español lúcido Francisco de Quevedo que dijo: "Para saber si gobierna Satanás una república no hay otra señal más cierta que ver si los menesterosos andan buscando el remedio, sin atinar con la entrada a los príncipes (Gobernantes o mandatarios digo yo)". (Política de Dios y gobierno de Cristo, I, XVIII).

      Si uno cambia menesterosos por jubilados, piqueteros y desempleados le corre un sudor frío por la síntesis de nuestro problema.

      No es que nos haya gobernado Satanás pero ¿nuestros gobernantes medían sus acciones ante el Altísimo o más bien rendían cuentas al dios Dinero, ese poderoso caballero que inmortalizó este mismo Quevedo?

      Si lo tuviera enfrente a Maquiavelo, primero lo felicitaría por la honestidad intelectual y por su genio, y luego le diría que desde la concepción cristiana que nos regaló Jesús y los mártires, el hombre pasó a ser objeto de búsqueda y de salvación. Se pasó de odiar o repudiar al hombre a repudiar al error que comete ese hombre poseedor de un crédito abierto en el Cielo para su salvación eterna.

      Le diría junto con Donoso y la Iglesia que un gobernante que rinde cuentas al Cielo, cada mañana ve en sus gobernados también la acción callada y silenciosa de Dios que constantemente ayuda y alienta a los hombres a vivir. Mirada la sociedad así, donde detrás de cada hombre o mujer que peca o muestra sus miserias está la silenciosa actividad del Cielo que incansablemente nos acompaña y ayuda mas allá de las "Razones de Estado" el poder se ve distinto.

      Ya la poderosa Razón de Estado pasa a convertirse en una Razón de Humanidad, ya el poder se ve como un deber, con muchísimas y altas obligaciones y casi ninguna recompensa material porque la Paradoja Divina así lo impone.

      También le diría que desde que el mundo es mundo los filósofos cada mañana intelectualizan y alejan a Dios mientras los hombres y mujeres sencillos tienen de invitado a Jesús NS a su mesa con el solo llamado de su oración y su mirada simple del Universo. Si tan solo eso entendieran nuestros gobernantes no les resultaría tan insolente el grito: ¡Es la moral señores, es la moral y, si está refrendada desde lo Alto, mejor!

      Por el otro extremo nos advierte Donoso

       

    28. Las escuelas socialistas, hecha abstracción de las bárbaras muchedumbres que las siguen, y consideradas en sus doctores y maestros, sacan grandes ventajas a la escuela liberal, cabalmente porque se van derechas a todos los grandes problemas y a todas las grandes cuestiones y porque proponen siempre una resolución perentoria y decisiva. El socialismo no es fuerte sino porque es una teología satánica.
    29. Las escuelas socialistas, por lo que tienen de teológicas, prevalecerán sobre la liberal por lo que ésta tiene de antiteológica y de escéptica, y por lo que tienen de satánicas, sucumbirán ante la escuela católica, que es a un mismo tiempo teológica y divina. Sus instintos deben estar de acuerdo con nuestras afirmaciones, si se considera que guardan para el catolicismo sus odios, mientras que para el liberalismo no tienen sino desdenes.
    30. El socialismo democrático tiene razón contra el liberalismo cuando dice-. «¿Qué Dios es ése que ofrecen a mi adoración, y que debe ser menos que tú, porque ni tiene voluntad ni es siquiera una persona? Yo niego el Dios católico, pero negándole le concibo; lo que no puedo concebir es un Dios sin los divinos atributos. Todo me inclina a creer que no le has dado la existencia sino para que Él te dé la legitimidad que no tienes; tu legitimidad y su existencia son una ficción que cabalga en otra ficción, y una sombra que cabalga en otra sombra.
    31. Yo he venido al mundo para disipar todas las sombras y para acabar con todas las ficciones. La distinción entre la soberanía actual y la constituyente tiene todos los visos de una invención de los que, no atreviéndose a cogerlas ambas, quieren a lo menos tomar una. El soberano es como Dios: o es uno o no existe; la soberanía, como la divinidad, o no es o es indivisible e incomunicable.
    32. La legitimidad de la razón son dos palabras, de las cuales la última designa el sujeto y la primera el atributo; yo niego el atributo y el sujeto. ¿Qué cosa es la legitimidad y qué cosa es la razón? Y en el caso que sean alguna cosa, ¿de dónde sabes que esa cosa esté en el liberalismo y no en el socialismo, en ti y no en mí, en las clases acomodadas y no en el pueblo? Yo niego tu legitimidad y tú la mía; tú niegas mi razón y yo la tuya".
    33. »Cuando me provocas a discutir, te perdono, porque no sabes lo que haces; la discusión, disolvente universal, cuya virtud secreta no conoces, acabó ya con tus adversarios y va a acabar contigo ahora; por lo que hace a mí, tengo propósito firme de ganarla por la mano, matándola para que no me mate.
    34. La discusión es espada espiritual que revuelve el espíritu con ojos vendados; contra ella, ni vale la industria ni la malla de acero; la discusión es el titulo con que viaja la muerte cuando no quiere ser conocida y anda de incógnito.
    35. Roma la sesuda la conoció, a pesar de sus disfraces, cuando entró por sus muros en traje de sofista; por eso, prudente y avisada, le refrendó su pasaporte.
    36. El hombre, al decir de los católicos, no se perdió sino porque entró en discusiones con la mujer, ni la mujer sino por haber discutido con el diablo. Más adelante, hacia la mitad de los tiempos, dicen que este mismo demonio se apareció a Jesús en un desierto, provocándole a una batalla espiritual, o como quien diría, a una discusión de tribuna; pero aquí parece que tuvo que habérselas con otro más avisado, el cual le hubo de contestar: Vade Satanas, con cuya palabra puso fin a un mismo tiempo a la discusión y a los diabólicos prestigios.
    37. Es fuerza confesar que los católicos tienen gracia especial para poner de bulto grandes verdades y para vestirlas con ingeniosas ficciones. La antigüedad toda hubiera condenado unánimemente al insensato que hubiera puesto en pública discusión a un tiempo mismo las cosas divinas y las humanas, las instituciones religiosas y las sociales, los magistrados y los dioses. Contra él hubieran fallado de consumo Sócrates, Platón y Aristóteles; en el gran duelo hubieran sido sus campeones los cínicos y los sofistas.
    38. »Por lo que hace al mal, o está en el universo todo o no existe. Las formas de los gobiernos son poca cosa para engendrarle: si la sociedad está sana y bien constituida, su constitución es poderosa para resistir a todas las formas posibles de gobierno; y si no las resiste, es porque está mal constituida y enferma. El mal no puede ser concebido sino como un vicio orgánico de la sociedad o como un vicio constitucional de la naturaleza humana, y en este caso el remedio no está en mudar el gobierno, sino en cambiar el organismo social o la constitución del hombre».
    39. El error fundamental del liberalismo consiste en no dar importancia sino a las cuestiones de gobierno, que, comparadas con las del orden religioso y social, no tienen importancia ninguna. Esto sirve para explicar por qué causa el liberalismo queda de todo punto eclipsado desde el momento en que socialistas y católicos proponen al mundo sus tremendos problemas y sus soluciones contradictorias.
    40. Cuando el catolicismo afirma que el mal viene del pecado, que el pecado corrompió en el primer hombre a la naturaleza humana, y que, sin embargo, el bien prevalece sobre el mal, y el orden sobre el desorden, porque el uno es humano y el otro divino, no cabe duda sino que, aun antes de ser examinado, satisface en cierta manera a la razón, proporcionando la grandeza de las causas a la de los efectos y nivelando la grandeza de lo que se propone explicar con la grandeza de sus explicaciones.
    41. Cuando el socialismo afirma que la naturaleza del hombre está sana y la sociedad enferma; cuando pone al primero en lucha abierta con la segunda para extirpar el mal que está en ella con el bien que está en él; cuando convoca y llama a todos los hombres para que se levanten en rebeldía contra todas las instituciones sociales, no cabe duda sino que en esta manera de plantear y de resolver la cuestión, si hay mucho falso, hay algo de gigantesco y de grandioso, digno de la majestad terrible del asunto.
    42. Pero cuando el liberalismo explica el mal y el bien, el orden y el desorden, por las varias formas de los gobiernos, todas efímeras y transitorias; cuando, prescindiendo, por un lado, de todos los problemas sociales, y por otro de todos los religiosos, pone a discusión sus problemas políticos, como los únicos que son dignos por su alteza de ocupar al hombre de Estado, no hay palabras en ningún idioma con que encarecer la profundísima incapacidad y la radical impotencia de esta escuela, no para resolver, sino hasta para plantear estas pavorosas cuestiones.
    43.  

      De hecho actualmente en la Argentina los "liberales" persistentemente y siguiendo su tradición camaleónica ya están tildando de "zurdo" al gobierno actual que al menos, llama a las cosas por su nombre.

       

    44. La escuela liberal, enemiga a un mismo tiempo de las tinieblas y de la luz, ha escogido para sí no sé qué crepúsculo incierto entre las regiones luminosas y las opacas, entre las sombras eternas y las divinas auroras. Puesta en esa región sin nombre, ha acometido la empresa de gobernar sin pueblo y sin Dios; empresa extravagante e imposible: sus días están contados, porque por un punto del horizonte asoma Dios y por otro asoma el pueblo. Nadie sabrá decir dónde está en el tremendo día de la batalla y cuando el campo todo esté lleno con las falanges católicas y las falanges socialistas.

Aquí Donoso no acierta, ahora el mundo asiste a la fenomenal batalla ideológica entre un capitalismo liberal, ateizante, depredador y amoral y un catolicismo que, una vez exterminado el bloque marxista debe iluminar al mundo para frenar los dos frentes fanatizados, el materialismo poderoso y rico y el irreductible odio que profesa el Islam hacia la civilización Cristiana.

Hoy como sociedad cristiana universal nos enfrentamos a resolver determinadas contradicciones o ideas contrarias, mencionamos algunas:

  1. El Resurgimiento de la Autoridad que se opone al Poder del Dinero;
  2. La Economía política del cristianismo al Capitalismo, éticamente, económicamente, políticamente;
  3. La Jerarquía a la Igualdad;
  4. La alegre aceptación de los Deberes a los gimoteos reclamando Derechos;
  5. La resurrección de la Religión Católica al Materialismo;
  6. El Orden al Caos Social;
  7. La Fertilidad a la Esterilidad(o aborto);
  8. El espíritu del Heroísmo al espíritu del Comercio;
  9. La Estabilidad Socio-Económico-Política a la constante Inestabilidad;
  10. El principio de la Responsabilidad al Parlamentarismo;
  11. La idea de la misión individual de cara al Cielo al ideal de la "felicidad" terrena;
  12. La Disciplina a la coacción de la Propaganda;
  13. Las más altas unidades de familia, sociedad y Estado al atomismo social;
  14. El Matrimonio cristiano al ideal new age del amor libre;
  15. El imperativo interno al Racionalismo y demás.

Ojala aparecieran varios Donosos para influenciar a nuestras sociedades y gobernantes

Propiedad.

Por supuesto que el dogma mas defendido por los liberales es la propiedad (sin importar el método usado para conseguirlo).

Otro español nos sale desde sus escritos a auxiliar

Escribe Zeferino González allá por 1862 (2)

 

Antes de exponer sus ideas sobre Economía política, Smith había publicado la Teoría de los sentimientos morales, obra en que el publicista de Kirkaldy pretende cimentar y levantar todo el edificio de la ciencia moral sobre la estrecha base de la simpatía, eliminando, por consiguiente, de la idea de la virtud, el esfuerzo, el sacrificio y la energía de la voluntad. Esto nos explica en parte las tendencias materialistas y el espíritu egoísta que se descubren en su sistema económico-político: la Teoría de los sentimientos morales llama naturalmente, y se halla en armonía con las teorías desenvueltas en las Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones. Si se añade a esto que Smith, lo mismo que Say, principal propagador de sus doctrinas económicas en el continente, vivieron, conversaron y estuvieron en intimas relaciones con los filósofos sensualistas e irreligiosos del pasado siglo, no será difícil darse razón del espíritu que domina en su sistema económico-político. [35]

Ello es cierto, sin embargo, que nadie menos que Smith debiera haber prescindido de la idea cristiana, al exponer sus teorías de Economía política. Puede decirse que todo el sistema económico-político del profesor de Edimburgo se halla basado sobre la teoría del trabajo y su división: esta es la idea fundamental y dominante en su doctrina; es como la teoría madre, a la cual se refieren y subordinan de una manera más o menos directa todas sus ideas sobre esta materia.

Pues bien; si Smith hubiera reflexionado sobre este punto con espíritu imparcial y despreocupado, hubiera reconocido sin duda que el cristianismo es el que ha desarrollado y multiplicado en las sociedades modernas el poder del trabajo, porque el cristianismo, y sólo el cristianismo, es el que ha restituido al hombre la propiedad del trabajo.

Recuérdese sino, lo que era la humanidad antes del cristianismo; recuérdense aquellas manadas de esclavos que marchaban envilecidas en pos de los patricios romanos; recuérdese que Atenas, la ciudad más civilizada, tal vez, de la antigüedad, contaba en tiempo de Demetrio Falerio cuatrocientos mil esclavos para poco más de veinte mil ciudadanos; y se verá que el cristianismo, al proclamar la libertad del hombre, restituyó a las tres cuartas partes del linaje humano la propiedad de su trabajo, y con ella, un elemento el más poderoso para la producción y multiplicación de la riqueza.

Pero escuchemos sobre este punto la voz [36] tan autorizada como elocuente del P. Lacordaire; he aquí cómo se expresa el célebre orador de Nuestra Señora de París, al exponer el tránsito operado en la humanidad por la acción del cristianismo, bajo el punto de vista de la propiedad del trabajo:

«El rico se había degradado a sí mismo, había degradado al pobre, y nada común existía entre estos dos miembros vivos, pero podridos, de la humanidad. El rico ni siquiera sospechaba que debiese algo al pobre. Le había arrebatado todo derecho, toda dignidad, todo respeto de si mismo, toda esperanza, todo recuerdo de origen común y de fraternidad. Nadie pensaba en la instrucción del pobre, nadie en sus dolencias, nadie en su suerte. El pobre vivía entre la crueldad de su señor, la indiferencia de todos y su propio desprecio. En este estado le encontró Jesucristo. Veamos qué hizo de él.

»Hay una propiedad inseparable del hombre, una propiedad que él no podría enajenar sin dejar de ser hombre, y cuya enajenación jamás debe ser aceptada por la sociedad: tal es la propiedad del trabajo. Sí, señores; podéis no llegar al dominio de la tierra; la tierra es pequeña, hallase habitada hace muchos siglos, habéis llegado tarde, y para conquistar una sola partícula necesitaréis, tal vez, sesenta años de la vida más laboriosa.

Es verdad; pero también, y por contrapeso, os quedará siempre la propiedad del trabajo; jamás seréis desheredados de ella, y ni aun el poseedor de la [37] tierra podrá, sin vuestra concurrencia, obtener del suelo que es suyo, la obediencia de la fecundidad. Vuestro trabajo, si no es el cetro, será por lo menos la mitad de este cetro, y por esta equitativa distribución, dependerá la riqueza de la pobreza, tanto como esta de la riqueza. La transición de una a otra será frecuente, la suerte de las dos será auxiliarse y engendrarse recíprocamente.

»Tal es el orden hoy día; pero ¿era este el orden antes del Evangelio?

Ya sabéis que no, señores; sabéis que la esclavitud era la condición general del pobre; es decir, que privado este del dominio general de la tierra, se le había despojado también de todo derecho a su propio trabajo. El rico había dicho al pobre: «Yo soy dueño del suelo; es necesario que lo sea de tu trabajo, sin el cual no produciría nada la tierra. El suelo y el trabajo no forman más que una cosa. Yo no quiero trabajar, porque esto me fatiga; y no quiero tratar contigo, porque esto seria reconocerte igual a mí y cederte una parte de mi propiedad en cambio de tus sudores. Yo no quiero necesitar de ti, yo no quiero reconocer que necesito un hombre para calzarme los pies y para no ir desnudo; tú serás, pues, mío; tú serás cosa de mi pertenencia, lo mismo que la tierra, y en cuanto me convenga, tendré cuidado de que no te mueras de hambre...»

Pues bien; Jesucristo ha hecho al hombre propietario de su trabajo para siempre; ha hecho al pobre necesario al rico, partiendo con él [38] la libertad y las fuentes de la vida. Ninguna tierra ha florecido tanto como bajo la mano del pobre y del rico unidos con un convenio y estipulando por su alianza la fecundidad de la naturaleza.»

Si el trabajo es, pues, el gran productor de las riquezas; si el trabajo es el elemento más poderoso y una de las condiciones más esenciales que han influido e influyen en la producción y desarrollo de la riqueza de las naciones modernas; si el trabajo, en fin, es el punto culminante de la Economía política y como la base fundamental de sus teorías y afirmaciones; bien puede decirse que esta ciencia no puede librarse de la nota de ingratitud e inconsecuencia, al prescindir del cristianismo y al renegar de sus máximas.

Debiera no olvidar que el cristianismo, al traer al mundo el inestimable don de la propiedad del trabajo, no solo restituyó sus derechos a la humanidad, sino que hizo posibles hasta cierto punto las condiciones de existencia y perfección de la Economía política, introduciendo en el mundo con la propiedad del trabajo un gran poder de producción, el elemento más poderoso de la riqueza de las naciones y de la difusión del bienestar de los individuos.

Porque los hombres de la ciencia saben bien cuánta es la diferencia que existe, relativamente a la producción, entre el trabajo del esclavo y el trabajo del hombre libre. Ni es de extrañar, antes sí es muy natural, esta diferencia. El esclavo, oprimido, mal alimentado y envilecido, sabe que sólo trabaja [39] para saciar la codicia de su amo, y que si este le arroja un pedazo de pan, es sólo porque sin este no podría aprovecharse de su trabajo.

De aquí es que el esclavo ni desea ni procura el bien de su amo y se halla más bien dispuesto a complacerse en sus desgracias, al paso que el operario libre desea y se interesa en el acrecentamiento de producción y en la prosperidad del establecimiento en que trabaja.

La razón y la experiencia demuestran también que la alegría y la esperanza robustecen las fuerzas del trabajador, haciéndole menos sensibles sus fatigas. Pero estas afecciones sólo pueden tener lugar en el corazón del operario libre, que sabe que trabaja para sí, y que espera el fruto de sus duras faenas. El esclavo, que sabe que sólo trabaja para otro, y que no ve en sus fatigas la esperanza de mejorar su suerte, no puede experimentar estas reparadoras afecciones.

Que si de la cantidad de la producción pasamos a su calidad, no se presentan menos palpables las ventajas de la propiedad del trabajo. El hombre libre puede discurrir, puede adquirir una instrucción más o menos extensa; el esclavo, encorvado siempre bajo el látigo del amo, que se halla interesado hasta cierto punto en su embrutecimiento, puede decirse que no piensa y carece, por consiguiente, de las condiciones físicas y morales necesarias para llegar a la instrucción e inteligencia, que son las que pueden determinar la superioridad en la calidad de los productos. [40]

He aquí por qué hemos dicho que la Economía política se muestra muy ingrata e inconsecuente cuando prescinde de las máximas de Jesucristo y del cristianismo, al exponer sus leyes, sus doctrinas y sus teorías.

Cuando Jesucristo moría por todos los hombres indistintamente; cuando decía a todos los hombres, en la persona de sus discípulos: Os doy un mandamiento nuevo; que os améis unos a otros como yo os he amado; cuando decía por boca de san Pablo: Te ruego por mi Onésimo, a quien yo he engendrado en las prisiones... el que te he vuelto a enviar, no ya como esclavo, sino en vez de esclavo, como hermano muy amado, daba al mundo y a las naciones el germen más poderoso para la producción y desarrollo aun de las riquezas materiales, puesto que restituyendo al hombre su libertad, le restituía con ella y por ella la propiedad del trabajo, porque el esclavo es un ser que no tiene tierra ni trabajo propio.

No se nos oculta que todavía existen hombres que, a despecho de los testimonios irrefragables de la razón y de la historia, se empeñan en arrebatar al cristianismo esta gloria, la gloria inmarcesible de haber llevado a cabo la abolición de la esclavitud, de esa institución social que corroía y deshonraba a las naciones anteriores a Jesucristo. Sabemos muy bien que no faltan hombres en nuestros días, que arrastrados por el orgullo racionalista, no menos que por sus prevenciones injustificadas contra el cristianismo, se atreven [41] a negar que este, y que su fundador, Jesucristo, hayan hecho nada para la abolición de la esclavitud.

Como muchas palabras que pierden el sentido, la palabra capitalismo también lo perdió, debería llamarse proletarianismo porque en realidad cada día genera más proletarios y menos capitalistas cada vez más ricos.

¿Que porque son mas ricos?, sencillo, porque tienen mas propiedades que obviamente le sacan vía usura o defalco-corralito u otra figura inteligente y pérfida a los miles de hombres y mujeres que si tuvieran una propiedad la defenderían y producirían mas que estos millonarios que son los mentores del llamado capitalismo casino con sus hijos bastardos llamados fondos buitres.

Mientras los millones de personas decentes y normales ven que les sacan la posibilidad de poseer al menos su vivienda, no ya los medios de producción que los perdieron hace rato. Por ello bienvenida la propiedad desparramada en millones de compatriotas decentes que cuidan así su familia y mantienen la buena tradición de nuestros abuelos que trabajaban con honestidad.

La paradoja de todo esto es que puedo parecer conservador, pero lo loco del caso es que el mundo se ha vuelto tan caníbal y depredador que el solo hecho de aspirar a tener en nuestro país estos tres fenomenales valores de la Tradición, la Familia y la Propiedad lo convierten a uno de hecho en un revolucionario.

Conclusión : desde nuestra querida Argentina podemos mostrar al mundo y predicar desde el púlpito de nuestros errores y pecados como una nación formada mayoritariamente con millones de inmigrantes españoles, italianos, alemanes y demás pueblos de Europa pudo desbarrancarse de la senda del progreso y quedar empobrecida y envilecida por haberse apartado soberbiamente de los caminos que tan certera y teológicamente nos indicaron en el siglo 19 esos dos campeones del Cielo llamados Juan Donoso Cortés y el brillante Dr Zeferino González.

En una Argentina atosigada de enciclopedismo francés y desprecio anglosajón hacia todo lo hispano debemos, entre España y los católicos volver a nuestras raíces cristianas y cambiar el enfoque anglosajón por la sapientísima forma que tenían de ver el mundo los reyes católicos y otros tantos hispanos ilustres.

Si por un momento resucitaran los hombres que nos precedieron seguro que un Balmes, un Maetzu, un Vittoria mirarían como desafío esta Argentina que por joven y soberbia adolescente se alejó de lo que nunca debería haberse alejado: la concepción cristiana de la vida y su consecuente visión desde la Economía política que propugna y defiende el Cristianismo.

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Aldo H Delorenzi Conte-Grand
delorenzia@arnet.com.ar


Notas

1) Extraído del Ensayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo de Juan Donoso Cortés.
2) Zeferino González La Economía política y el Cristianismo
 


Revista Arbil nº 74

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