Arbil, apostando por los valores de la civilización cristiana

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Indice de contenidos

Al-Qa´ida y Osama ben Laden: un estudio "definitivo" sin "soluciones finales"
G.K Chesterton y la Europa de su tiempo
Vintila Horia (I). Testigo de la verdad en el tiempo de las mentiras
Editorial
Entre lo pequeño, lo grande
El sueño del general Yagüe
Revolución y 'Cultura de la Muerte'
De la polis griega a la civitas christiana (III). Los albores de la cristiandad
Naturaleza de las organizaciones rosacruces
La contabilidad creativa y las pérdidas contables
Actualidad de la droga
Los nuevos rostros de la "cultura" de la muerte
Católico: ¿Qué quiere decir?
"ETA pro nobis": ¿el pecado original de Iñaki Ezkerra?
San Pedro Canisio, o la ciencia de la caridad
Los Tercios de Infantería Española
Sudáfrica en la sima
¿Puede ser católico el capitalismo liberal?
El planeta amenazado
Reflexión acerca del problema electoral de los católicos
Saliendo del armario
De Gardel a Ricky Martin: un pasito palante María
Los "prudentes"
Democracia, derechos humanos y legitimidad
El totalitarismo Feminista controla la Onu. Quieren obligar a Argentina a legalizar aborto bajo presión económica
Educar con el ejemplo: entrevista al doctor David Isaacs
El cine de Woody Allen
El conflicto en Tierra Santa (I)
Reality Shows: Invasión a la intimidad personal
Sueños de libertad
Una breve historia de la arquitectura y el urbanismo de la España contemporánea
Actividades de Arbil en Chile
El movimiento personalista en España
El personalismo de E. Mounier
Anotaciones críticas sobre el personalismo
Primacía de la incomunicación de la persona
Polo político y polo profético
El gran engaño: derechos del hombre, Iglesia católica y Revolución Francesa
Ocaso y aurora. Perspectiva personalista y Ontología de la existencia


CARTAS

Revista Arbil nº 61

El conflicto en Tierra Santa (I)

por Ángel Expósito Correa

Para tratar de comprender el conflicto en Oriente Medio entre judíos y palestinos es menester no sólo conocer la historia de ambos pueblos, sino también (y sobre todo) su relación con la religión. Sería un pecado de omisión, tratándose de la tierra que vio nacer a Nuestro Señor Jesucristo, no interesarse también por la situación de los cristianos en los dos bandos.
Por ello junto a la descripción de la situación religiosa y sus relaciones con la política en Israel y en Palestina, se ocupará de la situación y de los peligros internos y externos de la Iglesia en Tierra Santa.
Esta primera parte se centra en Israel

 

En su obra Benjamin Beit-Hallahmi recoge lo siguiente

"En Israel, hoy, nos encontramos frente a un caso único de interacción entre religión y política, creado por factores históricos y a un mismo tiempo por fuerzas y limitaciones psicológicas".

"Lo que podemos observar en Israel, y en el movimiento sionista que lo fundó, es el intento deliberado de crear un nacionalismo laico y una identidad laica sacándolas de una historia colectiva totalmente marcada por la religión".

"A nuestro ojo de observadores, la vida en Israel se nos presenta llena de paradojas y de contradicciones. Israel es a menudo clasificado como el "Estado judío", y proclama la continuación de la tradición histórica y la identidad histórica del Judaísmo, mas con toda seguridad no se trata de un Estado "judío" en un sentido estrictamente religioso o histórico.

Como sistema político, Israel es un Estado muy moderno, con un parlamento poderoso, un ejecutivo fuerte, un poder judicial separado, una amplia burocracia gubernamental. La seguridad personal y el orden público están asegurados en el interior por una policía fuerte y profesional, y por un fuerte ejército hacia el exterior".

"La religión para los israelíes, significa el Judaísmo, y más concretamente, el Judaísmo Ortodoxo. El 85% de la población israelí pertenece al Judaísmo, y esta definición está fijada por el Estado con fuerza de ley.

La que es prácticamente única en Israel es la relación establecida oficialmente entre religión, nacionalidad y derechos políticos. Ser judío en Israel garantiza algunos privilegios establecidos por la ley, puesto que los judíos son vistos por el Estado no sólo como un grupo religioso, sino también como un grupo nacional.

Las fronteras del grupo judío son vigiladas por un sistema de tribunales religiosos, y por las mismas autoridades civiles, y el matrimonio entre judíos y no judíos es insólito".

"Los tribunales israelíes -los laicos, del Estado- han establecido que nadie puede ser judío de "nacionalidad" y católico de religión a la vez.

Este famoso caso, decidido en 1961, manifiesta las diferencias entre la identidad judía establecida por la ley religiosa judía, y la identidad judía establecida por el sionismo.

El protagonista del caso, Oswald Ruffeisen, había nacido en Polonia en 1921. Se convirtió al catolicismo durante la Segunda guerra mundial y había llegado a Israel en la década de los 50 como miembro de una orden religiosa católica.

Había solicitado la ciudadanía israelí conforme a la "Ley del Retorno" que otorga inmediatamente la ciudadanía a los "judíos" que emigran a Israel.

Su solicitud es rechazada por la Corte Suprema israelí. La paradoja, en este caso, es que Ruffeisen, actualmente conocido como Fray Daniel, es un judío según la ley religiosa judía, que no reconoce la conversión a otra religión de una persona cuya madre sea judía.

Pero, según una sentencia de la Corte Suprema de Israel, que se fundamenta en la definición sionista de la identidad judía, la conversión al catolicismo era una traición al pueblo judío, a pesar de la opinión de los rabinos.

Se puede ser un judío irreligioso en Israel, y preservar todavía una identidad judía nominal.

Convertirse a otra religión significa en cambio, para los judíos israelíes, rechazar la identidad judía".
("Religione Civile"? I partiti politici israeliani e la religione", Tra leghe e nazionalismi, págs. 34-55, Effedieffe, Turín, Italia).

El Judaísmo, a pesar de lo que pudiera parecer a primera vista, sigue siendo una religión de prácticas más que de dogmas.

Según el sondeo de Ben-Meir y Kedem (1) la escala de las creencias empieza con la creencia de la inmortalidad del alma (29%), sube a la creencia en la futura venida del Mesías (36%), y ulteriormente a la creencia en el pueblo judío como pueblo elegido (57%), y finalmente llega al elemento final, la creencia en Dios (64%).

Si pasamos a los veinte elementos de la observancia religiosa, el cuadro resulta muy parecido.

Sólo el 11% de los hombres se tocan la cabeza constantemente, y sólo el 14% despliega la filacteria todos los días.

Sólo el 22% no conduce los sábados, mientras el 44% declara mantener la separación en la dieta entre carne y leche.

El 74% afirma que ayuna el Día de la Expiación, el 88% enciende las velas Hanukkah, y el 99% participa al almuerzo ritual de la Pascua.

Como también ocurre en los países cristianos hay un elemento y un deseo de conformidad social que resulta evidente si cotejamos las dos escalas. Sólo el 64% cree en Dios, pero el 74% ayuna el Día de la Expiación.

La variedad de las diferencias individuales es mucho más grande en las prácticas que en las creencias religiosas, también en esto conforme a la tradición histórica del Judaísmo.

En Israel hay una clara división entre dos subculturas, la de los religiosos ("dati" los ortodoxos) con el 15% de la población, y la de los secularizados o laicos ("hiloni") que representa el 85% de los judíos que viven en Israel.

Dentro de la población judía hay una clara línea de demarcación entre las dos subculturas reflejada de forma plástica por la naturaleza religiosa del Judaísmo como religión de prácticas.

Ahora bien, qué relación hay entre religión y política en Israel? Hubo realmente en los últimos años un despertar religioso en el país?

Para contestar a estos interrogantes es menester tener en cuenta el conflicto y la separación fundamental entre religión y nacionalismo y en especial entre Judaísmo y sionismo.

Cuanto más sea religiosa una persona tanto menos apoyará al sionismo.

Entre los judíos hay una rotunda oposición al sionismo. Los ultra-ortodoxos, militantes de movimientos como el Neturei Karta, proclaman la separación del mundo secularizado sionista.

Esta oposición se vio seriamente afectada por la creación, a manos de una minoría, de un sionismo religioso.

Tal sionismo religioso defiende la posibilidad de la redención del pueblo judío mediante iniciativas seculares desviándose así de las creencias tradicionales judaicas.

Tampoco hay que olvidar que los grupos religiosos no sionistas reconocen en la mayoría de los casos al Estado de Israel.

Critican su ideología sionista, pero no su fundamental identidad judía.

La "solidaridad judía" es algo común a los sionistas laicos y a muchos no-sionistas religiosos.

Tras la larga crisis del Judaísmo debida al triunfo del sionismo, la religión se ha convertido hoy en día en fuente de justificación y esperanza para éste último.

El retorno público del Judaísmo se debe a los triunfos y derrotas del sionismo y a las guerras de 1967 y 1973.

Defender al sionismo de sus detractores y de las dudas sobre su moralidad y legitimidad se ha hecho cada vez más difícil a partir de 1967.

Lo que la religión ofrece al sionismo es principalmente una idea unificante para los judíos de Israel; en segundo lugar una esperanza para el futuro; y en tercer lugar una justificación moral para el sionismo.

La religión se convierte en su última línea de defensa.

Una vez aceptada la premisa de una entidad sobrenatural vinculada exclusivamente a los judíos todas las dudas y las injusticias que se puedan cometer contra los palestinos dejan de ser importantes o desaperecen como un fantasma a la luz de la promesa de Dios a los judíos.

Liebman y Don-Yehiya (1984) describen el desarrollo del nacionalismo religioso en estos términos: "El resurgir de sentimientos ultra-nacionalistas entre los sionistas religiosos se dió a consecuencia de la Guerra de los Seis Días y de la Guerra del Kippur. Estas guerras exaltaron las expectativas mesiánicas en las filas de los sionistas religiosos y dieron un espaldarazo a la noción de un Gran Israel".

Aliándose con el nacionalismo tras el conflicto de 1967, el campo neo-ortodoxo en Israel ha conseguido importancia y vitalidad, y ha podido superar muchos años de marginalidad.

A su vez, el campo nacionalista ha ganado en energía y legitimación aliándose con los neo-ortodoxos.

Entre los ortodoxos, el campo no-sionista tiene confianza en su tradición, avalorada por el evidente declino del sionismo.

Mas el campo religioso-sionista saca su vitalidad de una interpretación mesiánica del Judaísmo, y reaviva el nacionalismo mediante la fe religiosa.

La minoría religiosa en sus dos ramas -la nacionalista y la no-nacionalista- ofrece visiones muy claras.

Una es la de un Gran Israel, triunfante e imperial, que domina sobre Oriente Medio y sus indígenas retrasados, fuerte de su certeza mesiánica.

Otra idea-clave es la de la tradicional ortodoxia judía, con una comunidad de creyentes respaldada por su vida de rituales sagrados por el peso de dos mil años de cultura judía coherente y continuada.

Un ejemplo de la complejidad de las relaciones entre religión y nacionalismo nos lo ofrece un periodista israelí en unas declaraciones para el periódico "Uziel" en 1985 en las que explica el por qué de su laicismo a pesar de su nacionalismo: "Por qué? Porque Dios no existe. El Holocausto es la prueba científica de este asunto. El Holocausto es también una prueba teológica. El Holocausto es la manera en la que Dios castigó a los que se empeñaban a creer en Él. Ha sido la forma -Sea alabado- para demostrarnos que Dios no existe".

Lo interesante del tema es que se trata de un ferviente nacionalista, nieto de un rabino jefe de Israel en la década de los cincuenta...

La situación de los cristianos

La presencia de los cristianos es del 2,9%, de ellos, 106.000 son católicos.

La legislación garantiza la libertad religiosa y prohibe la discriminación por motivos confesionales.

El derecho privado está reglamentado por las autoridades religiosas de cada religión limitado al ambito de sus miembros.

La ley de antiproselitismo de 1977 prohibe la oferta de bienes para inducir al cambio de religión y las conversiones por motivos de intereses materiales.

El gobierno reconoce cinco religiones, entre las cuales hay 10 grupos cristianos, pero según el informe sobre la libertad religiosa del gobierno de Estados Unidos de 1999, los fondos a ellas destinados son notablemente inferiores respecto a los atribuidos a la religión israelita.

En la práctica el gobierno interviene en las cuestiones internas de las confesiones.

Además, como ya he citado anteriormente, el matrimonio entre un israelí y un no israelí es insólito y "de facto" prohibido.

Son numerosos los ataques contra cristianos por parte de judíos ortodoxos.

El "Diario Nacional" de 21 de octubre de 1999 recoge la noticia de la liberación de Aharon Kornblit tras seis meses de cárcel -aunque había sido condenado a año y medio de prisión- por actos de vandalismo en la vivienda de dos mujeres suizas cristianas acusadas de haber tratado de convertir a israelíes. Autores del atentado -solamente se declaró culpable a Kornblit- habrían sido varios centenares de personas no identificadas.

Con la llegada del tercer milenio se desencadenó en todo el país una campaña de prensa que enfatizaba la afluencia de cristianos. Las autoridades crearon un comité especial formado por oficiales de policía y de los servicios secretos para hacer frente a los peligros de los "grupos radicales cristianos".

La agencia "Compass" de 17 de diciembre de 1999 da la noticia que a algunos grupos ha sido denegado el permiso de entrada en el país.

Lufti Laham, vicario patriarcal greco-católico de Jerusalén, denuncia la "histeria mediática" de la que es víctima Israel a causa de la llegada de fantomáticas sectas apocalípticas.

Según el prelado el objetivo sería el de presentar a los cristianos como fanáticos y perjudicar sus relaciones con los musulmanes.

La misma agencia informa de la detención de 20 estadounidenses y un australiano acusados de querer destruir la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén. El FBI asesoraría al gobierno israelí en la identificación de los grupos milenaristas.

En esta misma línea se puede enmarcar la decisión del gobierno de autorizar la construcción de una mezquita en el terreno de la Basílica de la Anunciación en Nazaret. Gracias a Dios tal proyecto ha quedado paralizado por las protestas del mundo cristiano, en especial de la Santa Sede y del presidente de Estados Unidos Bush, e, incluso, de ambientes musulmanes.

El nuncio vaticano en Israel y delegado apostólico en Jerusalén monseñor Pietro Sambi, hablando a la televisión israelí ha declarado que saltan a la vista la dificultades para un cristiano de Ramallah, de Belén, de Beit Sahour o de Beit Jalla de peregrinar al Santo Sepulcro en Jerusalén.

Los permisos, dificilísimos de conseguir, son distribuidos con el cuentagotas y la mayoría de las nuevas generaciones de cristianos locales jamás accedieron a los lugares más sagrados de la Cristiandad. Israel invoca constantemente "razones de seguridad".

Según la agencia "Compass" de 17 de diciembre de 1999, miembros ortodoxos de la Knesset, el parlamento israelí, están preparando un proyecto de ley para limitar las actividades misioneras.

En el borrador de la proposición de ley están previstas penas de detención hasta cinco años para quien se convierte a una confesión distinta del judaismo y también para quien convence a otros a cambiar de religión.

La comisión de Interior y Ambiente de la Knesset habría decidido el 10 de noviembre de 1999 de discutir la propuesta en una sesión especial, a pesar de no dar una aprobación formal al texto presentado. (Ayuda a la Iglesia Necesitada: Rapporto 2000 sulla libertà religiosa nel mondo, www.alleanzacattolica.org)


Ángel Expósito Correa.
 


Revista Arbil nº 61

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