Arbil, apostando por los valores de la civilización cristiana

Por la Vida, la Familia, la Educación, la dignificación del Trabajo, la Unidad histórica, territorial y social de la Nación, y por la Regeneración Moral y Material de nuestra Patria y el mundo

 


Indice de contenidos

Texto completo de la revista en documento word comprimido
Anatomía, fisiología, patología, terapéutica y plerosis de la Nación
Neoesclavitud
Vintila Horia(II): El novelista, escritor de la resignación metafísica
Editorial
Un "Mundo Feliz"
O novo rosto do Terrorismo
La percepción de la inseguridad en España
Demagogia con pólvora del rey
Una consecuencia ineludible del "Plan Ibarretxe"
El humorismo inglés
El aborto y la Constitución
El alcance de la ética procedimental a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia
La Masonería invisible, desvelada por Ricardo de la Cierva
Beneficios del matrimonio ("El matrimonio ¡ Qué bicoca!")
Importancia de la formación. Ser hombres de principios y de acción
La Virgen del Pilar y la Guardia Civil
De la Polis griega a la civitas christiana ( y IV)
Origen y fracaso del nacionalismo catalanista de Cambó
Biblia y "teología" gay
El impacto de la inmigración en las prisiones españolas
Historia de la confesionalidad
¿Es tabú hablar de la abstinencia?
El jardín de los monstruos: El mito según la escuela semiótica rusa
El conflicto en Tierra Santa (II)
Méndez, Fidalgo, y el miedo a la libertad
La Edad de Plata en España
Ortodoxos: la otra cara del ecumenismo.
La mafia
Léxico español en el sudoeste de Estados Unidos
El movimiento católico en Italia
El esperanto, ¿una lengua para la Europa unida?
El Rosario: ¿Es solamente una tradición de los hombres?
Textos Clásicos: Filosofía del Quijote: (un estudio de antropología axiológica)


CARTAS

Revista Arbil nº 62

Editorial: La crisis de la familia como excusa

¿Qué razones de fondo se han esgrimido con motivo del asesinato de una anciana, enferma de alzheimer, por su marido?



Una de las noticias que mayor impacto ha producido en la opinión pública ha sido el asesinato de una anciana enferma de Alzheimer por parte de su esposo, desbordado y casi enloquecido a causa de la tremenda situación derivada de las secuelas de esta temida enfermedad, aunténtica epidemia en nuestra sociedad postindustrial.

La noticia ha sido objeto de comentarios de todo tipo; aprovechando la ocasión, algunos de los voceros del poder cultural y social dominante, para elevar su voz proponiendo incluso la conveniencia de la legalización de la eutanasia activa.

En este contexto la noticia da lugar a varios asuntos para evaluar:

Es lamentable que tan trágico suceso haya sido aprovechado, por algunos creadores de opinión, para favorecer sus posiciones en favor de la implantación de la eutanasia activa; una de las modernas expresiones de la "cultura de la muerte".

Este terrible hecho pone sobre la mesa la realidad de la crisis de la familia española. Por una parte, al reducirse drásticamente el número de los hijos, se ha reducido el soporte de acogida y reparto de las cargas familiares. Por otra parte, el estilo de vida moderno, en el que privan otros valores (la independencia, el trabajo remunerado fuera del hogar, etc.) ha debilitado la tradicional solidaridad intergeneracional.

Al reflexionar sobre las soluciones, en la mayoría de los casos, se ha requerido a la Administración para que adopte medidas de carácter meramente económico: aumento del número de Residencias adaptadas a este tipo de enfermos, extensión y ampliación de la incidencia de la llamada asistencia domiciliaria, la concesión de subvenciones para la contratación particular de cuidadores, etc.

Una constante parece predominar en buena parte de las reflexiones vertidas: se ha analizado el efecto, la incapacidad de muchas familias para afrontar las extremas circunstancias derivadas de la presencia en su seno de este tipo de enfermos, pero no se quiere ver la causa. Y éste no es otro que el debilitamiento de la familia tradicional; circunstancia en la que los poderes públicos no han sido ajenos, ya a causa de la falta de apoyos efectivos a la misma, cuando no por políticas expresas de ataque sistemático a esta institución básica.

En cualquier caso, creemos que no se trata sólo de aumentar las subvenciones o el número de residencias. No es suficiente. Es la familia la que necesita ser potenciada. Una sociedad que no cuida sus familias está abocada a la crisis permanente o, incluso, a la extinción. Pero tales medidas, de aplicarse, no rectificarían la situación de la familia y la orientación general de la sociedad, cuyos valores materialistas miran en otra dirección.

Creemos que, por mucho que aumenten las subvenciones y otros tipos de ayudas, la mayoría de las mujeres no se animarán a tener más hijos. Para que eso suceda debe producirse un cambio de mentalidad importantísimo: una verdadera revolución cultural y social. Y a tal, ninguna institución o grupo de poder, salvo la Iglesia católica, aspira.

El Imperio romano desapareció, en parte y según afirman ilustres historiadores, a causa de la extinción progresiva de las familias patricias que hicieron grande a la República y, posteriormente, al Imperio. Produjo una gravísima crisis de liderazgo en esa sociedad, que el cristianismo pudo aplazar pero no cerrar; no pudiendo resistir, finalmente, los retos de los pueblos más jóvenes, tanto de dentro como de fuera del Imperio.

Como católicos somos partidarios de la familia tradicional. Aunque no sea "políticamente correcto". Para ello nos basamos tanto en la aceptación de la doctrina católica al respecto (que afirma que la familia, reflejo e imagen de la comunión del Padre y el Hijo en el Espíritu Santo, ha sido instituida por Dios, siendo tal realidad natural anterior a cualquier reconocimiento político), como en la rica experiencia de muchas generaciones, que llega a nosotros, y que nos permite afirmar que es en la familia hemos recibido las primeras caricias de Dios a través de nuestros padres, hermanos y demás familiares.

La familia humaniza al hombre: le proporciona un rostro, unas raíces, una identidad, una tradición con la que contrastar los retos del devenir, un reposo y un estímulo de lucha.

Por el contrario, un individuo aislado, atomizado, sin vínculos familiares, o teniéndolos extremadamente debilitados, experimentará, más allá de esporádicas sensaciones embriagadoras de autoderminación personal, soledad, desesperanza y frustración. Y ello es así con el agravante de ser un ser acrítico, facilmente manipulable por las modas pasajeras y los poderes ilegítimos de turno.

La familia no es una institución artificial: está marcada en la naturaleza más íntima y auténtica del hombre de todos los tiempos. Destruir la familia es atacar al futuro de cualquier sociedad.

Por todo ello, hoy más que nunca: defendamos la familia para defender al hombre..

 


Revista Arbil nº 62

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