Arbil, apostando por los valores de la civilización cristiana

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Indice de contenidos

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G.K Chesterton y la Europa de su tiempo
Vintila Horia (I). Testigo de la verdad en el tiempo de las mentiras
Editorial
Entre lo pequeño, lo grande
El sueño del general Yagüe
Revolución y 'Cultura de la Muerte'
De la polis griega a la civitas christiana (III). Los albores de la cristiandad
Naturaleza de las organizaciones rosacruces
La contabilidad creativa y las pérdidas contables
Actualidad de la droga
Los nuevos rostros de la "cultura" de la muerte
Católico: ¿Qué quiere decir?
"ETA pro nobis": ¿el pecado original de Iñaki Ezkerra?
San Pedro Canisio, o la ciencia de la caridad
Los Tercios de Infantería Española
Sudáfrica en la sima
¿Puede ser católico el capitalismo liberal?
El planeta amenazado
Reflexión acerca del problema electoral de los católicos
Saliendo del armario
De Gardel a Ricky Martin: un pasito palante María
Los "prudentes"
Democracia, derechos humanos y legitimidad
El totalitarismo Feminista controla la Onu. Quieren obligar a Argentina a legalizar aborto bajo presión económica
Educar con el ejemplo: entrevista al doctor David Isaacs
El cine de Woody Allen
El conflicto en Tierra Santa (I)
Reality Shows: Invasión a la intimidad personal
Sueños de libertad
Una breve historia de la arquitectura y el urbanismo de la España contemporánea
Actividades de Arbil en Chile
El movimiento personalista en España
El personalismo de E. Mounier
Anotaciones críticas sobre el personalismo
Primacía de la incomunicación de la persona
Polo político y polo profético
El gran engaño: derechos del hombre, Iglesia católica y Revolución Francesa
Ocaso y aurora. Perspectiva personalista y Ontología de la existencia


CARTAS

Revista Arbil nº 61

Los Tercios de Infantería Española

por Alonso Contreras

El proyecto político español, al servicio de la Cristiandad, contó con la inestimable participación de los tercios, como instrumentos necesarios

 

 

Hace unos cuantos años ya, bastantes, cuando era un joven alumno en un centro de enseñanza militar, cayó en mis manos un libro que hizo cambiar mi concepto de la historia de España, y que la convirtió, de un aburrido y tedioso listado de acontecimientos más o menos inconexos, en algo excitante, con sus héroes y villanos, sus aventuras y grandes hazañas.

Solo tenía una "pega"; estaba escrito por un señor del siglo XVII y su vocabulario se me antojaba arcaico, por lo menos igual que El Quijote.

Algo así como cualquier texto contemporáneo le puede parecer extraño a un joven de nuestros días maldecido por la LOGSE.

El escritor lo titulaba: "Discurso de mi vida desde que salí a servir al Rey, de edad de catorce años, que fue el año de 1597, hasta el fin del año de 1630, por primero de octubre, que comencé esta relación".

Lo firmaba un tal Alonso de Contreras, Capitán.

Aquella lectura, amén de enriquecer mi vocabulario en bellos arcaísmos, me abrió el apetito y el gusto por los acontecimientos de una época grande para España que yo acoto, sin menospreciar otras pretéritas y futuras, desde la conquista de Granada en 1492 hasta la batalla de Rocroi en 1630.

En ese acotado histórico se puede decir que España marcaba al resto del mundo el ritmo a seguir. Me imagino que un norteamericano del siglo XXlV sentirá lo mismo que yo cuando estudie la historia de su país los primeros años del siglo XXI; claro está, salvando las distancias espacio-temporales y algunas más.

Alonso Contreras solo estuvo en los Tercios de soldado al principio de su carrera militar, ya oficial se dedico sobre todo a navegar y combatir por el Mediterráneo, haciendo algunas apariciones en la ruta de Indias.

Pero lo uno lleva a lo otro y así, también, descubrí los Tercios de Infantería Española. Las campañas, los combates, las conquistas, la victoria... ¡el Imperio!; todo ello me sedujo y me llevó a pensar que el puesto que ocupaba en mi compañía perteneció, sin duda, a uno de esos piqueros o arcabuceros o, por que no, a uno de esos alféreces o capitanes que pasearon sus banderas por aquellos dominios en los que no se ponía el Sol; y que España no es obra de un día, de una época ni de un individuo o individuos, sino la suma de voluntades y esfuerzos, que trasciende el tiempo, una realidad histórica inmutable, le pese a quien le pese.

A nadie le quepa duda de que cuando España encuentre otra gran empresa colectiva, volverá a ser grande como en sus mejores tiempos.

A lo largo de ese siglo y medio tuvimos enemigos nobles, como el francés Bayardo, el caballero sin miedo y sin tacha, y ruines como el príncipe de Orange, uno de los urdidores junto a los ingleses, y algún que otro traidor español como Antonio Pérez, de la panfletaria leyenda negra antiespañola, que aún hoy, tiene adeptos a pesar de haber sido desmentida por reconocidos historiadores, no solo hispanos, sino también anglosajones.

Al lubrican del Medievo surgen profundas transformaciones de orden social, político y militar que contribuyen al nacimiento de los modernos estados europeos.

En el ámbito militar y como resultado de la superación de la estructura medieval se evoluciona de la mesnada, obsoleta ya, a unidades profesionales y permanentes inspiradas en la legión romana, no en vano estamos en el Renacimiento, que también afecta al arte de la guerra.

En España, esa milicia profesional y permanente comienza a esbozarse en la corona de Aragón con motivo del contencioso que Fernando el Católico mantiene con el francés por el dominio de territorios en lo que ahora es Italia.

En 1496 se organiza la Infantería en compañías de quinientos hombres, y para superar su capacidad de combate, posteriormente se la integra en la Coronelía, que estaba formada por veinte compañías de Infantería más un complemento de Caballería y Artillería.

Responsable directo de estas mejoras es don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, que representa un cambio profundo en el Ejército.

Vencedor en Ceriñola (1503) y Garellano (1504) contra los franceses que no tuvieron más remedio que rendir la plaza fuerte de Gaeta y retirarse de Italia.

Sus hazañas le valieron el Virreinato de Nápoles, aunque también su éxito le acarreó enemistades y envidias.

La verdadera dimensión de este genio del arte militar está en el revolucionario empleo táctico que hizo de las armas, combinando la Infantería, la Artillería y la Caballería para sacar mayor provecho a sus efectivos, así como el aprovechamiento del terreno en beneficio propio.

En 1516 un joven adolescente de dieciséis años nacido en Gante; feo, delgado y prognato; hace aparición en España. Carlos, fruto de las ingenierías matrimoniales de sus abuelos, hereda el Imperio más descomunal que se conoce hasta la fecha, y no puedo menos que hacer una corta relación de ello a fin de que el lector se haga una idea de las dimensiones colosales de la herencia del pálido muchacho venido de Gante:

De su familia materna -hijo de doña Juana I y nieto de los Reyes Católicos- Hereda Castilla, Aragón, Canarias, Navarra (definitivamente en 1521), Sicilia, Nápoles y el Nuevo Mundo descubierto y por descubrir.

De su familia paterna -hijo de don Felipe el Hermoso y nieto de Maximiliano de Austria y María de Borgoña- hereda Austria y los Países Bajos.

Con el Emperador España se convierte en el eje y el combustible de la dinámica europea.

La sangre de sus soldados y el oro de las Indias engrasan la gigantesca maquinaria, tanto es así que nuestra nación, después dos siglos, queda exangüe de hijos, paupérrima y endeudada con las bancas europeas.

Los enemigos a batir en este periodo son los herejes luteranos, los franceses y los turcos; y para defender la Unidad político-espiritual de este embrión de Unidad Europea, el César Carlos transforma su Ejército y organiza la Infantería en Tercios.

A partir de entonces estas unidades asombrarán al mundo por su disciplina y eficacia. Se crean así los primeros Tercios en Lombardía, Nápoles y Sicilia.

En fin, es una historia larga e interesante aunque en los libros de los escolares de hoy ocupe un par de renglones, si acaso.

Si estás interesado en saber más sobre estas unidades, te invito a visitar la página http://es.geocities.com/capitancontreras Web que hace tiempo preparé, con ánimo lúdico y sin pretensiones eruditas sobre los Tercios de Infantería Española.

Por Alonso Contreras (capitancontreras@hotmail.com)
 


Revista Arbil nº 61

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