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Nacionalismo, patriotismo y subsidiariedad.
Nuevos Herodes, nuevos Pilatos y... ¡nuevos Quijotes!
Editorial. Hablemos claro: la mayor campaña anticatólica de los últimos sesenta años en España.
Sindicalismo y ultraizquierda; especial atención a la enseñanza
¿Crisis en el nacionalismo vasco?
Las dos Navidades de los cristianos
¿Alguien cree en un gobierno societario verdaderamente democrático?
La Navidad que viene...
Por una educación al servicio de la persona
En la estela de Le Pen: ¿un partido populista en España?
El primer ataque del separatismo peneuvista contra la unidad española
El Peronismo
Por una estética católica
Un catecismo de cine
Los que están detrás en la guerra contra la vida y contra Hispanoamérica
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Avaricia, dinero, poder
Los obispos condenan el nacionalismo idolátrico y totalitario: Documento de la Conferencia Episcopal sobre el terrorismo
Desobediencia civil
Fray Bartolomé de las Casas, un agitador con hábito
La Ley frente a la legalidad
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El origen de la izquierda obrera y la cuestión social en España
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Valores que nos unen: educar para la convivencia
La "purificación de la memoria" y la devoción al Corazón Inmaculado de María para la nueva evangelización
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Textos clásicos: Sentido y ubicación de Mexico


CARTAS

Revista Arbil nº 64

Desobediencia civil

por Alfonso González

Frente a la norma general del obligatorio cumplimiento de la legislación civil y la ejecución de los mandatos del gobernante, cuando se da una incoherencia grave entre las exigencias del gobernante y el derecho natural, el Magisterio contempla la desobediencia civil.
El artículo, tras recordar algunas notas sobre la Desobediencia Civil no cristina, así como su desarrollo en la Biblia y en algunos momentos de la historia repasa La Doctrina Social de la Iglesia sobre ésta.

 

Desobediencia civil no cristiana

Son numerosos los autores no cristianos que ofrecen su particular visión respecto de la desobediencia civil.Tal es el caso de Henry David Thoreau que en 1848 pronunció un discurso en el que utilizó por primera vez ese término. En él expuso su visión individualista del hombre e hizo apología, a su manera, de la libertad de conciencia. Así lo enunciaba:

"Yo creo que debiéramos ser hombres primero y ciudadanos después. Lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que crea justo. Se ha dicho y con razón que una sociedad mercantil no tiene conciencia; pero una sociedad formada por hombres con conciencia es una sociedad con conciencia. La ley nunca hizo a los hombres más justos y, debido al respeto que les infunde, incluso los bienintencionados se convierten a diario en agentes de la injusticia".

Desde esta perspectiva critica a sus compatriotas que no se enfrentan al Estado cuando su ineficacia o su tiranía son desmesuradas:

"la masa sirve al Estado no como hombres sino básicamente como máquinas, con sus cuerpos.[...] En la mayoría de los casos no ejercitan con libertad ni la crítica ni el sentido moral, sino que se igualan a la madera y a la tierra y a las piedras, e incluso se podrían fabricar hombres de madera que hicieran el mismo servicio".

Desprecia el positivismo al que llegan muchos ciudadanos que se fían de la bondad del legislador:

"Lo que el abogado llama verdad no es la auténtica Verdad sino la coherencia o una conveniencia coherente. La Verdad está siempre en armonía consigo misma y no se preocupa, al menos básicamente, de poner de relieve la justicia que pueda ser consistente con el mal".

Su propuesta fue una llamada a una "revolución pacífica". Él mismo fue consecuente con esta idea y así fue encarcelado por negarse a pagar impuestos a un Estado que servía al sostenimiento del esclavismo y de la guerra de anexión contra México.

El pensar de Thoreau representa el momento más álgido y progresista del concepto liberal de individuo, quien defiende su libertad, su autonomía frente al Estado, su derecho a la desobediencia consciente, pero también su propiedad. La utopía de Thoreau, era creer que la economía podía marchar por un lado y la política, el derecho y el Estado por otro. No podía comprender que el liberalismo económico naciente, representaba el surgimiento de un Estado represivo e imperialista, ávido de mercados y de mercantilización de las relaciones de producción vía la dominación política y militar. De allí su evolución hacia el anarquismo romántico, negador de todo Estado, pero incapaz de derrotarlo y transformarlo.

"Me complazco imaginándome un Estado que por fin sea justo con todos los hombres y trate a cada individuo con el respeto de un amigo. Que no juzgue contrario a su propia estabilidad el que haya personas que vivan fuera de él, sin interferir con él ni acogerse a él, tan sólo cumpliendo con sus deberes de vecino y amigo. Un Estado que diera este fruto y permitiera a sus ciudadanos desligarse de él al lograr la madurez, prepararía el camino para otro Estado más perfecto y glorioso aún, el cual también imagino a veces, pero todavía no he vislumbrado por ninguna parte."

Pero, como podemos observar, la desobediencia civil se convierte en un arma desestabilizadora cuando se utiliza en situaciones en que no existe un claro enfrentamiento entre la Ley y la Justicia. Persigue en estas ocasiones un fin político partidista que intenta ser legitimado por el mero hecho de tratarse de un medio pacífico.

Otro paradigma de la desobediencia civil es Mahatma Gandhi, quien llevó a concentrar todo el sentimiento anticolonialista de la inmensa mayoría de la población de la India.

Mohandas Karamchand Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en el estado de Porbandar en la India. Sus padres pertenecían a la casta de los banya, cuyos miembros se dedicaban al comercio.

Gandhi odiaba la separación en castas que existía en su país, sobre todo rechazaba el cruel desprecio hacia los parias, los descastados a quien no se los podía tocar. Estudió derecho en el University College de Londres. En 1891 regresó a la India e intentó ejercer como abogado en Bombay con escaso éxito.

Gandhi se trasladó a Suráfrica donde permaneció 20 años y estuvo en prisión en numerosas ocasiones. En 1896, tras ser atacado y apaleado por surafricanos blancos, comenzó a propagar la política de resistencia pasiva y de no cooperación con las autoridades surafricanas.

Parte de la inspiración de esta política se encuentra en Liev Tolstói y otra parte en el ya citado ensayo "Desobediencia civil" de Henry David Thoreau . Gandhi, no obstante, consideró los términos 'resistencia pasiva' y 'desobediencia civil' inadecuados para sus objetivos y acuñó otro término, satyagraha (en sánscrito, 'abrazo de la verdad').

En 1914 el gobierno surafricano hizo importantes concesiones a las demandas de Gandhi, incluido el reconocimiento de los matrimonios y la exención de impuestos municipales. Dando por finalizada su misión en Suráfrica, regresó a la India. Comenzó a recorrer distintos pueblos, promoviendo mejoras en la situación de los campesinos.

Pero la gran ocasión se le presentó una vez terminada la primera guerra mundial en 1919. El gobierno británico promulgó una ley humillante contra los hindúes.

Gandhi, quien había ingresado al Congreso Nacional Hindú, propuso resistir. Los congresistas firmaron una declaración formal por la cual se comprometían a desobedecer las leyes y a abstenerse de realizar algún acto de violencia contra persona o cosa. Entonces ya era el jefe indiscutido de la India.

Su persona era objeto de supersticiosa veneración entre las masas. Gandhi lanzó entonces el Satyâgraha en su forma mas radical, la de la desobediencia civil, para conseguir la independencia de la India.

Gandhi decidió iniciar su campaña de desobediencia atacando la ley sobre el monopolio de la sal que afectaba fundamentalmente a los pobres. Partió de su granja con 79 estudiantes y se dirigió a pie hacia la costa para fabricar unos gramos de sal, en señal de desprecio al monopolio. Poco después fue arrestado.

En 1942 organizó una nueva campaña de desobediencia civil rechazando el ofrecimiento de los ingleses de pasar a ser un protectorado británico.

El 15 de agosto de 1947 se proclamó la independencia de la India y de Pakistán.

Sin embargo no fue la desobediencia civil la única responsable de la descolonización de la India. La población hindú no entendió plenamente la doctrina de la ahimsa. Estallaron una serie de revueltas armadas contra Gran Bretaña, y culminaron en tal violencia que Gandhi confesó el fracaso de su campaña de desobediencia civil.

Las enseñanzas de Gandhi inspirarían desde entonces los movimientos pacifistas en todo el mundo, al tiempo que el recuerdo de su personalidad terminó por adoptar proporciones descomunales, siempre como ineludible referente de los sentimientos de lucha no violenta contra las injusticias evidentes y las no tan evidentes.

Por poner otro ejemplo, el método de la lucha no violenta en Daniel O'Connell, constituye toda una pedagogía que busca no solamente transformar las estructuras políticas y sociales de la opresión (en la Irlanda de la primera mitad del siglo pasado), sino modificar las actitudes de la sociedad irlandesa y lograr la "conversión" de los hombres del poder. El resultado fue la liberación de Irlanda (Éire), su independencia de la corona británica y la instauración de un Estado.

Desde la corriente anarquista también se ha aludido a la "desobediencia civil", o en ocasiones, "resistencia civil" como método de lucha política. Además de una crítica al sistema político, social y económico, el anarquismo lleva consigo una personal filosofía: afirmación del derecho de cada individuo a actuar ateniéndose a los dictados de su propia conciencia y voluntad. Por tanto, los anarquistas se sitúan en contra de la sociedad rousseauniana (voluntad colectiva), ya que atenta contra el individuo. ("El individuo es la única realidad", dijo Bakunin.) De modo que el anarquismo es, ante todo, oposición a cualquier autoridad política. Es la desobediencia a toda autoridad ya sea mediante vías pacíficas o violentas.

Encontramos que la no-violencia es solamente un método, una técnica para conseguir un fin determinado: la abolición de un supuesto estado de injusticia, o la transformación de un sistema injusto en otro realmente justo.

Está bien, a condición de no convertir los métodos no-violentos en un fin en sí mismos, a condición, también, de no dejarnos llevar por cierto romanticismo pacifista. En la mayoría de los casos se trata de una transgresión que se erige sobre el reconocimiento constitucional de los derechos humanos fundamentales, pero no es una garantía total de su libre desarrollo y su aplicación efectiva.

En este sentido es posible negar la identificación entre Justicia y Ley. De este modo, la colisión entre diferentes principios constitucionales, bien entre interpretaciones divergentes u opuestas de un mismo principio, implica que los actos de Desobediencia Civil se sitúan en el ámbito de protección de determinados derechos fundamentales.

Es el caso, por ejemplo, de la manifestación ilegal frente a la restricción (puntual o no) del derecho de manifestación.

Pero además la desobediencia civil tiene otra finalidad: el estar dirigida a la capacidad de razonar y sentido de justicia de la colectividad.

En este sentido, más que un carácter obstruccionista de las normas impugnadas -que también- tiene un carácter simbólico.

El discurso desobediente, más que al ejecutivo, legislativo y judicial se dirige a la ciudadanía.

Desde esta perspectiva es algo más que la mera expresión de un conflicto, es un medio de incidencia en la opinión pública.

En resumen, la desobediencia civil es, en primer lugar, el último recurso de una sociedad a la cual se le agotaron todas las alternativas para solucionar una condición destructiva que amenaza su supervivencia.

Si no es de esta manera se convierte en un instrumento más para conseguir fines políticos, en un método que comienza en la desobediencia pacífica y termina en posturas insurgentes o revolucionarias.

Cristianos y la desobediencia Civil

Desobediencia civil en la Biblia

Es un hecho que la no-obediencia civil se ha dado desde el comienzo del cristianismo hasta nuestros días, es más, encontramos incluso algún caso en el Antiguo Testamento:

En el Éxodo se dio un caso claro de desobediencia civil:

"El rey de Egipto dijo a Cifra y Fuá, parteras de las hebreas: -Cuando asistáis a un parto a las hebreas, mirad el sexo, si es niño, matadlo; si es niña dejadla vivir-. Pero las parteras temieron a Dios y no hicieron lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaban vivir también a los niños" (Ex 1, 15-18).

En este relato, las parteras Cifra y Fuá, no obedecen un mandato del rey de Egipto por ser éste contrario a la voluntad de Dios (temieron a Dios). Vemos claramente, que estas mujeres obedecieron a la instancia que consideraron superior, desobedeciendo a la instancia inferior. Gracias a esa desobediencia, según el libro del Éxodo, "Dios favoreció a las parteras, y el pueblo siguió multiplicándose, llegando a ser muy poderoso" (Ex 1, 20-21). También sabemos, que Moisés pudo nacer debido a esa actitud, y aunque el rey volviera a dar orden esta vez de echar al río a todos los niños varones, la madre del que luego sería el libertador de Israel lo puso en una cesta de juncos unto al río para que sobreviviese a la matanza.

Ya en el evangelio, comprobamos que el mismo Jesús no condena la desobediencia civil invitando a los apóstoles y discípulos a seguirle, sabiendo que era ilegal seguirlo:

"Sus padres hablaron así por miedo a los judíos, que habían decidido expulsar de la sinagoga al que reconociera que Jesús era el Mesías" (Jn 9,22)

Y Jesús dijo que sería igual hoy en día:

"Os echarán de las sinagogas; más aún, se acerca la hora en que os quitarán la vida creyendo que con ello dan culto a Dios" (Jn 16,2)

Judas será nombrado "hijo de la perdición" por cooperar con las autoridades civiles en desvelar el escondite de Jesús.

Los discípulos también desobedecieron a las autoridades civiles cuando entendieron que era la voluntad del Señor:

"¿No os ordenamos solemnemente que no enseñéis en nombre de éste? Y sin embargo, habéis llenado Jerusalén de vuestra doctrina y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre." Pedro y los apóstoles contestaron: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Act. 5, 28-29).

En estos pasajes del Nuevo Testamento analizamos que el seguimiento a Cristo y la evangelización (que hoy se enmarcarían dentro de los derechos fundamentales de libertad religiosa) son imperativos de mayor rango que el de los jefes de la sinagoga, y que por tanto prevalecen sobre estos últimos, teniendo la obligación de desobedecer esas leyes civiles.

Desobediencia Civil en algunos momentos de la historia

En 1534, en Inglaterra se promulga el "acta de traición" en la que se contempla la pena capital y la prisión perpetua con pérdida de todos los bienes a quienes rechazasen el juramento cismático de Enrique VIII. Santo Tomás Moro se negaría a jurar el cisma desde abril de 1533 hasta julio de 1935 en el que sería condenado a muerte y decapitado. La fidelidad al Papa en conciencia de Tomás Moro, traería consigo una desobediencia civil que acabaría en la pena de muerte. Es de reseñar las menciones a la conciencia que este santo, ahora patrón de los políticos, escribiría desde la torre en que fue encerrado:

"En la entrevista anterior se había dicho que era sorprendente que persistiera tanto en mi conciencia cuando ni siquiera estaba seguro. Les respondí que estaba muy seguro de que mi conciencia, tan bien formada por la diligencia que había hecho durante tan largo tiempo, era compatible con mi propia salvación."

Será la conciencia la que marque en mayor número de ocasiones los motivos a una desobediencia de las leyes civiles por parte de las gentes de bien.

Ya en el siglo XX, más concretamente en 1926 en México, tras las diversas medidas civiles contra la libertad religiosa tomadas por los sucesivos gobiernos desde 1920 y culminadas por la anticatólica Ley Calles, se intenta separar la Iglesia de México de la de Roma sin éxito, formando la Iglesia Católica Apostólica Mexicana (ICAM); se desterraron más de 200 sacerdotes extranjeros (en su mayoría españoles); se cerraron más de 150 colegios católicos por la fuerza, se prohibió enseñar religión en la escuela primaria, emitir votos religiosos, celebrar actos religiosos fuera de templos, usar fuera de templos sotana o hábitos religiosos y ejercer actos de culto por parte de los sacerdotes mexicanos no debidamente registrados y aprobados por la autoridad civil.

Los católicos mexicanos, tras agotar todos los recursos del diálogo y de la participación política, e incluso habiendo intentado un boicot económico absteniéndose de consumir cualquier bien superfluo, decidieron, sin que interviniese directamente la autoridad eclesiástica, defender su libertad religiosa con las armas como medida desesperada.

La Doctrina Social de la Iglesia y la Desobediencia Civil

Por el origen, naturaleza y finalidad del poder político, la obediencia a la autoridad es deber de conciencia del gobernado, aunque el magisterio nos matiza esta afirmación para aclararla.

"La obediencia política no es esclavitud del hombre a otro hombre, sino sumisión a la voluntad de Dios" (encíclica Inmortale Dei). Por tanto si se da una incoherencia entre la exigencia del gobernante y el imperativo divino, no hay autoridad moralmente obligatoria.

Por lo tanto, según el magisterio, la obediencia al gobernante es la regla ordinaria, y una desobediencia al gobernante es una desobediencia a Dios.

Como norma excepcional, cuando se ordena algo que viola el derecho natural o la ley divina no se debe obedecer. No se niega la obediencia debida al gobernante, sino solamente la obediencia en aquellos puntos en los que carece de potestad legislativa.

Pío XII y Juan XXIII han respetado las tesis de que la enseñanza sobre la no-obediencia civil mantiene su vigencia en cualquier régimen político incluido el democrático.

Alfonso González

Bibliografía

  • La Santa Biblia (Ediciones Paulinas)
  • Civil Desobedience. Henry David Thoreu. 1849.
  • Gandhi. Heimo Rau. Salvat. Grandes Biografías. Barcelona 1987
  • Derramaron su sangre por Cristo. Autor: Tiberio Ma. Munari. Ediciones Xaverianas. Guadalupe, JAL, México, 1998
  • Un hombre solo, cartas desde la torre. Tomás Moro. Rialp 1988
  • Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. José Luis Gutiérrez García. Estudio Teológico de San Ildefonso de Toledo. 1996.
 


Revista Arbil nº 64

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