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Indice de contenidos

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G.K Chesterton y la Europa de su tiempo
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Editorial
Entre lo pequeño, lo grande
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"ETA pro nobis": ¿el pecado original de Iñaki Ezkerra?
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Democracia, derechos humanos y legitimidad
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El cine de Woody Allen
El conflicto en Tierra Santa (I)
Reality Shows: Invasión a la intimidad personal
Sueños de libertad
Una breve historia de la arquitectura y el urbanismo de la España contemporánea
Actividades de Arbil en Chile
El movimiento personalista en España
El personalismo de E. Mounier
Anotaciones críticas sobre el personalismo
Primacía de la incomunicación de la persona
Polo político y polo profético
El gran engaño: derechos del hombre, Iglesia católica y Revolución Francesa
Ocaso y aurora. Perspectiva personalista y Ontología de la existencia


CARTAS

Revista Arbil nº 61

El cine de Woody Allen

por Fernando Larraz Torres

Sus películas, incluso las comedias, llevan implicito siempre un contenido crítico y un mensaje social, muchas veces discutible, pero siempre inteligente

 

 

Vaya por delante que quien escribe estas líneas es un admirador incondicional del cineasta norteamericano al que considera heredero de geniales directores de la talla de Billy Wilder y Ernst Lubitsch, " Ser o No Ser ", ( 1942 ), y guionistas como los que fueron de las mejores películas de los Marx, Morrie Ryskind o George S. Kaufman.

En una época en la que las bellas artes parecen estar exhaustas, y en particular el cine, que no hace sino reeditar o refundir versiones de grandes obras maestras la mayoría de las veces con resultados deprimentes, nos encontramos ante un creador que alumbra una película al año, siempre con ideas frescas y siempre divirtiendo al espectador.

Decía John Ford que el mandamiento principal del cine debía ser el de entretener, y en verdad que Woody Allen lo consigue; sus películas son básicamente entretenidas, narran historias cotidianas en clave de un humor desternillante con unos guiones que desbordan gracejo, y suelen transcurrir en un "pequeño lugar" de la costa este de Estados Unidos denominado Nueva York.

Es cierto que muchas personas, especialmente las que nunca han visto uno de sus filmes, le consideran tan sólo un cineasta preocupado por problemas sicológicos y consultas de siquiatras pero, en mi opinión, ésto no es sino un prejuicio alimentado por ciertos pseudo intelectuales de la crítica cinematográfica europea, ya que el propio Allen ha repetido hasta la saciedad, incluso dejándolo entrever en películas como "Granujas de Medio Pelo" en la que interpreta a un nuevo rico al que su mujer quiere pulir culturalmente pero al que sólo le interesa seguir con su vida anterior a hacerse rico, con sus partidas de póker, sus apuestas a los caballos y sus comidas en hamburgueserías, que él es una persona normal, sin pretensiones e incluso él mismo se sorprende de ser en Europa "un intelectual".

Los argumentos más sesudos saltan por los aires cuando Woody Allen los aborda. El divorcio en "Maridos y Mujeres" y "Hannah y sus Hermanas", la adopción en "Poderosa Afrodita", pero siempre revelando en los diálogos de sus personajes grandes realidades y desde un humor tan fino, "Guarda un poco de locura para la menopausia, ¿quieres?", dice el protagonista interpretado por el propio Allen a su mujer en la pantalla Diane Keaton ante una descabellada propuesta de ésta en "Misterioso Asesinato en Manhattan" o "Cuando oigo mucho rato a Wagner me entran ganas de invadir Polonia", en la misma película a la salida de la ópera, que hace que nadie se pueda sentir ofendido.

Pero Woody Allen es también capaz de transmitir grandes dosis de ternura dentro de sus comedias, como en la divertidísima "Broadway Danny Rose" en la que se narra la historia de un agente artístico, el propio Allen, que representa a lo peor de Broadway, artistas de deshecho que en cuanto triunfan le abandonan sistemáticamente, así como en "Días de Radio" , en la que a través del mundo de las ondas nos traslada a la época de su infancia en el Nueva York de los años cuarenta y en la que el final no puede ser más tierno y nostálgico, todo ello envuelto en unas buenas bandas sonoras en las que se pueden escuchar magníficas piezas de jazz y blues de las que el director es gran conocedor.

Por no hablar del marco incomparable en el que suelen transcurrir casi todas sus películas, el Nueva York de las personas que viven en Manhattan, ilustrándonos acerca del vivir cotidiano en la ciudad por excelencia hasta el punto de que se puede llegar a conocer esta urbe sin haber estado nunca en ella.

Un último aliciente de sus películas, es el de ver a una serie de actores de gran calidad aunque no muy conocidos por el gran público al no estar los mismos dentro del "tinglado hollywoodiense", intérpretes que el genial cineasta neoyorquino utiliza de forma recurrente; así, por ejemplo, Alan Alda, famoso por su papel de hilarante cirujano militar en la celebrada serie "M.A.S.H", Diane Keaton, siempre sobria y rebosante de elegancia en sus papeles de mujer americana de clase media-alta, que suele dar el contrapunto al propio Allen , Mira Sorvino, descubierta por el propio director para el mundo del cine al asignarle uno de los principales papeles de la comedia "Poderosa Afrodita", Mia Farrow, espléndida y guapísima, casi se la confunde con Jane Fonda, en su papel de mujer de un gángster en la genial "Broadway Danny Rose", y así en un largo etcétera.

Incluso actores y directores premiados con el Oscar de la Academia, como Murray Abraham galardonado por su interpretación del músico Antonio Salieri en la película de Milos Forman "Amadeus", como Sydney Pollack director, entre otras, de "Memorias de Africa" han aceptado pequeños papeles secundarios en sus películas; algo tendrá el agua cuando la bendicen, que se suele decir.

Una última recomendación; si todavía no han visto ninguna de las maravillas que les acabo de enumerar, corran a su videoclub; creo que no se arrepentirán.

Fernando Larraz Torres.
 


Revista Arbil nº 61

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