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| Revista Arbil nº 70 | |||
25 Años de "Iglesia Vasca" por José Luis Orella Los contrasentidos religiosos del apoyo de parte de la Iglesia local en Vascongadas al nacionalismo racista. Algunos síntomas de respuesta. | |||
| La Iglesia Católica es una de las grandes protagonistas de la historia actual del País Vasco. La intensa politización que sufrió la sociedad española desde el siglo XIX, hizo que los vascos, por su intensa religiosidad, tuviesen un protagonismo especial en la movilización del catolicismo español en contra de los gobiernos liberales y de la II República. No obstante, también una parte de la "Iglesia vasca" será protagonista de las protestas en contra del régimen del general Franco. En 1960, 339 sacerdotes firmarán un documento "contra el franquismo", en 1968 un grupo se encerrará en el seminario de Derio y en 1974 el obispo de Bilbao, Antonio Añoveros, defenderá públicamente "el derecho del pueblo vasco a preservar su identidad" (sic). Sin embargo, la Iglesia había contado con el apoyo de las instituciones del Régimen, para ser la principal propagadora de la cultura vasca y de la enseñanza del Euskera. En 1970 las ikastolas dependientes de la Iglesia contaban con 12.000 alumnos. No obstante, en la actualidad, la situación política del País Vasco es distinta. El nacionalismo vasco dominante en las instituciones autonómicas desde 1980, es una doctrina política que ha ido mutando en la historia sus argumentos dialécticos en función de la necesidad del momento. En nuestros días, el nacionalismo es para muchos de sus votantes la traducción a la política de su amor al paisaje conocido, lengua, costumbres y tradiciones propias. No obstante, el término esconde una aceptación diferente, como es el rendir culto a la nación por encima de los derechos de los individuos y de la verdad histórica. Pero los interrogantes son muchos en torno a un movimiento político, que no cuenta con la representación exclusiva de la sociedad vasca, y que en el origen nutricio de sus ideas se contradice con los principios fundamentales del humanismo cristiano, respetuoso con los derechos de la persona. Desde siempre, el nacionalismo vasco se ha arrogado la exclusiva representación de los intereses sociales, económicos, culturales, educativos, laborales y políticos del pueblo vasco. Por que se considera el único que defiende una concepción de la nación como ente abstracto, único e indivisible, a la que los individuos de la sociedad que la forman, quedan subordinados sin límites al interés general de la nación a redimir. Su concepto de humanidad va ligado a la creencia de que la lengua, raza, costumbres y religión determinan el carácter primordial de un grupo social, como para darle el calificativo de nación. Al tener ésta el derecho inalienable de alcanzar su soberanía política, el nacionalismo tendrá la única misión de obtener por las vías que considere necesarias la consecución de la independencia, porque la soberanía nacional es un valor primordial que esta por encima de los derechos más elementales de la persona como tal. Sin embargo, Juan Pablo II ha predicado sobre lo bueno de sentirse miembro de una comunidad nacional, no obstante, ha señalado como uno de los peores males de fin de milenio, la deificación de la nación . La iglesia Católica como universal, pero respetuosa con las diferentes culturas del mundo guarda un exquisito equilibrio entre ser católico y sentirse miembro de una sociedad con unos rasgos propios definidores. No obstante, el hipernacionalismo nos lleva a la exclusión del otro y a favorecer la desigualdad de los seres humanos. Incluso el alejamiento de Dios junto con un grado excesivo de ideologización política en los niveles de la juventud conllevan a actitudes violentas y justificativas del terrorismo . En respuesta, Juan Pablo II nos llama a los católicos a dar testimonio público de nuestra Fe en un mundo donde la sumisión a los valores de la mayoría, van atando a las personas a un relativismo tiranizador. En este sentido, el papel de la Iglesia en el País Vasco recobra un protagonismo especial. Los miembros del episcopado se encuentran con una realidad politizada y un catolicismo fracturado entre nacionalistas y no nacionalistas. La misión principal es la de mantener la unidad del rebaño y proporcionar una alternativa viable a la paz y a la convivencia social. Aunque su labor callada haya evitado mayores derramamientos de sangre, nadie del millar de familias destrozadas por el terrorismo ha protagonizado actos de venganza, y las movilizaciones sociales contra la violencia tienen su origen en los grupos parroquiales. El ejemplo del Papa como luchador católico polaco contra los diversos totalitarismos y su papel como intelectual le han aupado como un modelo a seguir para todos los resistentes católicos a cualquier tiranía. Su vida es un ejemplo reciente de la aplicación de la doctrina social de la Iglesia en un contexto amenazante contra el católico comprometido. Así, el 10 de junio de 1999 surgía el Foro el Salvador, organismo fundado por varios intelectuales católicos en contra de la violencia terrorista y defensa de los valores de la persona humana. El Foro El Salvador aparecía con el claro fin de asociar a los católicos contra el totalitarismo, como Solidaridad había hecho lo mismo en Polonia contra el comunismo. La identidad con el Papa Juan Pablo II era total y por esta razón el punto más criticado por los nacionalistas vascos. En el campo del activismo juvenil, el grupo vasco ARBIL, foro que nació en Bilbao para la divulgación de los valores católicos a través de actividades culturales e internet, intensificaba la universalidad del catolicismo y la Hispanidad. Este despertar del catolicismo vasco, siguiendo los pasos del "viento polaco del Norte", ha abierto expectativas positivas. Los religiosos regulares y sacerdotes diocesanos se muestran más valientes en su defensa de los más débiles, y su labor devuelve a los vascos la confianza en un clero más ipse Christi y menos portavoz de grupos políticos específicos.. ·- ·-· -··· ·· ·-·· | |||
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La familia es célula de resistencia contra la opresión porque es un ámbito de autonomía personal y posibilidad de formación y educación sin control del Estado y fuera del "discurso cultural dominante".
Por eso es atacada por los sistemas totalitarios.