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| Revista Arbil nº 74 | |||
Un cuarto de siglo con Woytila por Javier López Se habla mucho del papel de Karol Woytila, polaco apasionado, en el derrumbe de los sistemas comunistas, y se dice cada vez menos que ha fustigado con la misma dureza al capitalismo, no solamente en enciclicas sino tambíén en acontecimientos de masas, con un lenguaje claro, sencillo y directo. | |||
| Los medios de comunicación, la televisión especialmente, han dado una cobertura amplia al veinticinco aniversario en el Pontificado de Juan Pablo II. Ahora cuando su luz es ya débil, cuando el pastor de las Iglesia Católica cumple sus últimos días, todos coinciden en que nos econtramos ante la figura más importante en la transición del segundo al tercer milenio. Se habla mucho del papel de Karol Woytila, polaco apasionado, en el derrumbe de los sistemas comunistas, y se dice cada vez menos que ha fustigado con la misma dureza al capitalismo, no solamente en enciclicas sino tambíén en acontecimientos de masas, con un lenguaje claro, sencillo y directo. Hay que recordar aquellas homilia en la Plaza de la Revolución de la Habana. En frente del Altar de la Eucaristia, la gran imagen del Ché Guevara que preside la plaza. Sin embargo, es cierto que Juan Pablo II no ha visto con mucho agrado corrientes eclesiales como la Teología de la Liberación, o cualquier tipo de implicación de la iglesia en movimientos más o menos socializantes. Basta recordar la durisima amonestación pública al aclesiastico que fue ministro con el gobierno sandinista en Nicaragua. La gran aportación del Papa ha sido su actitud, su puesta en marcha de un espirítu ágil, viajero, peregrino. Estremecen las imagenes en las que aparece abrazando niños, compartiendo el dolor de los desgraciados, perdonando a quien estuvo a punto de acabar con su vida. Conmueve verlo luchando con la impotencia de un anciano sin movilidad, que conserva, en cambio, la juventud en su mirada. La Iglesia Católica, con dos mil años a sus espaldas, tiene mucho camino por recorrer. Tan humana como el más miserable de los seres, tan grande como el más magnánimo. En el nuevo milenio tendrá que adelgazarse, desposeerse, simplificarse; ir, en fín, a lo fundamental del Evangelio, como cualquier cristiano de a píe que se tome en serio lo de Jesús de Nazaret. De lo contrario los cristianos acabaremos ahogandonos en un mar de dogmatismo y estrecheces sin demasiado sentido. El Papa Juan Pablo, viejo y cansado, con todas sus limitaciones,alumbra todavia ese camino.. ·- ·-· -··· ·· ·-·· | |||
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