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Anatomía, fisiología, patología, terapéutica y plerosis de la Nación
Neoesclavitud
Vintila Horia(II): El novelista, escritor de la resignación metafísica
Editorial
Un "Mundo Feliz"
O novo rosto do Terrorismo
La percepción de la inseguridad en España
Demagogia con pólvora del rey
Una consecuencia ineludible del "Plan Ibarretxe"
El humorismo inglés
El aborto y la Constitución
El alcance de la ética procedimental a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia
La Masonería invisible, desvelada por Ricardo de la Cierva
Beneficios del matrimonio ("El matrimonio ¡ Qué bicoca!")
Importancia de la formación. Ser hombres de principios y de acción
La Virgen del Pilar y la Guardia Civil
De la Polis griega a la civitas christiana ( y IV)
Origen y fracaso del nacionalismo catalanista de Cambó
Biblia y "teología" gay
El impacto de la inmigración en las prisiones españolas
Historia de la confesionalidad
¿Es tabú hablar de la abstinencia?
El jardín de los monstruos: El mito según la escuela semiótica rusa
El conflicto en Tierra Santa (II)
Méndez, Fidalgo, y el miedo a la libertad
La Edad de Plata en España
Ortodoxos: la otra cara del ecumenismo.
La mafia
Léxico español en el sudoeste de Estados Unidos
El movimiento católico en Italia
El esperanto, ¿una lengua para la Europa unida?
El Rosario: ¿Es solamente una tradición de los hombres?
Textos Clásicos: Filosofía del Quijote: (un estudio de antropología axiológica)


CARTAS

Revista Arbil nº 62

Origen y fracaso del nacionalismo catalanista de Cambó

por José Luis Orella

La desaparición de los restos del Imperio español en el 98, ocasionó en Cataluña un cambio significativo en la génesis del movimiento catalanista. Hasta entonces, el catalanismo estaba reducido a unos cuantos jóvenes de clase media y alta circunscritos a la Renaixença, movimiento cultural que pretendía recuperar la lengua catalana como vehículo de expresión pública y que carecía de reivindicaciones políticas catalanistas. Más si tenemos en cuenta que las clases medias y altas catalanas eran cívicamente activas en el sistema restauracionista.



Cataluña había sido la gran beneficiada del comercio cubano al tener un abastecimiento regular y barato de algodón para su industria textil, asegurándose además un mercado para sus productos manufacturados.

Cuando la derrota hizo desaparecer el sistema colonial, la burguesía industrial fue la más afectada en donde le dolía, en el bolsillo.

Durante la guerra, las señales de patriotismo en Cataluña habían sido tan llamativas como en otras regiones. Pero ahora, los burgueses en Cataluña pensaban que el sistema centralista era un fracaso, y España también como Estado político y sistema económico.

La solución era "salvar" la Cataluña industrial y desarrollada de un lastre arcaico y pobre, que, sin embargo, fue el que permitió su crecimiento económico gracias al proteccionismo canovista.

El sentimiento de renovación del catalanismo burgués se presentó con la inclusión de Duran y Bas en el gobierno Silvela como ministro de justicia, y el apoyo a la plataforma regeneracionista del general Polavieja. El gobierno de Francisco Silvela había levantado la bandera de la descentralización administrativa y la limpieza electoral como banderín de enganche de estas nuevas fuerzas. Pero aquello terminó en fracaso, con la salida precipitada de Polavieja y Duran y Bas del gobierno.

Pero en 1901 es cuando el catalanismo político va a cobrar fuerza al unir a los catalanistas partidarios de colaborar con el sistema, agrupados en el Centre Nacional Catalá de Enrique Prat de la Riba, que había sistematizado en 1892 las reivindicaciones políticas en dieciséis puntos, denominados "Bases de Manresa" con los partidarios regeneracionistas del general Polavieja de la Unión Regionalista. El programa de Prat de la Riba fue el primero del catalanismo y resultaba demasiado parecido al foralismo del carlismo, algo nada raro si tenemos en cuenta que aparte del catalanismo federalista de Almirall en el Centre Catalá, el regionalismo tomó su fundamentación ideológica de intelectuales tradicionalistas, tanto carlistas como alfonsinos, como: Jaume Balmes, Joan Mañe i Flaquer, Josép Torras i Bages (obispo de Vic)...

La Unión Regionalista formada por burgueses barceloneses regeneracionistas, que habían compuesto la plataforma de apoyo al general Polavieja y el catalanista Centre Nacional Catalá se unieron dando origen a la Lliga Regionalista. El horizonte político parecía prometedor por el reciente éxito de la llamada candidatura de los cuatro presidentes: Bartolomé Robert, expresidente de la Sociedad Económica de Amigos del País; Alberto Rusiñol, expresidente de Fomento del Trabajo Nacional; Luis Domenech i Montaner, expresidente del Ateneo Barcelonés y Sebastián Torres, presidente de la Liga de Defensa Industrial y Comercial. Estos cuatro candidatos fueron elegidos diputados al parlamento nacional relegando a los partidos dinásticos a la marginalidad en la ciudad condal. Los puestos de minoría fueron para los republicanos que ante la pérdida de la clase media lograron compensar sus votos con su avance en las clases más populares.

Este éxito político de la honestidad contra el caciquismo, como ellos lo habían definido, se vio empañado por el declinar progresivo de su aliado natural, la Unión Nacional de Joaquín Costa y Basilio Paraíso. Los regionalistas de Francesc Cambó se habían separado del gobierno Silvela para apoyar junto a los regeneracionistas la campaña contra los impuestos y frenar el paso de los republicanos, minados por sus divisiones internas.

En Barcelona, Alejandro Lerroux impuso su liderato a los republicanos con una oratoria incendiaria. Su programa se centró en los ideales republicanos, separación de la Iglesia-Estado, autonomía regional y derechos sociales como la jornada de ocho horas, con lo que se ganó a las clases trabajadoras de la ciudad.

Lerroux acusará al gobierno de favorecer al separatismo catalanista y a la jerarquía eclesiástica de apoyar a la Lliga Regionalista. Estas fuerzas marcarán una nueva etapa con el dualismo regionalismo-republicanismo a principios de siglo, mientras a su sombra crece el anarquismo con gran energía. Las elecciones municipales de ese mismo año llevarán al republicanismo a duplicar su voto en Barcelona y tomar las alcaldías de diez ciudades catalanas más.

La Lliga Regionalista se vio con el transcurrir del tiempo empujada hacia posiciones cada vez más conservadoras. Los hechos que la motivaron fueron la huelga general de 1902, que acobardó a la clase media barcelonesa, soporte del partido catalanista.

El miedo a la desestabilización del orden social llevó a la Lliga a buscar aliados en el Comité de Defensa Social, un organismo católico social, que profundizó su derechismo. Además, la visita de Alfonso XIII a Barcelona, llevado de la mano de su presidente de gobierno, el conservador Antonio Maura, fue aprovechado por Francesc Cambó para fomentar una línea posibilista con el régimen restauracionista (1). El sector más liberal de la Lliga se escindió por esta razón, y se agrupó en torno al periódico "El poble Catalá". Este grupo en 1906 se convirtió en partido político con el nombre de Centre Nacionalista Republicá. Entre tanto, la derechización de la Lliga le llevó a posesionarse del antiguo voto conservador en 1903 y 1905, pero no evitó su derrota ante la conjunción de los republicanos de la Unión Republicana. En Barcelona, el predominio republicano fue claro hasta 1914 y en el resto de Cataluña los partidos dinásticos pudieron mantenerse, impidiendo a la Lliga proclamarse portavoz del sentir de la opinión pública catalana.

Las dos fuerzas antagónicas, regionalista y republicana, fueron creciendo a costa de las fuerzas del régimen canovista. En 1905, a pesar del crecimiento de los catalanistas y la disidencia de algunos republicanos no impidieron la victoria de la Unión Republicana (2). Sin embargo, el 25 de noviembre de 1905, una caricatura en el periódico satírico "Cu-Cut" provocó un escándalo político. El dibujo satirizaba al ejército a cuenta de la derrota de Ultramar. En respuesta, un grupo de oficiales de la guarnición barcelonesa asaltó el periódico humorístico y también el edificio de "La Veu de Catalunya", períodico vinculado a la Lliga, destruyendo las prensas. Como los militares habían respondido a una provocación que venía de lejos, ya que los catalanistas estaban mofándose de los símbolos nacionales, el gobierno Moret presionado por algunos altos mandos militares aceptó presentar en las Cortes la ley de jurisdicciones, en la cual colocaba bajo jurisdicción militar toda ofensa a la Patria, el honor de las fuerzas armadas y sus símbolos.

La aprobación de esta ley significaba que los catalanistas podían según el caso ser juzgados por tribunales militares, que tenían fama de ser más severos. La protesta en Cataluña fue general y fue Salmerón, presidente de la Unión Republicana, quien tendió la mano a los catalanistas de la Lliga para luchar por Cataluña con independencia de sus políticas. Lerroux protestó y aprobó el acto de los militares contra los catalanistas de la Lliga, consiguiendo que la mitad de los republicanos de la ciudad condal le siguiesen en su planteamiento. Sin embargo, el 11 de febrero de 1906 se proclamó en Gerona la Solidaridad Catalana, una coalición electoral que agrupó a la mayor parte de las fuerzas políticas del principado. La comisión estuvo formada por Francesc Cambó, por la Lliga Regionalista; Jaume Carner, por los nacionalistas republicanos; J. Roca y Roca, por la Unión Republicana; J.M. Valles y Ribot, por los federalistas; D. Martí y Julia, por la Unión Catalanista; J.M. Junyent, por los carlistas y Amadeo Hurtado, como catalanista independiente (3).

La coalición electoral que pretendía defender los "derechos" de los catalanes fue un movimiento de masas, al agrupar a todas las fuerzas excepto los lerrouxistas. La Lliga fue la más favorecida por que su alianza con la izquierda republicana y los carlistas la colocaban en una posición centrista, además su orientación conservadora la situaban como el portavoz lógico con el que el gobierno conservador de Antonio Maura tendría que hablar. El lerrouxismo recibió el apoyo de una clase media liberal españolista, pero el conservadurismo reforzó a Solidaridad Catalana.

En 1907, llegó el primer triunfo de la coalición en las elecciones provinciales, obteniendo Prat de la Riba la presidencia de la diputación de Barcelona. En abril fueron las elecciones al parlamento nacional y el éxito de la coalición fue completo, 41 de los 44 escaños catalanes fueron para ellos. Republicanos y carlistas obtuvieron de esta forma una representación que nunca habían logrado con los manejos de los partidos dinásticos. Los lerrouxistas en consecuencia se reorganizaron como Partido Republicano Radical.

Sin embargo, la coalición era demasiado heterogénea y Maura lo sabía. La ley de administración local del gobierno conservador permitía el establecimiento de mancomunidades de servicios provinciales, con lo que se ganó el apoyo de la Lliga y con la elección orgánica de una parte de los concejales y diputados provinciales la de los carlistas. Pero esto no fue del agrado de los republicanos y federalistas que empezaron a erosionar la Solidaridad Catalana, cuando los lligistas se acercaron a los monárquicos catalanes ofreciéndoles la vicepresidencia de la diputación, y fue rechazado un plan municipal de enseñanza con una clara orientación laica. Los tres grupos más izquierdistas de Solidaridad Catalana se unieron para formar la Unión Federal Nacionalista Republicana (4). Las elecciones municipales de 1909 vieron el resurgir del lerrouxismo en las siglas radicales y la aparición de una izquierda catalanista que duplicó a la candidatura barcelonesa de la Lliga con los carlistas.

La Semana Trágica ocasionó el fin de la coalición electoral cuando el estallido popular contra la leva de reservistas a la guerra de Marruecos empujo a una asustada clase burguesa regionalista al bando de Maura. La posterior acusación a los revoltosos de haber provocado un estallido separatista inhibió a los radicales, aunque sus bases obreras habían orientado el furor popular contra el clero quemando 12 iglesias y 40 escuelas religiosas. El proceso y ejecución del dirigente anarquista Ferrer Guardia provocó la constitución de la Conjunción republicano-socialista. El reo no había tenido ninguna responsabilidad directa en los acontecimientos de la Semana Trágica, pero en su Escuela Moderna se había adoctrinado a favor del desorden social y algunos de los culpables habían sufrido su influencia, por lo que era el responsable moral de la revuelta.

Antonio Maura ofreció a Francesc Cambó la posibilidad de formar un partido nacional alternativo al suyo, por que el partido liberal fusionista se encontraba dividido en varias fracciones, y se necesitaba crear un nuevo contrapeso al conservador para mantener el sistema restauracionista. Pero el gobierno Maura cayó a consecuencia de las protestas ocasionadas por la ejecución de Ferrer Guardia y los liberales se agruparon en torno a Canalejas formando un nuevo gobierno en 1910.

Las elecciones legislativas de ese año evidenciaron el predominio radical en Barcelona, la canalización del voto republicano del resto de Cataluña a la izquierda catalanista, la reducción de la Lliga a su época anterior a la coalición de Solidaridad Catalana y la recuperación de los partidos dinásticos. Como consecuencia del resultado electoral, el radicalismo se extendió al resto de España como un movimiento centrista lo que le ocasionó problemas con su base proletaria en Barcelona. Aparte, su alianza en 1914 con el catalanismo republicano no fue aceptado por ninguno de sus votantes.

La Unión Federal Nacionalista Republicana fracasó como alternativa izquierdista del catalanismo, al estar encajonado entre el catalanismo conservador de la Lliga y del republicanismo españolista del Partido Radical. En 1914, la victoria de la Lliga en Barcelona abrió su hegemonía en el periodo siguiente. Su identificación con los logros económicos de los industriales y comerciantes en la Primera Guerra Mundial fomentaron la buena imagen de un Cambó cada vez mejor visto como un hombre de Estado para toda España.

Entre tanto, los republicanos se dispersaron en varios grupos, disolviéndose la Unión Federal Nacionalista Republicana. Marcelino Domingo y otros crearon el Bloque Republicano Autonomista y en 1917 el Partido Republicano Catalán, pero a pesar del esfuerzo logrado, el catalanismo de izquierdas fracasó quedando en la marginalidad política. El espacio nacionalista estaba ocupado por la Lliga y el de la izquierda por los radicales. La Lliga desde 1913 había capitalizado el éxito de la formación de la Mancomunidad, que presidió Prat de la Riba. Este organismo interprovincial reunió las competencias de las diputaciones provinciales, no así las del Estado, y procuró modernizar las infraestructuras viarias y fomentar el catalán como idioma de uso comercial y no únicamente literario.

En el campo republicano la división interna impidió su concurso como fuerza unida y fomentó su declive. La conjunción republicana-socialista fue difícil de mantener y sus elementos más moderados como Gumersindo de Azcárate y Melquíades Alvarez fundaron en 1912 el Partido Reformista, como un movimiento reformista de izquierdas, que intentaría de forma vana introducir savia nueva en la izquierda liberal del sistema dinástico.

Para colmo, la reducción a la marginalidad del catalanismo de izquierdas ayudó a consagrar el bipartidismo de la Lliga y el radicalismo en Barcelona. Alejandro Lerroux pudo mantener su posición filoobrera hasta 1923, debido a que aunque su partido careciese de movimiento sindical, la Solidaridad Obrera y posteriormente la CNT no estaban vinculadas a ningún partido político. Su organización predominante en el proletariado catalán impidió el asentamiento de la UGT y por tanto, eliminaron la base humana para la construcción política del socialismo.

La Lliga se enfeudó con una política nacional en la que pidió en vano un mayor librecambismo para favorecer la exportación de la industria catalana y la importación de materias primas, aprovechando la coyuntura positiva de la Primera Guerra Mundial. Además consiguió hacer fracasar el proyecto de Santiago Alba, antiguo regeneracionista y defensor de los intereses cerealeros castellanos, que era favorable a gravar con un impuesto especial los beneficios extraordinarios de la guerra. Algo por otra parte, en la que coincidieron los diputados más extremistas del arco parlamentario, como el socialista Prieto y el carlista Pradera, aunque este último recalcase que él no apoyaba la expropiación de los medios de producción (5).

En 1917, la crisis política suscitada por la actitud levantisca de los oficiales organizados en las Juntas Militares de Defensa pusieron a sucesivos gobiernos liberales contra la pared en sus reivindicaciones corporativas. El gobierno recién constituido de Eduardo Dato suspendió las garantías constitucionales y cerró las Cortes. Cambó orquestó un movimiento parlamentario de oposición a esta decisión convocando una reunión de diputados en Barcelona que fue prohibida por el gobierno.

Francesc Cambó se levantó como el caudillo de una burguesía regeneracionista que pretendía sustituir el caduco sistema canovista por otro más acorde con la realidad social y democrática. Para esto consiguió el apoyo de la izquierda republicana y socialista, aunque no logró el apoyo de Maura para compensar la alianza con la izquierda. Sin embargo, el catalán no pretendía una revancha como sus aliados, sino una concesión de poder real a su partido y apoyo a sus reivindicaciones catalanistas. Pero la Huelga General estalló el 10 de agosto, un movimiento promovido para apoyar a la Asamblea Parlamentaria, la UGT intentó evitar su extensión por no ser el momento más adecuado, mientras la CNT se negó a cualquier tipo de moderación.

La Asamblea Parlamentaria recibió un hachazo más que un apoyo, el ejército que se creía guardaría una posición neutral por el movimiento juntero que había en su seno, tomó parte en sofocar la huelga a las órdenes del gobierno. La clase burguesa asustada del desorden social se posicionó a favor de la represión y la Lliga en consonancia con esta, desertó de su alianza con la izquierda para colaborar con el gobierno. En premio a ello, en el nuevo gobierno de unión nacional presidio por Antonio Maura, dos catalanistas de la Lliga, Francesc Cambó y Joan Ventosa, formaron parte de él.

Sin embargo, la entrada en el gobierno de Cambó, le trajo el odio de la izquierda, y sus reivindicaciones sobre una autonomía para Cataluña el de las derechas. La imposibilidad de obtener alguna reivindicación por su postura posibilista en la política española lo condenó ante su público. Maura y Alcalá-Zamora le llegaron a decir: Su señoría pretende ser a la vez el Bolívar de Cataluña y el Bismarck de España, son pretensiones contradictorias, y es preciso que su señoría escoja entre una y otra (6).

La consecuencia política de su fracaso fue la escisión de las juventudes de la Lliga y sus cuadros profesionales, Rovira i Virgili, Nicolau d'Olwer, Bofill i Mates y Carrasco i Formiguera entre ellos, que formaron Acció Catalá. Esta organización política se orientó hacia la izquierda, canalizando en ella el catalanismo descontento con Cambó y consiguiendo derrotar a la Lliga en las elecciones provinciales de 1923. Francesc Cambó se retiró de la vida pública tras ver su posibilismo derrotado. Finalmente las clases medias regionalistas ante el creciente desorden social apoyaron al Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera a dar un golpe de Estado.

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José Luis Orella

Notas

1) J. Tusell: Antonio Maura. Una biografía política. Madrid, 1991. Pág. 12.

2) A. Balcells: El nacionalismo catalán. Madrid, 1991. Pág. 49.

3) Ídem, Pág. 54.

4) Ídem, Pág. 60.

5) Diario de Sesiones de las Cortes nº 17 del 13 de abril de 1918. Pag. 358.

6) A. Balcells: El nacionalismo catalán. Madrid, 1991. Pág. 77..
 


Revista Arbil nº 62

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